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miércoles, 6 de agosto de 2014

Juana Azurduy, la coronela de la libertad

Nació en Chuquisaca en 1780 Falleció en 1862
Es la madrugada del 25 de mayo de 1860, la nueva República, Bolivia, que ha sido creada hace 25 años, celebra los 51 años de su primer Grito Libertario. Es una nación joven y goza de libertad. A cientos de kilómetros de distancia, en un país ajeno y en la profunda miseria, muere una de las impulsoras de ese presente.
Es Juana Azurduy de Padilla, la coronela que, durante años, recorrió a caballo el territorio del Alto Perú enfrentando a los solados realistas, luchado día a día por la libertad, dejando en el camino muertos a cuatro de sus hijos y al amor de su vida y compañero de lucha, Manuel Ascencio Padilla.
Nadie se ocupa de su entierro y los restos de las mujer terminan en una fosa común. En sus últimas horas seguro pasaron ante ella esas jornadas de lucha junto a valientes hombres y mujeres que renunciaron a todo lo material y hasta a sus seres queridos, para emprender en busca de su más grande anhelo: la libertad.
Ella, la bella mestiza -de madre indígena, Eulalia Bermúdez, y de padre español, don Matías Azurduy- nació en la entonces La Plata, hoy Chuquisaca.
Quedó huérfana en los primeros años de su infancia, por lo que fue llevada al convento de monjas Santa Teresa, donde se convirtió en una hermosa mujer, que Valentín Abecia, describe como dueña de una "hermosura amazónica, de un simpático perfil griego, en cuyas facciones brillaba la luz de una mirada dulce y dominadora”.
Su belleza conquistó a Manuel Ascensio Padilla, con quien se casó a los 22 años, en 1802. Pero el amor no fue lo único que lo unió a este hombre, sino también su ambición de libertad. Por eso, juntos, se unieron a la lucha independentista que estalló el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca y luego el 16 de julio en La Paz.
Ayudó a su esposo organizar el escuadrón Los Leales, primero ocupándose de las tareas que entonces le correspondían a una mujer: preparar la comida de los rebeldes y atender otros "detalles”.

Pero pasó poco tiempo hasta que Juana decidiera que lo que hacía no era suficiente para alcanzar su anhelo, por eso, mientras su esposo marchaba junto a los rebeldes, ella se preparaba para la lucha.
Aprendió a usar una espada vieja que su marido dejó en casa y con ella se entrenaba todos los días, hasta que un día se sumó a la lucha.
Su destreza y valentía muy pronto la convirtieron en una pieza fundamental en la lucha independentista. Alcanzó tal disciplina que llegó a comandar a las tropas rebeldes. En 1810 se incorporó al ejército libertador de Buenos Aires Manuel Belgrano, quien, al igual que cualquiera que la conocía, quedó impresionado por su valor y audacia en el combate.
Por eso, en reconocimiento de esa valentía, le obsequió su propia espada. Ese mismo año el Gobierno de Buenos Aires le otorgó el grado de coronela.
La coronela empuñó el sable incansablemente hasta el final, pese a que en 1916 su esposo fue atrapado por los realistas y decapitado. Sin embargo, ese 25 de mayo ella partía al encuentro de su amado en medio del más grande olvido.
Ivone Juárez, Periodista

María Luisa Soux, historiadora

Juana Azurduy es una persona muy importante en la lucha independentista y fue la única mujer que logró un grado militar porque asumió estrictamente la disciplina del ejército y comandó tropas. Sin negar todas las dotes que tenía, cabe destacar que la construcción de ella como heroína se la da a base del hecho de que era una mujer de espíritu varonil que luchó en la guerra, sin considerar que otras mujeres que no fueron a la guerra también son heroínas.

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