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miércoles, 31 de diciembre de 2014

30 de diciembre de 1832 Santa Cruz en Puerto La Mar

Cumpliendo instrucciones del Libertador Bolívar, el coronel Francisco Burdett O'Connor salió de Tupiza en viaje de exploración al litoral boliviano de Atacama, después de recorrerlo en toda su extensión de sur a norte indicó el pueblo de Cobija como el más adecuado para la fundación de un puerto para Bolivia.

Su informe, tuvo como resultado que el Libertador Bolívar promulgué: el decreto emitido el 28 de diciembre de 1825, habilitando el puerto de Cobija con el nombre de La Mar (en homenaje al gran mariscal José de La Mar, vencedor de Ayacucho), como la principal vía marítima de la República. De esta manera, fue refundado el antiguo puerto heredado de la Real Audiencia de Charcas, Cobija, que fue instituido en 1587 con la intensión de “establecer un puerto propio para Potosí por el cual exportara la plata a Europa en vez de hacerlo por Arica.

Posteriormente, la administración gubernativa del Mariscal Andrés de Santa Cruz que también mostró bastante interés por el puerto de Cobija lo habilitó como tal para entregarlo al comercio interno y externo. Y un 30 de diciembre de 1832 Santa Cruz y su comitiva oficial llegaron al puerto de Cobija, donde fueron recibidos con manifestaciones de júbilo por sus habitantes. El mismo día dictó varios decretos en beneficio de este importante puerto boliviano. La construcción de bombas para extraer agua potable para el consumo de sus habitantes, la construcción almacenes y un cuartel para 300 soldados de tropa, fortificó con 24 cañones de grueso calibre en el morro Blanco, un lugar bastante estratégico para el resguardo de posibles incursiónes de fuerzas externas.

De esta manera, toda la actividad admi-nistrativa y económica de la región se de-sarrollaba en este puerto, centro capital, entroncado al gobierno de La Paz.

martes, 23 de diciembre de 2014

Julio Méndez, pionero del pensamiento geopolítico boliviano

(Con una herencia de antigüedad que lejos de abrumarnos nos incita y nos proyecta al provenir, los sudamerica-nos tenemos que aprender a ser los más jóvenes: ¡ideas, imaginación, proezas de la voluntad y la inventiva! Venimos de las más remotas lejanías; queremos proyectarnos a las más al-tas conquistas del futuro. Esta es la voz de Bolivia, la enclaustrada, a un continente que no comprende todavía su destino heroico de concentración y sacrificio).

Fernando Diez de Medina, 19751

Durante el gobierno del Gral. Mariano Melgarejo, los plenipotenciarios de Chile y Bolivia, por el primero: Alvaro Covarrúbias y por el segundo: el argentino Juan R. Muñoz Cabrera, suscribieron el 10 de agosto de 1866, en Santiago el ‘Tratado de Límites’, que fijó como frontera: “Art. 1°. La línea de demarcación de los límites entre Bolivia y Chile en el desierto de Atacama, será en adelante el paralelo 24 de latitud meridional desde el litoral del Pacífico hasta los límites orientales de Chile, de suerte que Chile por el sur y Bolivia por el norte, tendrán la posición y dominio de los territorios que se extienden hasta el mencionado paralelo 24, pudiendo ejercer en ellos todos los actos de jurisdicción y soberanía correspondiente al señor del suelo” 2. En ese sentido, este Instrumento Internacional interrumpió momentáneamente 24 años de usurpación gradual procedente de Chile, iniciado en 1842, por otro lado, “Bolivia renunció a sus pretensiones máximas, basadas en el ‘Uti possidetis juris de 1810’ de llegar hasta el paralelo 27° Lat. S.” 3.

Con el transcurso del tiempo las Repúblicas del Perú y Chile disputaron el primer rol como Estado marítimo en el Pacífico Sur. En este contexto, se formó las primeras ideas del pensamiento geo-político Boliviano, el pionero de esta corriente fue Julio Méndez, que escribió la teoría del ‘equilibrio Americano y la necesidad de la neutralización perpetua de Bolivia’, con una perspectiva futurista, profetizó las complicaciones que afligirán a Bolivia, a fines de la década de 1870’ y principios de los 1880’.

Sobre este personaje, es necesario mencionar, que Julio Méndez nació en Ayopaya (Cochabamba) en 1833 y fue hijo natu-ral del destacado diplomático Manuel de la Cruz Méndez, Ministro de Relaciones Exteriores (1842 - 1844) y creador del Departamento del Beni. En 1857, Julio era ya profesor de historia y filosofía en el colegio de ciencias ‘Sucre’ de Cochabamba. Adquirió un saber vasto, alcanzando la reputación de sabio. En 1872, mientras residió en Lima, publicó en los periódicos el ‘Nacional’ y la ‘La Patria’, diversos artículos que fueron compilados y publica-dos en 1874.

El 18 y 20 de septiembre de 1872, pu-blicó sobre la actitud absorbente de Chile y la obligación que tiene dicha nación de respetar el Derecho Internacional Ameri-cano, además realizó también un llamado silencioso a las naciones del Continente a pronunciarse sobre el tema: “pero si el Uti possidetis del año 1810 4, no ha de conti-nuar siendo la Constitución Internacio-nal de Hispano-América, la preponde-rancia de Chile sobre el Perú y sobre el Pacífico, habrá crecido proporcionalmen-te con los 12° geográficos desmembrados, a Bolivia (del 24° al 27°) y a la Confede-ración Argentina (del 42° al 50°): es decir, cuando Chile pueda ser dueño de los paí-ses de Atacama y la Patagonia, por con-sentimiento de la América española” 5.

Consecutivamente, publicó con una gran visión geopolítica el papel de Bolivia, como nación central de Sud América y el beneficio que podría tener la construcción de un ferrocarril transcontinental que atra-vesaría nuestro país. En efecto, la situa-ción geográfica según Méndez, hace de Bolivia, una nación neutral por excelencia y además necesaria de existir: “Los ferro-carriles continentales del Brasil al Perú y de Buenos Aires a Lima, tienen que pasar por allí (Bolivia, J. P.). Es un puente que ha de unir todos los extremos de la Améri-ca; y no convendría que su territorio fuese parte adherente de ningún Estado. El centro es como la fiel de la balanza, el jus-to medio de la circunferencia, y, por consi-guiente, la neutralidad por excelencia. Podríase borrar esa nacionalidad del ma-pa de la América del Sur, pero ¿sería dado hacer desaparecer el territorio, la geogra-fía mixta de esa parte del continente, que es de donde se deriva el papel internacio-nal de Bolivia?

Preguntémonos, además: ¿ese papel es beneficioso al sistema general del medio continente? Sin duda que sí, puesto que tiene las condiciones de todo centro geo-métrico, de ser esencialmente regulador. La neutralización de un Estado semejante es la más grande ventaja que podía pro-ponerse al derecho de gentes americanos; de tal manera que si Bolivia no existiera, convendría crearla” 6.

Con relación a la ambición de Chile, sobre los territorios Bolivianos, escribió: “La anexión a Chile de Atacama y la Pa-tagonia, tiene trascendencias muy lejanas y conduce a complicaciones muy graves contra la familia hispano-americana” 7. También subrayó sobre la avaricia chile-na: “Bolivia ha sellado con su signatura la ambición de Chile, entregándose a dis-creción para que en un tiempo no remo-to, se apodere del resto de la costa. ¿Ni cómo suponer que la nación que la ha disputado tres cuartas partes del desierto, se detenga ante la última cuarta parte, que es mucho más importante que la par-te renunciada? En la última fracción se halla situado el huano y la bahía de Me-jillones, los tesoros de Caracoles, los puertos de Antofagasta, Cobija y Tocopi-lla, las huaneras de Paquica, el bórax y el salitre; y en el interior de la costa, la alti-planicie de Atacama. Chile persigue esta concentración de incalculables benefi-cios, con esa tenacidad que negocia con todos los partidos políticos de Bolivia, ofreciéndoles en compensación de la suelta, la costa de Moquegua y la protec-ción de sus caudillos” 8. De esta manera, Julio Méndez, describe desde una perspec-tiva futurista lo que ocurrirá siete años después, es decir profetizó la invasión militar chilena efectuado el 14 de febrero de 1879 al puerto boliviano de Antofagas-ta, que dio inició a la denominada Guerra del Pacífico, que ocasionó la pérdida de todo el litoral boliviano.

Sobre la neutralidad, describió: “hallán-dose Bolivia como el centro de los tres sistemas internacionales del Pacífico, del Plata y el Amazonas, su posición geográ-fica decide completamente de su carácter neutral” 9. También detalló que la: “na-ción neutral no vive para sí; vive para aquellas a quienes se refiere su neutrali-dad. En la neutralidad hay una relación de generosidad útil a los que la aprovechan. Por eso, las cesiones territoriales que ha-ga Bolivia, provocarán cuestiones genera-les. La de Atacama ya es una cuestión del Pacífico en la que al Perú le ha cabido la misión de dar el primer grito de alerta. En el Plata, la cuestión del Chaco, resuelta con una inconcebible ceguera, por los ne-gociadores del Tratado tripartito, que pro-cedió a la guerra con el Paraguay, ha de ser resuelta por la fuerza de las cosas, en favor de Bolivia. Lo que son las provincias bolivianas del Beni y del Caupolicán para el Perú y el Brasil, es la región del Chaco para el Brasil y el bajo Plata la mediane-ría indispensable entre los Estados de una y otra parte” 10. Sobre este pensamiento, el internacionalista Jorge Escobari C., señala: “la posición excepcional de la República de Bolivia, le permite conjugar las naturales proyecciones de la política internacional de los cinco importantes Es-tados con los cuales limita” 11.

Pero con la firma del ‘Tratado secreto de Alianza entre Bolivia y el Perú, en Lima el 6 de febrero de 1873’, nuestro país se sintió seguro y dejó de lado los consejos y visión de Julio Méndez.

En 1874, nuestro personaje publicó una obra titulada: “Cuestión municipal en Bolivia”. Un año después imprimió un fo-lleto “Bolivia ántes del 30 de noviembre de 1874”. Posteriormente, en 1879, el Pre-sidente Gral. Hilarión Daza lo nombró Mi-nistro de Instrucción de Justicia, Pública y Culto, cargo que ejerció hasta la caída de éste. Luego entre 1879 y 1880 presentó su obra titulada: “Opiniones del Ministro de Justicia, Instrucción Pública y Culto, Anexos Anteriores al ultimátum de Chile, 2 tomos”. A él también se debe un pro-yecto militar de defensa en la contienda que el Gral. Daza lo desechó.

Consecutivamente, en 1884 publicó una obra: “Incompetencia de las mesas escru-tadoras para lo contencioso”. Con el tiempo se adscribió al liberalismo del Gral. Eliodoro Camacho y defendió la posición guerrista. En el ocaso de su vida fue nombrado E. E. y Ministro Plenipo-tenciario ante la República Argentina, falleció en 1908.

A modo de conclusión, en palabras del escritor Isaac S. Campero, podemos decir que: “¿Qué es Méndez para nosotros? Es talento sin competencia que se asemeja al genio; es luz que alumbra nuevos y dilata-dos horizontes; es corazón, alma, calor, entusiasmo, vida de todo un conjunto ar-mónico y literario; es patriotismo que no conoce el yo ni el interés personal; es esperanza positiva de la patria boliviana; es elocuencia sin límites; doctrina que cuaja principios y hace brotar ideas” 12. Sin embargo, el pensamiento geopolítico planteado por Julio Méndez, sobre el ‘equilibrio natural’, con el tiempo maduró, “la función internacional de Bolivia se condensa entonces en una fórmula de su cancillería: ‘Bolivia debe ser tierra de contactos y no de antagonismos’. La anuncia por primera vez, en 1936, el Mi-nistro de Relaciones Exteriores, Luis Fer-nando Guachalla” 13.

sábado, 20 de diciembre de 2014

17 de diciembre de 1830 Muere El Libertador Simón Bolívar


Libertador de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá. Figura in-comparable en la historia americana, tuvo el privilegio de poseer en el más alto grado los dones del hombre de acción y del pensador. Nació en Caracas el 24 de julio de 1783 el Libertador Simón Bolívar. Tuvo maestros como el humanista y jurisconsulto Andrés Bello y el pensador y pedagogo Simón Rodríguez que fue sin dudas quien influyó más en su personalidad y formación. Ingresó al Batallón de Milicias de Blancos Voluntarios de los Valles de Aragua y se gradúa de subteniente. Viajó por Europa y la huella imborrable de su paso por ella fue la coronación de Napoleón Bonaparte como Emperador, lo que motivó a su regreso a Caracas, el comienzo de conspiraciones por la libertad de América.

La llegada del español Vicente Emparan a Caracas como Gobernador y las noticias procedentes de España, de que toda Andalucía había sido conquistada por los franceses, acabaron por precipitar los acontecimientos. El 19 de abril de 1810 se produjo movimiento independentista, y a Bolívar la Junta Suprema de Caracas lo ascendió a Coronel, destinándolo a misiones diplomáticas a Londres, una vez cumplida esta Bolívar regresa a Venezuela y el 2 de marzo de 1811 se instala el primer Congreso de la Nación. El 5 de julio de 1811, se declara solemnemente la Independencia de Venezuela.

En 1812 Bolívar va a Curazao, en su primer destierro y en octubre de este año viajó a Cartagena, donde dirigió a los ciudadanos granadinos el famoso Manifiesto de Cartagena, en el que invitaba a redimir a Venezuela. En 1813 emprende la campaña de liberación del territorio nacional, esta-ba empezando la Campaña Admirable, que culminó triunfal- mente en Caracas. En Mérida, el 23 de mayo de 1813 fue lla-mado por primera vez Liberta-dor. En 1816 decreta la libertad de los esclavos. Un nuevo exilio le espera; regresa a Haití, don-de organiza una segunda expe-dición. El 28 de diciembre de 1816 desembarca en Juan Grie-go (ubicado a orillas de una bahía del nordeste de la isla de Margarita, Venezuela) de allí pasa a Barcelona, España.

El 15 de febrero de 1819 instala el famoso Congreso de Angostura (territorio de Colom-bia), ante el cual pronunció su más brillante discurso, en el que dicta cátedra republicana y a los tres poderes tradicionales (Ejecutivo, Le-gislativo y Judicial) agrega el Poder Moral y se juramenta como Presidente de Venezuela. Par-te hacia la Nueva Granada, la conquista y esta-blece allá una Vicepresidencia, a cargo del General Francisco de Paula Santander.

El 17 de diciembre de 1819 crea la República de Colombia, con tres Departamentos: Vene-zuela, Cundinamarca y Quito. Simón Bolívar el 27 de noviembre de 1820 firma el armisticio (se acordaba una tregua de seis meses en la guerra además de constituir de facto un reco-nocimiento del estado colombiano por España) con el general español Pablo Morillo en Santa Ana estado de Trujillo.

En 1824 obtuvo la más decisiva de sus victorias en la batalla de Ayacucho, que deter-minó el fin de la presencia española en Perú y en toda Sudamérica. Convocó a un Congreso Anfictiónico en Panamá, que se instaló el 22 de junio de 1826 y cuyos resultados no fueron satisfactorios para Bolívar. El mismo dijo: “Su poder será una sombra y sus Decretos conse-jos nada más”. El 25 de septiembre de 1828 ocurre un atentado contra su vida. Bolívar en marzo de 1830 entrega el Poder al general y político colombiano Domingo Caicedo y en abril renuncia a la Presidencia de la República. Enfermo, el 17 de diciembre de 1830 deja de existir el Libertador en la Quinta San Pedro Alejandrino, hacienda ubicada en la ciudad de Santa Marta, Colombia.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Presentan documentales sobre la Guerra del Chaco

Cinco cortometrajes documentales que recogen memorias e historias de vida marcadas por la Guerra del Chaco se proyectarán hoy jueves, a las 18:30 horas, en la sala de la Biblioteca Simón I. Patiño (calle Potosí casi Portales), adonde el ingreso será libre.

La exhibición de los cortos pondrá punto final a la segunda versión de los Fondos Concursables para la Creación y Producción de Documentales del municipio de Cochabamba.

Los trabajos que se proyectarán son Guerra tatayta Mikhuyakapusqa (La guerra se había comido a mi padre, dirigido por María Elena Solares y Marisol Díaz), Heroínas anónimas (del director Cristian Antelo), Sueños de guerra (dirigido por Santiago Espinoza y Luis Brun), Quejas del alma (del director Gabriel Prado) y Posguerra (dirigido por Luis Rodríguez).

Además del pase de los cortometrajes, se ha previsto para el acto la interpretación en vivo de música de la Guerra del Chaco.

Los cinco trabajos resultaron ganadores de los citados fondos, que fueron convocados este año por las productoras Imago e IncubArte, la Asociación de Documentalistas de Bolivia (ADOC-Bolivia) y la Oficialía Superior de Culturas del Gobierno Municipal de Cochabamba, con la intención de impulsar y promover la producción cinematográfica documental.

La realización de los cortos estuvo precedida de un proceso de selección de proyectos, un taller de capacitación para los realizadores cuyas propuestas fueron elegidas y la coordinación con cinco casas productoras cochabambinas que coadyuvaron en el proceso de producción de los documentales.

Cada proyecto recibió un fondo de 10 mil bolivianos, aportados por la Alcaldía, para la producción del cortometraje.

domingo, 14 de diciembre de 2014

190 años de la Batalla de Ayacucho



El martes 9 de diciembre fue una fecha especial para todos los americanos; ese día asistimos jubilosos, desde Río Grande hasta la Patagonia, a la celebración del 190 aniversario de la hazaña militar que selló nuestra definitiva emancipación: La Batalla de Ayacucho, la última y más importante de cuantas se celebraron en el marco de la gesta independentista americana. Ayacucho no solo marca el fin del poder colonial español en el Nuevo Mundo, es la victoria que señala el tránsito hacia la futura integración latinoamericana, al tiempo que, bajo sus laureles, contempla el nacimiento de una nueva nación: La República de Bolivia.

Aquel 9 de diciembre de 1824, después de superar obstáculos inimaginables, el general venezolano Antonio José de Sucre y 5.780 bravos del Ejército Unido Libertador asisten a su cita con la gloria en la Pampa de Ayacucho, dispuestos a consumar la libertad de la América Meridional.

La victoria no se presentaría nada fácil, el adversario que se interponía entre la libertad definitiva del continente o la continuidad del yugo colonial era, sin lugar a dudas, el más poderoso de cuantos oprimieron al país de los incas. El Virrey José La Serna y sus experimentados jefes europeos disponían de una maquinaria militar de más de 15.000 hombres, 10.000 de los cuales se presentaron ese día en el campo de batalla.

ESTRATEGIA. Comenzadas las acciones, el general Sucre, leyendo perfectamente lo que sucedía en el campo de batalla, ordena al general José María Córdova que ataque con su División el centro realista, comprometido momentáneamente en el paso de una quebrada luego de su incómodo descenso por las faldas del cerro Condorcunca. Colocado frente a sus tropas el general neogranadino emite una célebre orden: ¡Soldados, armas a discreción; de frente, paso de vencedores! Acto seguido, en medio del mayor orden táctico desplegado durante la jornada, las tropas de Colombia siguen a la victoria a su joven comandante de 24 años. Los más selectos cuerpos realistas salen a su encuentro: Burgos, Guías, Victoria, Infante; su esfuerzo es vano, los batallones del Rey son arrollados y disueltos pese al arrojo con que se emplean sobre el campo de batalla.

Sobre el costado izquierdo del campo, la División La Mar (batallones Número 1, 2 y 3 del Perú y la Legión Peruana de la Guardia) se traba en feroz combate con la vanguardia realista del Mariscal Valdés; mientras, en el centro, los heroicos batallones Pichincha, Bogotá y Caracas se abalanzan sobre el fuego enemigo a costa de grandes pérdidas. En el fragor de la batalla llega el turno de actuar a la caballería patriota del intrépido general Miller, los Húsares de Junín, con el comandante Suárez de Buenos Aires, y los Granaderos y Húsares de Colombia de los venezolanos Silva y Carvajal, irrumpen como truenos sobre la pampa para terminar de decidir la batalla a favor del bando republicano.

Al final de la jornada, la victoria patriota es total: en su poder quedan el Virrey, 15 generales, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 jefes y oficiales y 2.000 efectivos de tropa, mismos que ascenderían a 6.000 en los días posteriores. Sucre no conoce la victoria sin la clemencia, la generosa capitulación concedida por el jefe patriota a sus otrora opulentos adversarios eleva el nombre de América al sitial de las más nobles y civilizadas naciones del universo.

La victoria de Ayacucho representó también el triunfo de la política de alianzas continentales impulsada por el Libertador Simón Bolívar. A Ayacucho, enclavado en la Sierra Sur del Perú, concurrieron tropas de Venezuela, Nueva Granada, Quito, Guayaquil, Alto y Bajo Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Centroamérica y Europa, la mayoría de ellas confederadas ya con Colombia gracias a los tratados de Amistad, Unión, Liga y Confederación perpetua suscritos por el Libertador Bolívar con los gobiernos de Lima (1822), Chile (1822), Buenos Aires (1823), México (1823) y Centroamérica (1826). Estos acuerdos serían ratificados en la primera Asamblea de Pueblos libres que recuerde la historia americana: El Congreso Anfictiónico de Panamá.

CHARCAS. Más allá de las consecuencias políticas, económicas, sociales y comerciales que en el ámbito continental arrojó la jornada de Ayacucho, para los altoperuanos tuvo una especial significación pues bajo la égida del héroe de Pichincha y Ayacucho los territorios de la antigua Audiencia de Charcas verán nacer en su seno una nueva nación, Bolivia. El general Sucre, conocedor desde la campaña de Pichincha del sentimiento independentista de los altoperuanos, apenas cruzó el Desaguadero no dudó en convocar a una Asamblea Deliberante para que los habitantes de Charcas decidieran su futuro, tal como lo había anunciado desde el año anterior en decenas de cartas dirigidas a Bolívar y a diferentes autoridades militares de Colombia. Pero el concurso del futuro Gran Mariscal de Ayacucho a la independencia del Alto Perú no se limitó solo al decreto, con su pluma magistral pudo doblegar a las guarniciones realistas y ganarlas para la causa de libertad.

Desde su Cuartel General en Cusco, el 1 de enero de 1825, el futuro Presidente de Bolivia dirige una nutrida correspondencia a las municipalidades de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Potosí informando que: “El 9 de diciembre en los campos de Ayacucho terminaron la opresión y los males de este país... les dejaremos (el Ejército Libertador) su más amplio y absoluto albedrío para que resuelvan sobre sí lo que gusten, para que se organicen del modo que más proporcione su felicidad”. En similares términos se comunica con los jefes realistas de Oruro y Santa Cruz (Arraya y Aguilera), anexando a toda su correspondencia copia de la Capitulación de Ayacucho. Ante el infortunio de la causa española en América, la reacción de las principales guarniciones realistas del Alto Perú no se hizo esperar, los pronunciamientos de adhesión a la causa libertaria se suceden uno tras otro: el 14 de enero de 1825 Cochabamba, el 12 de febrero Valle Grande, el 14 de febrero Santa Cruz, el 22 de febrero Chuquisaca y el 30 de marzo Cotagaita.

Pudiendo haber aplastado con su remozado e invicto ejército a los disminuidos realistas del Alto Perú, el espíritu cívico y humanista de Sucre se decantó por la diplomacia; en América no se había dado conducta igual. El último vestigio del poder español en Charcas se extinguiría, sin pena ni gloria, con el asesinato del obstinado general realista Pedro Antonio Olañeta, a manos de sus más cercanos colaboradores, en momentos en que el Ejército Libertador ocupaba ya Potosí.

El 6 de agosto de 1825 “un nuevo motivo de júbilo para el género humano”, la América contempla el nacimiento de una nueva nación, Bolivia, como tributo al campeón de la independencia americana, pero también como manifestación perpetua de un amor por la libertad.

martes, 9 de diciembre de 2014

9 de diciembre de 1824 Batalla de Ayacucho

La batalla de Ayacucho, fue el último enfrentamiento armado que sostuvieron los ejércitos españoles y patriotas, en el largo y sangriento camino hacia la independencia de América.

Fue librada entre las tropas del Libertador Simón Bolívar al mando del Gral. Antonio José de Sucre, y las fuerzas españolas al mando del virrey José de la Serna. Después de la derrota de Junín, Canterac recibió refuerzos de Jerónimo Valdés y se unió con las fuerzas del virrey La Serna. Por otro lado, Bolívar seguía su marcha hacia el sur, recogiendo armas, aprovisionamientos y desertores del ejército de Canterac para estrechar el asedio a Lima y Callao.

Por su parte el Gral. Sucre que ya estaba al mando del ejército libertador, por decisión de Bolívar, consideró conveniente hostigar al enemigo con el fin de impedir su recuperación tras el descalabro de Ju-nín. Luego de algunas escaramuzas, finalmente, el 8 de diciembre de 1824, mientras Bolívar estaba en Lima, Sucre en Huamanga, los ejércitos patriotas y realistas se encuentran prestos para la batalla final al pie del cerro Condorcunca (cuelo de cóndor) en la Pampa de la Quinua, en el departamento de Ayacucho, los españoles tenían más de 9.000 hombres, los patriotas más de 5.000. Los principales jefes realistas son: Canterac, Valdés, Monet y Villalobos.

En el lado contrario destacan, además de Sucre, La Mar, J. M. Córdova y Miller. La batalla se inició el 9 de diciembre a las 10 de la mañana y duró casi tres horas.

En el fragor de la batalla el virrey La Serna cae herido y es tomado prisionero, se difunde la noticia del percance, entonces los soldados del virrey dándose por derrotados, optaron por la dispersión y el ejército realista se vio reducido a su Estado Mayor y con escasas tropas. Por la tarde, Canterac y otros jefes firman la capitulación reconociendo la independencia definitiva del Perú y América. El ejército realista había sufrido 1.800 muertos y los patriotas 309; los heridos en el bando espa-ñol sumaban 700 contra 670 patriotas. Se había capturado abundante armamento.

Última gloria guerrera de la unión de Bolívar y Sucre

Campaña de Ayacucho: igual que lo hicieron para la campaña de Junín, Bolívar y Sucre unieron esfuerzos para lograr el más glorioso triunfo jamás obtenido por general alguno en Sur América, como lo obtuvo el general Antonio José de Sucre y Alcalá en Ayacucho (9 de diciembre de 1824) el cual libró a Sur América de ser colonia de los españoles y tan sólo quedaron Cuba y Puerto Rico en sus manos. Cuba ganaría su Independencia, el 20 de mayo de 1902, de los Estados Unidos y Puerto Rico aún no la ha obtenido.

El historiador José María Baralt en el Tomo III de su Historia de Venezuela nos dice: “Prodigios de organización y de economía realizaron Bolívar y Sucre en los cinco meses empleados en preparar al ejército. De las minas de Huamachuco lograron extraer plomo; bajo su inmediata dirección o siguiendo sus instrucciones, se fabricaron telas para vestir a los soldados semidesnudos por las continuas marchas en persecución del enemi-go y sus adeptos; y con anticipación prepararon pescana bien prevista de leña y víveres, para las tropas, en la travesía de la gran cordillera central. La caja del ejér-cito proveyóse ampliamente, y las tropas se pusieron en marcha, con grandes acopios de ganado y grano acostumbra-dos ya al soroche y a las punas y como decía el Libertador en su lenguaje pinto-resco, a saltar por encima de peñas co-mo los guanacos (llamas) en cuyo país iban hacer la guerra. Los departamentos del sur de Colombia, el Ecuador, Guayas y Azuay, mantenidos a las órdenes del Libertador, en su carácter de Presidente de Colombia, le proporcionaron reclutas, paños, lanzas al estilo apureño y otros artículos.”

El Libertador fue impedido por el Congreso controlado por Santander a mandar tropas invocando la ley del 28 de julio, la cual no permitía a un presidente estar guerreando, por ello Bolívar no pu-so objeción alguna y le cedió el mando al general Antonio José de Sucre.

El general Sucre con su glorioso ejér-cito de 5.780 soldados derrotó el 9 de di-ciembre de 1824 a los realistas al mando del Virrey La Serna y de su Jefe de Esta-do Mayor José Canterac, quien fue el que firmó la Capitulación por estar herido el Virrey La Serna cuyas tropas llegaba a casi 10.000 soldados. Todos los inte-grantes del ejército patriotas fueron as-cendidos en sus cargos y se les otorgó la condecoración de Ayacucho, a los gene-rales les dieron la medalla de Ayacucho. Al Libertador y a Sucre les dieron unas medallas diferentes a las de los otros ge-nerales, venían con círculos de diaman-tes alrededor de las medallas de oro. Al general en jefe Sucre se le premió tam-bién con una espada de oro llena de piedras preciosas, pero el gran premio para el general Antonio José de Sucre y Alcalá fue el título de Gran Mariscal de Ayacucho otorgado por el Libertador Si-món Bolívar el 27 de diciembre de 1824.

Este gran triunfo se celebró en todas las ciudades de América con grandes festividades, incluso cuando el Liberta-dor llegó al Alto Perú, hoy Bolivia hasta corridas de toro hubo. Allí Bolívar se rasuraría para siempre su bigote y hoy se conoce más el rostro del Libertador sin bigotes que con ellos a pesar de haberlos llevado hasta el 4 de octubre de 1825.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Estudio indica que Túpac Katari nació el 9 de enero

Una investigación realizada por el Gobierno Municipal de La Paz en coordinación con autoridades originarias, concluyó que el líder indígena, Julían Apaza, más conocido como Túpac Katari, habría nacido el 9 de enero de 1750 en el municipio de Ayo Ayo Sub Central Sullcavi, en la Provincia Aroma, en La Paz.
El resultado de ese trabajo fue presentado en instalaciones del Ministerio de Culturas y Turismo, donde anunciaron que con este motivo prepararán festejos por el natalicio de Tupac Katari, que solamente era recordado cada 15 de noviembre por la fecha de su fallecimiento.
Nazario Aro, de la Sub Central Agraria Sullcavi, señaló que mediante la Ley Municipal Nº 006 se declaró "Patrimonio Cultural al Nacimiento del Líder Indígena".

martes, 2 de diciembre de 2014

La Sanidad Militar Boliviana en la Guerra del Pacífico

Según el escritor Karl von Vereiter: “desde el principio de la Historia, la agresión (es decir la guerra, J. P) ha sido ley general en las relaciones de la especie humana” 2. En ese sentido, la historia de la humanidad evolucionó junto a las armas desde la piedra al metal y por ende también estuvo acompañada por millones de heridos, muertos y mutilados. Pero la asistencia humanitaria desinteresada sin discriminación a las “víctimas, al hombre que, herido, prisionero naufrago, sin defensa alguna, ya no es un enemigo sino un ser que sufre” 3, también fue parte de esa historia.

Con el transcurso de los años, la humanidad se esforzó porque en el Derecho de Gentes se otorgue a la persona humana una mejor defensa contra las calamidades de la guerra. Para lograr tal objetivo fue desarrollado por iniciativa del Comité Internacional de la Cruz Roja, cuando acababa de ser fundado, la “Convención para mejorar la suerte de los militares heridos en campaña, suscrito el 22 de agosto de 1864, en Ginebra, el cual Bolivia sancionó su adhesión el 16 de octubre de 1879” 4, mientras se desarrollaba la denominada Guerra del Pacífico. Pero la asistencia hu-manitaria estuvo presente inicialmente, en la historia de Bolivia, con las ‘rabonas’ que durante las campañas militares de la Confederación Peruano - Boliviana acompañaron a las tropas bolivianas “compartiendo con los soldados penosas marchas y peligros, sin promiscuidades y más bien con un instinto casi maternal que, por supuesto, no excluía la pareja. Eran las encargadas de preparar los ‘ranchos’ (comida de las tropas), lavar sus ropas y atenderlos si caían enfermos o heridos” 5.

Las circunstancias en que fue creado el ‘Cuerpo de Ambulancias y Depósito de inválidos del Ejército’, son penosas tanto en lo político como en lo humanitario. En lo político, el 27 de diciembre de 1879 “el Ejército boliviano residente en Tacna, de-pone al general Daza y nombra al coronel Eliodoro Camacho, Comandante en Jefe del Ejército” 6. Al día siguiente, en “La Paz, se reúne en comicio el pueblo y destituye á Daza de la Presidencia de la República, y sustituye con una Junta de Gobierno” 7. En lo humanitario, los heridos bolivianos que combatieron en Pisagua, Germania, San Francisco y Tarapacá, son abandonados en el campo de operaciones y los sobrevivientes devueltos por el ene-migo son tratados sin ningún tratamiento específico. Esto dio como resultado que fuera formulado el “Reglamento orgánico para el servicio sanitario general del Ejército de operaciones en el Perú”, que fue aprobado y promulgado el 21 de fe-brero de 1880, por el nuevo Comandante en Jefe del Ejército Gral. Eliodoro Cama-cho.

Posteriormente, se designó el personal del Comité directivo que se encontraba liderado por el célebre Dr. Zenón Dalence, nombrado como Director General de Ambulancias y Presidente del Comité. Sobre este hecho histórico José Vicente Ochoa refleja, en su obra ‘Diario de las Campa-ñas del Ejército boliviano en la Guerra del Pacífico’: “por Orden General de hoy día (22 de febrero, J. P.), se ha organizado convenientemente el servicio sanitario del Ejército, formándose una Junta de sanidad é inspección bajo la Presidencia del doctor Zenón Dalence, cirujano Mayor del Ejército” 8.

Lamentablemente, todo esto ocurrió mientras las tropas bolivianas se encon-traban combatiendo y no se contaba con fondos económicos para adquirir material hospitalario. Sin embargo, ayudados por el Comandante en Jefe y algunos ciudada-nos, el Comité logró hacer seguro la distri-bución de ambulancias militares identifi-cadas con una ‘Cruz Roja’.

En ese sentido, como primera tarea del Comité, fue el alistamiento del personal de sanitarios, el cual es recluta-do entre los artesanos bolivianos residentes en Tacna. También adquirieron mate-rial quirúrgico y medicamen-tos enviados por el E. E. y Ministro Plenipotenciario en Lima, Zoilo Flores y por últi-mo establecieron el hospital de la denominada legión bo-liviana. Para el 27 de marzo de 1880, mediante Orden Ge-neral es establecido el cuadro del personal. De este modo, la sanidad boliviana ya uni-formada y equipada, el 1° de abril se dispuso su organiza-ción en tres Compañías, des-tinada la primera al servicio de la población nombrada ‘ambulancia sedentaria’; el segundo y tercero, consigna-dos al servicio a los heridos en el campo de batalla.

Consecutivamente, para difundir sus ac-tividades es publicada una hoja de prensa bautizada como ‘Cruz Roja’, que se alcan-zó imprimir dos números. Seguidamente, el Tte. Cnl. Segundo Váscones, se encargó de la instrucción militar y sanitaria de los maestros mayores.

Por otro lado, el 16 de abril, el Comité estrenó su estandarte de guerra, donado por las damas de la ciudad de La Paz.

Prosiguiendo la marcha, el 5 de mayo, el Ejército Unido fue movilizado afueras de la ciudad, conjuntamente con al ‘Cuer-po de Ambulancias’. Pero mediante las disposiciones emitidas entre los días 10 y 14 de mayo, es movilizada la primera compañía Volante, al campo de Tonchaca y luego trasladada a la meseta del ‘Campo de la Alianza’ y la segunda compañía que-dó encargada de asistir a la población. En este lugar la Cruz Roja Boliviana, es esta-blecida a la derecha detrás del Estado Mayor General. En consecuencia, el 10 de marzo fueron distribuidos los cirujanos a las diferentes divisiones.

Más adelante, próximo a la batalla, Zenón Dalence, describe: “era menester pre-cisar el servicio que debíamos prestar á nuestros valientes defensores. Se ordenó con este motivo, la incorporación de la compañía volante que teníamos de comi-sión en Tacna. Se reitero á los cirujanos que aun permanecían en sus campamen-tos, la necesidad que había de que se agruparan á nuestras ambulancias. Se verificó la revista del material y de las prendas del personal de sanitarios, y se distribuyeron las patentes de identidad, encareciendo la religiosidad con que de-bían desempeñarse los deberes que la institución impone” 9.

También, relató sobre la organización “era una mañana nebulosa y sombría. Las tiendas de la ambulancia armadas en dos hileras, ostentando unas el pabellón na-cional y otras la bandera de neutralidad, formaban los costados de aquel improvisado templo, cubierto por el firmamento. Al centro de uno de los lados menores del cuadrilongo diseñado por las carpas, se alzaba un altar portátil, arreglado sobre las piezas del material, que bien pronto debían contener los objetos de curación para nuestros heridos. Detrás del altar, cerraban el espacio los dos estandartes, símbolo de nuestra Institución” 10.

Momentos previos a la batalla fueron alistadas las carpas ligeras, camillas, dos mochilas de botiquines, algunos barriles de agua y dos puestos avanzados sobre las dos alas de nuestro Ejército. Además se conformó un ‘Plan de Servicios de asisten-cia’.

Sin embargo, la hora del combate llegó y en las primeras horas del 26 de mayo, la sanidad boliviana recibió a su primer herido, un soldado del batallón “Padilla”. Posteriormente, fueron divididos el perso-nal en cinco secciones, de las cuales las primeras dos son enviadas a la línea de combate, las otras dos se mantenían en reserva y la última es destinada al servicio de la ambulancia central.

No obstante, aun comienzo de la ofensiva muchos oficiales sanitarios llenos de entusiasmo y patriotismo tomaron las ar-mas y entraron en combate. Consecutiva-mente, el campamento es trasladado a retaguardia, luego se envió camillas a ala izquierda del Ejército, a asistir heridos del “Grau”. Es importante mencionar que la lluvia de proyectiles tanto de rifles como de cañón, no fueron limitantes para que el personal de la Cruz Roja Boliviana reali-zara su trabajo.

Otro aspecto significativo, en lo heroi-co, Dalence describe que: “un morenito de menos de doce años, tambor de órdenes del Batallón ‘Alianza’ se había aproximado á nuestro campamento, y burlado por alguno de los sanitarios, á causa de haber dejado su puesto en el combate, replicó cuasi lloroso de despecho: ‘que no se le había dado arma alguna’, é instantánea-mente le vimos forcejeando con un paisa-no, para quitarle el rifle que este decía hallarse descompuesto; y una vez que consiguió arrebatarle y obtener con amenaza sus municiones, le vimos dirijirse al lugar en que evidentemente seguía combatiendo su cuerpo” 11. En esta operación militar tuvo una destacada participación la enfer-mera Ignacia Zeballos.

Una vez concluida la batalla, las tropas vencedoras chilenas, requisaron las ambulancias bolivianas y recurriendo al pillaje sus-trajeron un cajón de coñac y algunos barriles de agua, que eran destinados para asistir a los heridos bolivianos. Concesivamente la ‘Cruz Roja Boliviana’ es visitada por el personal del ejército enemigo, a quienes se les solicitó tener guar-dias, ya que las tiendas del personal de la ‘Cruz Roja Peruana’, fueron destruidas completamente y en las que estaban siendo asistidos dos soldados bolivianos del ‘Regimiento Murillo’.

Luego una sección de ambulancias bolivianas salió a las 6 de la tarde provistos de faroles y camillas a rescatar a los soldados heri-dos, hasta pasada la media noche. Como resultado son rescatados dos soldados peruanos. Al día siguiente, sepultaron a tres heridos fallecidos.

En aquellos momentos, el personal de asistencia humanitaria boliviana “ofre-cía un poco de té y caldo de Leibig” 12 a las dos primeras partes del total de los heridos asistidos.

Preocupado por la situación el Dr. Da-lence, se dirigió al Comandante chileno solicitando trasladar a los lesionados ha-cia Tacna y sepultar a los combatientes bolivianos. De esta manera, el Coman-dante aceptó que fueran ejecutadas las peticiones.

Lamentablemente, la sanidad bolivia-na es testigo de un hecho inhumano como fue el ‘repase’, que consistía en ultimar a los heridos peruanos y bolivia-nos con bayoneta. Sobre ello detalló el Dr. Dalence: “a su regreso tuvimos igual amargura que la que habíamos esperi-mentado al volver al campamento al me-dio día. No existían mas heridos nues-tros en el campo. Esto nos esplicó la espresión que al partir en la mañana, habíamos escuchado en boca de algunos del ejército enemigo: ‘es tarea vana’, decían unos: ‘los niños se han sacado chiche por cheche’, decían otros. ¡Ho-rrible alusión al repaso de la visera!: ¡á algún otro acto de carnicería, quizá, que se atribuía al ejército aliado!” 13.

Puede apreciarse que para el día 28 de mayo, la cantidad de heridos asistidos por la sanidad boliviana alcanzaba á 143, distribuidos de la siguiente manera: “20 bolivianos, 23 peruanos y 100 chilenos” 14. Sobre la alta cantidad de chilenos asistidos, es necesario mencionar que fue determinado mediante el uso de la fuerza, ya que los sanitarios bolivianos fueron amenazados a punta de cañón. Al día siguiente el servicio general de am-bulancias de Bolivia, se retiró del lugar y descendió á sus ambulancias sedentarias, localizadas cerca de la ciudad de Tacna. Por otro lado, en consecuencia del traba-jo realizado, son muertos durante el combate dos sanitarios.

Sobre el trabajo realizado por las am-bulancias conocidas como sedentarias, es importante señalar que atendieron a lo largo del combate a 152 heridos. Tam-bién asistieron ancianos, mujeres y ni-ños, que expulsados de sus viviendas por el incendio generado por las tropas chi-lenas, no encontraron otro refugio más seguro. Pero fue tan grande la cantidad de asilados y asistidos, que causó que la sanidad boliviana cubriera todo un ba-rrio con banderas de neu-tralidad, en total fueron socorridos 557 personas, distribuidos de la siguiente manera: 492 bolivianos, 40 peruanos y 25 chilenos. Con el transcurso del tiem-po, después del combate alcanzaron más de 800 au-xiliados. Desde entonces, la Sanidad boliviana, tuvo que proporcionar á cual-quier costó, los artículos médicos, alimentos y tam-bién mejoró las condicio-nes higiénicas del lugar.

Sin embargo, una de las gestiones más trascenden-tales realizadas por el Dr. Dalence, fue la repatriación de heridos y asistentes de sanidad que las autoridades chilenas las consideraban como prisio-neros de guerra y que varios de ellos fue-ron enviados a Santiago, en esa calidad.

En todo caso, el 1° de septiembre de 1880, la sanidad y los heridos son trasfe-ridos en 22 vagones de ferrocarril desde Tacna a Arica. Posteriormente, la comitiva se dirigió a Mollendo, en dicho puerto es embarcado, el 9 de septiembre hacia Arequipa. Aproximadamente 300 personas entre heridos, personal de las ambu-lancias y familias migrantes.

Consecutivamente, llegaron vía férrea a Puno, en el cual se embarcaron en el vaporcito ‘Yavari’ y en la goleta ‘Aurora de Titicaca’, para poder ser trasladados a Puerto Pérez, el cual llegaron el 16 de septiembre. En la ciudad La Paz, fueron recibidos con honores y alojados en el edificio de la Tercera Orden y en la Casa de la Moneda.

A modo de conclusión, en palabras del célebre Dr. Zenón Dalence, podemos decir que: “el cuerpo de Sanitarios, sujeto á organización y disciplina militar, ha prestado tan variados, oportunos é importantes que sin exajerar nuestra apreciación, podríamos asegurar que á ellos se debe principalmente lo mas penoso, lo mas abnegado y lo mas prolijo de los servicios que se han prestado á nuestros heridos” 15.

1 Agradezco a Rolando Diez de Medina, por el apoyo bibliográfico que me brindó al realizar este artículo.

2 VEREITER, Karl von: Traficantes de Armas, Producciones Editoriales, Barcelona, 1975, p. 5.

3 COMITÉ INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA: Los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, CICR Publicaciones, Ginebra, 1986, p. 8.

4 JORDÁN SANDOVAL, Santiago: Registro de Tratados y Congresos Internacionales de la República de Bolivia. Convenios Multilaterales y Bilaterales, Editorial Universo, La Paz, 1944, p. 2.

5 CRESPO RODAS, Alfonso: Lydia: Una mujer en la historia, Plural Editores, La Paz, 1999, p. 24.

6 UGARTE, Ricardo: Efemérides de la Guerra del Pacífico, Tipografía de “La Tribuna”, La Paz, 1882, p. 7.

7 UGARTE, Ricardo: op. cit., p. 7.