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jueves, 30 de abril de 2015

Día del Trabajador y jornada laboral en Bolivia

El 1° de mayo de 1886, en Chicago (Estados Unidos), más de 200 mil trabajadores iniciaban la huelga y la protesta, por una jornada laboral de no más de ocho horas de trabajo, mientras que otros 200 mil obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro.

Los compañeros líderes mártires de Chicago fueron penalizados por su protesta y sentenciados a la horca. Muchos años después de continuar los procesos impulsados por los trabajadores, fueron declarados inocentes; sin embargo, los compañeros líderes y mártires de Chicago ya habían sido ahorcados.

La huelga de Chicago estaba compuesta por una mayoría de mujeres de las fábricas, las que fueron quemadas vivas dentro las propias fábricas, mientras que en las calles se acribillaba a los trabajadores.

A pesar de esta masacre, la tan esperada conquista de una jornada no mayor a ocho (8) horas llegó, junto a otras reivindicaciones como la dotación de ropa de trabajo para todas y todos los trabajadores.

A costa de sus vidas se logró el decreto que establecía: A partir de hoy (1º de mayo de 1886), ningún obrero debe trabajar más de ocho (8) horas por día, pudiendo ser menor la jornada de trabajo de acuerdo a las condiciones y naturaleza de la actividad laboral, es así que la jornada de trabajo para las mujeres no será mayor a siete (7) horas diarias.

LEY BOLIVIANA

Esa conquista hecha norma también fue plasmada en nuestra Ley General del Trabajo. Su artículo 46 establece la jornada laboral no mayor a ocho (8) horas de trabajo por día, así como no se puede trabajar más de cuarenta y ocho (48) horas por semana para los varones y no más de cuarenta (40) horas por semana para las compañeras mujeres.

El artículo 46 de la Ley General del Trabajo marca el inicio de los derechos, beneficios y conquistas de las trabajadoras y los trabajadores. De ahí que la jornada de trabajo es la institución jurídica madre del derecho del trabajo, basado en el Constitucionalismo Social y los lineamientos de la defensa de la jornada de trabajo, que no establece una jornada precisa de trabajo de ocho (8) horas; sino una jornada laboral de trabajo de no más de ocho (8) horas, por lo tanto pudiendo ser menos de ocho (8) horas, como planteó la propuesta de Chicago.

Es así que la Ley General del Trabajo en su artículo 46 señala:

“La jornada efectiva de trabajo no excederá de ocho horas por día y de 48 horas por semana. La jornada nocturna no excederá de siete horas, entendiéndose por trabajo nocturno al que se práctica entre horas 20:00 y 6:00 de la mañana. Se exceptúa de esta disposición al trabajo de las empresas periodísticas que están sometidas a reglamentación especial, la jornada de mujeres y menores de 18 años no excederá de 40 horas semanales diurnas.

“Se exceptúa a los empleados y obreros que ocupen puestos de dirección, vigilancia y confianza o que trabajen discontinuamente, o que realicen labores que por su naturaleza no puedan someterse a jornada de trabajo. En estos casos tendrán una hora de descanso durante el día y no podrán trabajar más de 12 horas diarias”.

HISTORIA

Bolivia, desde el año 1939, impulsó una serie de normas respecto a la jornada laboral. Fue el presidente militar Germán Busch quien impulsó, mediante Decreto la Ley General del Trabajo, que posteriormente fue elevado a rango de Ley General del Trabajo en 1942. Desde esa fecha se hacen diferentes jornadas laborales y modalidades de trabajo, como ser:



JORNADA DIURNA

Es la que se cumple durante las horas hábiles del día con una interrupción de dos horas a medio día.

JORNADA NOCTURNA

Es aquella que se realiza entre las 20:00 horas y las 6:00 de la mañana del día siguiente. En esta jornada nocturna solo se puede trabajar siete horas en la noche. Esta jornada nocturna tiene una particularidad, y es que se reconoce al trabajador la siguiente escala de recargo nocturno que debe sumarse al sueldo o salario:

- 25 por ciento en labores de oficinas, contabilidad y otros

- 30 por ciento en las fábricas

- 40 por ciento el trabajo de las mujeres

- 50 por ciento en trabajos insalubres para la salud del trabajador.

JORNADA MIXTA

Es la que se efectúa parte durante el día y parte durante la noche. Esta jornada mixta no puede exceder de siete horas y media.

JORNADA DE MENORES

El menor debe tener una consideración mayor por razones de escolaridad:

- 6 horas al día

- 36 horas a la semana

LA JORNADA DE

MUJERES

Tiene un trato especial, en razón de la maternidad y de su propia constitución: 40 horas semanales, ocho horas diarias.

- Un mes y medio de descanso prenatal, 45 días

- Un mes y medio de descanso postnatal, 45 días

- Un total de tres meses, 90 días. Fuera de tener dos horas diarias en razón de la lactancia.

EXPLOTACIÓN

En el devenir del tiempo y por el oscurantismo laboral del nefasto Decreto Supremo 21060, se pierde el contenido normativo y doctrinal de la Institución madre del Derecho del Trabajo, como es la Jornada laboral.

Es así que se establecen mecanismos de explotación basados en la producción. Cuanto más se produce más se gana, cuando la Ley General del Trabajo establece que cuantas más horas trabajas más ganas.

Por este 1º de mayo se deben reivindicar los lineamientos doctrinales por los que dieron su vida los mártires de Chicago.

“No más de ocho (8) horas de trabajo”, levantamos la voz para eliminar toda forma de fraude laboral, en homenaje a nuestros antepasados otrora llamados pongos y obreros, quienes dieron sus vidas por mejores condiciones de trabajo, por salario justo y por una jornada laboral humana.

* El autor es abogado y asesor

laboral de la Central Obrera

Boliviana (COB).


Día de los Trabajadores Historia del 1o de mayo

El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial. Desde su establecimiento en la mayoría de países por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha para la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido, tres días más tarde, el 4 de mayo en la Revuelta de Haymarket.

En la actualidad #es una fiesta reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, que se celebra en gran parte del mundo.

Celebración en Bolivia

En Bolivia, la celebración de esta fecha empezó alrededor de 1906, cuando un sindicato de obreros paceños organizó una pequeña kermesse. Más adelante, la fecha tuvo mayor relevancia al crecer los sindicatos ferroviarios y surgir el de los mineros, entre las décadas de 1910 y 1920, según el portal boliviabella.com. Sin embargo, no pasó de ser un simple recordatorio con verbena y desfile de pequeños grupos de obreros y artesanos hasta después de la Revolución del 52, cuando el movimiento de obreros mineros adquiere muchísimo peso político y la Central Obrera Boliviana (COB) se consolida como movimiento sindical.




Hoy se evoca la última batalla que libró el “Moto” Méndez



Con la intención de rectificar la vida y obra de Eustaquio Méndez, el historiador Elías Vacaflor Dorakis realizó una investigación documental en el que se refiere concretamente a los acontecimientos suscitados entre el 30 de abril al 5 de mayo de 1849 y a su principal protagonista: la Batalla de “Santa Bárbara”.

Fatídico desenlace
En ese entendido, es necesario decir que el fatídico desenlace del 30 de abril de 1849, tuvo un motivo: el odio y rivalidad entre José Miguel de Velasco y Manuel Isidoro Belzu. El 6 de diciembre de 1848, Belzu derrotó a Velasco en la batalla de “Yamparaez” y asumió la presidencia provisoria del país. Escapando los vencidos a la Argentina, y desde allí tramaron resistencia e ingresaron a Bolivia por la frontera; es decir, por Tarija.
La tropa estaba al mando del general Sebastián Agreda y del coronel José Rosendi, acólitos de José Miguel de Velasco, que ante la escasa defensa que ofrecieron el Prefecto de Tarija Pedro González y el Comandante Militar, coronel Gandarillas, ingresaron y ocuparon la ciudad de Tarija para cumplir dos órdenes expresas: desestabilizar al Gobierno de Manuel Isidoro Belzu y atrapar a Eustaquio Méndez Arenas.
Pero Méndez, anoticiado de la situación imperante, reorganizó su ´celebre” Escuadrón “Méndez” compuesto por 500 chapacos y, pasado el mediodía del lunes 30 de abril de 1849, se dirigió a la Ciudad de Tarija.
En el lugar denominado “Santa Bárbara”, aproximadamente a unos dos kilómetros de “San Lorenzo”, a las 17.30 ambas tropas se enfrentaron y; luego del cruce de fuego, se impuso la tropa al mando de Rosendi. Méndez y algunos de sus hombres lograron escapar dirigiéndose hacia “San Mateo” y “Las Barrancas” pero fueron alcanzados.
El Prócer, muy mal herido, cayó de su caballo para luego ser atrapado. Ultrajado y torturado brutalmente, fue trasladado a lomo de animal hasta la cárcel del Cabildo Capitular en la Ciudad de Tarija, y en la celda denominada “infiernillo”, continuó siendo objeto de torturas.
En la cárcel permaneció aislado, y sometido a todo tipo de vejámenes por sus captores hasta el 2 de mayo, situación que provocó que su salud se deteriorara aún más. En ese grave cuadro de situación, ese mismo día, a la una de la tarde, Méndez dictó su testamento ante el Escribano Público, Agustín de Mendieta, amigo y compañero.
Inmediatamente, la Señora Francisca Ruiloba de O’Connor, en un gesto que la enaltece por su humanismo, interpuso sus buenas gestiones y logró convencer al Prefecto golpista Gral. Sebastián Agreda para que Méndez sea trasladado al domicilio del Gral. O’Connor y reciba los auxilios necesarios. Aceptada la solicitud, fue trasladado y allí permaneció hasta el día de su muerte: al atardecer del viernes 4 de mayo de 1849, a la edad de 65 años, en la habitación “…cerca de la vieja cocina…”, sobre la actual calle Bolívar.
De acuerdo a las investigaciones de Vacaflor Dorakis, los restos mortales del Prócer, si bien fueron enterrados en el Panteón de los Jesuitas, nunca más fueron habidos; por cuanto, a partir de abril de 1930 y cumpliendo las instrucción del presidente de la República, Hernando Siles Reyes, la empresa “Fortunato Hermanos” (La Paz), se adjudicó la licitación para la construcción de “La Casa de Gobierno” en la Ciudad de Tarija.
A partir del mes de mayo del mismo año, se procedió a la demolición de todas las construcciones antiguas y, los restos mortales allí encontrados, fueron extraídos y llevados al nuevo panteón, ubicado en la zona norte de la ciudad (extramuros). Los restos mortales fueron extraídos sin control alguno ni se tuvo el cuidado necesario. Por lo tanto, la Urna que se encuentra en la “Casa Museo” y la tumba en el Cementerio General, ambos en la localidad de “San Lorenzo”, sólo son repositorios simbólicos.
La construcción del “Palacio Prefectural”, fue concluida a inicios de julio de 1931 y la inauguración se realizó en Acto Oficial y Solemne el 6 de agosto de 1931 como homenaje a la Conmemoración del Primer Centenario de la Creación del Departamento de Tarija (Ley de 24 de septiembre de 1831 promulgada por el presidente constitucional Andrés de Santa Cruz Villavicencio y Calahumana)
Esta es la reseña histórica del héroe y caudillo indiscutible, cuya realización vital se movió en la jurisdicción de la otrora provincia de Tarija, pero cuya fama trascendió las fronteras entre la gloria y el fracaso, entre el exterminio y la destrucción, entre el silencio y el terror y el respeto de propios y extraños por su protagonismo.
Es, entonces, la historia de una vida repleta de triunfos y satisfacciones, pero también, de esfuerzos, carencias, tristezas, penalidades, deslealtades e innumerables sinsabores vividos cerca y lejos de su familia. Ese es el precio de la fama y la gloria y el común denominador que se arraigó entre la memoria colectiva del pueblo tarijeño y siempre se impuso: el olvido y la indiferencia.

Los documentos históricos que fueron consultados
1. La Partida de Nacimiento: el Prócer nació el 19 de septiembre de 1784 y; fue bautizado, el 20 del mismo mes con un solo nombre: Eustaquio.
2. Gaceta del Gobierno de Lima: el Gral. La Serna eleva al Virrey Joaquín de Pezuela un informe el 16 de diciembre de 1818 sobre Eustaquio Méndez y sus dos sobrinos de apellido Segovia, cuya gravedad amerita un análisis.
3. El Parte Militar de 30 de abril de 1849 sobre la batalla de “Santa Bárbara”.
4. El Testamento, dictado ante el Dr. Agustín de Mendieta el 2 de mayo de 1849 a horas 13 y en cuya carátula se lee “Eustaquio Méndez”.
5. El Certificado de Defunción, asevera que Méndez fue enterrado el 5 de mayo en el panteón de la Iglesia Matriz (hoy Catedral de Tarija).

martes, 28 de abril de 2015

Códigos descifrados indican que Fidel "traicionó" al Che y le "abandonó" en Bolivia

“Sin contacto con Manila", anotó varias veces en su diario Ernesto Che Guevara antes de morir en Bolivia. Detrás de esa frase se esconde, según el veterano periodista cubano Alberto Müller, "el abandono" del líder cubano Fidel Castro al célebre guerrillero argentino.
Manila era el nombre en clave de Cuba, asegura Müller en una entrevista con Efe a días de la presentación en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de su obra "Che Guevara. Valgo más vivo que muerto".
El título, tomado de la supuesta frase que pronunció el Che Guevara cuando fue descubierto en la aldea boliviana de La Higuera, contrapone el deseo de sobrevivir del guerrillero frente a las órdenes dadas por Castro de evitar ser capturado vivo y supone otro ejemplo de las "grandes diferencias" existentes en 1967 entre ambos, según Müller.
El autor destaca que en La Habana existía una unidad guerrillera preparada para salir a rescatar a Guevara, pero "Fidel nunca autorizó el rescate" y lo abandonó a su suerte.
El Che fue fusilado el 9 de octubre en la comunidad de La Higuera.
"Murió de forma lamentable. Sin medicinas para el asma, sin botas sino paños en los pies, sin agua, sin comida y sin aliados", indica Müller.
Para entender la retirada de apoyo de Castro a Guevara, el periodista lleva al lector a lo que considera un punto de inflexión, la conferencia Afroasiática celebrada en Argel en 1965.
A su juicio, el discurso pronunciado por el guerrillero en el encuentro supuso "un rompimiento del Che con la Unión Soviética que daña la relación de Fidel".
Guevara criticó a los soviéticos, a los que acusó, sin citarlos, de ser "cómplices de la explotación imperial" de Estados Unidos, en un momento en que el líder cubano buscaba cerrar acuerdos de colaboración militar con el Kremlin.
Según Müller, el distanciamiento entre los dos crece con el paso del tiempo, se agrava con la retirada del Congo pactada por Castro a las espaldas del Che y culmina con la misión a Bolivia, que el entrevistado considera "un suicidio inducido".
"¿Por qué Bolivia?", le preguntaría el periodista a Castro si lo tuviese delante.
"La posición del Che corría en contra de los intereses de Fidel" -aventura como posible respuesta- "Se convirtió en un apestado para la revolución cubana, una piedra en el zapato".
Como varios historiadores y biógrafos del Che que consultó en su investigación, el autor subraya que el Guevara "se quería ir a Argentina, a su tierra, a liberarla" y cree que "en la Habana le inventan Bolivia".
Müller descubrió que Castro había admitido dos años antes que Bolivia "no tenía condiciones para la guerrilla" y que los campesinos no necesitaban una revolución porque eran propietarios de las tierras gracias a una reforma agraria previa.
Aún así, el líder cubano envió allí a Guevara y meses después retiró el enlace con La Paz, lo que aumentó el aislamiento de los guerrilleros y empeoró su situación.
"Creo que el Che tiene que haber muerto muy consciente de su traición", sentencia.
El autor se muestra convencido de que con el tiempo la Historia se encargará "de separar la revolución del Che de la de Fidel" y defiende que el primero era "más puro", "dio su vida por un ideal" y murió "con una moral intachable".
Además, conjetura que, de estar vivo, "el Che estaría más cerca de la madre Teresa de Calcuta que de Fidel" y se indignaría con la situación actual de la isla caribeña.
Müller, residente en Miami (EE. UU.), remarca que "el pueblo cubano ha sufrido mucho" en el último medio siglo y aplaude el acercamiento entre Raúl Castro y el Gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama.
"Me parece formidable. Han sido 50 años de bloqueos y embargos sin mucha justificación. El aislamiento no debería ser nunca una política de gobierno", concluye. EFE

domingo, 26 de abril de 2015

Reaparece un mapa del año 1950 del proyecto de ferrovía transcontinental

A finales del siglo XIX, hasta mediados del siglo XX, Bolivia tenía un sueño. Sonidos mecánicos, olor a hollín y vías infinitas que vayan de océano a océano. La Ferrovía Transcontinental era la fantasía patriótica del país.
"La idea era unir el puerto de Corumbá con el puerto de Arica”, explica el diplomático Gustavo Aliaga. Según Luis Reynaldo Gómez, historiador y archivista, para 1914 la vía Antofagasta-La Paz ya estaba construida, por lo cual era fácil edificar el proyecto desde Santos (Brasil) hasta el interior de Bolivia.
Página Siete accedió a un mapa de la Ferrovía Transcontinental que buscaban concretar Bolivia y Brasil en la primera mitad del siglo XX. El plano data de junio de 1950 y tiene el título: F.C. Brasil Bolivia, en construcción, y pone realce en el tramo vial Corumbá-Santa Cruz.

El proyecto se consolidaría con el ramal Santa Cruz y otros puntos internos de Bolivia, hasta llegar a Arica, Chile (ver imagen). En sí, se trataba de un anhelo, que hasta hoy no se puede concretar: una vía que una los océanos Pacífico y Atlántico, pasando a través de Bolivia.

De acuerdo al ensayo Del poder a los tratados: desarrollo y ferrocarriles en Bolivia, 1870-1904, de Loreto Correa (2013), Bolivia buscaba "vincular la producción entre oriente y occidente”.
El texto referido indica que el proyecto ferroviario beneficiaba al país, pues era indispensable para el desarrollo del comercio nacional, dado que entonces no había la carretera que unía las ciudades del eje troncal ( La Paz, Cochabamba y Santa Cruz).

Los orígenes

En busca de un acuerdo entre Bolivia y Brasil por la Guerra del Acre, se firmó el Tratado de Petrópolis en 1903. "Brasil se comprometía a resarcir los daños a Bolivia con tres millones de libras esterlinas para la construcción de un ferrocarril del río Mamoré hasta el río Madera”, explica Ramiro Prudencio Lizón, diplomático e historiador.

Dicha ferrovía fue finalizada en 1912. Se gastó parte de ese presupuesto y 3.600 vidas de trabajadores brasileños. De acuerdo a Prudencio, quedaban aproximadamente dos millones de libras esterlinas, por lo cual se decidió retomar el proyecto de Corumbá - Santa Cruz, para que continuara hacia la red occidental.
"El proyecto se activó con el ferrocarril Arica – La Paz, inaugurado en 1913”, agrega.

El diseño de la vía Corumbá – Santa Cruz se concretó en 1939, luego de la Guerra del Chaco, y en 1955 culminó su edificación. Era el primer tramo del anhelado tren bioceánico.

De Cochabamba a Santa Cruz

"¡Ferrocarril o nada!”, se pronunciaba en las calles. En la década de los años 20 toda Bolivia lo único que quería era viajar en tren. Se creía que país que no tenía ferrocarril "no era moderno”, cuenta Gómez, por lo que todo lo que buscan los gobernantes de la época es financiar vías.

A finales de 1920, Bolivia y Brasil comenzaron a discutir la ferrovía Cochabamba-Santa Cruz, pero su diseño se consolidaría años más tarde.
No obstante, en 1929, con la crisis mundial, la vía queda abandonada. "Se retomará años más tarde, pero al final no se termina nunca”, manifiesta Víctor Hugo Limpias, arquitecto e historiador.

El proyecto sólo llegó de Cochabamba hasta Aiquile. En el documento Bolivia, análisis del sector del transporte, realizado por la CAF (2004), indica que sólo faltaban 400 kilómetros para terminar el trecho Aiquile-Santa Cruz.

El Plan Bohan

En 1943, durante el gobierno de Peñaranda, llegó al país una comisión de Estados Unidos, presidida por el ingeniero Marvin Bohan. "Vino a estudiar la situación boliviana, porque como Bolivia se plegó a los Aliados en la Guerra Mundial contra Alemania, querían impulsar el desarrollo”, expresa Prudencio.

En su estudio, Bohan desechó el ferrocarril, bajo el argumento de que era económicamente inviable.
"Un ferrocarril puede realizar sólo dos a tres recorridos a la semana, en cambio una carretera podía servir para 200 o 300 camiones día. Por lo tanto, era necesario construir una carretera de Cochabamba a Santa Cruz”, indica Gómez.

De acuerdo a un análisis de Limpias, el Plan Bohan buscaba bloquear la construcción de la ferrovía Cochabamba-Santa Cruz para evitar que Brasil ganara poder al consolidarse una ferrovía de esa naturaleza.
"Estados Unidos se da cuenta de que Brasil, si logra construir el ferrocarril, podía obtener hegemonía por la conexión de los océanos”, explica.

En Bolivia, la carretera no gustó. Los bolivianos soñaban desde antes del Chaco con ese ferrocarril. "El grito era ‘¡Ferrocarril o nada!’, y lamentablemente fue nada, porque Estados Unidos no iba a costear un ferrocarril”, narra Prudencio.

Adiós ferrovía

En 1947, ganó más terreno la idea de la carretera de Bohan. Posteriormente, en 1951, otro tratado surgió con la Argentina, con el cual se logró construir la ferrovía desde Yacuiba hasta Santa Cruz.

Durante los 50, tanto la carretera como las dos ferrovías serían terminadas. En 1954, en pleno gobierno revolucionario del Movimiento Nacionalista Revolucionaria, se finalizó la carretera Cochabamba-Santa Cruz; en 1955, la ferrovía Corumbá-Santa Cruz y en 1957, la de Yacuiba-Santa Cruz.

De acuerdo con Limpias, estas vías, pese a que jamás se concretó la Ferrovía Transcontinental, fueron las que "cambiaron la nación para siempre”.

El especialista indica: "Las vías que no se construyen son menos importantes que las que se construyeron. Lo que se hace es lo que determina la historia”.

El nuevo sueño de un tren bioceánico
El ferrocarril bioceánico que el Gobierno planea construir desde Santa Cruz hasta puertos del océano Pacífico tiene en frente varios retos que superar, según expertos. Los dudas que se plantean son de aspectos técnicos y de planificación.
"No estaría mal esa idea, pero sería mejor esperar a que tengamos un puerto”, opina Ramiro Prudencio, diplomático e historiador. Éste explica que si se obtiene una salida soberana al mar, es mejor construir el ferrocarril hacia esa vía y no al puerto de Ilo (Perú) que se maneja como posibilidad.
El diplomático Gustavo Aliaga indica que todo lo construido en ferrovías es de trocha angosta, es decir que la distancia entre rieles es estrecha. "Lo que se necesita para estos trenes pesados y con más alta velocidad es la trocha larga. Todo lo que tenemos es antiguo. Por eso vale lo que están diciendo, que es una fortuna”, explica.Luis Reynaldo Gómez, historiador y archivista, también menciona el tema de la competencia que se generará con Antofagasta Bolivian Railway, la ferrocarrilera más grande de Chile. "Va a ser difícil que el Gobierno pueda llevar a cabo su proyecto hacia Ilo porque esta multinacional domina todo el gran radio que tiene Atacama”, indica.
Gomez explica que entre la soya y los recursos mineros, Antofagasta Bolivian Railway se lleva el 80% de las ganancias de la producción boliviana. "¿Usted cree que van a perder ese mercado?”, agrega.El Gobierno boliviano prevé que la construcción de esta ferrovía demandará una inversión aproximada de 7.000 millones de dólares. Está planificada del Puerto de Santos, en Brasil, hasta el puerto de Ilo, en Perú.

"El oriental, que venía de Santa Cruz y unía Argentina y Brasil, llega al medio de la República. El occidental tenía todas las minas y llega hasta Villazón. Esas
dos no están
unidas por nada”.
Gustavo Aliaga, diplomático.

"Bohan tenía razón. La carretera impulsó el desarrollo de Santa Cruz. Santa Cruz se divide en dos grandes periodos, antes y después de la
carretera”.
Ramiro Prudencio L., historiador y diplomático.

"En 15 años, esa ferrovía hubiese sido incapaz de sostener el tráfico y volumen de carga. Si Brasil, hoy, quisiera manejar su comercio exterior por nuestras ferrovías, no tendríamos
la capacidad”.
Víctor Hugo Limpias.

"Los brasileños construyeron el ferrocarril desde Santos hasta Corumbá y de ahí hasta Santa Cruz (…). La ferrovía Santos - Arica estaba avanzada, sólo faltó el tramo a Aiquile”.
Luis Reynaldo Gómez.

"Un ferrocarril puede hacer dos a tres recorridos a la semana. Una carretera podía servir para 300 camiones día. Por lo tanto, era necesario construir una carretera”.
Luis Reynaldo Gómez.

martes, 21 de abril de 2015

La leyenda del Sumaj Orko o Cerro Rico de Potosí

La ciudad de Potosí es famosa por el portentoso Cerro de Plata que posee y es también rico en sus tradiciones y costumbres que arraigan de esos tiempos de suntuosidad que le tocó vivir. Muchas leyendas se tejieron en torno al descubrimiento de la plata en el fantástico Cerro, la más aceptada y descrita a través de generaciones es la del indígena cusqueño Diego Huallpa, quien estando al servicio de un soldado oriundo de Portugal vino a Porco, donde se decía existía mucha plata, y de allí pasó a Potosí, esta vez a las órdenes de otro soldado de apellido Martín. Como en aquellos tiempos las llamas eran los mayores tesoros de los indígenas, Huallpa se hizo de algunas y acostumbraba apacentar sus animales en las faldas del entonces ce-rro Sumaj Orko, sucedió cierto día que una de sus llamas se había perdido y Huallpa se fue en su búsqueda hasta llegar a la cima de la montaña donde por fin la encontró, la tarde había avanzado y le sorprendió la noche, y para protegerse del intenso frío que hacía encendió una fogata y se quedó dormido.

A la mañana siguiente, cuando despuntaba el alba, Huallpa se dispuso retornar con la llama por donde había trepado, grande fue su sorpresa al descubrir entre la fogata que ya se había consumido, unos hilos metálicos brillantes, que se habían derretido por la acción del fuego, era plata, los tomó y regresó a su morada.

Por algún tiempo, el afortunado Huallpa ex-plotó los filones de este metal en su exclusivo provecho, pero temiendo despertar sospechas de su repentina prosperidad, hizo partícipe de su secreto a su compadre Huanca, también cusqueño como él. Éste le transmitió al capitán Juan de Villarroel, el cual lo repitió a Diego de Zenteno, de tal manera que a poco, todos los habi-tantes –españoles e indígenas– de Cantumarca llegaron a enterarse de este extraordinario suceso. Vi-llarroel, Zenteno y otros españoles, luego de verificar en el terreno esta ma-ravilla, registró el hallazgo en Porco, el 21 de abril de 1545 y el Sumaj Orko fue llamado desde entonces “Cerro Rico”.

Rápidamente aquel para-je frío y desolado se fue poblando de gente ansiosa de riqueza fácil, aparecieron los primeros campa-mentos mineros, luego un villorrio, apenas un conglo-merado de rústicas construcciones don-de mejor vieron conveniente, sin previa planificación. Lo que tuvo de “oficial”, fue la toma de posesión del “Cerro Rico”, a nombre del rey de España, por los capi-tanes españoles de Cantumarca con el nombre de “Descubridora”.

La noticia de este extraordinario des-cubrimiento corrió por toda América y Europa. La gente murmuraba: En la América se levanta una ciudad de plata y oro, la arena, las piedras y los cerros de Potosí relucen al contacto con los rayos del sol. Los puertos se ven colmados de familias enteras que desean venir a la América y probar suerte y fortuna en las minas de Potosí.

En cuanto al nombre de Potosí, viene del término quechua “Potojsi” que quiere decir reventó/ar, explotó/ar.

Pese al intenso frío de la región, la ciudad comienza a crecer, gracias al au-ge de la plata, aparecen estrechas y re-torcidas callejuelas, tan angostas algu-nas que era posible darse la mano de balcón a balcón, se erigen templos reli-giosos de altivas torres, portones fina-mente tallados, balcones de hierro forja-do, tejados vistosos, en tan sólo 25 años después del descubrimiento de la plata su población ya superaba los 50.000 ha-bitantes (1570). Adquirió el rango de ciu-dad el 21 de noviembre de 1561 y me-diante una capitulación la ciudad recibió el nombre de Villa Imperial de Potosí.

En 1625 la ciudad ya contaba con 160.000 almas, superando a Sevilla, Pa-rís o Londres. La fama de su riqueza causaba asombro en todo el mundo, los españoles que vivían en la ciudad de Potosí disfrutaban de un lujo increíble, perfumes, joyas, porcelanas, licores y objetos suntuosos llegaban desde las regiones más lejanas de América. Se cuenta que hasta las herraduras de los caballos eran de plata. También se dice que con la plata extraída de Potosí se podía tender un puente que uniría Amé-rica y España.

La figura máxima de la literatura espa-ñola, Miguel de Cervantes acuñó el dicho “vale un Potosí”, con lo que quiso decir que algo vale más que una fortuna, casi inalcanzable. Sin embargo, tal suntuosi-dad tuvo su alto costo en cuanto a vidas humanas. En la extracción de la plata murieron miles y miles de esclavos indí-genas “mitayos” y una minoría negra.

lunes, 20 de abril de 2015

Hace 100 años el peruano Narciso de Medina construyó la capilla del Calvario en Villa de la Cruz.

S u esposa había muerto meses antes, pero su fe era tan grande que asistió de luto al primer preste que ofreció en favor del Señor del Mayo de la Cruz en aquel pequeño templo que había hecho construir 15 años atrás. Su hija Juana lo acompañó a la fiesta, también iba de luto. Una foto tomada por Cordero lo eternizó junto a ella y a sus elegantes y distinguidos invitados, muchos de ellos seguramente sus paisanos que, sin importar que prácticamente tuvieron que "trepar” aquel cerro polvoriento, ventoso e inhóspito, llegaron hasta la ermita con sus mejores galas para disfrutar de la recepción organizada a su medida.

En esos días, el cerro donde se encontraba la parroquia ya era conocido como el Calvario de La Paz, pero se había convertido en la guarida de un bandolero que sembraba el terror en la ciudad: el Zambo Salvito, quien, junto a su banda, asaltaba a sangre fría a cuanta diligencia a los Yungas podía. Ésa había sido una de las razones por las que las autoridades eclesiales de entonces le habían encomendado al peruano Narciso de Medina construir la iglesia.
Es que Narciso de Medina, ese jovenzuelo de 13 años que a finales del siglo XIX había llegado a Bolivia con una mano por delante y otra detrás, procedente de Trujillo, Perú, prácticamente huyendo de su padre, un hacendado aparentemente muy estricto, se había convertido en un millonario de gran influencia en la sociedad paceña y utilizaba parte de su fortuna en obras a favor de la Iglesia Católica.
De acuerdo con datos otorgados por su bisnieto Carlos Peñaloza, Narciso de Medina logró construir su inmensa fortuna gracias al negocio de gastronomía y pastelería que levantó en La Paz años después de haber regresado de la Guerra del Pacífico , a la que, a sus 13 años -recién llegado de Perú- se enlistó en el lado boliviano, en el que lo aceptaron como corneta de la banda de guerra.
Se sabe que el peruano, cuando regresaba a Bolivia después de la guerra, se unió a una columna de la Cruz Roja peruano–boliviana, donde conoció a la que años después fue su esposa, a Manuela Villalpando, una chuquisaqueña que también regresaba del conflicto bélico, pero se dirigía a su natal Chuquisaca.
Ya en La Paz, así joven, Narciso de Medina, sin un oficio claro, consiguió trabajo en el hotel París, que se señoreaba en plena plaza Murillo. Lo contrataron como ayudante de cocina, donde aprendió todos los secretos de la panadería y la pastelería y, unos años después, se animó a implementar su propio negocio, trayendo pasteleros de Perú y alquilando su primera tienda en la calle Ingavi.
Fortuna y reputación
Su éxito fue tal que para 1915 ya era dueño de panaderías y pastelerías en El Prado, Sopocachi y otras zonas. Al mismo tiempo, había adquirido grandes residencias en lo que hoy se denomina el casco viejo, demostrando así su gran éxito. Había alcanzado tal reputación, que organizaba los banquetes que ofrecían los paceños acaudalados, los peruanos residentes en La Paz y la misma Iglesia Católica, por lo que llegó a relacionarse con altas autoridades eclesiales.
Y es en esa relación que entabla con los jerarcas de la Iglesia que le es encomendada la tarea de construir un templo en la cima del Calvario, ubicado en la zona norte de la ciudad de La Paz, donde, cada Semana Santa, la gente representaba el Vía Crucis de Jesucristo, trepando el empinado cerro desde la plaza Riosinho, rezando y llorando a gritos.
UNA JOYA DE 100 AÑOS
Narciso de Medina cumplió el encargo de la Iglesia y en enero de 1915 comenzó a construir un pequeño templo en la punta del Calvario. Contrató a un arquitecto italiano que elaboró los planos de la capilla. Las paredes y el techo estuvieron concluidos en julio de 1916, debido a que para realizar la construcción los trabajadores subieron prácticamente a pie la empinada y deshabitada montaña llevando el agua y los materiales de construcción, cuenta 100 años después, el padre Jesús Llorente, párroco de la capilla que erigió Medina.
Es que la ermita del acaudalado peruano sobrevivió a los años y este 3 de mayo cumplirá un siglo en la punta de aquel cerro, que hoy se denomina Villa de la Cruz, un barrio de habitantes que, junto a los religiosos de la orden de los jesuitas, ampliaron el templo y custodian celosamente las "joyas” del lugar que -aseguran- los protege y los "tiene más cerca de Dios”.
Entre esas joyas están su retablo y su tumbado construidos entre 1916 y 1927 por artistas peruanos que plasmaron imágenes relacionadas con el Señor de Mayo de la Santa Cruz. También se halla en el lugar la primera Santa Cruz del Calvario, más conocida como la Cruz Verde, que De Medina mandó a construir en Perú para ubicarla primero en la entrada de la calle Apolinar Jaén. La pieza es una verdadera obra de arte que representa cada uno de los momentos que Jesús vivió durante su Vía Crucis.
Otra de las riquezas que guarda el templo es el Cristo de las Limpias, una imagen elaborada entre 1919 y 1927, dice el padre Llorente. "Al parecer vino a través de Perú, puede ser una de las primeras imágenes del Cristo de Limpias que se hizo en España”, explica el sacerdote, quien, junto a jóvenes de la parroquia, comenzó a investigar la historia de la capilla y sus imágenes.
El altar mayor del templo guarda al Señor de Mayo de la Santa Cruz, una obra de la escuela cusqueña, traída en 1931. "En Cusco se hicieron tres imágenes iguales: una está en Cusco, otra en Lima y la tercera en La Paz, acá, en nuestra parroquia”, afirma Llorente.
Y fue ese 1931, cuando la capilla estaba lista, que Narciso de Campero organizó el primer preste en el lugar, en honor del Señor de Mayo de la Santa Cruz, patrón de su cuna, Perú. Convidó a la élite paceña y a sus paisanos, también influyentes.
Les ofreció un gran banquete, a modo de homenaje al oficio que lo había hecho millonario. Su corazón estaba de duelo por la partida de su amada Manuela, pero su fe y devoción por el Tata de la Cruz eran más fuertes y había que subir hasta uno de los cerros más altos de La Paz para demostrarle su agradecimiento.

sábado, 18 de abril de 2015

Bolivia recibe de Paraguay campana que era un trofeo de la guerra del Chaco

Bolivia recibió de Paraguay una campana que era un trofeo de la guerra del Chaco (1932-1935), que se llevaron soldados paraguayos de una iglesia franciscana del pueblo boliviano sureño de Macheretí, en el departamento de Chuquisaca, informó hoy el Ministerio de Defensa del país andino.

El ministro de Defensa de Bolivia, Reymi Ferreira, recibió la campana el viernes en la frontera de parte de las autoridades de la municipalidad de Concepción, de Paraguay.

El intendente de Concepción, Alejandro Urquieta, y el concejal Ricardo Paredes encabezaron la comisión paraguaya que entregó el trofeo de guerra, según el comunicado difundido hoy en La Paz.

La devolución de la campana "es un gesto de hermandad que esperamos estreche los lazos de cooperación y amistad entre dos pueblos hermanos", dijo Urquieta en el acto del viernes.

Ferreira sostuvo que esta es la demostración de que las diferencias que causaron la guerra quedaron en el olvido y que hoy existe la coincidencia en que son tiempos de paz y de apoyo mutuo para buscar el desarrollo, según el comunicado del ministerio.

Bolivia y Paraguay se enfrentaron en la guerra del Chaco en el período 1932-1935, que costó la vida en total a cerca de 100.000 personas y a los bolivianos la pérdida de parte de su territorio. EFE

miércoles, 15 de abril de 2015

Tarijeños festejan su 198 aniversario con obras

En conmemoración al 198 aniversario de la Batalla de La Tablada, que se celebra hoy, el pasado lunes el gobierno hizo entrega de 22 ambulancias que beneficiarán a 11 municipios del departamento de Tarija, con el propósito de fortalecer la atención médica oportuna a la población. Además se estableció la firma de contrato para la construcción del Hospital Oncológico de cuarto nivel.

Los residentes tarijeños en Santa Cruz festejaron anoche con una serenata en el Club Alas, sobre el tercer anillo de la avenida Santos Dumont.

Evo no estará presente en los actos. El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, asistirá hoy a los actos de homenaje en representación del mandatario Evo Morales, quien se encuentra en reposo por una infección dental.

Morales visitó el fin de semana el municipio de Bermejo, donde entregó un sistema de agua potable y alcantarillado que beneficia a 403 familias, además presenció la firma de contrato para la construcción de la línea eléctrica que proveerá energía eléctrica a ese municipio.

Principales mercados. Las exportaciones del departamento de Tarija tuvieron como destino a 12 países, siendo Brasil y Argentina los principales mercados con la venta del gas. Estos dos países obtuvieron una participación del 99,5% del total.

Son 22 productos exportados, fundamentalmente gas natural que representa el 99% del total de las ventas externas, seguido por las ventas de aceites crudos de petróleo.

¡Viva Tarija! A 198 años de la Batalla de La Tablada

La Batalla de La Tablada de 1817 puso en jaque al Ejército realista con las guerrillas o republiquetas -que en el sur tuvieron como líder a Eustaquio ‘Moto’ Méndez- quien exaltó el espíritu de libertad que rebrotó en algunos de sus vecinos y que se organizaron por la libertad de este terruño.

Fue el 15 de abril de 1817 en el campo de La Tablada de Tolomosa, la batalla decisiva. Los “montoneros”, al mando de Eustaquio Méndez, derrotaron al Ejército realista que presidía el coronel Mateo Ramírez, en la Guerra de la Independencia.

Los “montoneros” eran los guerrilleros que, asentados en el sur, formaban parte de las llamadas republiquetas. Su rol fue vital para decidir la suerte de la guerra, pues en los cuatro puntos cardinales libraron batalla con una autonomía que no tenían ni realistas ni patriotas, describe el historiador tarijeño Elías Vacaflor Dorakis.

El departamento de Tarija limita al norte con Chuquisaca, al sur con la república Argentina, al este con Paraguay y al oeste con Potosí.

Está dividido en seis provincias: Cercado, Avilés, Arce, Méndez, O´Connor y Gran Chaco. En esta última -que representa el 49 por ciento del territorio regional y que concentra al 40 por ciento de la población- se encuentra la reserva gasífera más importante del departamento, con los megacampos de San Alberto, San Antonio, Itaú y Margarita.

martes, 14 de abril de 2015

Guerra del chaco Ejército del Paraguay devuelve una campana

Han pasado 80 años desde que concluyó la Guerra del Chaco entre los países de Paraguay y Bolivia; sin embargo, ambos ejércitos siguen intercambiando "recuerdos", como la campana que será devuelta el próximo viernes 17, informaron los medios de comunicación locales los uniformados . El encuentro será en la frontera entre ambos países, luego se trasladarán al Regimiento “Campero”, en la comunidad Ibibobo y posteriormente Villa Montes. El acto central de devolución del “trofeo de guerra”, se desarrollará en la localidad de Macharetí, provincia Luis Calvo, departamento de Chuquisaca, el día sábado, 18 de abril, en horas de la mañana, con la participación de autoridades nacionales, regionales y locales, además del principal gestor de esta devolución, el historiador chaqueño, coronel retirado Róger José Centeno Sánchez.

15 de abril de 1817 La batalla de La Tablada

En el sur del Alto Perú actuaban férreamente disciplinados los legendarios jinetes Montoneros, comandados por “El Moto” Méndez, que amagaban sin cesar en ataques sorpresivos causando desconcierto a las tropas enemigas leales a la Corona española del Virrey La Serna.

A marchas forzadas, para cumplir su misión de auxilio a los altoperuanos, el valiente militar argentino Tcnl. Gregorio Araóz de La Madrid, a la cabeza de una importante fracción de veteranos, se dirigió a Tarija y el 8 de abril de 1817 derrotó sin esfuerzo a una unidad realista en Cangrejillos.

La ciudad de Tarija estaba fuertemente guarnecida por aguerridas unidades españolas, como los “Granaderos del Cus-co” al mando del Cnl. Mateo Ramírez, que defendía la plaza, porque era Gobernador de la provincia, y a los alrededores se levantaron trincheras para preservar a la población y evitar el ingreso del bravo e intrépido “Moto” Méndez Arenas.

Otra fuerza se encontraba en Concepción al mando del Comandante Andrés de Santa Cruz, que servía a las fuerzas del monarca español con unidades de caballería e infantería. El 14 de abril de 1817, las fuerzas patriotas, una parte se ubicaron en La Tablada y otra en las alturas de San Juan.

El español La Madrid, al amanecer del día 15, atacó en La Tablada a fuerzas superiores a las suyas, en tanto que los Montoneros cargaban contra los “Granaderos del Cuzco”. La Madrid atacaba por el centro, el caudillo José Eustaquio “El Moto” con sus escuadrones de caballería, a su vez, por la retaguardia y el ala izquierda. Otra fracción chapaca, comandada por el Cnl. Francisco Pérez de Uriondo y su hermano Manuel, José Ma-ría Avilés, Pedro Antonio Flores, Manuel Rojas, Mateo Berdeja, Manuel Cainzo, Cnl. Ramón Rojas y otros guerrilleros impedían que las fuerzas superiores que se hallaban en la villa, pudieran salir en auxilio de Ramírez. Cuando esos refuerzos llegaron al lugar, la gloriosa batalla de “La Tablada”, ya había concluido.

Los españoles estaban derrotados, pero, no capitulaban, Ramírez los hizo rendirse, después, en ceremonia especial que tuvo lugar en lo que hoy son los predios del hospital “San Juan de Dios”, hubo rendición total, muchos prisioneros, entre ellos el propio Cnl. Ramírez y el Comandante Andrés de Santa Cruz, que fue apresado y rendido, quien posteriormente, sería Presidente del Perú y Bolivia, creador de la Confederación entre los dos países. También fueron tomados 18 oficiales, 274 soldados y más de 400 fusiles y municiones. La victoria fue total. La Villa de Tarija había contribuido con más 1.300 chapacos en loables hazañas incluidas pequeñas fracciones que se habían incorporado el día anterior.

Este hecho de armas y la consiguiente derrota española, tuvieron enorme reper-cusión en el curso de los acontecimientos y en el resultado final de la campaña libertaria. Las fuerzas tarijeñas continuaron cooperando al Ejército Auxiliar y so-bre todo custodiando el extenso territo-rio, para evitar nuevas incursiones de las fuerzas monárquicas. La continua partici-pación de los bravos chapacos en los Ejércitos Auxiliares Argentinos, contribu-yeron eficazmente a la consolidación de la libertad altoperuana, en la epopeya de los 15 largos años de lucha por romper las cadenas de la esclavitud a través de la Guerra de la Independencia.

lunes, 13 de abril de 2015

Estudio sostiene que hay una fosa común de la Masacre de Caracoles

"Se ha logrado identificar los sitios precisos en los cuales aproximadamente 30 víctimas de la Masacre de Caracoles, llevada a cabo durante la dictadura militar de Luis García Meza, fueron asesinadas y luego transportadas para ser sepultadas en una fosa común”, establece el avance de una investigación histórica que busca esclarecer aquellos hechos luctuosos.
El equipo de investigación -que pidió guardar la identidad de sus integrantes por razones de seguridad- basó su estudio en fuentes documentales y testimoniales.
Entre las primeras, apela a un documento -incautado entonces por los militares- fechado al 22 de agosto de 1980, el cual contiene un primer relato de la Masacre de Caracoles, ocurrida entre el 2 y 8 de agosto de ese año.
"Los días sábado y domingo (2 y 3 de agosto) se bombardeó y ametralló las minas de Pongo, Molinos, Pacuni y Argentina. El lunes (4 de agosto) a las 8 de la mañana hubo un enfrentamiento. Las tropas y los blindados entraron masacrando a los campesinos. El combate duró desde las ocho de la mañana hasta horas 18. Se registraron bajas de ambas partes”, dice el texto.
En otro fragmento se detalla lo siguiente: "En Villa el Carmen han sido fusilados muchos mineros. Mujeres y niños fueron llevados a la iglesia del lugar (…). Los cadáveres fueron recogidos en camiones y llevados con rumbo desconocido”.
El documento impreso es corroborado -según los investigadores- por una carta que las "Madres, Esposas Desesperadas de Caracoles” enviaron al monseñor Jorge Manrique, el 9 de Agosto de 1980.
En esa misiva, las mujeres denuncian ante el sacerdote los hechos que ocurrieron en la intervención militar y refieren, además, la existencia de la fosa común.
"El regimiento Max Toledo de Viacha, una fracción del regimiento Tarapacá y el regimiento Camacho de Oruro atacaron Caracoles con cañones, morteros, tanques y avionetas de guerra. Nuestros maridos se defendieron con piedras, palos y algunas cargas de dinamita”, dice la carta.

En otro apartado expresan que, en primera instancia, les impidieron recoger los cuerpos de los fallecidos tras la intervención; pero que cuando lo autorizaron, días después, sólo encontraron ropa y zapatos.

"A las mujeres nos prohibieron recoger a los muertos para darles cristiana sepultura, diciéndonos ‘no hay orden’. Recién el viernes (8 de agosto) nos dieron orden para buscar a los muertos, pero sólo encontramos sacones, pantalones, chompas, jarros, calzados, etc. empapados en sangre, los muertos habían desaparecido”, dicen al respecto.

En relación al lugar donde fueron sepultadas algunas víctimas, afirman que "algunos (de los muertos) fueron hechados (sic) en una fosa (…). Hay más de 900 desaparecidos, no se sabe si están vivos o muertos”.

Otro documento al que recurre la investigación es al informe denominado La heroica resistencia de los mineros en Bolivia, que, por el carácter dictatorial del régimen, dicen los autores, fue editado en Lima (Perú) en agosto de 1980.
El informe incluye narraciones de los sobrevivientes sobre las intervenciones que se llevaron adelante en diferentes centros mineros. En el fragmento del relato referido a la Masacre de Caracoles se establece que "un grupo de jóvenes es obligado a cavar una gran fosa” con el fin de enterrar a los muertos.
Dos testigos que resistieron
El equipo de investigación también logró encontrar a dos mineros que formaron parte de la resistencia minera durante la intervención, quienes contaron lo sucedido en aquella época y además confirmaron la existencia de la fosa común.
"(Los militares) llegaron aquí, a Pacuni, a plan de metralletas, era una barbaridad, sacaron presos, aquí a los compañeros de mina Pacuni, y les han llevado en ese entonces a un cine teatro, ahí los han metido (…)”, es el testimonio del exminero de Caracoles, Juan Choque Ajno.

Éste, en su relato de aquellos fatídicos hechos, agrega en referencia a la fosa: "De noche, ya a algunos que no estaban tan mal de la tortura les han hecho cavar una fosa, y ahí los han metido a todos, sin ropa algunos, otros medio vestidos. Era de no creer”.
Roberto Quisbert F., otro protagonista de la resistencia minera y testigo ocular de la masacre, respecto al número de víctimas sepultadas en la fosa, sostuvo: "No hemos calculado exactamente cuántos han desaparecido entre el pueblo civil y los mineros, pero la fosa era grande, todo esto, todo esto (señalando en un mapa del lugar), y un poquito más de profundidad que esto (señalando el muro del ambiente, unos 2.50 metros), por lo menos hemos calculado como unos 30 muertos ahí en la fosa”.
Según los miembros que hicieron el estudio, el trabajo de investigación histórica pudo establecer, entre otros aspectos, que: 1) entre el 2 y 8 de agosto de 1980, durante la intervención militar en la mina Caracoles, se realizaron detenciones ilegales, torturas y una serie de ejecuciones sumarias y asesinatos; 2) el 4 de agosto de 1980, en horas de la noche, se procedió a la excavación de la fosa común para sepultar a los caídos durante la intervención.
Los investigadores temen que, tras conocerse la ubicación de la fosa común, ésta pueda ser intervenida o destruida.

La masacre en datos


Los hechos Entre el 2 y 8 de agosto de 1980 se consumó la Masacre de Caracoles. El hecho ocurrió durante el gobierno dictatorial de Luis García Meza.
La excavación La investigación estableció que el 4 de agosto de 1980, en horas de la noche, se procedió a la excavación de la fosa común para sepultar a los caídos durante la intervención.
Las víctimas Los investigadores afirman que al menos 30 personas y habitantes de esa localidad fueron de esa localidad sepultadas en la fosa común.
El paredón Según el estudio histórico, el muro lateral de la iglesia de Villa el Carmen fue utilizado como paredón de fusilamiento.

domingo, 12 de abril de 2015

Melgarejo, el espíritu del tirano

La calavera del general Mariano Melgarejo llegó al Centro Luz, Amor y Esperanza de la ciudad de La Paz en diciembre de 1997. Los “hermanos” que asisten a las sesiones espiritistas la recibieron con una solemne misa de almas y la entonación del himno nacional boliviano. Allí permaneció en un pequeño altar hasta enero de 1998, cuando fue trasladada a su pueblo natal, Tarata, en Cochabamba. Actualmente, el altar del centro tiene un retrato pintado de Melgarejo y las personas que asisten a las sesiones aseguran que este lugar, junto al Palacio de Gobierno y Tarata, son los preferidos del espíritu del general tirano de la historia del país.

Rubén Inofuentes fue el encargado de informar sobre la llegada de Melgarejo a los habitantes tarateños. Todos se movilizaron para los preparativos: la Escuela de Sargentos Maximiliano Paredes se dedicó a homenajearla con saludos militares; la Iglesia celebró una misa de almas y la población entera se reunió para recibir a los “hermanos del centro” que acompañaron el traslado. La calavera fue acogida con los honores que corresponden a un general y expresidente de Bolivia.

Desde entonces es uno de los mayores atractivos del pueblo. La “camba calavera” conserva la larga y tupida barba del general y tiene los dos agujeros-huellas de las balas que Aurelio Sánchez le disparó. El escritor tarateño Alberto Iriarte explica que muchos espiritistas, bolivianos y peruanos, llegan a visitarlo cada 13 de abril para festejar su nacimiento y cada 23 de noviembre para recordar el día de su muerte. Y para que no la observen, el sacerdote de la iglesia determinó taparla con una bandera boliviana. A partir de ahí es el personaje convocado desde el más allá.

Católico y militar

Manuel Mariano Melgarejo (13 de abril de 1820 - 23 de noviembre de 1871)) nació en la doctrina de Toco, perteneciente al pueblo de Tarata del departamento de Cochabamba. Durante su infancia fue educado por el cura Antezana, párroco de Tarata, quien le inculcó su reconocida fe católica. Luego vino su fascinación por la vida militar, cuando el oficial Mariano Montalvo lo reclutó al cuartel de Lampa, donde después de tres años de estudio alcanzó el grado de sargento. Este hombre público sería recordado como un tirano que tuvo debilidad por el amor y la borrachera.

La historia oficial creó muchos mitos sobre Melgarejo; se dice que llegó al Palacio de Gobierno el 28 de diciembre de 1864 bajo el grito de “o me seguís coraceros o me destapo los sesos”. Allí no solo derrocó al general José María Achá, presidente entre 1861-1864, sino que puso fin a la vida del “Tata Belzu”, caudillo que luchó contra la propiedad privada y que gobernó al país de 1848 a 1855.

El gobierno de Melgarejo se caracterizó por sus políticas feudales en el altiplano y la Amazonía, entre éstas resalta la Ley de Exvinculación de 1866 que convirtió a las comunidades en haciendas y el Tratado de Ayacucho de 1877, que negoció la venta de más de 100.000 kilómetros cuadrados del Acre boliviano al gobierno brasileño, comprometido a la construcción del ferrocarril Madeira-Mamoré.

Las barricadas paceñas derrocaron a Melgarejo el 15 de enero de 1871. Esa misma noche escapó hacia el Desaguadero y siguió su marcha hasta la ciudad de Arequipa. Mientras tanto su pareja, Juana Sánchez, quedó como prisionera del gobernante Agustín Morales. El escritor Vicente Terán (1980) relata que la libertad de “la Juanacha” le costó a Melgarejo 30.000 pesos, y que desde el encuentro que tuvieron en Tacna hasta que fue asesinado en Lima solo recibió el rechazo de ella.

Este gran amor lo llevó a la muerte el 23 de noviembre de 1872, día en que el hermano de Juana Sánchez, José Aurelio, le “destapó los sesos” con dos tiros de revólver cuando éste intentaba volver a verla. Un final de tragedia detrás del poder. En 1914, Isaac Tamayo, exsecretario de Melgarejo, bajo el seudónimo de Thajmara, asumió su defensa haciéndolo comparecer en una sesión espiritista. Melgarejo entabló una conversación a través del médium Enrique, y explicó a Tamayo que la coyuntura política de la época lo llevó a la tiranía de su sexenio. El libro titulado Habla Melgarejo describe que el espiritismo se practica en Bolivia desde antes de 1870 y quien hizo escuela en esta materia fue Mr. Rand, un gringo alto, flaco y jorobado que era contador del Banco Boliviano y que invocaba a los espíritus cada vez que le venía en gana “para absorber grandes cantidades de aquellos en forma de ron o ginebra”. El espiritismo es una práctica religiosa que sostiene que es posible entablar comunicación con el alma de un muerto a través de un médium.

Como doctrina religiosa se autoidentifica como cristiana ya que se basa en el poder que otorga el amor para servir al prójimo. En La Paz, las sesiones espiritistas del Centro Luz, Amor y Esperanza se realizan en la calle Ballivián. Lastimosamente, quienes manejan el centro no guardan el registro de la fecha de su creación, pero recuerdan que hace 50 años se ubicaba en la calle Juan de la Riva. Estas sesiones reservadas se efectúan los sábados y asisten alrededor de 60 personas. Las mismas se inician con la celebración de una misa católica, posteriormente el secretario del centro, el hermano Wálter Saavedra Miranda, se encarga de agendar citas con los espíritus médicos, guías espirituales o algún familiar en particular. Se ofrecen rezos y cantos para que la llegada de los espíritus sea alegre y activa.

Para el catolicismo, Dios es el único que puede decidir sobre el paso de la vida a la muerte y sobre el paso de la muerte a la vida. Por eso no es casualidad que el primero en presentarse durante las sesiones espiritistas sea San Lázaro, a quien Jesús resucitó de la muerte. Dentro del centro, no solo son los hermanos quienes aseguran que el espiritismo es cosa de Dios; sino que hasta el mismo Melgarejo da gracias a Dios por haberle permitido encontrar el camino del espiritismo para ayudarnos. La hermana Flora Villagómez, directora del centro, explica que las almas de los asesinados fueron abruptamente cortadas de una existencia de expiación y misión cristiana. Éstas no pueden reencarnar normalmente y el sufrimiento que les ocasionó su muerte las lleva a ayudar a quienes sufrimos en vida.

El espiritismo es una manera de plasmar nuestros deseos espirituales sobre la muerte. La experiencia de Melgarejo, al haber sido sometido a la tortura física y social, creó un contradiscurso que desmitifica al antihéroe, lo reivindica y le permite habitar un alegato mágico que traspasa lo verdadero y lo falso; en palabras del investigador Michael Taussig (1987): “El espacio de muerte es importante en la creación de significado y de conciencia, y en ninguna parte tanto como en las sociedades donde la tortura es endémica y donde florece la cultura del terror. Podemos pensar el espacio de muerte como el umbral que permite, tanto la iluminación como la extinción. A veces, una persona lo traspasa y vuelve a nosotros para contarnos el cuento”.

Las sesiones espiritistas para invocar a Melgarejo se realizan en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. En el centro espiritista de La Paz, cuando “el hermano Mariano” posesiona a la médium, se presenta con un discurso patriótico, religioso y optimista. Los asistentes aseguran que le gusta que quienes comparten las reuniones lo escuchen atentamente, le conversen y lo despidan cantando Viva mi Patria Bolivia, Sandunga y en ocasiones especiales, como la pascua, el himno nacional. Los autores Ismael Sotomayor y Tomás O’Connor describen que Melgarejo festejaba su cumpleaños durante la Pascua de Resurrección, fecha movible que cae el primer domingo después de la primera luna llena del equinoccio de primavera.

En la cosmovisión andina se dice que los militares que hicieron daño en vida tienen el poder de ayudar a los vivos, por eso “Mariano Melgarejo con tantas cosas que ha hecho cuando era presidente, ahora quiere ayudar a los pobres. Es una persona que si antes ha sido mala ahora quiere que lo vean con todo respeto”, dice Villagómez. En el imaginario social boliviano, el personaje como creación cultural delata que nuestro inconsciente político no adquirió una conciencia civil ante el morbo dictatorial. Al parecer, las políticas populares de los militares que como Mariano Melgarejo y René Barrientos financiaron grandes festines y jolgorios (al primero le encantaba festejar el día de la pascua en toda Bolivia y al segundo le gustaba donar vestimenta militar a las vírgenes y santos) crearon jerarquías sociales en nuestra cultura. Por eso, a pesar de la paz neoliberal que se resguarda en los derechos humanos, dentro de nuestra sociedad, el servicio militar continúa consolidando una identidad nacional que es motivo de orgullo y patriotismo.

"Batalla de Segundo Crucero" fue revivida en impactante recreación

Fue hace exactamente 116 años, cuando un 10 de abril de 1899 se registraba en la historia de Bolivia un hito importante, la "Batalla de Segundo Crucero"; contienda que determinó la organización política del país, la que se respeta hasta la actualidad, el hecho fue recreado ayer por instituciones orureñas.

Esta actividad fue desarrollada por cuarto año consecutivo, bajo la organización del Gobierno Autónomo Departamental de Oruro (Gad-Oru), en coordinación con el Gobierno Municipal de Soracachi, la Segunda División del Ejército de Bolivia, todos unidos gracias a la iniciativa de los responsables de la revista Historias de Oruro.

La recreación fue protagonizada por efectivos del Regimiento Primero de Artillería "Eliodoro Camacho", además de algunos comunarios de Crucero Copacabana, bajo el libreto elaborado por el historiador Maurice Cazorla.

Después de un acto protocolar, se desarrolló la representación, que relata la batalla decisiva de la Guerra Civil Federal, donde tropas "constitucionalistas", dirigidas por el Presidente Severo Fernández Alonso, se enfrentaron a las tropas "federales" lideradas por José Manuel Pando, derivando en la victoria de los segundos y determinando a La Paz como la sede del Gobierno y a Sucre como Capital Constitucional.

Uno de los personajes más recordados de esta contienda bélica es sin duda Paulo Zárate Willka, conocido como "el temible Willka" quien tuvo un papel importante, junto con sus tropas, para la victoria del ejército de Pando, pero otros hechos históricos derivaron en su arresto por este mismo gobierno y luego fue asesinado.

El enfrentamiento se registró frente a la iglesia que ahora se encuentra abandonada, pero aún se mantiene erguida a la espera de la promesa de refacción.

La actividad, como todos los años, sirvió para que desde Oruro se llame nuevamente a dos pueblos bolivianos, como los paceños y los capitalinos a poder estrechar manos y lograr vínculos de amistad, manteniendo aún la esperanza para que en un futuro cercano sus representantes puedan reunirse en este punto que registró un enfrentamiento y se pueda generar el tan anhelado abrazo de hermandad.

viernes, 10 de abril de 2015

Este sábado se recrea la Batalla de Segundo Crucero

En su cuarto año consecutivo y esperando la respuesta favorable de los espectadores, este sábado 11 de abril a partir de las 09:00 horas, se desarrolla la recreación de la Batalla de Segundo Crucero, en la localidad de Crucero Belén en el Municipio de Soracachi.

El jefe de la Unidad de Desarrollo Cultural del Gobierno Autónomo Departamental de Oruro (Gad-Oru), Pedro Ramos, aseguró que esta actividad ya contiene bastante importancia entre las personas amantes de la historia, pero se está tratando de llamar la atención de los estudiantes de colegios, para que conozcan de manera vivencial, cómo se generó la historia de nuestro país.

"Queremos participar a toda la población de que el día sábado a partir de las nueve de la mañana, en la localidad de Crucero Belén, que está ubicado a unos cuantos metros de Paria se realiza la recreación de la Batalla de Segundo Crucero", enfatizó.

La importancia de esta contienda es que fue determinante para consolidar la capitalía de la entonces República de Bolivia, esto durante la Guerra Federal que hubo en el país.

"Este hecho histórico ha tenido y tiene hasta nuestros días una significación muy grande, tomando en cuenta que esta batalla que se ha librado en nuestro territorio, en nuestro departamento, ha definido a La Paz como sede de Gobierno y a Sucre como capital de nuestro Estado", remarcó Ramos.

De la dramatización participan en la organización el Gobierno Departamental de Oruro, la Segunda División del Ejército, el Gobierno Municipal de Soracachi, y varios historiadores de nuestro departamento, entre los que destacan los hermanos Cazorla.

Uno de los principales objetivos de los organizadores de esta actividad, desde años atrás es poder invitar a los representantes de los departamentos de La Paz y Chuquisaca, para que se pueda generar un abrazo de confraternización, después de un hito histórico que marcó una rivalidad en Bolivia, después de la Guerra Federal.

jueves, 9 de abril de 2015

Video Recordamos lo ocurrido en abril del 2000 en la denominada Guerra del Agua en Cochabamba

Las jornadas de abril de 1952 vistas desde los actores anónimos



“Había harto muerto, como cerro era en la morgue. Ahí iba a buscar la gente a sus muertos, era triste nomás también. (...) Una casuchita nomás era la morgue. (...) Las mujeres, los familiares llorando. Ahí tirados como basura”, relata el minero Venancio Calderón. ¿Qué sucedió el 9, 10 y 11 de abril de 1952? La historiografía oficial pasa los hechos por alto y se centra en qué hizo el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, Juan Lechín y Hernán Siles Zuazo después del levantamiento. El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) solo fue uno de los muchos actores de la revuelta, la historia quiere hacerlo ver como si hubiese sido el único.

Para saldar este vacío, en reconocimiento a los testigos que la historia oficial quitó la voz, y como crítica a esa historiografía funcional al MNR, Mario Murillo realizó una crónica que reconstruye las jornadas de abril con base en testimonios de distintos actores en su libro La bala no mata sino el destino (Plural). Con base en esta publicación se hace el relato de la insurrección que recoge la actuación de personas que participaron espontáneamente en la revuelta o fueron testigos. “Casi todos los testimoniantes de esta crónica reflejan su lejanía con el MNR”, escribe Murillo.

El enfrentamiento comenzó el miércoles 9 de abril, que coincidía con la Semana Santa. La primera batalla fue en Miraflores y empezó ese día. Esa mañana, Irma Aliaga, vecina de Miraflores, iría a Achocalla por el feriado. Cuando su vecino emenerrista le dijo que la Revolución estaba en pie, ella contestó: “la Revolución en tu calzón”. Cuando llegó a la plaza triangular el escenario era el de una balacera.

Miraflores. Murillo señala que esos enfrentamientos fueron entre militantes populares apoyados por los carabineros levantados con Antonio Seleme contra dos compañías del Regimiento Lanza que tenía por objetivo tomar el cerro Laikakota y defender al presidente de facto Hugo Ballivián. La batalla de Miraflores tuvo por centro el cerro del Laikakota. El entonces estudiante del Instituto Geográfico Militar Gonzalo Murillo testimonia en la crónica que los pusieron de guardia en las faldas de esa montaña en la noche.

La batalla fue intensa. Los partisanos estaban en la cima del cerro en trincheras cavadas y los militares los hostigaban desde las faldas. Cerca de las 05.00, una bomba llenó de tierra el patio de la casa de la señora Aliaga en el callejón Litoral. Los milicianos veían destellos de una ametralladora que venía de esa zona. “Comenzaron a venir los de la Revolución a averiguar. (...) Yo les dije ‘no hay’, pero en el fondo había un coronel (...) porque en ese momento tú no puedes delatar”.

Laikakota fue el campo de batalla de muchas revoluciones y golpes de Estado por ser estratégico, de ahí se controla cualquier movimiento en el Estado Mayor. Este combate duró toda la noche del 9 hasta que el 10 en la mañana, los milicianos hicieron retroceder a los militares.

El repliegue de los militares fue hacia el Estado Mayor, pero la retirada convirtió las calles miraflorinas en un campo de batalla. “La fuerza popular resultaba cada vez más numerosa y los militares sufrían derrotas en cada esquina”, relata el autor del libro.

El testimonio de la toma del Estado Mayor por parte de Gonzalo Murillo, uno de los defensores de esa posición, tiene reminiscencias griegas por su aire de familia con la estrategia de Odiseo del caballo de Troya: “Mientras tanto seguir combatiendo y estos obreros (...) agarraban y debajo de los muertos que bajaban en volquetas se habían metido al Hospital General. Nos atacaban desde la placita que había frente al Estado Mayor, donde ahora es el Hospital del Niño. (...) Hemos estado combatiendo casi un día y medio del Hospital del Niño al Estado Mayor”.

Gladys Miranda relata que su esposo Rogelio Miranda, un oficial del Regimiento Lanza que defendía el Estado Mayor, le contó: “(...) hasta que ha llegado un momento que nos han agarrado a morterazos (los milicianos a los militares), yo he visto que venía un morterazo (...), caí y ya no podía caminar y mis soldados me han recogido y ya se notaba que están perdidos, dieron la vuelta por abajo del río”. La batalla se inclinaba a favor de los insurrectos, hasta que los militares decidieron escapar, pero fueron rodeados por los partisanos que finalmente los rebasaron y tomaron el Estado Mayor. Miranda cuenta lo que dijera su esposo Rogelio en primera persona: “Al último se han entrado en gran cantidad y han tomado el Estado Mayor. Han rodeado, a nosotros nos han hecho formar una fila, a algunos los han matado”. Los milicianos, narrado de modo breve, ganaron la batalla de Miraflores.

Villa Victoria. Otra batalla determinante fue la de Villa Victoria, en las laderas de La Paz cercanas al Cementerio. “Villa Victoria, Pura Pura y la zona del Cementerio General soportaron el enconado enfrentamiento entre los combatientes populares y las tropas del Ejército”, escribe Mario Murillo.

Los actores principales fueron los obreros de las fábricas Said, Soligno, Forno y otras menores, todos vecinos de esas laderas. Sin embargo, la batalla por Villa Victoria —que luego sería determinante para que la insurrección gane el combate de El Alto y tome la Fuerza Aérea— tiene origen en los enfrentamientos por el Regimiento Calama en plena zona Central, cerca de la calle Armentia.

Los levantados carabineros de Seleme tenían por cuartel principal el Regimiento Calama, cercano a la plaza Riosinho. “Nosotros fuimos a reforzar el Calama (...) porque el Ejército también estaba subiendo a atacar ahí, a los carabineros. En el Calama nos dimos contra el Ejército y nos ganaron los soldados del Polvorín de Caicomi (en la punta del cerro en que está el Regimiento Calama)”, relata Luis Baldivia, ese momento estudiante del colegio Ayacucho.

Los milicianos fueron rechazados y huyeron haciendo de cebo para que los militares los persiguieran hasta Villa Victoria, donde los soldados fueron aplastados por los vecinos: “(...) hemos ido por la Estación, hemos subido por el antiguo camino a El Alto, para entrar al Cementerio. (...) Tranquilos hemos entrado al Cementerio, pero ya más tranquilos porque ‘Villa Balazos’ derrotó al Ejército en Villa Victoria. (...) Si ha sido una estrategia, ha sido muy buena, hemos servido de cebo para subir al Ejército en Villa Victoria, y ahí los han hecho bolsa”, cuenta Baldivia.

Los vecinos fabriles de este barrio y sus zonas aledañas eran muchos excombatientes de la Guerra del Chaco, por lo que estaban familiarizados con el manejo de armas. Villa Victoria era un paso obligado para entrar o salir de La Paz hacia El Alto, nota el vecino y testigo directo de esa batalla Hugo Tapia, quien era niño y fue herido en la pierna.

Los vecinos hicieron parapetos y organizaron la lucha desde una estrategia defensiva, señala Mario Murillo. “Los combatientes estaban en su salsa. Como si estuvieran recordando los sucesos del Chaco. (...) La lucha fue calle por calle. Se paraban en las esquinas, detrás de los postes, en los umbrales, en las terrazas, ahí con sus fusiles, y disparaban a los policías, incluso había una ametralladora liviana que los ponía a raya, incluso hubo combates cuerpo a cuerpo”, relata René Chacón, vecino del barrio que complementa su narración diciendo que las mujeres daban el apoyo logístico distribuyendo agua, alimentos, medicamentos y pertrechos.

El vecino y actor de la lucha René Espinoza cuenta que la mayor concentración de insurrectos fue por el puente de Villa Victoria, cerca de la calle Murguía. El cronista “tardío” Murillo nota una discrepancia con la historia oficial de Luis Antezana Ergueta que dice que la aviación no participó, pues varios de los testimonios que recogió dan cuenta de constantes y repetidos ataques de la Fuerza Aérea.

Siguiendo el relato, al derrotar a los soldados, éstos trataron de escapar por el bosquecillo: “(...) Me ha contado (el abuelo del testimoniante) después cuando han salido victoriosos, los militares han salido descalzos (...) con las manos en la nuca. (...) Inclusive los vecinos, como eran excombatientes, se sentían con la potestad sobre los changos; ‘somos antiguos’, los pateaban a los sarnas”, cuenta Juan Luis Yapura en la crónica.

El Alto. Ganada esa batalla, los milicianos decidieron tomar la Fuerza Aérea en El Alto; sin embargo, antes tomarían el Polvorín (Terminal) que guardaba un arsenal de armas y municiones. Al enterarse de la revuelta, el 9 de abril —narra el autor del libro— los mineros de Milluni (a pies del Huayna Potosí) decidieron sumarse a la batalla: 250 se dirigieron a pie hacia la Fuerza Aérea y 250 buscaron contactarse con los combatientes de Villa Victoria. El grupo que fue hacia La Paz llegó a la madrugada del 10 y junto a los fabriles tomaron el arsenal a dinamitazos y se armaron para hacer combate al Regimiento Bolívar y Pérez en las laderas que conducen a El Alto.

La batalla comenzó desde posiciones fijas de los milicianos por el Cementerio que respondían al fuego militar de los soldados apostados por la Ceja. “Nosotros fuimos al Cementerio porque teníamos informaciones de que los del (regimiento) Bolívar querían descolgarse (...). Ellos disparaban contra el Cementerio y nosotros contestábamos. No veíamos bien, disparábamos a la Ceja, medio a la suerte, a la ciega”, cuenta el minero de Milluni Venancio Calderón.

Esto se dio la noche del 10 y madrugada del 11. La consigna se volvió a tomar la Base Aérea de El Alto: “Había la carretera antigua a El Alto pero no hemos subido por ahí, había que parapetarse para subir. Era de noche. Nos reuníamos en el puente y en la Said y de ahí subíamos”, cuenta Baldivia.

Tras el fracaso de un primer intento, se formó dos grupos, según el relato de Murillo, uno por el bosquecillo y otro por caminos de herradura arriba del Cementerio. “Hemos salido a Achachicala. Acá arriba, donde está la represa (...)- Yo disparaba sin motivo, por fregar nomás”, dice el insurrecto Gilberto Espinoza. La escalada por dos flancos hizo ceder a los regimientos Bolivar y Pérez, el que subió por la ladera del Cementerio atacó por el lado del Faro Murillo y el que ascendió por Pura Pura los hostigó desde Munaypata.

Los militares estaban cercados y la victoria se acercaba. El primer regimiento en caer fue el Pérez que se retiraba en desbandada.“(...) Estaban enjaulados en tres frentes, eso fue ahora donde está la Alcaldía Quemada (...), muchos corrían hacia Viacha y otros se rindieron y entregaron sus armas, pero les hemos tenido que devolver porque se dieron la vuelta la chaqueta y combatieron con nosotros”, narra Baldivia. Los partisanos, engrosados por los soldados del Pérez, aniquilaron a los del Bolívar, regimiento del que también algunos soldados se pusieron la gorra al revés y se unieron a la revuelta, mientras que los oficiales lograron escapar. La insurrección había triunfado.


martes, 7 de abril de 2015

Paceños ilustres Rosendo Villalobos

Destacado hombre de letras y leyes, nació en La Paz el 1° de marzo de 1859, fue licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, profesor en diversos colegios de la ciudad, fundó en 1874 el conocido “Círculo literario” agrupando en su seno a todas las celebridades del mundo cultural de la época. En 1885 fue nombrado adjunto a la Legación de Lima, donde entabló estrecha amistad con Ricardo Palma y Manuel Gonzáles Prada, figuras cumbres de la literatura peruana.
En 1900 fue diputado a la Convención Nacional. Oficial del Ministro de Colonias en 1902, Presidente de la Cámara de Diputados en 1906; en 1910 - 11, Prefecto de La Paz; Director de Correos y Telégrafos desde 1912 a 1917.
De su inspirado talento literario en prosa castiza se han publicado obras como: “De mi cartera”, “Aves de paso”, “Memorias del corazón”, “Ocios crueles” (volumen de poesías), “Los poetas y los periodistas bolivianos”, “Letras bolivianas”, “Hacia el olvido”, “Pedazos de papel”, en las que se aprecian sus extraordinarias dotes poéticas.
También tradujo del francés importantes obras, dando a conocer de esta manera los avances literarios que se producían en los ostentosos salones de la “Ciudad Luz” de Francia.
Rosendo Villalobos falleció en su ciudad natal en 1940.

lunes, 6 de abril de 2015

La guerrilla de Teoponte y las heridas que nunca cicatrizaron

La experiencia del Teoponte fue un movimiento inspirado en la guerrilla del Che que pareció repetir la misma historia, en escenarios similares y con resultados iguales.

Era 1970 y los sueños de alcanzar la justicia social por medio de las armas subyugaban a jóvenes de diferentes lugares del mundo, pero no todos hubieran sido capaces de ofrendar sus vidas por ese ideal. Hoy en día es mucho más complejo imaginar qué puede impulsar a un joven hacia la posibilidad de la muerte por lograr un beneficio que no es personal ni material. Gustavo Ruiz  Paz “Omar” se sumó al sueño del Che, de Néstor Paz Zamora y todos los jóvenes que sufrieron y murieron en medio del monte. Para muchos fue un acto de heroísmo, otros lo calificaron como, locura, delincuencia.
“Para nosotros, los niños de la familia él era un mito, el primo guerrillero- recuerda su primo Roberto Ruiz Bass Werner- era un héroe, un Robin  Hood metido en el monte”.
Para las familias de los que partieron era algo de todos los días escuchar la radio, estar pendientes de lo que pasaba en Teoponte viviendo entre la resignación, ante la posibilidad de la muerte, y la esperanza de que retornen con vida.
Todas las personas que compartieron con nosotros fragmentos de la vida de Jorge Ruiz coinciden en que nunca hablaba de la guerrilla. “Algo que siempre decía, recuerda su primo- es que los mejores de ellos murieron en Teoponte. Ese era un sentimiento de culpa muy común, de que hicieron algo mal para no morir”.
“Algo que puedo decir con toda seguridad es que él nunca se perdonó haber sobrevivido a sus compañeros, fue una cruz que llevó hasta el final de sus días”, relata Lourdes López, la mujer con quien se casó en 1966, en Cuba.
“No es fácil ver caer a los tuyos, a los que combaten junto a ti, gente que fue tu amiga, que son tus hermanos de lucha”, reflexiona Lourdes.
Un primer Golpe fue el que sufrió antes de la guerrilla cuando en el año 69 vuelve a Bolivia para hacer el trabajo de organización del movimiento guerrillero  y vive en la clandestinidad junto con el sobreviviente de Ñancahuazú, Inti Peredo, quien hizo la convocatoria para reorganizar el movimiento guerrillero iniciado por el Che.
“Estaban ocultos en un lugar de donde no se podía escapar y lo rodearon como 100 soldados, Jorge no estaba ahí porque lo habían mandado a Cochabamba”. En ese ataque, según la versión oficial, muere Inti Peredo, defendiéndose. “La muerte de Inti lo afectó mucho, porque él siempre estaba con Inti y ese día no”.
Lourdes López conoció a Jorge en Cuba, y fue testigo del acercamiento de Jorge con los movimientos revolucionarios. “Él llegó a Cuba en el 62 para estudiar Ingeniería Arqueológica. Apenas llegó a Cuba se incorporó a las actividades junto con estudiantes de diferentes países del mundo, se insertó en la dinámica de la revolución y realizó las actividades propias de la juventud cubana de esos tiempos como el trabajo voluntario. Entró a las milicias revolucionarias y fue dirigente responsable de los estudiantes latinoamericanos. Él se fue implicando poco a poco y fue no sólo simpatizante sino defensor de la Revolución cubana”.
Fueron esos ideales los que llevaron a Jorge Ruiz Paz a Teoponte. Él tenía la formación y la preparación necesaria para dirigir a ese grupo y fue uno de los pocos que sobrevivió. “Sobrevivió porque estaba mejor preparado, entrenado, y en mejor forma físicamente”, explica Roberto.
Jorge Ruiz fue testigo de la larga agonía de Néstor Paz Zamora  y permaneció a su lado hasta que no pudo seguir más. El 8 de octubre muere uno de los ideólogos de ese movimiento guerrillero y él, Jorge Ruiz, el “Negro Omar” escribe en la última página de su diario de campaña: “Primo, me has dado la mejor lección de amor a la humanidad”.
 “Una cosa que me contó es que cuando iba a dejar a Néstor, de pronto metió su mano al bolsillo, un bolsillo al que había metido sus manos miles de veces y de pronto encontró unos maníes y no entendía porque no los encontró antes y se los dejó a Néstor antes de irse”, recuerda Roberto Ruiz.
Una última batalla luego de Teoponte, la vivió Jorge Ruiz, un 21 de agosto de 1971, en el cerro de Laikacota de La Paz, en donde se atrincheró y combatió contra los soldados del ejército. Él y sus compañeros derrotaron a un batallón del regimiento Castrillo, muñidos de armas y granadas con brazaletes rojos como distintivo.
Posteriormente estuvo a punto de morir debido a lo deteriorado de su salud que no volvió a recuperar después de Teoponte. “Mi hermano Ñato llamó a mis papás y les dijo que tenían que ir a La Paz para verlo pues estaba muy grave. Ellos se fueron en una flota, en el pasillo, porque no había pasajes. Cuando llegaron los llevaron casi a la media noche, con los ojos vendados, hasta una casa”.
En esa ocasión Jorge exigió a sus compañeros que lo vistieran porque no quería que sus padres lo vieran postrado, caminando a duras penas recibió a sus padres. “Sólo lo vieron por un rato a mi hermano Jorge, a quien después sacaron del país por Perú”.
Según Roberto Ruiz, en los años posteriores a Teoponte escuchó hablar de Jorge Ruiz de tiempo en tiempo, en especial cuando viajó a estudiar a Tucumán en el año 75, ya que por esa época se estructuró la Junta de Coordinación Revolucionaria, conformada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de Argentina, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia, el MIR chileno y los Tupamaros uruguayos, una respuesta al Plan Cóndor de las dictaduras sudamericanas.
Ruiz Bass Werner recuerda que varios tarijeños fueron a recibir entrenamiento en argentina. El 78 Roberto Ruiz retorna a Bolivia y se va a La Paz donde comienza a militar en el Partido Socialista 1 de Marcelo Quiroga Santa Cruz. En el 80 se produce el golpe de estado de Luis García Meza y asesinan al  líder del PS1  y según Ruiz, se produce el desbande de ese partido. “Había pocas organizaciones que luchaban contra la dictadura en la clandestinidad. Ahí yo escuché hablar de Jorge como de un miembro prominente del ELN y el 81 me comunican que había que reorganizar el Ejército de Liberación Nacional y que retornaba Jorge Ruiz.”
A Roberto Ruiz le pidieron que organizara su internación vía Perú, entonces se prestó un viejo jeep de Gonzalo Campero y se fueron a Copacabana. Dio la coincidencia de que entonces se llevaba adelante la carrera automovilística la Doble Copacabana. Uno de los corredores más conocidos era Rolando Bass Werner por lo que Roberto Ruiz, cuyo segundo apellido es Bass Werner partió junto con el hermano menor de Jorge, Gustavo Ruiz Paz, y le decían a la Policía y a quien les preguntara que eran parte de la comisión de auxilio del corredor, quien nunca se enteró de que usaron su nombre.
Roberto Ruiz se fue hasta Yunguyo, primera población peruana de la frontera con Bolivia, para encontrarse con Jorge. “Yo di una vuelta la plaza y no vi a nadie, así que seguí dando vueltas hasta que en una esquina vi a un negrito que se reía de mí y me di cuenta que era él. Venía bien disfrazado con una especie de prótesis que lo hacía ver más cachetón y con el pelo crespo por la permanente, parecía realmente un negro”. De vuelta seguía mostrando su documento y diciendo que eran ayudantes de Rolando Bass Werner, los militares en las trancas veían el documento de Ruiz y no dudaban, así que llegaron sin contratiempos a La Paz.
Allí iniciaron la tarea de retomar contactos y empezar la capacitación de viejos y nuevos militantes. Durante seis meses capacitaron a por los menos 100 personas, se restableció la red urbana y comenzaron a trabajar en la red rural. Ya habían comenzado a trasladar material a los Yungas y al Chapare para crear las condiciones para iniciar la lucha armada cuando Jorge fue tomado preso.
“Cuando lo detuvieron, recuerda su hermana Marina, ella fue  a La Paz para estar cerca de él. Ahí él me contó que le habían dado una hoja de papel y un bolígrafo y le han dicho que escriba todo lo que sabe y lo que ha hecho y lo han dejado para que escriba”.
Jorge Ruiz  decidido a desobedecer ideó al momento la estratagema para evitar el castigo. “Mi hermano estuvo toda la noche sacándole la tinta al bolígrafo, y lavaba la tinta que salía con sus orines”. Cuando al otro día volvieron para pedirle que les dé la hoja con su confesión les dijo que no había podido hacerla porque le habían dado un bolígrafo sin tinta.
Pierluigi Pagliai, miembro de los “Novios de la muerte” y conocido terrorista italiano,  fue el encargado de interrogarlo.
Lo sometieron a diferentes torturas, principalmente psicológicas. “Parece que el italiano quería matarlo pero había muchos reclamos de personas influyentes y el comando instruyó liberarlo y sacarlo del país”, comenta Ruiz y explica que por entonces la dictadura ya estaba debilitada y por eso no se atrevieron a ir más lejos como lo hicieron con mucha gente.
Jorge Ruiz estuvo por un tiempo en Cuba y regresó en julio del 82. Entonces hicieron un primer operativo que consistió en desplegar desde los altos del monoblock de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, una imagen gigante del Che Guevara plasmada en tela. Era un 8 de octubre y los paramilitares trataban de entrar y subir al edificio para bajarla. “Nosotros habíamos bloqueado las entradas, los ascensores y les lanzábamos piedras y bombas molotov, -recuerda Roberto Ruiz-. Resistimos muchas horas y luego escapamos”.
A los pocos días, la dictadura no pudo sostenerse más, se instaló la democracia y se canceló el camino de las armas. “Jorge era el gran referente y muchos compañeros del ELN querían continuar con el movimiento porque decían que esa democracia era una farsa”. Por un tiempo se mantuvieron alertas pero poco a poco la democracia los absorbió. Fue entonces que Jorge volvió por un tiempo a Cuba. La guerrilla dejó secuelas permanentes en su salud que se fue deteriorando poco a poco.
“Él nunca se recuperó, era una enfermedad  física pero también psicosomática, no tenía apetito”, explica Lourdes quien recuerda que cuando volvió a Cuba después de Teoponte sus salud estaba minada. Estuvo internado mucho tiempo. Al problema físico se sumaba una profunda depresión por lo vivido en la guerrilla. “Él era el jefe de operaciones y siempre sentía el no haber podido hacerlo bien”.
Llegó un momento en que Lourdes no puede soportar más ver el estado de Jorge y busca una forma desesperada para sacarlo adelante. “Yo tomé su documento sin permiso y lo matriculé en la facultad de Historia, para que estudie, como una forma de que él ocupe su mente”.
 “Él nunca se resignó, siempre quiso seguir luchando”, recuerda Lourdes López, quien fue además de su esposa, compañera, confidente y madre de sus dos hijos Gustavo y Raquel.
Fue entonces, en 1985 que decide retornar a Bolivia. Ese retorno significó para Ruiz un mayor acercamiento con Tarija, en especial con la gente del campo. Fiel a su espíritu aventurero, Jorge Ruiz salía siempre a recorrer el área rural de su tierra natal.
“Recibió una concesión minera por el río San Juan del Oro a la que le puso de nombre la pepita falsa, puso un surtidor que se llamaba “La Cholonca” y tenía un camión distribuidor de gas”, cuenta su hijo para quien,  estas actividades son las que le permiten conocer al campesino tarijeño.
Ese fue el acercamiento con su tierra. El siempre tuvo un contacto muy fuerte con la naturaleza. En un libro, Jorge Ruiz plasma las vivencias de esos años. “Chapacos”, lo titula y lo dedica a sus hijos Gustavo y Raquel a quienes denomina “herederos de ausencias y penurias. Víctimas también de mis sueños libertarios”. Haciendo referencia al poco tiempo dedicado a la familia, sacrificio común entre quienes persiguieron los ideales libertarios de la época y que él vivió intensamente, viajando por el mundo, arriesgando su vida y alejado de sus seres queridos.
Eran ya otros tiempos y Jorge Ruiz los vivió en Bolivia, en Tarija, rodeado de la familia de su hermano Gustavo, su hermana Marina y también su primo Roberto Ruiz.
“Para mis hijos era como un papá - recuerda Roberto Ruiz Bass Werner - Hasta ahora ellos hablan del tío “Pechuga” como si estuviera vivo”.
El tío Pechuga, un nuevo apodo que no saben por qué se lo pusieron pero todos coinciden en que ese tío fue excepcional. “Él fue como un padre para mí, más que mis propios papás -recuerda su sobrina Cecilia Ruiz-. Le he mojado la cama cuántas veces y él con toda paciencia se levantaba, me cambiaba y se volvía a dormir conmigo”.
Jorge Ruiz Paz vivió una vida plena dejando prendados de su personalidad  a todos quienes tuvieron el privilegio de compartir un momento con él, una caminata, una plática. “Era un hombre profundamente culto que había leído mucho pero además era muy ingenioso, ocurrente, gracioso”, afirma Marina.
Sin embargo, su salud no se recuperaría jamás. Vivió hasta los 64 años con permanentes recaídas, pero quienes vivieron con él por esa época no lo recuerdan enfermo, sino siempre alegre, riendo y ayudando a los demás.
En 1989 Jaime Paz Zamora  llega a la presidencia de Bolivia y Jorge Ruiz Paz es llamado a su lado para colaborar en su gobierno. Es entonces cuando vuelve a Teoponte para ubicar el lugar en el que quedaron los restos de Néstor Paz Zamora, para traerlos de vuelta  a Tarija. “Allí mi hermano encontró también su pistola, que había enterrado debajo de un árbol”, recuerda su hermana Marina.
En abril de 2003 su salud comenzó a deteriorarse rápidamente y en mayo partió para Cuba.
“Yo estuve con él ese tiempo- recuerda Lourdes- y él siempre pedía noticias de Bolivia, quería saber qué pasaba después de los enfrentamientos de febrero”.
“En Cuba me pidieron que le pregunte cuáles eran sus deseos, si lo podían enterrar en un mausoleo militar allí pero yo no podía preguntarle algo así a él que nunca hablaba de la muerte y solo le dije, y qué tal si nos quedamos aquí y él me respondió: “No Beba, no, yo quiero volver a Tarija”.
El 1 de octubre de 2003 murió Jorge Ruiz Paz, un hombre extraordinario de quien se puede decir que lo amaron por igual sus familiares, amigos, camaradas, hombres, mujeres y niños, y aún hoy, cuando se habla de él, todos tienen algo que decir, confirmando que la principal virtud de Jorge fue convertirse en un ser inolvidable.
La Frase: “Algo que puedo decir con toda seguridad es que él nunca se perdonó haber sobrevivido a sus compañeros, fue una cruz que llevó hasta el final de sus días”.

jueves, 2 de abril de 2015

Apuntes históricos sobre los primeros años de Potosí

Aún existen muchas incertidumbres sobre la historia de Potosí, vamos a hacer algunos apuntes para tratar de resolver el problema planteado para poder establecer el crecimiento que tuvo Potosí a lo largo de su historia, desde la óptica de los cronistas, autoridades reales y religiosas que manifiestan tener Potosí a lo largo de su proceso histórico.
Los primeros años de Potosí después de su descubrimiento en 1545 los habitantes se enfrascaron en una explotación tan frenética de los entonces fáciles depósitos argentíferos que no hubo tiempo para escribir historia; se produce uno de los fenómenos más importantes de concentración urbana, “que de muchas partes del reyno acudian Indios a este assiento de potossi, para aprovecharse” afirma Cieza (1553) al referirse a Potosí cuando visitó el “asiento” en 1549. Como el conocimiento de Cieza se remonta a los primeros años de Potosí, su descripción del asiento minero es especialmente valiosa.
Las primeras referencias que encontramos sobre cuantos se establecieron para fundar Potosí, encontramos en una anónima descripción donde se asevera que se pobló un “19 de abril de 1545, por 75 hombres que a ello vinieron desde la ciudad de la plata” (Chacón,1973). Junto con los 75 españoles fueron unos siete mil yanaconas que aprendieron el arte de la “wayra” (Serrano 2002). Podemos concluir que desde 1545 se fue formando una población que, sin lugar a dudas, en este primer momento, no era más que un asiento minero. Las casas se fueron haciendo “sin orden, concierto ni medida de calles, pues cada cual hizo su casa con tanta prisa que careciendo de la forma hubieron de quedar sin calles por donde pasa” (Arzans,1737). Quizás por esto, en 1787 Juan del Pino Manrique dijo que era un pueblo que se “formó tumultuariamente por la codicia, al pie de la riqueza que descubrió una casualidad” (Manrrique,1787). El crecimiento urbano adquirió dominio fundamental en la transformación histórica.
Divulgándose a los cuatro vientos el descubrimiento de plata en el Cerro Rico, llegaron muchos españoles y casi la mayor parte vecinos de la ciudad de La Plata (Acosta,1586). Los españoles levantaron una población a toda prisa, "pues (como dice Acosta) cada cual hizo su casa con tanta prisa que careciendo de la forma hubieron de quedar sin calles por donde pasar; y así en espacio de 18 meses se hicieron más de 2.500 casas para más de 14.000 personas que entre españoles e indios había". Arzans pretende dar una razón de las primeras casas, que llama fundación y dice que “Don Antonio de Acosta comienza a contar los principios de la fundación de esta Imperial Villa a 10 del mes de enero de 1546. Pero don Juan Pasquier, el Excelentísimo señor don Francisco de Toledo, el capitán Pedro Méndez y otros autores, con lo que se reconoce en varios archivos, afirman que comenzó a cimentar, a cuatro días del mes de diciembre”.
Potosí, creció muy aceleradamente, muchos españoles dueños de minas aledañas atraídos por el metal argento, se avecinaron como pudieron y alentaron a poblarla, haciéndose las primeras construcciones apresurada y desordenadamente, como bien apunta Arzans: "Muy adelante iba la fundación, que como no se embarazaban en nivelar las calles ni ahondar cimientos, ponían piedra sobre piedra y adobe sobre adobe, con gran prisa, por cuya causa quedó muy mal formada la villa, y las calles tan angostas que sólo se les podía dar nombre de callejones". Como el frío los apretaba con rigor, se dieron tan prisa que en breves días tuvieron ya donde poderse abrigarse. Las casas se fueron haciendo "sin orden, concierto ni medida de calle, pues cada cual hizo su casa con tanta prisa que careciendo de la forma hubieron de quedar sin calle por donde pasar". Continúa manifestando, que por el mes de septiembre de este año de 1545, con más de 170 españoles y 3.000 indios comenzó la fundación de Potosí (Arzans, 1737). Un año después estaban edificadas "94 casas, para las cuales se les había señalado sitio en los parajes más secos... y en espacio de 18 meses se hicieron más de 2.500 casas para más de 14.000 personas que entre españoles e indios había". Acosta refiriéndose a la extensión manifiesta que Potosí tendría “dos leguas de contorno”.
El mercado o comercio de Potosí era el más dinámico del Perú y la Relación de Capoche (1585), tiene mucho que decir sobre el tema, su experiencia personal en Potosí lo habilitaba para mostrar la vida del floreciente asiento minero. Cuenta con lujo de detalle las cantidades, calidades y precios de las mercancías, comidas y bebidas que ansiosamente consumían los potosinos. Las ganancias eran tan jugosas que hasta los caballeros de España no desdeñaban empeñarse en el comercio; sólo en ropa de Castilla se expendían 1.200.000 pesos al año. Otro millón se gastaba en las hojas de coca cuya substancia los indios absorbían en lo hondo de las minas. A través de sus páginas, no obstante, Capoche da muchas noticias de interés histórico. Había hablado con los que estuvieron en Potosí cuando ocurrió el descubrimiento o poco después, usando documentos al parecer confidenciales sobre propiedad y producción minera.
L. Hanke y G. Mendoza en la Historia de Arzans; se refieren a la población potosina durante los dos primeros siglos, afirman que las cifras de Arzans no son espectacularmente distintas del cálculo de 1603 (Jiménez de la Espada, Relaciones geográficas, II, 121) de 58.300 "indios de trabajo (mitayos, mingados y libres) y de la cifra de 80.000 indios sin niños ni mujeres" dada por Vázquez de Espinosa. El cronista franciscano Córdoba Salinas (1651) da 150.000 indios para Potosí, mientras el autor de un manuscrito sin fecha ni firma de fines del siglo XVI en la Hispanic Society of America (Nueva York) da un cálculo cuidadosamente preparado sobre el número de indios: 30.000 indios de trabajo hay en Potosí, y se especifica el tipo exacto de trabajo que cada grupo hace. Unos 10.000 se ocupan solamente en traer víveres.
El jesuista Diego de Torres afirma que en 1607, había 6.000 españoles los que “moraban en Potosí, distribuidos en tres mil casas”, además de 50.000 indígenas, 20.000 que trabajaban en la labor de las minas “y el resto servían en el beneficio de los metales y otros menesteres”, fuera de 6.000 negro esclavos (Lozano,1754).
En 1611, la población potosina había subido a 160.000 personas según Juan del Pino de Manrrique, alcanzando a ser una de las más grandes de América o tal vez del mundo. Observamos en el último resumen, que los sucesos se relatan con tremendo detalle por Hanke y Mendoza; sirven de guía, ayudándonos en ella para no extraviarnos en el crecimiento poblacional y de vivienda.
Para informar sobre la población en el lapso 1545-1700 Arzans usa diversas fuentes. En 1555 había 4.000 españoles "todos nobles", y en 1557 había 12.000 españoles y de éstos sólo 4.000 "nobles y buenos vecinos". Afirma que según un censo del virrey Toledo en 1572 Potosí contaba con 120.000 habitantes, pero esta cifra está probablemente hinchada. Otro censo oficial hecho en 1610 "con especial diligencia y cuidado" indicaba que había 160.000 habitantes en Potosí, y los historiadores Acosta y Méndez descomponen la cifra en esta forma: "dicen que se numeraron 76.000 indios de varias provincias juntamente con los naturales de esta Villa, entrando también en este número los 5.000 de la mita, y en todos de entrambos sexos y edades; 3.000 españoles, entre grandes y pequeños, nacidos en esta Imperial Villa; 35.000 españoles criollos de todos los reinos y provincias de estas Occidentales Indias, de entrambos sexos; 40.000 españoles de los reinos de España, y extranjeros; 6.000 negros, mulatos y zambos de entrambos sexos, de diversas provincias del mundo: con que sustentaba Potosí 160.000 moradores". Investigaciones posteriores rebajarán sin duda en algo las cifras de población que da Arzans, pero no hay duda de que la población de Potosí fue nutrida en el lapso cubierto por la Historia, con relación a otras ciudades hispanoamericanas.