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sábado, 23 de marzo de 2013

La "injusta" guerra del Pacífico

Después de la fundación de la República de Bolivia, el 6 de Agosto de 1825, Simón Bolívar dejó a los bolivianos una salida libre a las costas del Pacífico, desde Taltal, pasando por Antofagasta, Mejillones, Cobija, hasta Tocopilla.

Sin embargo, las inmensas riquezas de guano y salitre serían las causas para la Guerra del Pacífico. Como antecedentes, Chile sabía que Andrés de Santa Cruz, tenía la pretensión de formar la Confederación Perú Boliviana, veía ello la creación de una potencia en el continente, por lo que usó todas sus artimañas para hacer fracasar dicho proyecto.

A partir de ese instante, siempre puso los ojos en el Litoral boliviano, cometiendo una serie de altercados limítrofes. En contrapartida, las autoridades bolivianas también caerían en desaciertos y se cometerían en una serie de errores, entre ellos, firmar el tratado de 1866, que establecía el límite fronterizo en el paralelo 24, que quedaba entre Paposo (Sur) y Antofagasta, además se decidió que las riquezas existentes entre el paralelo 23 y 25 serían compartidas a mitades por ambas naciones.

Chile propuso la compra de Mejillones, hecho que fue rechazado por el gobierno boliviano. Posteriormente, se suscribió el tratado de 1874, que sería el detonante de la guerra. Bolivia aceptó no cobrar impuesto ni gravamen alguno a personas, industrias, personas o capitales chilenos que explotasen las riquezas del Litoral boliviano, aquel hecho fue aprobado por el Congreso Nacional.

Una de las compañías de salitre que operó con grandes cantidades, fue la Melbourne y Clarke; pero a partir del tratado de 1874, varias salitreras a su antojo efectuaron la explotación. El presidente chileno de apellido Pinto y varios ministros tenían intereses en las salitreras porque eran accionistas de las mismas.

Debido al terremoto de 1877, la región quedó pobre y Bolivia pidió a Chile que debía pagar un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre explotado, aspecto que no fue del agrado de los chilenos. Como paradoja, una vez que Chile se apropió de territorio nacional, cobró a los ingleses 40 centavos de impuesto.



INVASIÓN

El 14 de febrero de 1879 ocurrió la invasión. Los habitantes de Antofagasta, que en ese momento el 95 por ciento eran chilenos, vieron en el horizonte, el humo de los blindados, Cochrane, la corbeta O’Higgins y el blindado Blanco Encalada, que desembarcaban en el puerto.

El prefecto Zapata carecía de efectivos militares para encarar la defensa por lo que el desembarco de las tropas chilenas en un número de 200 tomaron pacíficamente Antofagasta.

Los chilenos siguieron con su afán invasor y tomaron los puertos de Cobija el 21 de marzo y Tocopilla el 22 de marzo de 1879. Calama que estaba en el desierto de Atacama, fue un lugar estratégico para el abastecimiento de agua principalmente, por lo que los chilenos decidieron apropiarse de este lugar.

Ladislao Cabrera, apoyado por el prefecto de Antofagasta, Severino Zapata quien se replegó de Antofagasta, preparó la defensa de Calama con un contingente de 135 hombres. Los atacantes eran 544. Los patriotas resistieron el ataque, pero el combate principal se registró en el puente del Topáter sobre el río Loa, fue allí donde Eduardo Avaroa herido en la garganta se negó a la retirada y enfrentó un contingente de más de 100 soldados invasores.

Sólo disparó y mantuvo a raya a los atacantes, hasta que se le acabó la munición. Los oficiales chilenos le intimaron rendición y el hombre convertido en un emblema de la nación respondió: "¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela carajo!", dos disparos posteriores le cegaron la vida.

Más tarde, el 6 de abril de 1879, los peruanos entraron el guerra para defender su territorio, Iquique, Pisagua, Arica y Tacna que era invadido por los chilenos. Las batallas se llevaron a cabo en el mar, donde el "Huáscar" comandado por el almirante, Miguel Grau hundió varios blindados entre ellos, el Esmeralda.

Uno de los episodios vergonzosos de la contienda fue la retirada del ejército boliviano de Camarones, luego vino el desastre de la batalla de San Francisco, ante una mala estrategia de las tropas aliadas que salieron derrotadas pese a tener superioridad numérica. Los chilenos tomaron con facilidad Iquique.

El próximo combate fue en Tarapacá con un saldo favorable para los aliados. En contra partida, Narciso Campero tuvo la oportunidad de retomar San Pedro de Atacama y luego se dirigía a Calama para proceder de la misma manera, sin embargo y con extrañeza se recibió la orden de que debía ir a Oruro a la espera de nuevas instrucciones.

Esos desaciertos le costaron la cabeza a Daza, quien sufrió un golpe de estado y fue suplido por Campero, quien encaró el último combate de un ejército boliviano, y ocurrió el 18 de mayo de 1880, en el Alto de la Alianza con participación de los Colorados de Bolivia. Fue el fin de la guerra para los bolivianos. Perú siguió luchando hasta 1883.

Bolivia perdió 120 mil kilómetros cuadrados de territorio y toda su costa comprendida en 400 kilómetros. Posteriormente, en 1904 pasó lo inadmisible con la firma del Tratado de Paz y Amistad con Chile, aceptando la derrota de la Guerra y la cesión a perpetuidad de todos los territorios ganados en la contienda.



Fuentes:

J. de Mesa, T. Gisbert y C. Mesa, "Historia de Bolivia" (2008)

Damir Galaz Mandakovic Fernández, "Reivindicación del Patrimonio Tangible de Tocopilla" (2011)

Octavio Baez, "Antofagasta, metamorfosis de mi ciudad"

Misael Pacheco Loma, "Motivaciones Históricas"

Giovanna Rossi Bizjak, "Tocopilla, reseña histórica y desarrollo urbano".

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