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viernes, 8 de septiembre de 2017

Inti, en el último combate



El Che estaba sentado en un tronco.

Fumaba deleitándose con la fragancia del humo. Tenía la gorra puesta. Cuando nuestro grupo llegó, sus ojos relampaguearon de alegría.

El hombre más buscado por el imperialismo, el guerrillero legendario, estratega y teórico de proyecciones mundiales, bandera de lucha y esperanza, estaba allí, metido tranquilamente en el corazón de uno de los países más oprimidos y explotados, relata Guido Álvaro Peredo Leigue (Inti), en el libro de su autoría Mi campaña con el Che.

Era la noche del 27 de noviembre de 1966. El Che lo llamó por su nombre, conversaron unos minutos y luego Pombo le entregó una carabina M-2, la primera arma que Inti tenía en manos, junto con el equipo de combatiente.

Al día siguientes, el Che llamó a Inti, Coco y al Loro “para conversar sobre el carácter de la lucha” y la razón por la cual eligió a Bolivia “como escenario de guerra”.

La razón fundamental fue la ubicación estratégica del país en el corazón del cono sur del continente, limitando con cinco países, lo cual le convierte “en una región estratégica para irradiar la lucha revolucionaria a las naciones vecinas”.

Inti había meditado en esa lucha por varios años, desde su juventud. De hecho, por sus ideas fue apresado cuando apenas tenía 17 años junto con su hermano Coco.

En mayo de 1966, cuando ya estaban en marcha los preparativos del foco guerrillero en suelo de Bolivia, Inti elabora un informe para el Congreso Regional del Partido, donde plantea la necesidad impostergable de la lucha armada.

Cuando el 31 de diciembre de 1966 Mario Monje los visita en Ñancahuazú y les impulsa a abandonar la lucha, encuentra en Inti, su hermano y los cinco militantes del PCB que le acompañaron, la negativa a esa actitud traidora.

Inti relata en su libro que Monje quería tener el “mando absoluto” de la guerrilla, a lo cual se opuso Guevara por la inexperiencia del secretario del PCB.

De acuerdo con los registros del periodista Carlos Soria G., el Che realiza 80 referencias sobre Inti en su diario. Lo nombra como uno de los comisarios políticos del naciente Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, como un “ejemplo en todo tipo de labores”.

En el mes de mayo, a los seis meses de su incorporación al grupo insurgente, señala: “Muy bueno, mantiene el espíritu a pesar de su endeble constitución física, es ejemplo y ha pasado por la doble prueba del sacrificio y el combate a entera satisfacción”.

En el resumen del mes de agosto el jefe guerrillero poco dado al elogio plasma en su diario la impresión sobre los hermanos Peredo: “Hay que considerar que despuntan cada vez más firmemente como cuadros revolucionarios y militares Inti y Coco”.

Tras el combate de la Quebrada del Yuro, Inti se sobrepuso al dolor de la pérdida del extraordinario dirigente, del hermano y demás compañeros, desempeñando un importante papel en la salida del pequeño grupo de combatientes de la zona insurgente. Antes de partir de forma clandestina hacia Cochabamba y de ahí a La Paz, junto a Urbano, había acordado con Pombo reorganizar la red urbana y el Ejército de Liberación Nacional, para desatar la guerra popular, propugnada por el Che.

Al comentar la actuación de Inti, el general de brigada en retiro Harry Villegas destaca la gran calidad humana del dirigente, quien con increíbles actos de audacia burló la intensa persecución y con la cooperación de su suegro y otros militantes del Partido Comunista organizó la salida de los combatientes hasta el poblado de Sabaya, en el departamento de Oruro, muy próximo a la frontera chilena, donde los esperaba Salvador Allende, refiere Soria.

Había recorrido más de mil kilómetros burlando la feroz persecución militar y de los servicios de inteligencia, que no lograron impedirle cumplir el juramento de comenzar a preparar una nueva etapa de lucha.

El hombre firme, de convicción absoluta en la justeza de sus ideas, penetra en Bolivia en mayo de 1969. Dos meses después su mensaje al pueblo, ‘Volveremos a la montaña’, conmocionó la opinión pública del país, y el Gobierno desató una persecución brutal. El 4 de septiembre, un nuevo comunicado produjo otro gran impacto.

Los cuerpos represivos lo buscaban, por lo que se traslada clandestinamente de Cochabamba a La Paz. Al amanecer del día nueve 150 efectivos de fuerzas combinadas, alertadas por una delación, rodearon la casa donde se escondía. El Ministerio del Interior tenía órdenes terminantes de asesinarlo. Por espacio de una hora, Inti resistió el ataque hasta que una granada lanzada por una ventana le produjo graves heridas en una pierna y un brazo. Solo así lograron apresarlo.

En la cárcel lo torturaron salvajemente. Cuentan que el sicario Tato Quintanilla le dio varios culatazos en la cabeza, y como pasadas dos horas permanecía con vida sin delatar a nadie, decidieron que el doctor Hebert Miranda Pereira provocara su muerte mediante una inyección.

A las diez de la noche de ese día el Gobierno mostró a la prensa el cuerpo del guerrillero con evidentes señales de tortura. Su caída fue un duro golpe para el movimiento revolucionario del país andino, donde las banderas que él enarboló ondearon enlutadas, pero su himno de combate continúa escuchándose en el altiplano y la selva donde tantas lecciones de heroísmo dictó y hoy inspira a las nuevas generaciones decididas a construir una vida mejor para su pueblo.

El Movimiento Guevarista recordará este 9 de septiembre el último combate del Comandante Inti.

La diputada del MAS-IPSP Sonia Brito indicó que el acto se realizará a las 10.30 en la calle Santa Cruz, entre Isaac Tamayo y Max Paredes, lugar donde Inti “libró su último combate contra la dictadura”. Eventos similares se realizarán en Santa Cruz, Cochabamba, Sucre y Potosí.

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