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lunes, 19 de febrero de 2018

Historiador describe la derrota chilena de Paucarpata en 1837



La oligarquía chilena aprendió perfectamente las lecciones que le dejó la amarga humillación que le infirió la Confederación Perú-Boliviana, en la que sufrió la notable derrota en Paucarpata (1837), aunque en mala hora el magnánimo Mariscal Andrés de Santa Cruz perdonó y permitió que la flota enemiga zarpara íntegra rumbo a Chile, con todos sus pertrechos.

Ésa es la valoración de Luis Oporto Ordóñez, en el prólogo del Diario de la Campaña del Ejército Boliviano en la Guerra del Pacífico, de José Vicente Ochoa, en el cual además señala que luego de ese hecho las fuerzas chilenas, humilladas por la acción, se alistaron para retornar años después para obligar al Mariscal a firmar el Tratado de Yungay, en 1839, dando fin a la Confederación y forzando el exilio del gran estadista de origen aymara.

Oporto considera que “fue un error histórico para Bolivia y Perú, pues desde entonces Chile se preparó para la guerra de expansión, adquiriendo pertrechos, dotándose de una escuadra naval, formando un ejército de línea, lo más profesional posible, sin mucho recluta. Planificaron el asalto, metódicamente, previniendo cualquier contingencia”.

Como tesis de la formación de su Estado, Chile abrigó la urgencia de apropiarse de territorios del norte y, en ese contexto, Perú y Bolivia eran los indicados para que la naciente república pueda sobrevivir, ya que la Confederación, considerada como la mayor amenaza en su formación, había sido derrotada.

Tomar posesión de la zona significaba controlar inmensas riquezas como el guano, salitre y otros recursos hídricos que pretendía obtener a toda costa sin importar que fueran de propiedad del Estado boliviano.

El 14 de febrero de 1879 es una fecha que está en la memoria de los bolivianos porque forma parte de una de las páginas funestas de la historia, ya que Chile ‘literalmente’ invadió el territorio boliviano de forma planificada tiempo atrás, logrando la ocupación del territorio de Antofagasta para llegar a los demás puertos (Tocopilla, Mejillones y Calama) que Bolivia estaba desarrollando a pesar de la precariedad.

La invasión se produjo en un momento crítico para Bolivia por las sequías agudas, hambrunas y pestes en toda la zona que años antes fue declarada como el departamento del Litoral boliviano.

En cuestión de horas, Chile ocupó el territorio porque hubo poca resistencia debido a que los habitantes de Antofagasta, en el 90 por ciento, eran chilenos y de otras nacionalidades.

Bolivia no contaba con fuerzas militares en la región porque los gobernantes de entonces no tenían la conciencia geográfica y de soberanía que hubiera posibilitado la defensa del territorio nacional que fue usurpado.

Tampoco pudo comprometer la participación de Argentina en su causa, y Chile fue más hábil en su diplomacia, ya que evitó su participación en la guerra, hecho que en términos tácticos fue la oportunidad para que Argentina pueda consolidar su territorio hacia el sur.

A cambio de que Argentina no apoye a Bolivia en la contienda bélica, Chile permitió que los territorios de la Patagonia y del sur chileno fueran declarados de soberanía argentina.

Los errores bolivianos fueron tan grandes que incluso las fuerzas del Ejército boliviano se fueron a Tacna y no donde estaban los chilenos.

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Historia

En octubre de 1837, una fuerza chilena invadió la Confederación Perú Boliviana llegando hasta Arequipa.
Su intención era derrotar a Andrés de Santa Cruz, pero no lo logró y tuvo que huir, el Mariscal los perdonó.
Santa Cruz permitió que Blanco Encalada retorne a Chile con todos sus pertrechos y armas.
Al año siguiente, el Ejército chileno retornó y logró la disolución de la Confederación y el exilio de Santa Cruz.

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