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domingo, 26 de febrero de 2017

El origen y la picardía de los apodos en Tarija



En Tarija suele pasar que se identifica más a algunas personas por su apodo que por su nombre, como el caso de: “ulupica”, “chulo”, “wispilo”, “la cuca”, “nazca”, “michi”, “mono”, “sacacho”, “gallo” y muchos otros más. Como esos casos existen una gran gama de apelativos que denotan un gran ingenio, que va desde lo gracioso, hasta los desagradable y ofensivo.

Pero ¿qué son los apodos y por qué están tan arraigados en Tarija? se le preguntó al historiador tarijeño, Elías Vacaflor, quien explica que los apodos son parte de la “mochila cultural” que trajeron los españoles a América Latina, y que por lo general tratan de justificar a las personas por algún defecto.
Recuerda que hace algo más de 50 años atrás en Tarija se solía frecuentar la plaza Luis de Fuentes, punto de encuentro de amistades y familiares, y ahí se identificaba a muchas personas con el apodo originado por el aspecto, manías y ocurrencias. Estos se llevaban bien sean del agrado o no de la persona.
Pero algo que resalta es que una de las características de los apodos en Tarija es que en gran parte de los casos estos se transmitían durante varias generaciones y se convertían en una referencia de pertenencia a un grupo. Por ejemplo “Wispilo”, que se llamaba así a Luis Martínez, porque tenía un problema en uno de los oídos, con el paso de los años el apodo pasó a ser herencia de los hijos y se mantuvo en el tiempo.
De hecho, Elías cuenta que él heredó el apodo de su padre quien fue apodado por un aparente defecto en la nariz como “Nazca” Vacaflor. “Como el mío muchos apodos quedaron por herencia. Los hijos, recibían un apodo que inicialmente era hasta de los abuelos. Los apodos identifican aquellas personas cercanas y para muchos se vuelve algo como un patrimonio de la familia”, detalla.
Cecilia “Coyoya” Colodro, cuenta que el apodo llegó a la familia desde su abuelo Juan Colodro Robles, quien en la infancia no podía pronunciar bien su apellido y de ahí su apodo. Ahora ella asegura sentirse feliz e identificada con su apodo que pasó por generaciones en su familia.
“Los Colas”, “Los Cololos”, son variaciones que identifican a más generaciones de la familia Colodro. Lo propio pasa con “Los Sacacho” Ávila, que heredaron el apodo de Mario Avila Blacut. El nieto, Diego Arelllano Ávila, explica que se encuentran en la cuarta generación del apodo y dice que lo lleva con mucho orgullo y cuenta que incluso los niños de la familia llevaron en un carnaval camisetas con la inscripción de “Los Sacachitos”.
Pero no todos llevan bien estos patrimonios familiares, existen casos en los que el haber heredado el apodo causa rechazo e incluso dolor y sufrimiento a la familia. Así, el historiador asegura conocer casos de apodos que no fueron bien llevados por la persona.
“No repito el apodo porque es impresionantemente fuerte, se le decía así entre todos los amigos y este señor llegó a ser agente regional en un banco aquí en Tarija, pero como se perdió mucho tiempo, se fue a vivir a La Paz y Cochabamba, y cuando los gerentes superiores lo mandaron a Tarija, los amigos al verlo de tanto tiempo lo llamaron por su apodo, entonces él molesto y pasando calores, pidió por favor que ya no le digan de esa forma porque era ya una persona adulta, casada y profesional”, relata.

Los apodos
En Tarija son varios los apodos conocidos y que se pasaron de generación en generación, uno de ellos es “ulupica”, sobrenombre que lo lleva una familia muy conocida en Tarija y que fue pasando generacionalmente. El origen se remonta a un antepasado que era muy enojón y picante a la hora de expresarse.
“La Ricura”, este sobrenombre era de una joven que tenía buena gusto por las masas y comidas, siempre decía “qué ricura”. “El kaka”, lo lleva una persona que de joven no podía pronunciar bien algunas palabras y tenía una tendencia al tartamudeo.
“Chulo”, es un apodo sonado en Tarija y que responde a una desafortunada anécdota de un joven con la primera experiencia usando un condón que se rompió. El afligido comentó el hecho a algunos amigos ganándose de por vida tal apelativo.
“El Chuya”, es un apodo muy original y que lo lleva un hombre muy gustoso de la sopa, que siempre la pedía “chuyita” de ahí que hasta el día de hoy se lo conoce entre los amigos como chuya.
Dentro de los apodos que hacen referencia a una particularidad física están los muy sencillos como “Michi” por el color de los ojos pero también están los diminutivos. “Al Eduardo se le dice ‘Lalo’, al Gonzalo ‘Tato’ y así muchos otros.
Las mujeres también son víctimas de las ocurrencias de los tarijeños y “cuca” es uno de los apodos que sonó fuerte en el sexo femenino. El origen según el historiador se remonta a una niña que demostraba su gran repudio a las cucarachas y en una ocasión estando en una reunión de bachillerato, comía pipocas cuando vio al bicho pasar por el suelo, con la boca llena grito “cuca, cuca, cucaracha”.
Hay otros apodos de mujeres como el caso de “La Sacacha” Ávila, “Coyoya” Colodro, “La Oveja” Arana, “La Porota” Justiniano, “La Pocha” Martínez y muchos otros que fueron pasados a ellas por sus familiares. Muchas responden a sus apodos, otras no, pero aun así son conocidas por la sociedad tarijeña por el apodo antes que por sus nombres.
“El apodo siempre ha sido una muletilla, así le guste o no le guste al acreedor, hay apodos graciosos, capciosos y los que denotan problemas físicos, como “El Manco” Antelo, “El Sucho Darwich”, “El KaKa” Zelaya, este último entró a la fuerza aérea, era teniente y no quería que se lo siga llamando así. “Los apodos siempre han estado cercanos a la identidad de la persona”, detalla Vacaflor Dorakis.

La política y los apodos
Son varias las personalidades de la política que también llevaban apodos, algunos incluso eran más conocidos por su sobrenombre que por el nombre mismo. Un manuscrito mostrado por el historiador Elías Vacaflor Dorakis, que le fue dejado por su abuelo Pedro Vacaflor, asegura que a Aniceto Arce le decían “Monolito”, porque además de ser bajo de estatura, era un hombre muy fornido con una impresionante seriedad en su rostro.
“A decir de mi abuelo y de otras personas allegadas nadie podía soportar la mirada tan fuerte y todos lo llamaban ‘Monolito’ por su seriedad y frialdad con la mirada”, dice.
El sociólogo, José Antonio Rojas Madariaga, explica que Víctor Paz Estenssoro fue apodado “Mono” cuando fue combatiente en la Guerra del Chaco. “Muchos compañeros no compartían sus ideas políticas porque argüían de que era un imitador de personajes célebres en los aspectos políticos. Así cuando ejerció el poder la doctrina filosófica del MNR, era similar a la del presidente norteamericano Truman, por lo que de ahí surge lo de “Mono” por imitador y además por la forma de su rostro el apodo le era perfecto”, explica.
El sociólogo da cuenta de que “El Gallo” es un apodo que se colocaba a los varones de la familia Bass Werner, descendientes de un padre de origen alemán que llegó a Tarija. “Al tener la piel muy rojiza especialmente en la parte del cuello y al enojarse o renegar la piel del rostro y el cuello se les enrojecía, al igual que los gallos de riña”, aclara.
Posiblemente similar motivo tendría el origen del apodo de Jaime Paz Zamora “El Gallo”, que incluso utilizó aquella imagen como logotipo de partido; sin embargo muchos no descartan la posibilidad de que se le haya atribuido este apodo por su gallardía con las mujeres.

LA INFLUENCIA DE LOS APODOS

Rechazados
No todos llevan bien los apodos familiares, existen casos en los que el haber heredado el apodo causó rechazo e incluso dolor y sufrimiento a la familia. Hay casos en los que los afectados pidieron a todas sus amistades dejar de llamarlos así.

Los políticos
Son varias las personalidades de la política que también llevaban apodos, algunos incluso eran más conocidos por su sobrenombre que por el nombre mismo. Uno de ellos era Víctor Paz Estenssoro quien fue apodado “Mono” cuando estuvo en la Guerra del Chaco

Mujeres
Las mujeres también son víctimas de las ocurrencias de los tarijeños. Muchas responden a sus apodos, otras no, pero aun así son conocidas por la sociedad tarijeña por el apodo antes que por sus nombres.

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