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viernes, 12 de febrero de 2016

Oruro La muerte de los Katari y las elecciones del cabildo antecedieron a la revolución

La muerte de los hermanos Katari en Chayanta, la de Túpac Amaru en Tinta del Bajo Perú, además de las elecciones de cabildantes de enero de 1781; son algunos de los hechos que fueron encendiendo la "chispa" que derivó en la Revolución del 10 de Febrero de 1781.

Entre los antecedentes de la revolución de febrero, el historiador Ángel Torres Sejas, en su libro "Oruro en su Historia", resalta tres hechos, al margen por supuesto del descontento que ya existía contra la administración de la corona española, por los altos impuestos, los tributos a la mita y otros aspectos más, que afectaban a la magra economía de algunos criollos, mestizos y de los indios; principalmente porque el auge de la minería parecía estar pasando, muestra de esto era el cierre de algunos campamentos mineros, sobre todo en poblaciones aledañas a Oruro.



CHAYANTA

Lo acontecido en Chayanta, con la muerte de los tres hermanos Katari; Tomás, Dámaso y Nicolás; empezó a generar un clima de sublevación india, que por la estratégica posición geográfica de Oruro, afectaba a sus pobladores y autoridades.

Hacia 1778 en Macha, Tomás Katari fue relevado de su cargo de gobernador de Indios, por el Corregidor de Chayanta Joaquín de Alós; en su reemplazo fue nominado Blas Doria Bernal. Esto motiva que el depuesto reclamara ante distintas instancias, primero en Potosí y después en La Plata, esta injusticia. Fue escuchado a medias, por lo que decidió trasladarse a Buenos Aires.

En su viaje le acompañó otro gobernador indio depuesto, Tomás Acho, con quien con mucho esfuerzo llegó hasta Buenos Aires, donde lograron que el Virrey Juan José Vertiz instruyera a la Audiencia de La Plata se enmiende la situación, con la reposición de Katari en el puesto.

A su llegada a Macha, Katari fue aprehendido por orden de Alós, por supuestos cargos de alborotador y sublevado. Los partidarios de Tomás Katari, comandados por sus hermanos Dámaso y Nicolás, además de Tomás Acho, protestaron por el arresto de su líder. Fue puesto en libertad, pero más tarde volvería a ser apresado.

En enero de 1781, cuando el Corregidor de Chayanta era el capitán José Antonio Acuña, se volvió a apresar a Katari. Intentaron llevarlo a Chuquisaca para juzgarlo, pero en el camino un grupo de indios los enfrentaron. Acuña en su desesperación empujó por un barranco a Tomás, dándole muerte. Esto en vez de pacificar los ánimos, generó mayores sentimientos de sublevación, que a la postre no pudieron ser controlados. Sus hermanos serían posteriormente ejecutados también.



AMARU

El 4 de noviembre de 1780 en Tinta, en el Bajo Perú, Túpac Amaru se rebeló contra la administración española, reclamando la eliminación de algunos tributos. Amaru declaró la guerra a los corregidores de la región y es así que llegó a enfrentarse al Visitador General José Antonio de Areche, derrotandolo en primera instancia en la batalla de Sangarará.

Posteriormente se volverían a encontrar en Tungasuca, donde a pesar de la mayoría de indios, los españoles lograron la victoria, tomando preso a Amaru, a quien condenaron a muerte, junto a toda su familia y varios allegados.

Su ejecución fue cruel, le cortaron la lengua, amarraron sus cuatro extremidades a

caballos que corrían en direcciones diferentes; finalmente le cortaron la cabeza y llevaron sus distintas partes a incinerar.

La cruenta muerte de Amaru, al igual que con los hermanos Katari en Chayanta, en vez de apaciguar los ánimos de los indios, solo provocó más molestia y odio hacia los españoles.



ELECCIONES

Con ese panorama, de forma paralela a las muertes de Amaru y los Katari, en Oruro se desarrollaron el 1 de enero de 1781, las elecciones de cabildantes, en las que se enfrentaban dos marcados frentes, uno el del Corregidor Ramón de Urrutia y Las Casas pro realista; y el de los hermanos Rodríguez, Jacinto, Juan de Dios e Isidro; que eran americanistas o solo de criollos, que simpatizaban con los movimientos indios.

Finalmente, ganaron los "chapetones" que postularon al cargo de alcalde de primer voto a Miguel de Llano. El candidato de los Rodríguez era Manuel de Herrera. Pero la derrota no amainó su espíritu, sobre todo el de Jacinto, que era el más avocado de los tres, hacia la política.

Con los ánimos de insurrección en Chayanta y también en otras poblaciones cercanas a Oruro, como Challapata, Caracollo, Condo, entre algunas; sumado a lo ocurrido en el Bajo Perú con Túpac Amaru, hicieron que las nuevas autoridades convoquen a un cabildo, para tratar una posible defensa de la ciudad, considerando que geográficamente era un punto importante, donde al parecer era inminente la llegada de indios sublevados.

Se planteó reclutar hombres y armarlos para una hipotética defensa de la ciudad. El problema era la falta de recurso, pero tras una acalorada discusión se acordó que el Tesorero Salvador Parrilla prestaría 2 mil pesos de a 8 reales, para la defensa de la Villa.

Mientras todo esto se iba organizando, los Rodríguez en complicidad con otras personas como su amigo Manuel de Serrano y Sebastián

Pagador; conspiraban contra los "chapetones".

Pero esta llamada conspiración de los Rodríguez, no fue solo de algunos días, sino que se inició desde el mismo mes de enero de 1781; pero la llamada al estado de guerra que hizo el Corregidor Urrutia, apresuró los eventos de desbaratar los planes de éste.

El 8 de febrero, dos días antes de la revolución; los rumores indicaban que el Corregidor había decidido dar muerte a Jacinto Rodríguez, a su hermano Juan de Dios, a Manuel de Herrera y a otros criollos. Paralelamente empezaron a circular manuscritos en referencia a Túpac Amaru y su sublevación, además se coreaban en las calles estribillos anti españoles.

Ese era el ambiente la noche del 8 de febrero, por un lado, los criollos y mestizos temerosos de un intento de los españoles de darles muerte; y por otro los "chapetones", de miedo ante una invasión india. Muchos pasaron en vela esas últimas horas del día.

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