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miércoles, 14 de junio de 2017

Los mitos que rodean a la Guerra del Chaco y el cese de hostilidades



La historia oficial da cuenta de que la Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia, se libró desde el 9 de septiembre del año 1932 hasta el 12 de junio de 1935, por el control del Chaco Boreal. Fue la guerra más importante en Sudamérica durante el siglo XX.

En los 3 años de duración, Bolivia movilizó 250. 000 soldados y Paraguay 120. 000, que se enfrentaron en combates en los que hubo gran cantidad de bajas, gran cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos.
Sin embargo, “la historia está plagada de mitos”, suelen decir los historiadores. Coinciden con ello quienes narraron algunos eventos sobre la Guerra del Chaco, la contienda que enfrentó bélicamente a Bolivia y Paraguay entre 1932 y 1935. Este 12 de junio se cumplieron 82 años de la firma del Protocolo de Paz, sin embargo un día como hoy se hizo efectivo el cese al fuego.
El “folklore histórico” y una suerte de victimismo boliviano hicieron que la historia escrita por autores bolivianos y paraguayos esté contaminada de mitos que hacen ver a Bolivia como la gran perdedora de esta guerra o que las transnacionales petroleras fueron las causantes de la última contienda internacional en América Latina.
¿Somos los bolivianos víctimas de las guerras?, se pregunta por ejemplo Robert Brockmann, periodista e historiador. Similar interrogante se hace el historiador y cientista de la educación Julio Irahola, quien cuestiona el actual sistema educativo por reproducir mitos y omitir investigaciones que demuestren hechos fidedignos de ese y otros momentos cruciales de la historia boliviana.
Existen al menos “seis episodios mitológicos” provenientes del denominado Infierno Verde narrados por las voces de Brockmann, Irahola, Pablo Michel, Carlos Mesa y el general Tomás Peña y Lillo. Estos tres últimos formaron parte del Primer Encuentro Nacional sobre la Historia de la Guerra del Chaco, del cual nació el libro “Desmitificando la Guerra del Chaco”, que aporta revelaciones de esta contienda.
La negación de esos mitos son: la guerra no fue por el petróleo, no murieron 50.000 bolivianos, Bolivia y Paraguay contaban con armamento bélico, Hans Kundt sí aportó en el desarrollo de la guerra, la guerra duró seis y nos tres años y Bolivia no perdió la guerra.

Primer mito: La guerra no fue por el petróleo
La herida por la pérdida del océano Pacífico con Chile generó en el país la necesidad de buscar una salida alternativa al mar. Los ojos bolivianos miraron entonces al Atlántico, cuyo acceso se podría dar a través del río Paraguay. El problema que había que enfrentar: incursionar el inhóspito Chaco Boreal, disputado desde 1879 por Bolivia y Paraguay.
La historia se desarrolla en ese contexto, en la fuerte relación y efecto que tuvo la Guerra del Pacífico. Pero la versión paraguaya y el “complot” contra Bolivia, según Brockmann, da a entender que la guerra fue producida por la codicia que tenían en el Chaco Boreal las petroleras Standard Oil, del lado boliviano, y Royal Dutch Shell, por el lado paraguayo.
Brockmann sostiene que es evidente la inacción de la Standard Oil y que se negó a apoyar a Bolivia en la contienda. Pese a tener favorables concesiones en el país, la empresa norteamericana se declaró neutral en la guerra y se negó a cooperar.
“Si la Standard Oil hubiera tenido un interés en provocar la guerra, hubiera pues apoyado a Bolivia, le hubiera dado plata y facilidades, pero hace todo lo contrario y pone trabas para darle petróleo al Ejército boliviano, contrabandea petróleo hacia la Argentina y es posible que ese petróleo haya ido al Paraguay”, expone Brockmann.
Carlos Mesa coincide con aquello. Afirma que desde los años 20, el país consideraba la necesidad de sentar soberanía sobre ese extenso y despoblado territorio. En ese sentido, Daniel Salamanca había insistido en esos años en “pisar fuerte en el Chaco”. Cuando llegó al poder en 1931 era lógico que tratara de poner eso en práctica.
Mesa, quien haciendo referencia a una carta del general Filiberto Osorio, jefe del Estado Mayor en 1932, da cuenta que Bolivia buscaba asentarse progresivamente en el Chaco a través de fortines y asentamientos humanos para afianzar la soberanía boliviana sobre ese territorio.
Es así que en junio de 1932 un contingente boliviano, sin autorización del Alto Mando, según Mesa, toma el fortín paraguayo Pitiantuta en la laguna Chuquisaca y da el primer paso para acceder al río Paraguay, principal vía para salir al Atlántico. Fue Osorio, mediante la carta mencionada, quien reveló que esa acción militar no tuvo una orden del Alto Mando.
Por su lado, Michel agrega que Bolivia no tenía un interés “expansionista” al realizar esas acciones, sino que la salida al Atlántico era más una “necesidad” que un “capricho”, debido al enclaustramiento del país. Bolivia, entonces, buscaba una salida al mar. Las petroleras no tuvieron nada que ver.

Segundo mito: No fueron 50 mil los muertos bolivianos
El número de muertos bolivianos que dejó la Guerra del Chaco varía en diferentes historias. El escritor y excombatiente Roberto Querejazu lanzó una de las primeras cifras que da cuenta que Bolivia sufrió al menos 50.000 bajas. Wikipedia, la enciclopedia virtual más visitada en internet, maneja, por ejemplo, la cifra de 60.000 bajas bolivianas.
Para Michel, esas cifras no pudieron haberse conocido inmediatamente después de la guerra, porque el país demoró 50 años en ordenar la totalidad del archivo del Departamento I del Estado Mayor, donde se encuentran documentos de la Guerra del Chaco que dan fe de la totalidad de las bajas.
Investigaciones al interior de este archivo realizadas por los historiadores militares Juan Lechín Suárez y Luis Fernando Sánchez, dados a conocer por Michel, develan que el número de muertos bordeó los 32.000 y los heridos estuvieron en el orden de los 11.000, junto a aproximadamente 2.000 desaparecidos y cerca de 20.000 prisioneros.
El general Tomás Peña y Lillo, exdirector de la Academia Boliviana de Historia Militar, refuerza esa idea y da a conocer que un total de 170.000 hombres fueron movilizados para la guerra, de los cuales aproximadamente 30.000 murieron.

Tercer mito: Bolivia y Paraguay estaban armados al inicio de la guerra
¿Bolivia estaba preparada para la guerra? Hay versiones que dan cuenta que no lo estaba, que carecía de armamento y medios para hacer frente a Paraguay. La versión paraguaya dice por su lado que Bolivia ostentaba mayor fuerza bélica y que ellos sólo “poseían machetes”.
Irahola sostiene que ambos países se encontraban “fuertemente” armados antes y durante la Guerra. Bolivia contaba con tanques y Paraguay no. Paraguay tenía cañones más avanzados y Bolivia no. “Estamos armados, pero Paraguay mucho más”, asegura.
Bolivia, por ejemplo, compra en 1927 (un año antes la toma del fortín boliviano Vanguardia por parte de los paraguayos, considerado el primer roce bélico) armamento de la empresa inglesa Vickers Armstrong para empezar a equipar a un Ejército de 40.000 hombres.
El general Peña y Lillo, por su lado, describe el equipamiento con el que contaba Paraguay: fusiles, ametralladoras, morteros, cañones, pistolas, revólveres, camiones, carros, estaciones de radio, cifradores y descifradores, yagatanes (sables), paracaídas, granadas, aviones, hidroaviones, cañoneras y chatas (deslizadores). De ahí que se desmitifica que Paraguay sólo fue “con machetes” a la guerra.

Cuarto mito: Sí hubo un aporte de Hans Kundt
Hans Kundt era un alemán que había llegado a Bolivia luego de su participación en la Primera Guerra Mundial. Se hizo cargo de la campaña boliviana en el Chaco entre 1933 y 1934 y logró importantes victorias, pero también derrotas, la más importante: Campo Vía, donde cayeron prisioneros al menos 7.500 bolivianos y se perdió ingentes cantidades de armamento.
El hecho fue considerado el peor desastre de la guerra y fue utilizado para responsabilizar al alemán de la supuesta “derrota” boliviana en la guerra. Pero sus aportes fueron importantes, contrariamente a lo que se señala. Irahola sostiene que con Kundt a la cabeza del frente boliviano se lograron los “más grandes ataques a Paraguay”. “Campo Vía es la gran pérdida de Bolivia, se lo destituye a Kundt y asume Enrique Peñaranda (1934-1935) y con él vamos a tener una serie de nuevas pérdidas”.

Quinto mito: Una guerra de seis años y no de tres
Para Michel, la Guerra del Chaco duró seis años, tres en los campos de batalla y otros tres en la diplomacia. En esta segunda etapa se tuvo movilizaciones subrepticias y amenazas de reinicio de guerra de parte de Bolivia.
Una especie de “guerra fría” es el término que se acuña para esta segunda etapa, donde bajo el manto de la diplomacia se suscitan negociaciones, amenazas de reinicio de la guerra, desacuerdos y temores, todo en el lapso entre el 12 de junio de 1935, con el cese de hostilidades, y el 21 de julio de 1938, cuando se firma el Tratado de Paz, Amistad y Límites.
El primer óbice para consolidar un acuerdo se dio en la Conferencia de Paz de la que fueron parte varios países sudamericanos. Brockmann comenta que el acuerdo de paz debía gestarse en al menos seis meses, pero tardó tres años debido a los golpes de Estado que se generaron en Bolivia y Paraguay. El retraso provocó que en Paraguay permanecieran más de 20.000 prisioneros de guerra, por cuyo gasto de manutención, además, se exigía a Bolivia una millonaria indemnización.
La presión de un sector de la población boliviana de continuar con la guerra fue un segundo momento de tensión. Con Germán Busch como presidente, se movilizaron 25.000 soldados a la frontera con Paraguay. “En 1936, en 1937 y parte de 1938 nuevamente hubo amenazas de guerra”, cuenta Irahola.
Paraguay, luego del cese de hostilidades, vendió su armamento a España con motivo de la Guerra Civil de 1936. En medio de las amenazas bolivianas, según Irahola, Paraguay apresuró la firma del Tratado de Paz a sabiendas del desarme que había iniciado, lo que generaba una debilidad frente a Bolivia. Por otro lado, existen diferentes versiones sobre la fecha de inicio de las acciones bélicas. El 9 de septiembre de 1932 se registra como el comienzo de la guerra a partir de la movilización de tropas paraguayas para retomar el fortín Pitiantuta, que estaba bajo control boliviano. No obstante, tres meses antes, en junio, es cuando se desencadena la guerra con la toma de este fortín por parte de Bolivia.

Sexto mito: Bolivia no
perdió la guerra
Cuando se compara el actual mapa de Bolivia y el de las pérdidas territoriales se concluye que el país perdió territorio en al menos 11 batallas internacionales. De esa manera, el sistema educativo, según Michel, mantiene el “cáncer” de la autoflagelación y el derrotismo boliviano constante.
La Guerra del Chaco no debería entrar en esa categoría porque Bolivia no perdió esa guerra, más al contrario logró sus objetivos, señala Michel, que menciona la salida que logró el país a la hidrovía Paraguay-Paraná, que llega al Atlántico, y la mantención de los campos petrolíferos y gasíferos.
Irahola coincide. “Puede que hayamos perdido territorio, pero logramos el objetivo que era tener una salida sobre el río Paraguay, con lo cual tenemos la salida al Atlántico”.
En décadas anteriores a 1932, Bolivia y Paraguay se disputaron la soberanía del Chaco boreal, así lo develan los tratados alcanzados en 1879, 1887, 1894 y 1907. A esto se suma los asentamientos humanos; por un lado, los bolivianos con fortines esparcidos en ese territorio y, por el otro, colonias menonitas del lado paraguayo que se asentaron esporádicamente en el lugar. “Lo que queda claro es que antes de la guerra, el Chaco estaba dividido en dos, pero distintos eran los trazos limítrofes”, señala Irahola.
En ese entendido es que luego de la firma del Tratado de Paz, Amistad y Límites del 21 de julio de 1938, que dicho sea de paso declara que la guerra terminó “sin vencedores ni vencidos”.

El cese de hostilidades y el cese al fuego

El protocolo de paz entre Paraguay y Bolivia que puso fin a la sangrienta guerra de tres años entre ambas naciones fue firmado, un 12 de junio de 1935 en Buenos Aires, con la presencia de los representantes de Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos, Perú y Uruguay, y los Ministros de Relaciones Exteriores de los países beligerantes, para el cese definitivo de las hostilidades en la Guerra del Chaco.
El día 14, el Comandante en Jefe del Ejército paraguayo lanzó el último comunicado de la Contienda chaqueña, anunciando que a las 12 horas, había cesado el fuego en el frente de operaciones. Paraguayos y Bolivianos se abrazaron en medio de una emotiva y feliz alegría, con explosiones de júbilo y algarabía. Los tres años de cruenta lucha quedaban atrás.
El cese al fuego
Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo con respecto a las cifras de bajas, ninguno de ellos niega que las muertes continuaron en el frente por dos días más luego de la firma del protocolo de paz, hasta el 14 de junio cuando se hizo efectivo el cese al fuego.
En expresiones de Herib Caballero, doctor en Historia, hay que tener bien claro que lo que se festeja el 12 de junio es la firma del protocolo de cese el fuego, el cual se concretó 48 horas después. “Por eso seguían muriendo personas en el frente de batalla, no podemos decir cuántas personas pero no creo que sean muchas porque en ese momento no se encontraba en proceso ninguna batalla importante, solo en Ingavi y Pilcomayo existía actividad, y la cifra de personas que seguía muriendo era mínima si consideramos que a esas alturas la guerra ya se había cobrado la vida de 100 mil personas”, afirma el historiador.
A la pregunta de por qué no se dio aviso a los soldados en la brevedad, en vez de esperar dos días, el historiador sostiene que el problema fundamental en ese tiempo era la comunicación.
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