La geografía abrupta de la zona andina hizo que fuera necesario modificar culturalmente el paisaje, desarrollando un sistema de aprovechamiento de terrenos con fuertes pendientes. Muchas laderas de montaña fueron transformadas en un conjunto de terrazas en gradas, cuyas diferentes plataformas eran sostenidas por muros de contención. Un sistema de riego recorría todos los campos de cultivo entre nivel y nivel. Estas terrazas de cultivo (takanas) fueron construidas en todos los lugares en los que el terreno presentaba inclinaciones fuertes, especialmente en las estribaciones orientales de la cordillera, hacia la zona subtropical oriental.
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