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martes, 6 de junio de 2017

Mala paga para los libertadores Asesinaron a Sucre

Bogotá, 7 de junio de 1830.- El mariscal Antonio José de Sucre fue asesinado en la provincia de Pasto el 4 de junio, se informó oficialmente aquí. El vencedor de la batalla de Ayacucho, que se cubrió de gloria en las guerras revolucionarias, fue asesinado por tres personas que le propinaron varios disparos cuando se dirigía, sin escolta, a reunirse con su esposa que lo esperaba en Quito. Sucre al morir tenía 35 años.

Su muerte se suma al trágico destino de otros libertadores de los pueblos hispanoamericanos.

“Sucre fue asesinado. Bolívar, ahora agonizante, vio hace unos años cómo una banda de enmascarados asaltó su casa tratando de matarlo. San Martín, traicionado, olvidado, pasa sus últimos años en Francia, y así pasa con todos”, comentón un personaje de la época.

TRAICIÓN Y PUÑAL

“Pero no pensemos en tragedias ni casualidades. No es el destino, son los hombres”, sentenció un antiguo compañero de Bolívar. “Hace unos días un diario de esta ciudad anunció la partida de Sucre hacia Quito en un tono que parecía una invitación al asesinato. Recordemos que otro de los subordinados de Bolívar, José María Córdova, murió enfrentando a las fuerzas de su antiguo jefe. Las ideas de Bolívar no coinciden con las de poderosos grupos de estas regiones. Fíjese el caso del Perú, no encontró cómo liberarse de los españoles hasta que San Martín invadió desde Chile, pero desde entonces, los dirigentes peruanos se han liberado de todos aquellos que podían molestarlos. Por la intriga, la traición o el puñal, los libertadores y sus principales seguidores fueron eliminados o neutralizados. Está desapareciendo una generación que luchó por la independencia de estas tierras, y que ahora siente un profundo sentimiento de frustración cuando ve los resultados de su esfuerzó”, comentó.

Los asesinos que cometieron este ho-rrendo crímen son el coronel Apolinar Morillo, que llega de Quito y conferencia cuatro días antes, en Pasto, con el Gral. José María Obando; Andrés Rodríguez y Juan Cruz, soldados peruanos y Juan Gregorio Rodríguez, tolimense. Los tres últimos trabajan como peones de José Erazo, un mestizo de la provincia de Pasto y uno de los principales cómplices de este cobarde asesinato.

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