Debido a la presencia de diferentes etnias, se consideró también la existencia de diferentes idiomas. Hoy se sabe que el pukina, hoy desaparecido, fue el idioma de Tiwanaku y que se hablaba en la costa, en todo el sector Noreste del lago Titicaca y en los valles húmedos y subtropicales a lo largo de la Cordillera Oriental. Si bien los nombres de lugares en aymara dominan la región del altiplano, e incluso la de los valles, los estudios lingüísticos, especialmente el de Alfredo Torero (1965) y Cerrón Palomino , muestran que durante el período Tiwanaku, la lengua dominante fue la pukina. Por ejemplo, los toponímicos con el sufijo “waya”, “baya” o “guaya” son de origen pukina, lo mismo que “titi”, “coa” o “iqui” (Torero, 1972). Posiblemente, la antigüedad del pukina antiguo es mayor que la del aymara antiguo. La presencia de la lengua aymara sería posterior y su difusión se debería a diversos factores, entre los que se destaca el hecho de haber sido un lenguaje de intercambio, utilizado particularmente por pueblos llameros. Varios lingüistas, como Torero y Cerrón Palomino y otros estudiosos como Girault, apoyan la teoría de que el pukina, o un derivado de éste, pudo ser el idioma que el cronista mestizo Garcilaso de la Vega llamaba “la lengua secreta de los incas”.
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