Bolivia nació a la vida independiente el 6 de agosto 1825, después de las batallas victoriosas de Pichincha y Ayacucho, corolario de los 15 años de cruenta guerra contra los ejércitos realistas. Al principio la extensión territorial de la naciente República alcanzaba a tres millones de kilómetros cuadrados, de cuyo patrimonio perdió más de la mitad a causa de guerras y forzadas concesiones efectuadas a favor del Brasil, por los tratados de 1867 – 1903; a la Argentina 1889 – 1891; a Chile en 1866 – 1874 – 1904; al Perú en 1904 y al Paraguay en 1938.
El 10 de julio de 1825 se reunió en Chuquisaca la Asamblea Nacional presidida por el Dr. José Mariano Serrano. Una emoción traducida en silencioso recogimiento se ahondó solemnemente en el sagrado recinto, cuando el presi-dente de la augusta Asamblea –intérprete de la aspiración colectiva– ocupó la tribuna para hablar a los varones ilustres que llevaban la representación de los pueblos expresándoles con el verbo en-cendido de la elocuencia, exaltada hasta las lágrimas, las palabras augurales de la Libertad y de condenación al despotismo soberbio de la dominación extinguida por el esfuerzo heroico de sus hijos.
El 6 de agosto la Asamblea Consideró los siguientes puntos:
1.- Los departamentos del Alto Perú, se unían a la República de Argentina.
2.- Si se los anexaba al Bajo Perú.
3.- Si se erigía en Estado soberano e independiente.
Rechazada por unanimidad la primera proposición, la segunda sólo contó con el apoyo de dos diputados, y la tercera mereció aprobación plena.
Se proclamaba así la creación del nuevo Estado, el diputado secretario, ocupó la tribuna para dar solemne lectura al Acta de Independencia, que suscribieron emocionados todos los representantes congregados. Luego adoptó para su gobierno la forma unitaria y representativa. Se denominó República Bolívar, como testimonio de gratitud al Libertador, padre de la independencia, a quien también se designó como el Primer Presidente. Posteriormente se cambió el nombre de la República por el de Bolivia a iniciativa del diputado Manuel Martín Cruz, con este argumento: “Si de Rómulo se derivó Roma, de Bolívar debe nacer Bolivia”. La capital tomó el nombre de Sucre, en homenaje al Gran Mariscal de Ayacucho.
La Asamblea fijó también los colores de la bandera y la división del escudo de armas, el 17 de agosto de ese mismo año. Al año siguiente se aumentó la faja amarilla a la bandera y se cambió la forma del escudo. En 1851 y 1854, el escudo y la bandera tomaron las formas como las conocemos en la actualidad.
La breve permanencia de Bolívar en Chuquisaca ( del 4 de noviembre de 1825 al 10 de enero de 1826) sólo le dio tiempo de organizar las instituciones de la nueva República y dotarla de una Constitución que instituía la presidencia vitalicia.
Sucre inició la presidencia de Bolivia el año 1826, nombrado por el Congreso Constituyente. Durante su administración se sentaron las bases institucionales conformándolas adecuadamente, ya que poco de lo adoptado por el Libertador, precipitadamente, pudo aplicarse. El 18 de abril de 1828, el jefe argentino Cainzo, sublevó el batallón “Granaderos” y cuando el Mariscal llegó al cuartel fue recibido, con una descarga que el quebró el brazo izquierdo. Mientras se reponía de su herida, asumió interinamente el mando supremo el general José María Pérez de Urdininea, Presidente del Consejo de Estado.
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