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domingo, 24 de marzo de 2013

¿Ocultó Daza la noticia de la invasión chilena?

El 14 de febrero de 1879, tropas chilenas invadieron el antiguo litoral boliviano ocupando por la fuerza de las armas al indefenso puerto de Antofagasta. La noticia de esta invasión le llegó al controvertido Presidente boliviano, Gral. Hilarión Daza, en los días del carnaval, circunstancia que ha dado lugar a una prolongada polémica en nuestra historiografía entre los que sostienen que Daza ocultó entonces dicha noticia al país para no interrumpir los festejos carnavaleros, y los que alegan que no la ocultó, pues ésta le llegó tarde y (casualmente) al final del carnaval.

El primer autor nacional que tocó el tema en 1880, fue el Crnl. Eliodoro Camacho en su Manifiesto, en el que basándose en una fuente que citaremos después afirmó que Daza “aturdido en el bullicio del carnaval, ocultaba el parte (de la invasión chilena) y solemnizaba la ocupación de nuestro Litoral". Luego, en ese mismo año, el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna, en su Historia de la Campaña de Tarapacá, basándose en informaciones de la prensa y de los diplomáticos chilenos que estuvieron en La Paz relató que:

"La noticia de la ocupación por las armas de Chile de la plaza de Antofagasta, que tuvo lugar el 14 de febrero de 1879, no llegó a La Paz con la tardanza de la larga travesía del desierto y al lento paso de la acémila, sino en alas del vapor y del alambre eléctrico.

“Llevada, en efecto, la nueva a Iquique (entonces Perú) por el paquete (o Vapor Amazonas) que tocó en Antofagasta el domingo 16 de febrero, era comunicada (por telégrafo) a Tacna (Perú) el 17 (sic, 18) al cónsul boliviano de esa ciudad, don Manuel Granier, y de allí, por chasques y a revienta cinchas (o en mula en 3 días) a La Paz (los paréntesis son nuestros).

“Tuvo conocimiento, en consecuencia, el presidente Daza de lo que pasaba el jueves 20 de febrero, día que en aquella ciudad y en todo Bolivia se llama el ‘jueves de los compadres’, porque es el comienzo del retozón y en ocasiones desaforado carnaval”.

Luego, el chileno agregó que Daza festejó ese jueves con sus compadres: la mayoría de los cabos y sargentos del Batallón Colorados. Y los días siguientes continuó celebrando el carnaval, pero guardó “la lúgubre misiva en un cajón de su despacho”, ocultando así la noticia al pueblo por “una semana” (sic, 6 días) hasta el miércoles de ceniza, 26 de febrero, cuando lanzó su proclama contra la ocupación chilena (TI: 205-225)

En 1881, el historiador cruceño Gabriel René Moreno, en sus Bases chilenas, relató sarcásticamente que Daza guardó “en los bolsillos de su disfraz la noticia por tres días, (y) reservó su sorpresa para después de los carnavales". Algunas de estas versiones iniciales de este incidente, incluida la del argentino Dámaso Uriburu, fueron repetidas a su manera por todos los historiadores nacionales que tocaron el tema hasta 1968 (como E. Viscarra, A. Arguedas, E. Finot, H. Vázquez Machicado y otros)

En 1968, Gastón Velasco, dirigente de Acción Marítima de La Paz, con mucho patriotismo pero sin mayores conocimientos de historia, aseveró en un artículo que Daza no ocultó la noticia de la invasión chilena como escribieron erradamente algunos historiadores, y que este error provenía de “la intriga que sembró el autor chileno Benjamín Vicuña Mackenna” con el objetivo de desacreditar a Daza, para lo cual el chileno publicó “a fines de abril de 1879, en la prensa de Santiago” ciertos párrafos que transcribió Velasco.

Pero esto es erróneo, pues en abril de ese año y hasta junio, el gobierno chileno estuvo en tratativas con Daza para que rompiese su alianza con el Perú y se adhiriese a Chile, por lo que entonces no les convenía a los chilenos desacreditarlo. Además, Velasco no citó el periódico ni el artículo escrito por el historiador chileno, por lo que más parece que solo copió dos de los tres párrafos que transcribimos antes del libro del mismo chileno, pero omitiendo el segundo, en el que se indica que la noticia llegó de Tacna a La Paz en mula.

Empero, esta noticia no llegó tan rápido como supuso erradamente el chileno, porque según la prensa de la época, cuando el vicecónsul boliviano en Iquique la telegrafió a nuestro cónsul en Tacna, Manuel Granier, éste en vez de enviarla a La Paz y ganar tiempo como imaginó el chileno, se trasladó a Arica para encontrase con los bolivianos que venían de Antofagasta en el Vapor Amazonas y que arribaron el 19 de febrero dándole mayor información de la invasión. Recién entonces la envió de Tacna a La Paz por vía expresa (sin que se indique cuando llegó). Además, el mismo Granier envió otro oficio el 20 de febrero por correo ordinario que llegaría y se divulgó en La Paz al final del carnaval, “a la media noche” del martes 25 de febrero, y se publicó con su nota del 19 en “El Comercio” el viernes 28 de febrero.

Por su parte, Velasco con esa omisión voluntaria o involuntaria dio a entender que el chileno habría dicho que la noticia llegó a Daza por telégrafo de Tacna a La Paz, para luego alegar que se equivocó porque en Bolivia no había telégrafo, como en Chile y Perú. Después, Velasco narró como la noticia llegó a Tacna el 19 de febrero, según lo publicado en la prensa. Y luego relató con lujo de detalles, pero sin respaldo documental, que el cónsul Granier envió la noticia de Tacna a La Paz con el “estafeta (indígena) Gregorio Collque, más conocido como el ‘Goyo”, que hizo de “chasqui” incaico y que realizó la hazaña de recorrer (a pie) “76 leguas en seis días”, llegando el martes 25 de febrero a medianoche a La Paz, donde buscó a Daza en varias fiestas hasta entregarle la nefasta noticia. Luego Daza con sus ministros tomaron las medidas del caso. Esta versión de Velasco fue repetida sin mayor análisis por Enrique Vidaurre (1975: 117) y Edgar Oblitas (1978: 140).

Después, el historiador orureño Juan Siles Guevara, conocido por refutar la obra anti-boliviana del chileno Jaime Eyzaguirre, en su discurso de ingreso a la Academia Boliviana de la Historia titulado “Última misión diplomática chilena y el comienzo de la Guerra del Pacifico” publicado en Presencia (04 y 11/03/1979), refutó la versión del chasqui Goyo de Velasco calificándola de “novela”, en base a documentos del Archivo de nuestra Cancillería. Según éstos, por entonces entre Tacna y La Paz había un servicio de correos o mensajeros “extraordinarios” (peruanos) llamados “propios” que hacían este recorrido en mula “en 65 o 66 horas, o sea, poco más de dos días y medio”. Y, que la noticia detallada de la invasión que envió el cónsul Granier el 19 de febrero fue llevada por el propio “Pedro Ramos” (y no por el Goyo), que “sale de Tacna a las 10 de la noche y llega a La Paz el 22 (sábado de carnaval) a las 2 de la tarde”.

Además, Siles Guevara reveló que Daza y su Canciller Eulogio Doria Medina, supieron varios días antes del carnaval de la orden dada por el gobierno chileno a sus fuerzas en Caldera para ocupar Antofagasta, mediante tres telegramas enviados por el cónsul boliviano en

Valparaíso (Chile) a su colega en Tacna Manuel Granier, quien los mandó a La Paz con el propio Juan Cáceres que llegó el 15 de febrero. Luego, el mismo Granier se enteró del contenido del telegrama del Gobierno de Chile a su representante en La Paz confirmando esa orden y la resolución chilena de ocupar Antofagasta, información que envió a La Paz con el propio Manuel Alai que llegó el 17 de febrero.

En consecuencia, Daza y sus tres ministros supieron de la orden chilena de ocupar Antofagasta antes del carnaval y de los detalles de la invasión el sábado 22 de carnestolendas, y ocultaron estas noticias al pueblo (por 10, 8 y 3 días hasta el martes 25), para no interrumpir esta tradicional fiesta. Y, al parecer, también para permitir la boda tranquila de la boliviana A. Bustamante con el secretario de la legación chilena F. Valdés apadrinado por su embajador, y su salida del país (Gutiérrez A: 1969: 154). Pero sobre todo, según el mismo Siles, porque estaban a la espera de la respuesta del gobierno peruano a las gestiones del Ministro Serapio Reyes Ortiz que viajó a Lima mucho antes, el 9 de febrero, para pedir el cumplimiento del tratado de alianza defensiva contra Chile, pues entonces ya se consideraba posible una agresión chilena.

Empero, por cierta indiscreción algunos personajes en La Paz se enteraron del ocultamiento de la noticia, como J. Rosendo Gutiérrez, quien según Siles, escribió en su diario intimo e inédito: “Febrero 23 (sic, 24) Ayer se fue (el embajador chileno) D. Pedro Nolasco Videla.

Anteayer llegó la noticia oficial de la toma de Antofagasta, que no ha sido publicada, porque Daza quiere bailar. Febrero 25. Martes de carnaval. Llega el correo. No pueden ocultar la noticia” Luego Gutiérrez pasaría esta información veraz o algo exagerada a Eliodoro Camacho, que la publicó como indicamos antes.

Esta versión de Siles Guevara fue corroborada a su modo por Roberto Querejazu (1979 y 1995) y Valentín Abecia B. (1979 y 1986).

Empero, por otro lado, Luís Antezana Ergueta, en su folleto: “Daza no ocultó la noticia de la invasión chilena” (1982), objetó la versión de Siles y repitió como veraz el relato del chasqui Goyo de Velasco, pero tildando alegremente de “agentes de la mentira” a los autores que no opinaban como él; de “chileno” a Siles; de “pro chilena” a la Academia Boliviana de la Historia; y de “fuente misteriosa” a los documentos de la Cancillería usados por Siles. Para después presentar de manera anti-histórica como una fuente de mayor valor probatorio al tomo “La Corte del General Daza” de una novela seriada sobre la Guerra del Pacífico del chileno Ramón Pacheco, cuyo texto además copió mal para confirmar el cuento falso del chasqui Goyo que llegó a La Paz el martes de carnaval.

Empero, lo cierto es que esta pésima novela denigratoria de Bolivia y Perú, más bien se basa en la versión del chileno Vicuña Mackenna. Pero además, para resaltar el atraso de Bolivia sin telégrafo, se inventa al chasqui cholo Goyo (no al indígena Gregorio Collque) que lleva a pie la noticia simple de la invasión chilena de Tacna a La Paz por encargo del cónsul Granier, quien envía la noticia detallada 20 horas después con el héroe de la novela, el espía chileno “Jenaro Buzeta” que trata de llegar antes que el Goyo para ganar la confianza de Daza.

Buzeta va en mula y alcanza al Goyo, luego lo embriaga y por unos pesos se hace dar el mensaje que llevaba, y sigue su camino llegando el jueves de compadres a La Paz, donde entrega la noticia a Daza que la oculta hasta el miércoles de ceniza; lo que es falso, pues ya vimos que la noticia detallada de Granier fue llevada por el “propio” Pedro Ramos que llegó el sábado de carnaval. No obstante, la versión ficticia del Goyo de Velasco corroborada por Antezana es repetida por otros autores, que esperamos adviertan el error y lo rectifiquen.



(*) El autor es Investigador de Historia

1 comentario:

  1. Disculpen, pero aunque al final del artículo dice que "el autor es investigador de historia", no se ve por ningún lado el nombre del autor.

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