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martes, 4 de julio de 2017

Sucre Munaypata y las calles con nombres de gatos



La zona de Munaypata, antiguamente conocida como el barrio de los yamparas, se encuentra en la parte alta de Sucre y es uno de los primeros asentamientos de clase popular que no fue planificado. Se caracteriza por sus callejones peatonales con nombre de felinos: Gato Blanco, Gato Negro, Gato Pardo, Gato Pendenciero y Gato Gris.

Durante la Colonia, las calles de la ciudad tenían nombres que referían a ciertas particularidades reales que las diferenciaban de otras.

‘Seke Rancho’ y los gatos

Siguiendo el plano oficial de Sucre, que data de 1859, la estructura urbana no sufrió grandes modificaciones en relación a los siglos precedentes. La dirección de la economía estaba orientada hacia la explotación agrícola para satisfacer los mercados mineros y, consecuentemente, esto influía en la expansión de la ciudad.

“Uno de los pocos diseños urbanos no ortogonales, caprichosamente acomodados al terreno y que tendrían alguna relación con el asentamiento de Choquechacas, cuando llegaron los españoles y fundaron la villa de Charcas al pie del cerro Churuquella, es un villorrio que luego se denominaría ‘Seke Rancho’, donde el nombre de las calles peatonales alude de forma peculiar al color de las mascotas felinas que se criaban en la zona”, explica Analy Fuentes, licenciada en Turismo y gestora cultural.

De allí salen los nombres de Gato Blanco, Gato Negro, Gato Pardo o Gato Pendenciero, este último, el peligroso lugar donde se llevaban a cabo duelos y se resolvían rencillas.

Los planos oficiales revelan que Seke Rancho comenzó por estructurarse con la expansión de Sucre hacia el sureste, durante la primera mitad del siglo XIX.

A este triángulo manzano que agrupa a la avenida del Ejército, la calle Polanco y la Topáter, se lo conoce como el “barrio de los gatos”.

“Tiene una atmósfera popular, con viviendas de una o dos plantas, predominantemente; con desniveles provenientes de la topografía natural, a manera de un asentamiento originario, al pie de la iglesia de La Recoleta, atravesado por la larga calle Torrelio y una escalinata transversal corta denominada Villazón”, acota Fuentes a ECOS. “El conjunto ciertamente evoca un aire de pueblito peatonal, con estrechas calles y un pintoresco paisaje urbano”.

Novias solas, pero con gatos

La tradición (sin duda apócrifa) cuenta que las mujeres de los patriotas que partieron a la Guerra del Chaco permanecieron solteras, esperando el regreso de los combatientes. Pero no estaban solas: tenían la compañía de gatos que, descontrolados, poblaron las calles.

Seke Rancho originalmente se encontraba descubierta, mas con el paso de los años se fueron ejecutando construcciones alrededor de la zona. En la actualidad está rodeada por el convento de La Recoleta, construido en 1600, y al frente, en diagonal, tiene la escuela franciscana del mismo nombre.

Cruzando se puede ver la “caja de agua”, donde se acopiaba el líquido de las vertientes de los cerros para abastecer a la ciudad.

Exactamente frente al convento está el mirador, construido en 1979, un lugar con una vista panorámica única de la ciudad. Al centro de la plaza empedrada con lozas se observa el reloj solar, que perteneció al coronel Urquidi, y la fuente llamada “La Peregrina”, estrenada el año de 1630.

Costumbres vigentes

La plaza de La Recoleta está rodeada de calles antiguas, con nombres singulares como la del Gato Negro, del Gato Blanco, del Gato Pardo y de los Pendencieros; todas vías importantes en los tiempos de la Colonia.

En la tradicional zona de Santa Ana todavía se realizan diferentes actividades costumbristas. Por ejemplo, el 2 de febrero, la fiesta de La Candelaria se celebra con fuegos artificiales. Antes había bailes de morenos y fiestas populares.

El 24 de julio, para San Francisco Solano (Tata Solano), se programa una misa. Los devotos acuden a la capilla levantada en su honor todos los viernes; encienden velas, incienso y rezan. Además, se sirven comidas como tamales, refresco de mocochinchi y chicha de maíz.

A día siguiente, el 25 es para Santiago Apóstol, a quien se recuerda en proximidades del cerro Churuquella. No obstante, de la misa participan todos los vecinos de la zona.

Y el 26 se conmemora la fiesta de Santa Ana, con procesiones, serenata o verbena, alasitas, bazares y venta de tamales. Antiguamente, se bailaban morenada.

En Semana Santa, con la celebración de todas las misas, la gente se reúne en la plazuela de La Recoleta.

Actividades perdidas

Con el paso del tiempo se han ido perdiendo algunas actividades, como “La Olla del Pobre”, organizada por los padres franciscanos, que consistía en invitar comida a los pobres.

El Vía Crucis se realizaba el primer viernes de cada mes. Se subía al cerro y en la cima se celebraba la misa dirigida por los franciscanos.

Para las fiestas del Tata Solano y Santa Ana, la gente ingresaba bailando al ritmo de una banda a la casa del pasante. Esta actividad se repetía todo el mes de julio y era auspiciada por los habitantes del lugar.

“Tradicionalmente la ciudad de Sucre se ha distinguido por sus varias elevaciones, conocidas como ‘patas’, que en muchos casos dieron su nombre a los barrios asentados en ellos; ese fue el proceso de crecimiento urbano: Kuripata, Conchupata, Surapata, Charquipata, Huayrapata, Alalaypata y Munaypata”, detalla Fuentes. •

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