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domingo, 29 de mayo de 2016

“Última viuda” de un benemérito del Chaco, a dos años de cumplir un siglo


LA FAMILIA

El matrimonio Grimaldos- Durán, tuvo nueve hijos, de ellos sobreviven seis: Lidia, profesora (74 años), Josefina, profesora (70), Ernesto, licenciado en pedagogía (68), Celso, veterinario (63), Dora, profesora (61) y Aida, administradora de empresas (53). Hasta la fecha tiene 15 nietos y diez biznietos.

La "última" viuda de los beneméritos de la Guerra del Chaco de Sucre, Agustina Durán Flores, cumplió 98 años de edad, recordando episodios de la vida de su marido, Ramón Grimaldos Espada, que luchó contra los “pilas” en el Regimiento Sucre 2 de Infantería.

La hija mayor de Agustina, Lidia, afirma que es la última viuda “genuina” (porque en muchos casos hubo una segunda y hasta tercera esposa) de los beneméritos de la Guerra del Chaco de Sucre, de acuerdo con listas que habría publicado la Federación de Beneméritos.

Agustina Durán Flores nació el 28 de mayo de 1918 en Ravelo (Potosí), se casó con Ramón Grimaldos Espada que trabajaba como agricultor en Pitantora, Potosí.

Tuvieron nueve hijos, de ellos sobreviven seis: Lidia, profesora (74 años), Josefina, profesora (70), Ernesto, licenciado en pedagogía (68), Celso, veterinario (63), Dora, profesora (61) y Aida, administradora de empresas (53). Hasta la fecha tiene 15 nietos y diez biznietos.

Los hijos del matrimonio Grimaldos-Durán sostienen que el mejor legado que recibieron de sus padres es su profesión.

En tanto que Agustina expresa en un dulce quechua (entiende perfectamente el español), sentirse feliz y tranquila con su familia, muy orgullosa de que todos sean profesionales.

Ayer la familia festejó con una sencilla reunión los 98 años de la mamita, considerada por su prole como una madre excelente, cariñosa como ella sola, capaz de hacer cualquier cosa por sus semejantes.

Dicen que es un ejemplo de trabajo, laboriosidad, amor, abnegación y sacrificio. “Siempre trabajó con entusiasmo y sin lamentarse para darnos y hacer de nosotros lo que somos. La amo mucho y doy gracias a Dios por su vida, es el tronco principal por el que estamos unidos alrededor de ella”, manifestó Lidia.

En 2015 Agustina sufrió una embolia, pero se recuperó favorablemente; se moviliza con normalidad, no usa bastón, sólo quedó afectada un poco su vocalización.

Para Ernesto, el otro hijo, su madre es la joya más preciada en su vida, pide al Todopoderoso le conceda largos años de vida para el consuelo de toda su familia. “Ella es amable, cariñosa, equitativa y justa”, destaca.

RAMÓN GRIMALDOS ESPADA
Lidia, la hija mayor, contó que su padre tuvo una preparación sólida porque fue educado en el Seminario San Cristóbal. Le enseñó a orar el Credo, el Padre Nuestro, el Ave María y Gloria en latín.

Posteriormente fue parte del Regimiento Sucre 2 de Infantería, viajó a Villa Montes y peleó en la batalla kilómetro 7. Cayó herido dos veces pero retornó al campo de acción donde estuvo casi todo el tiempo que duró la contienda bélica (9 de septiembre de 1932 hasta el 12 de junio de 1935).
La extrema carencia de agua que sufrió en ese tiempo afectó de por vida a sus riñones. Murió por esa causa varios años después.

Lidia dice que su padre les contó muchas veces que fue testigo del corralito de Villa Montes, en noviembre de 1934, cuando las relaciones entre Daniel Salamanca (presidente de Bolivia entre 1931 y 1934) y el alto mando eran pésimas.

Un día Salamanca llegó a Villa Montes acompañado de Lanza, el nuevo comandante. Lo esperaban Peñaranda, Toro, Busch, Moscoso y otros oficiales que decidieron derrocarlo, lo encerraron, desarmaron y le obligaron a renunciar.

Salamanca habría dicho a sus subalternos: “Se les está dando lo que han pedido: incremento de refuerzos, más armamento y más alimentos; lo que no les he mandado es sesos. Ustedes cómo acorralan a un general viejo e indefenso, pero no tuvieron el valor para enfrentar al enemigo”. Este episodio de la historia se recuerda como el "corralito" de Villa Montes.

Otro hecho que Grimaldos contó a su familia es que cuando estaba en la primera fila de un escuadrón en la Prefectura de Chuquisaca, se le acercó el teniente Germán Busch, diciéndole “¡Ven tú!” para que baile con él la cueca...

GUERRA DEL CHACO
Doña Agustina tampoco fue indiferente al conflicto bélico que marcó al país.

Recordó que durante la Guerra del Chaco la gente sufrió mucho por los familiares que fueron a combatir, padres, esposos, hijos, hermanos, tíos, primos… además había escasez de comida. Fueron tiempos difíciles, evoca Agustina.

Ella, aún soltera, sufría mucho por su primo Fabio Collazos y su cuñado Sixto Rosas (era como un padre para ella) ya que fueron a defender el Chaco Boreal.

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