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martes, 30 de mayo de 2017

Teniente Henry Laredo Arze: A cincuenta años de su partida

Texto: Julia Arze Loureiro de Laredo

Mi hermano Henry Laredo Arze (1944-1967) joven oficial del Ejército de Bolivia, murió en Ñancahuazú en mayo de 1967, defendiendo su Patria de la funesta incursión guerrillera dirigida por el Argentino-Cubano "Che" Guevara . Aquí no voy a entrar en debate sobre las connotaciones políticas e ideológicas de esa fatídica contienda. Lo que me interesa es recordar al hermano que se desenvolvió con autenticidad humana, valentía y patriotismo junto a otros camaradas suyos. Del resto, que se ocupen los historiadores y politólogos.

Cuando se cumplió el primer decenio de la muerte de Henry, nuestra madre, Julia Arze Loureiro de Laredo, escribió, con el título “EN MEMORIA DE MI HIJO HENRY LAREDO ARZE, A LOS DIEZ AÑOS DE SU MUERTE EN ÑANCAHUAZU” la evocación que se transcribe a continuación — (Gustavo Laredo Arze.)

"Era valiente y noble. Su ternura nos rodeaba como aura de ensueño, jovial, ilimitada.

Sea que él estuviese presente o al recibo de sus cartas, de su imagen fluía una sutil esencia de felicidad.

Amable, seguro de sí mismo, prodigaba su veneración y cariño, que para nosotros eran presentes de amor de hijo cuya personalidad cautivaba; por él disfrutábamos una dicha que soñábamos inextinguible. Pero el destino truncó su hermosa existencia. No podíamos admitir tan injusto designio, ya que todos por consenso veíamos para él un largo y sobresaliente futuro, con misión de triunfo al servicio de su pueblo, exaltando sus ideales de una sociedad feliz, consagrándose todo él a su tierra y a su patria.

Henry soñaba ver a Bolivia surgiendo como nación próspera, superando su injusto retraso y alcanzando ambiciosas metas por una sana dedicación de sus hijos, asegurando para todos, un bienestar general con los más altos valores morales y un acendrado civismo.

No quiero recordar el pavoroso trance de la cruel noticia de su ausencia sin retorno. Bien sé que él me pediría mitigar mis padecimientos. Por eso, escuchando su mandato, me entrego más bien al recuerdo de su imagen viva. Así también lo hacen mis hijos, la familia toda y sus compañeros y lo sentimos junto a nosotros, recibiendo de él un estímulo de afirmación humana con el hálito vital que su ser irradiaba.

Muchas son las personas que de veras lo admiraban y querían. Me piden con frecuencia que en relatos breves evoque pasajes de su vida en situaciones comunes y corrientes para apreciar su carácter habitual y así lo veo:

Era el menor de sus hermanos. Desde su más tierna infancia nunca pidió de ellos que lo mimasen como a un niño consentido.

Independiente, dinámico, sin jactancia, afirmaba su hombría, porque en el fondo inocente de su modo de ser y temperamento palpitaba la vocación del caballero andante que enrostra al fuerte en defensa del débil, que pone a prueba la virtud de la amistad y el honor.

Desde niño mostró poseer una clara inteligencia y se distinguió por una extraordinaria aptitud para el deporte.

En mi recuerdo con emoción lo veo decidiendo por sí mismo la ruta de su destino. Haciendo todo él solo, como era de su carácter. Había gestionado su ingreso al Colegio Militar. Fue admitido.

Bajo la disciplina integral de la institución, fue uno de los brillantes entre los brillantes cadetes. Se consagró por el poder de su mente, por su franqueza y el valor de su espíritu. Figuró desde un comienzo como uno de los abanderados indiscutidos de su instituto. Había ganado el aprecio sincero y total de sus instructores, sus jefes y sus compañeros.

De las pruebas que pasan los adolescentes, ninguna tan rotunda y severa como el primer año del Colegio Militar. Es una experiencia que combina la expectativa de una carrera brillante, representativa de poder y prestigio y, por otra parte, una disciplina rigurosa, casi siempre extremada, como era costumbre en las instituciones de su género.

En esta fragua que la voluntad templa, desarrolló un profundo sentimiento de solidaridad fraternal, que compensó en parte la separación del hogar distante.

El curso como grupo Nuevo, apenas de entrada aprendió a distinguir las diferencias de calidades humanas que actuaban en el claustro castrense.

Los jefes y oficiales eran ejemplo de vocación e interés por los nuevos contingentes. Ganaron de inmediato su consideración y afecto.

La muchachada, ya como conjunto o personalmente, sintió el privilegio de su rango personal, de su bizarra y brillante proyección al futuro. También encontró estímulo profesional y humano en los cadetes de los cursos superiores, cuya mayoría hizo derroche de estimación fraternal con afecto de hermanos mayores a la vez estrictos y benévolos. Se contaban tantos de condición excelente que a un mismo tiempo eran aguerridos y de espontánea nobleza.

En este punto deseo anotar una anécdota que ilustra el cariño de Henry al Colegio Militar, a su curso y al Ejercito Nacional; pero antes caben unas reflexiones que se las escuché a él mismo.

En los institutos en que la renuncia a la propia persona dentro una disciplina jerarquizada es norma fundamental, resaltan con más nitidez las condiciones éticas de quienes disponen del algún grado de poder. Esto es más evidente en la relación entre los brigadieres y los cadetes recién incorporados. Los nuevos encontraron un curso distinguido de brigadieres, de espíritu amplio. Un noble conjunto de paladines. Pero había uno solo que era nota disonante y deslucía la alta calidad del grupo. No hacía buen uso de autoridad de antiguo, más bien abusaba al amparo de ella. No hacía escuela de dignidad e hidalguía sino de humillación. Era el contraste que deslucía la noble distinción del conjunto. Henry y todos sus compañeros que amaban su Colegio juzgaron así esta situación, y se dolían de que una actitud distorsionada, apenas de un individuo, rebajara los altos niveles de que todos se enorgullecían. Tras cuidadosa e ingenua meditación, Henry había decidido arriesgar su parte en aras de la nobleza institucional; y en un enfrentamiento privado y ocasional, de hombre a hombre, a la manera de un quijote redivivo, restableció, con una lección, los sanos principios que habían sido vulnerados. En consecuencia, por estrictez disciplinaria de la Escuela espera su expulsión. Pero los jefes con elevado criterio evaluaron lo esencial del problema y optaron antes por conocer la actitud del curso. Planteado el dilema el curso impuso a Henry que permitiera a todo el grupo sobrellevar la sanción y así lo hicieron con una solidaridad inigualable.

Los castigos fueron severos y el grupo sobrellevó con disciplina constructiva.

Relato este incidente porque da una idea de la entrega espiritual de Henry a su Colegio; y él me manifestó que no solo por afecto sino por deber profesional, se debía al Colegio Militar y a su Ejército y que se sentían sublimados en una solidaridad por los nobles ideales de la patria. Decía: somos una comunidad que se entrega fervorosamente a su servicio.

Los años que siguieron en el Colegio Militar se marcaron por sucesivas distinciones y éxitos en su formación profesional.

Muchos son los galardones que obtuvo como cadete distinguido. Fue abanderado de Guerra del Colegio Militar. Se graduó de oficial de caballería, prosiguió su perfeccionamiento en Panamá; invitado a visitar las academias militares de West Point, Colorado Springs y Anapolis en Estados Unidos. Viajó a París en la comitiva encargada de repatriar los restos del Mariscal Andrés de Santa Cruz.

La esperanza de un futuro propicio parecía ondear nítida.

En estos tiempos de confusión, Bolivia, su patria amada, había sido escogida por los guerrilleros cubanos para teatro inicial de una gran hoguera con que se pretendía abrasar al continente, pretendiendo hacer creer que los mentores de aquella causa condenan el terrorismo y el extremismo y sin embargo las facciones que se infiltraron en nuestro territorio solo sembraban el terror, asesinaban inocentes para hacer más virulenta su provocación.

Las emboscadas se sucedieron, la muerte a mansalva se convertía en ley primitiva.

La respuesta fue el toque de llamada al puesto de combate, cuyo eco resonó en las rocas de Los Andes.

El regimiento de Henry fue de los primeros en su apresto para la lucha.

Un pálpito de premonición me decía que aquel ámbito lejano de breñas, sería el altar de su holocausto porque él iba a desafiar la muerte y no esquivarla.

Por experiencia profesional sabía de la eficiencia de las armas modernas, también sabía que era táctica habitual de las guerrillas el disparo a traición para sumar más víctimas. Pero Henry nunca dejó traslucir su preocupación y yo al verlo tan sereno sentía que en mi corazón de madre palpitaba una ilusoria esperanza, confiaba en que a la hora de mi muerte él sería quien cerrase mis ojos.

En la zona de lucha, él había reclamado para sí las misiones de mayores riesgos. Según supe después por los que con él estaban, que avanzaba al frente de sus leales compañeros hacia los puestos emboscados para la definición de un encuentro. De los siniestros escondrijos las balas disparadas sobre seguro le hirieron mortalmente, mientras los homicidas se escurrían evitando cualquier confrontación.

Así, Henry hizo ofrenda de su vida. Su sangre generosa regó el suelo de su patria a la que había consagrado con devoción cívica su anhelo de servicio.

La bandera tricolor que ondeante otras veces sostuviera en sus manos esta vez fue la digna mortaja que cubrió sus despojos. El primer beso que recibió en su túmulo de soldado fue el beso de la Gloria que a sus méritos correspondía.

No encuentro palabras para expresar la gratitud que siento por las incontables muestras de condolencia que yo personalmente y mis hijos hemos recibido. A esas manifestaciones las sentimos espontáneas y sinceras por un calor de afecto que comunica vivencia al recuerdo de mi hijo amado.

Mi gratitud es profunda también para el Ejército Nacional que honra su memoria inscribiendo su nombre en la lista de héroes que han hecho entrega de su vida a la causa de la nación.

Mi agradecimiento maternal para sus compañeros de armas de la Promoción Boquerón 1966 del Colegio Militar de Ejército que le rindieron su homenaje. Y gracias a todos porque su recuerdo evidencia que él, Henry, está presente entre nosotros, está así como él fue, humano, altivo, generoso.

Su imagen señala el camino que siguió consagrando su vida a su amada Bolivia.

Un auto de fe en contra la Historia de Bolivia de Arguedas

Alcides Arguedas una de los valores representativos del pensamiento nacional en su libro “Historia General de Bolivia” editado en 1922, al referirse a Melgarejo, dice despectivamente que este funesto caudillo, había nacido en Tarata, miserable villorrio elevado a rango de ciudad por decreto de 5 de septiembre de 1866 –luctuoso aniversario del combate de la Cantería donde el tirano hizo fusilar al inspirado bardo don Néstor Galindo– en honor del “Gran Capitán del Siglo”, título con que le distinguían sus favoritos.

Algunos ciudadanos de Tarata en conocimiento del concepto emitido por el historiador Arguedas acerca de su tierra natal gracias al comedimiento de uno de esos doctores “tumba leyes” que les mostró la parte pertinente de la obra, se reunieron en la plaza principal de la población y deliberaron respecto a la sanción que debía aplicar al escritor paceño que había tenido la osadía de dar el calificativo de villorrio a la ínclita ciudad de Tarata de rancia estirpe española.

Después de que se pronunciaron varios discursos pletóricos de indignación lugareña, uno de los exaltados, opinó por que se queme el ejemplar adquirido de la discutida “Historia General de Bolivia” públicamente, y así se hizo como en los tiempos de la Inquisición, en medio del aplauso y la gritería del populacho enfurecido.

Como si este auto de fe aplicado inmisericordemente al libro de Arguedas no hubiese sido suficiente para satisfacer el instinto primitivo de los iniciadores y ejecutores de ese acto de barbarie contra la cultura, aquel ilustre historiógrafo, fue declarado persona ingrata a Tarata que debido a una de esas humoradas de Melgarejo, había sido erigido por ese mismo decreto (5 de septiembre e 1866), en departamento compuesto de las provincias de Cliza, Mizque y Tarata con su capital Melgarejo. A la caída de aquel tirano sanguinario (15 de enero de 1871) concluyó la vida efímera del flamante departamento.

El escritor Arguedas, sabedor de lo ocurrido con su Historia y en un grupo de intelectuales en La Paz, expresó: “Cuando don Arturo Oblitas en su novela “Marina” dijo que en “Tarata sonora villa meridional donde al doblar uno la calle, corre el riesgo de topar con un Eurípides o un Demóstenes”, nadie se molestó de la frase y al contrario, parece que les gustó a los inefables tarateños la comparación hecha con el poeta trágico y con el orador griego y por eso no cobraron represalia alguna contra el novelista cochabambino. En cuanto al castigo que ha sufrido mi libro, ello, es una prueba más de que no se ha extinguido aún en nuestro pueblo el nefasto melgarejismo.

En verdad hay exageración en considerar como un miserable villorrioa Tarata que es una ciudad intelectual de limpia prosapia castellana al decir del Dr. Casto Rojas, uno de los maestros del periodismo nacional. Tarata, es la tierra legendaria de patricios y héroes que vio nacer en su regazo tibio al general Esteban Arze, el valeroso guerrillero de la independencia, a Víctor M. Ustaris, el héroe de Boquerón en la guerra del Chaco, al ilustre obispo de Cochabamba, monseñor Jacinto Anaya, convencional del 80 y enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante la Santa Sede, a Melchor y Mariano Ricardo Terrazas, jurisconsulto y estadista el primero y el segundo literato de nota, autor del libro “El sitio de París”.

Nota tomada del libro “Hechos e imágenes de nuestra historia” de Benigno Carrasco.

La búsqueda de gobiernos propios: Los documentos casi desconocidos en Bolivia sobre 1809



En general, en multitud de temas, los documentos históricos son tan abundantes que los/las investigadores se ven abrumados por ellos. En otras palabras, faltan historiadores y vidas para leer todo lo que habría que indagar sobre un tema. De ahí que la investigación tenga muchas veces que recortarse de una y otra manera.

No sucede lo mismo para 1809 (otra cosa sucede para años posteriores). En cada conmemoración, año tras año, suele repetirse lo que se conoce sobre el 25 de Mayo de 1809 y, año tras año también, las chispas entre Sucre y La Paz no dejan de encenderse. Una que otra vez se interrumpe este casi ritual con algún dato nuevo o con alguna interpretación un tanto novedosa. Y es que las fuentes y documentos accesibles (pueden haber algunos desconocidos o inaccesibles) en diversos archivos del país no son muy abundantes sobre el tema. Para convencerse basta mirar las fuentes utilizadas por dos historiadores y trabajos: Mendoza y La Mesa Coja y Roca y su libro sobre 1809. Ambos recurrieron, en gran parte, a documentos ya publicados. Y es que la mayoría de las fuentes documentales sobre 1809 no se encuentran en nuestro país. Están fuera de Bolivia. Me di cuenta de esta situación hace muchos años cuando releía el libro de Just Lleó sobre La Plata, autor que cita, en un 80 a 90%, documentos del Archivo Histórico de Madrid. Por otra parte, cuando pedí a un colega pudiera revisar en el Archivo General de la Nación Argentina algunos de los documentos publicados para el caso de La Paz por Pinto en 1909, y luego por Ponce Sanjinés y García en 1953, me apercibí que lo que habían publicado no era ni el 10% de lo que existía sobre “La Revolución de La Plata y de La Paz”. Estamos entonces frente a más de 20.000 páginas! Digitalicé gran parte estos documentos y una lectura aún parcial de ellos permite plantear varios temas sobre 1809.

Punto 1

En primer lugar, que no se trata de dos movimientos separados uno de otro, mucho más conservador el de La Plata y drásticamente radical el de La Paz, sino que ambos estuvieron relacionados. Esta articulación fue señalada por Just hace más de 16 años. Sin embargo, posiblemente por el contexto en que escribió, aún poco abierto a escuchar interpretaciones distintas, sus sugerencias continuaron pasando desapercibidas. De hecho La Plata apoyó a La Paz en varias ocasiones. Los oidores lo hicieron al afirmar categóricamente “que el castigo de Gefes delincuentes no es subversión del reino ni falta de Vasallaje sino un remedio contra la tiranía”. Pero aún más: se envió una Real Provisión el 10 de Agosto de 1809 para que Sanz no tomara ninguna medida en contra de La Paz aclarando que si actuaba contrariando sus órdenes se lo consideraría como traidor.

Punto 2

En segundo lugar, fue una disputa de coaliciones regionales que interpretaron de manera diferente lo que debía hacerse frente a la crisis en la península. Pero no se tuvo a La Plata versus La Paz o viceversa. Ambas ciudades formaron parte más bien de manera asociada, de una coalición junto con todas las regiones circundantes y en ambas se descabezó a sus autoridades acusándolas de traidoras, frente a la posición que tomó la intendencia de Potosí a la cabeza de Francisco de Paula Sanz que defendió a las autoridades establecidas y buscó ganar hacia sus perspectivas a las restantes regiones, principalmente, Cochabamba y Oruro.

El intendente Sanz pensó, al inicio, que en La Plata se había dado “una conmoción popular” contra el Presidente de la Audiencia por las propias rivalidades entre el Tribunal, los cabildos y la Universidad. Pero después del 16 de Julio sostuvo que fue “desengañado... del verdadero criminal modo de pensar de aquel Pueblo y sus caudillos y de la positiva independencia e insubordinación con que proceden... aun respecto al nuevo... Virrey” (Septiembre de 1809).

En el mismo mes, el intendente Sanz, que hizo de la villa de Potosí el “centro del reino”, explicó, cuando se enteró de los sucesos en La Paz, que “felizmente” Cochabamba se había “declarado el más adicto y... subordinado” y “felizmente” también, los de Oruro no habían enviado ni armas ni gente como les habían solicitado desde Chuquisaca.

Punto 3

En tercer lugar, lo que sucedió el 25 de Mayo o el 16 de Julio no fueron momentos episódicos puntuales de parte de los oidores o querellas entre las élites. Lo que se dieron son movimientos heterogéneos que duraron muchos meses y que tomaron acciones parecidas. Es indudable que los oidores fueron líderes de lo que se ha denominado “la Audiencia Gobernadora”, pero ello no significa que se limitó a una élite. Es fundamental subrayar que estuvieron involucrados varios “cuerpos” (cabildo, universidad) con la participación de grupos sociales heterogéneos –incluyendo la “plebe” descrita como “los cholos” y cuya presencia fue constante a lo largo de varios meses.

Punto 4

En cuarto lugar, lo que se hizo fue “descabezar” a las autoridades existentes y no sólo a los mandos más altos del poder secular y religioso sino también a un vasto grupo de autoridades lo que implicaba nombrar otras del gobierno civil pero también militar: toda una organización de rangos y jerarquías así como reclutamiento y alistamiento de soldados y milicias es decir toda una red de gobiernos propios.

Punto 5

En quinto lugar, la crisis política de 1809 supuso, como todo momento de esta naturaleza, la existencia de varias posiciones y la expresión de múltiples dinámicas. Posiblemente el término autonomía y la búsqueda de gobiernos propios puede constituir un común denominador para una de las posiciones más importantes. Era el “mal gobierno” con el que se deslegitimaba el poder y las autoridades en aquel entonces.

Punto 6

Finalmente, en la pugna de 1809 los términos “revolución”, e independencia que no eran aún muy utilizados, ya formaban parte del vocabulario y de la dinámica política de la época. Es cierto que fueron usados por Francisco de Paula Sanz y la coalición que lideró en contra de Chuquisaca y La Paz, es decir fueron parte del repertorio de la “acusación”. Pero su utilización revela también que las palabras revolución e independencia estuvieron presentes y se asociaban con la parte del descontrol y terror asociados a la Revolución Francesa. Finalmente, el lenguaje de diferentes discursos evocaba la tiranía y el mal gobierno, imponiendo, en su lugar, gobiernos propios.

*Historiadora – Instituto Internacional de Historia Social (Ámsterdam)

El rol de las mujeres en la revolución de 1809



Al perpetuar el proceso histórico de la memorable acción revolucionaria del 25 de Mayo de 1809, la misma historiografía independentista hispanoamericana, habitualmente recuerda a los gestores de la misma, con lujo de detalles. Nos referimos en forma general a los hombres y pueblos que lucharon por la independencia. Pero, qué de aquellos cuyo aporte nunca fue citado o sencillamente se dio solo una breve pincelada de sus acciones, sabiendo que en más de las veces, es un error subestimar lo pequeño sólo por ser pequeño, breve, fugaz o simple, cuando puede concentrar en sí mismo algo significativo y valioso –en este caso, el inestimable aporte al proceso revolucionario de América–.

Sin embargo, mucho más relegado, desatendido y mal interpretado, es el rol que asumieron las mujeres en la lucha libertaria de nuestro continente. La historiografía, las ignora en la mayoría de los casos y cuando hace mención de ellas, las minimiza, reconociéndoles solo una labor complementaria, nunca protagonista.

Sin el afán de adentrarnos como especialistas en el espacio biográfico, y sin contar con un gran aporte bibliográfico (claro, son mujeres…), es imprescindible conocer por siquiera un atisbo, el accionar de estas valientes guerreras. Ellas, sin dudar ni un instante, se alistaron prontamente a la convocatoria de rebelión y libertad de los valles, el altiplano, los llanos, los poblados y ciudades.

Estas valerosas mujeres poco recordadas fueron ese pequeño engranaje cuyo movimiento fue indispensable en la gran maquinaria revolucionaria (hecho que no fue reconocido en aquel momento). La participación femenina fue resaltante desde las primeras acciones de insurgencia, su intervención en la organización de reuniones secretas, apoyando y tomando parte junto a padres, esposos, hermanos e hijos sobresale nítidamente. El espíritu de rebeldía femenina, emergió por la necesidad de defender la tierra de sus mayores, en un temprano despertar de arrogarse su futura nacionalidad, mostrando valor y sacrificio en el tormentoso camino hacia la independencia.

En los acontecimientos chuquisaqueños, destacan Mariana de Zudáñez (hermana de Jaime) por su temperamento y valentía, pues cuando al atardecer del 25 de Mayo fue detenido Jaime de Zudáñez y llevado preso a punta de pistola por orden del presidente de la Audiencia, su hermana Mariana salió tras los soldados, gritando enardecida: “paisanos defiendan a mi hermano por ser leal y buen vecino”. Es la heroína oculta de los libros de historia. Mariana abogó en las calles por su hermano Jaime, fue la chispa que desencadenó este llamado "Primer grito libertario de América". Quizás sin este acto realizado, no hubiese sido posible la revolución de Mayo. A tal grito desesperado, acudieron los vecinos y el resto de La Plata que sin dudar un instante, salieron en defensa de Jaime de Zudáñez. El vecindario respondió y se sublevó.

Teresa Bustos de Lemoine, esposa de José Joaquín de Lemoine, uno de los principales actores de la revolución del 25 de Mayo de 1809, fue una dama cuya lealtad no sólo fue en la vida conyugal, sino que se vio manifiesta decididamente, en la causa independentista. Dominados los revolucionarios por el Mariscal Vicente Nieto, nuevo presidente de la Audiencia, doña Teresa intervino activamente en los trajines revolucionarios, mientras su esposo, refugiado en Buenos Aires, se incorporaba al ejército contra las fuerzas virreinales. Descubierta la actividad conspirativa de la señora Bustos, fue desterrada en extrema situación de desventura, junto con sus seis pequeños hijos y otras matronas revolucionarias.

Doña Casimira de Ussoz y Mozi, al anochecer del 25 de Mayo de 1809, incitó a la muchedumbre desde el balcón de su casa, para que atacara la casa pretorial de García Pizarro. Era esposa del oidor de la Audiencia de Charcas, José Agustín Ussoz y Mozi, otro gran hombre señalado junto con sus colegas en el derrocamiento del indicado Pizarro. El nuevo Presidente de la Audiencia (el antes nombrado Mariscal Nieto), desterró al oidor y su esposa doña Casimira. Esta digna dama, sufrió y aguantó serenamente, los ultrajes y vejámenes de las autoridades realistas, al ser amordazada públicamente, como escarmiento para los anónimos ciudadanos que habían apoyado la insurrección del 25 de Mayo y desconocido la autoridad de Goyeneche

Cómo no subrayar la destacada participación de las cholas chuquisaqueñas, preclaras y olvidadas protagonistas de los escritos convencionales. Entre sus trajines insurrectos, se relata que estas matronas de solemne presencia, azuzaron a los españoles con su léxico florido y adjetivos picantes, rasgándose las enaguas para ser utilizadas por los revolucionarios como cabezales para los escobillones de limpieza de los cañones, luego de cada disparo.

El coro de llantos y gritos de éstas y otras mujeres anónimas en las calles, tras el apresamiento de Jaime de Zudáñez (que posiblemente tendrá un tinte grotesco o risible para el típico escéptico de nuestros días), fue crucial para el curso de los acontecimientos. Estas acciones, aparentemente sin sentido, cumplieron un papel fundamental en la revolución de Mayo y felizmente quedaron plasmadas en la retina y la memoria popular. Como se puede deducir, esta intervención femenina se produjo en todos los niveles sociales, desde las indígenas, mestizas, pueblerinas en su mayoría y hasta las criollas de las élites sociales. Todas ellas colaboraron en la medida de sus posibilidades en el proceso histórico que vivieron.

Por lo antes indicado, de ninguna manera queda relegada la importancia del accionar de los insignes personajes revolucionarios, fue importante y mucho, pero había que reconocer el arduo trabajo de la mujer en los sucesos libertarios. En algunos casos, sus acciones fueron olvidadas, en otros desprestigiadas y en más de los casos, se aplicó displicentemente la filosofía del no importismo (No me importa, y si importa, tampoco me importa), por el sólo hecho de pertenecer al género femenino. Tarde o temprano llegará el tiempo en el que hombres y mujeres sean tratados como dos seres iguales y que ninguno tenga notoriedad o descrédito por ser lo que es.

Desterrada

Teresa Bustos de Lemoine, esposa de José Joaquín de Lemoine, uno de los principales actores de la revolución del 25 de Mayo de 1809 intervino activamente durante los trajines revolucionarios, mientras su esposo, ya refugiado en Buenos Aires, se incorporaba al ejército contra las fuerzas virreinales.

Cuando fue descubierta como parte de las actividades conspirativas en contra de la corona española, la señora Bustos fue desterrada en extrema situación de desventura, junto con sus seis pequeños hijos y otras matronas revolucionarias.



jueves, 25 de mayo de 2017

Chuquisaca celebra los 208 años del primer grito libertario



Los actos protocolares cuentan con la participación del presidente en ejercicio, Alvaro García Linera y autoridades nacionales y departamentales.


Chuquisaca celebra los 208 años del primer grito libertario

El presidente en ejercicio, Álvaro García Linera, dirige este jueves los actos oficiales en homenaje al primer Grito Libertario de 1809, en Chuquisaca, que se iniciaron con salvas de fusilería, ofrendas florales y la iza de los símbolos patrios.

García Linera, en ausencia del presidente Evo Morales, quien acompaña la posesión del nuevo mandatario de Ecuador, Lenín Moreno, se hizo presente en la capital Sucre, pasadas las 7:30, y fue el último en entregar la ofrenda floral al pie del monumento del prócer Jaime de Zudáñez.

Los primeros actos protocolares contaron con la participación de las autoridades de los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; además de las autoridades departamentales y locales, también estuvieron presentes los mandos militares y policiales.

"Nosotros nos asentamos sobre todo el legado de grandes hombres y grandes mujeres, que en el pasado sembraron el camino, mujeres como Juana Azurduy de Padilla, hombres como Manuel Ascencio Padilla, todos los guerreros de la Independencia, quienes formaron la República, fueron los que fueron sentaron las bases, para que después de la mano del presidente Evo Morales, a partir de 2006, transformáramos la República en un Estado Plurinacional", dijo el ministro de Justicia, Héctor Arce.

La jornada de celebración se inició a las 6:00 con salvas de fusilería a cargo de la Guarnición Militar de Sucre, con sus respectivas unidades castrenses.

Más temprano se procedió a descubrir una plaqueta en la casa en la que la prócer Juana Azurduy falleció hace 155 años, inmueble ubicado en la calle España, frente a las oficinas de Entel.

Este acto estuvo a cargo de la Agencia Nacional de Hidrocarburos.

Se conoce como Revolución de Chuquisaca al levantamiento popular contra el gobernador intendente de la ciudad de Charcas, actualmente conocida como Sucre, que ocurrió el 25 de mayo de 1809.

martes, 23 de mayo de 2017

En gestión bono de Bs 15 mil para dos beneméritos en Tarija

La Federación Departamental de Hijos y Nietos de los Beneméritos de la Guerra del Chaco inició gestiones ante la Gobernación para viabilizar el pago de un bono de Bs 15 mil para los dos excombatientes que aún viven en Tarija.

A 23 días de celebrarse otro aniversario del cese de hostilidades con el Paraguay, el presidente de esa organización, Lidio Claros, confirmó que buscan reunirse con el gobernador Adrián Oliva para solicitar su cancelación el 14 de junio como justo homenaje en vida a Eusebio Muñoz y Julio Gareca, quienes son los únicos sobrevivientes del conflicto bélico.

Claros dijo que el bono está sustentado en la Ley Departamental 118 que fue aprobada por la Asamblea Departamental Legislativa (ALD) en 2014.

“En 2016 ya hicimos el reclamo en su momento, pero no hubo respuesta y ahora esperamos tenerlo confiado en la mejor voluntad política del Gobernador que hace poco le hizo un reconocimiento a don Eusebio Muñoz por celebrar sus 100 años”, afirmó.

Muñoz vive en la comunidad de San Agustín, cerca de la ciudad de Tarija, y Gareca, que es oriundo de Junacas, se encuentra en Villamontes.

Por tres años consecutivos se incumplió con el pago, tal como señala la normativa en su artículo 4 que “el pago de este beneficio correspondiente a la gestión 2014 deberá realizarse inmediatamente después de la presente ley y a partir de la gestión 2015 se cancelará durante el primer trimestre de cada año”.

Morales rinde homenaje al héroe de la Guerra del Pacífico, Ladislao Cabrera

El presidente Evo Morales rindió hoy homenaje al héroe de la Guerra del Pacífico Ladislao Cabrera quien organizó la defensa de Calama en 1879 con 135 voluntarios entre los que estaba Eduardo Avaroa.

“En 1830,nace en Totora, Cochabamba Ladislao Cabrera, héroe de la Guerra del Pacífico, defensor de la integridad boliviana contra la usurpación”, publicó el Jefe de Estado en su cuenta de Twitter @evoespueblo.

“En la batalla de Calama, Cabrera, al mando de 135 patriotas escasamente armados, enfrentó una división chilena de al menos 1.500 hombres (…) Honor y gloria al héroe de Calama, que junto a un puñado de valientes, protagonizaron el 1er combate de reivindicación ante la invasión”, complementó en otros dos tuits.

Biografía

Ladislao Cabrera Vargas nació en Totora, Cochabamba, un 23 de mayo de 1830. Sus padres de origen español fueron Dn. Mariano Cabrera Fernández y Dña. Manuela Vargas La Faye. Ladislao fue el hermano mayor de los nueve hijos que tuvieron sus padres.

Recibió una educación esmerada, estudió abogacía en los claustros de la Universidad de Arequipa, Perú, graduándose en 1854, a los 24 años de edad. Contrajo matrimonio con Petronila Valdez el 31 de agosto de ese mismo año. Tuvo dos hijos Ma. Esther y Manuel Ladislao.

A la muerte de su padre regresó a Cochabamba donde tuvo que asistir la muerte de su madre. Poco después también fallecía su esposa. Pese a estos terribles contrastes, trabajó como maestro y como periodista. En 1863, fue Fiscal de Distrito de La Paz. En 1864 lo nombraron Prefecto en Cobija o Puerto La Mar. También asumió la presidencia municipal de Caracoles.

En febrero 1879, le cupo al Dr. Ladislao Cabrera dar aviso al gobierno de Hilarión Daza de los hechos dramáticos que vivía el puerto de Antofagasta, que era ocupado por el ejército chileno el 14 de febrero.

Ante el avance del invasor a Caracoles y como los residentes bolivianos eran amenazados de ser pasados a degüello, Cabrera ya como coronel de artillería, salió hacia Calama, para organizar allí la defensa del territorio boliviano, entre ellos Dn. Eduardo Avaroa.

El 23 de marzo de 1879, Calama es tomado por el ejército chileno después de una heroica resistencia de los 135 voluntarios, Avaroa y otros valientes defensores caen abatidos por las balas enemigas.

Cabrera se ve obligado a evacuar sus hombres hacia Chiu Chiu y de allí se dirige a La Paz, donde desempeña importantes cargos públicos. En 1881 ocupa la presidencia de la República interinamente. Fallece en Sucre, Bolivia, el 24 de diciembre de 1904, cuando ejercía el cargo de Ministro de la Corte Suprema de Justicia.

lunes, 22 de mayo de 2017

Cochabamba revivió la batalla de las Heroínas


Cientos de personas se dieron cita, ayer, en la colina de San Sebastián, para participar de la dramatización de la batalla de las Heroínas de la Coronilla, acontecida el 27 de mayo de 1812 en ese mismo lugar.

De este modo se recordó uno de los hechos más importantes en la historia de la revolución cochabambina, que dio paso al Día de la Madre, por haber sido liderada por mujeres.

La recreación fue organizada por la Casa de la Cultura, en tanto que la producción y puesta en escena estuvo a cargo de Gunter Revollo.

El ejército patriota se rindió a finales de mayo de 1812. Los realistas abatieron las fuerzas del pueblo en Pocona y se alistaron para cabalgar hasta la ciudad; pero en el valle de Cochabamba un grupo de mujeres, ancianos y niños, alrededor de 130, se atrincheraron en la colina de San Sebastián para dar lucha al ejército de Goyeneche.

Este significativo fragmento de la historia nacional se rememora desde el 2011 en una puesta en escena que involucra a más de 300 personas, entre actores, equipo de apoyo, logística, extras y voluntarios. Se presentó nuevamente a la población, en el escenario real donde sucedió.

“Esperamos que la gente nunca olvide lo que significa este espacio. Por eso hemos organizado la escenificación de la batalla en la misma colina de San Sebastián donde lucharon y murieron nuestras heroínas”, indicó la secretaria de Cultura de la Alcaldía, Ninozka Lazarte.

Por su parte, Revollo explicó la importancia del proceso de investigación histórica para revalorizar esta batalla. “En ocasión del bicentenario, en 2012, se me encomendó la tarea de hacer el guión de esta obra como parte de una investigación muy profunda, en que debía recurrir a fuentes primarias para determinar los antecedentes precisos”, dijo.

Según Revollo, la gente dijo durante mucho tiempo, que lo que ocurrió en San Sebastián fue “sólo una pequeña pelea”. Y si bien era una fracción del ejército contra 130 mujeres, ancianos y niños, “ahí está la prueba de la valentía, entrega y coraje de las mujeres cochabambinas”.



DATOS DOCUMENTADOS DE LA MAGNITUD DE LA BATALLA

Había historiadores que hablaban que nunca se dio esta batalla. Sin embargo, en el instituto Belgrano de Argentina se conserva una serie de cartas que recibió el General Belgrano de parte de un soldado llamado Francisco Turpin, quien se había quedado después de la batalla del desaguadero asentado en el alto Perú y combatía con el ejército.

En las cartas se encuentran relatos pormenorizados, como reportes enviados a Belgrano, en los que se menciona todo lo que ocurrió el 27 de mayo en la colina de San Sebastián. “Esto se constituye en una prueba documental de la información que hemos utilizado para hacer los diálogos y la representación de lo que fue la batalla de las heroínas de la Coronilla”, aclaró el director de la Academia de arte Dejavú y responsable de la propuesta escénica en la Colina de San Sebastián, Gunter Revollo.

La cruz de San Andrés



A cuatro días de la celebración de la efemérides del 25 de Mayo, la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre (SGHS) sale a defender la cruz aspada y espinada de San Andrés (roja y en forma de equis) como la auténtica bandera de Chuquisaca e insta a dejar de usar otros símbolos como la cruz patada de los caballeros templarios, que, a juzgar por sus estudios, no tienen nada que ver con la identidad, la historia y el espíritu de justicia que caracterizó desde siempre a la antigua Villa de La Plata.

“El año pasado, para el 25 de Mayo, la Alcaldía de Sucre embanderó la ciudad con banderas con dos tipos de cruces: la cruz aspada de San Andrés y la cruz patada o de los templarios, que ahora usan de manera arbitraria y que no tiene nada que ver con la ciudad ni con su historia”, explica a ECOS el sacerdote Bernardo Gantier Zelada, quien es vicepresidente de la SGHS. “La cruz que exhibe la Alcaldía tan equivocadamente ni siquiera es la de Jerusalén”, acota, por su parte, Ronald Gantier Lemoine, socio de la misma institución.

Estas precisiones de orden histórico evidencian la confusión que en los últimos años derivó en el mal uso de tan importante símbolo para la región. Al fin y al cabo, una bandera representa el alma de un lugar y está profundamente ligada a su identidad.

“La pervivencia en el tiempo de la bandera de la cruz aspada de San Andrés tiene mucho que ver con nuestros tormentosos y sangrientos años como Villa, cuando tuvimos que enfrentar cuatro guerras civiles”, apunta Bernardo Gantier.

Comisión “Cruz de San Andrés”

La SGHS comisionó a sus socios Bernardo y Ronald Gantier para fundamentar y hacer las gestiones necesarias de forma tal que la Alcaldía rectifique el uso de la cruz patada de la Orden de Los Templarios y más bien promueva la cruz aspada de San Andrés, que es la que ha permanecido en el tiempo.

A pesar de varias representaciones de la institución que cumplió 131 años de vida, la municipalidad persiste obstinadamente con el uso de la bandera incorrecta, dice el padre Bernardo, experto en el tema. Asegura que en la Alcaldía creen que se trata de la cruz de Jerusalén, “pero no lo es”.

Ronald Gantier aclara que la cruz de Jerusalén o cruz potensada (que tiene una especie de martillos en las puntas) tampoco tiene relación con la identidad y el sentido de pertenencia de Sucre y, prueba de ello es que jamás arraigó en el imaginario social. Explica que solo quedó en el papel de un decreto del Virrey de 1559 que otorgaba el escudo a la ciudad con una referencia de la bandera allí contenida.

El pueblo la adoptó

Cuando en 1559, La Plata reclama su escudo de armas al virrey de Lima Andrés Hurtado de Mendoza, siendo ya reconocida como “ciudad insigne, muy noble y muy leal” por haber enfrentado cuatro guerras civiles contra los rebeldes, esa autoridad emite un decreto que dice que llevará una mano armada portando la cruz potensada de Jerusalén.

Sin embargo, más allá de la referencia documental, el pueblo no hizo representación alguna de esa cruz en su bandera y, contrariamente, adoptó como única, desde aquellos tiempos hasta ahora, a la cruz de San Andrés o cruz de Borgoña, que representaba al emperador Carlos V, el rey que hizo las nuevas leyes a favor de los indígenas, de acuerdo con la información recopilada por dicha comisión de la SGHS.

Los platenses, desde que tienen memoria, vuelcan hacia esa bandera su sentido de pertenencia porque la enarbolaron en todos sus eventos históricos importantes: desde campañas de guerra y celebraciones de sus patronos San Miguel y la Virgen de Guadalupe, hasta el reciente movimiento cívico de 2009 por la Asamblea Constituyente, que sacó a las calles a la gente para defender sus principios de libertad y justicia.

La bandera y los indígenas

Los habitantes de La Plata, al inicio de la historia de la Villa, se pusieron del lado de Carlos V defendiendo sus leyes, las nuevas que había enviado a América en 1541 y que favorecían a los indígenas. Esas normas fueron impulsadas por Fray Bartolomé de Las Casas y suprimían las encomiendas, entre otras instituciones que los oprimían.

Contra esas leyes se reveló Gonzalo Pizarro en el Cusco y tomó Lima. Entonces, los vecinos de la joven Villa de La Plata, hoy Sucre, deliberaron en el atrio de San Lázaro y levantaron la bandera del Rey en contra de los rebeldes. Ese símbolo contenía la cruz de San Andrés o cruz de Borgoña. Organizaron una milicia compuesta por los mismos vecinos —entre ellos indígenas, criollos y españoles— a la cabeza del capitán Diego Centeno y marcharon para enfrentarse contra Pizarro.

“Aquí estamos nosotros, y digo ‘nosotros’ porque allí estuvieron peleando nuestros antepasados con los apellidos más comunes como Rojas y Mancilla, por mencionar solo un par. El cacique Aymoro también llevó a su gente a estas batallas”, relata Bernardo Gantier mientras exhibe grabados del antiguo ‘Libro de las Décadas’, titulado “Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano”, del cronista Antonio de Herrera y Toledo (1613), que recupera esa parte de la historia de Sucre.

Allí se ve a los ejércitos platenses enarbolando la bandera con la cruz en equis, la de San Andrés, contra los pizarristas, en las batallas de Huarina, Pocona, Chuquinga y Jaquijahuana, “en la cual —añade el Vicepresidente de la SGHS— se captura a Gonzalo Pizarro y se lo ejecuta finalmente”.

“Nacimos mestizos”

El sacerdote introduce a continuación el dato histórico de que en 1555 ya se fundó el primer asilo de Santa Isabel de Hungría, para huérfanas mestizas, “donde estuvieron nuestras abuelas”. Luego, “nacimos mestizos, desde el principio”, sostiene Gantier Zelada.

Sobre este tema, Gantier Lemoine afirma que cuando llegaron los españoles se estableció en estas tierras un pacto entre reinos (indígena y español) para consolidar un territorio. Y que los caciques Aymoro tenían su solar en la plaza y su nobleza era reconocida.

Desde esos tiempos la bandera que enarbolaron los leales al emperador Carlos V fue la de la cruz de San Andrés, que se conoce también como ‘de Borgoña’ porque la abuela paterna del Rey se llamaba María de Borgoña. Esos leales eran gente mestiza o indígena, precisan ambos historiadores.

“Nuestra ciudad nace mestiza. Desde que llegan los españoles ya se casan, ya viven, ya habitan la Villa de La Plata, y desde entonces los platenses ya enarbolábamos esta bandera, la aspada de la cruz de San Andrés”, enfatiza Bernardo Gantier.La “prueba lapidaria”

Según los comisionados de la SGHS, la “prueba lapidaria” fue tallada en piedra en 1613 y colocada en la esquina de la fachada del Cabildo de La Plata, actual Alcaldía de Sucre. Se trata de la parte del escudo dislocado (la otra, con el resto de los elementos heráldicos, está en una segunda piedra, a la izquierda del inmueble), donde los chuquisaqueños expresan su escudo de armas con la cruz de San Andrés en vez de la de Jerusalén (la patada o de los templarios jamás existió, según esta versión de los hechos).

“Aunque en el Decreto del Virrey dice que en el escudo de La Plata ha de venir la mano armada llevando la bandera con la cruz de Jerusalén, en la práctica se representó el escudo de Chuquisaca, hecho en Chuquisaca, con la cruz aspada de San Andrés porque, en la memoria de los platenses, esa es la bandera que levantamos desde siempre y ninguna otra que se quiera imponer”, refuerza el sacerdote jesuita. •

¿De dónde viene la cruz de San Andrés?

San Andrés fue un discípulo de Jesús, hermano de San Pedro, martirizado en Patras en una cruz en forma de equis con dos troncos de árbol cruzadas por el centro. Los gajos de las ramas de esos troncos fueron cortados de manera improvisada, resultando en las aspas o espinas que hasta ahora se ven en la bandera. Es roja porque el discípulo predicó el santo Evangelio hasta derramar toda su sangre sobre la cruz, tiñéndola.

Por eso, de acuerdo con la explicación ofrecida por el padre Bernardo Gantier a ECOS, se llama “cruz aspada y espinada de San Andrés”.

El debate sobre la bandera con la cruz de Jerusalén

El año 2000, una comisión de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre (SGHS) encabezada por Hugo Poppe Entrambasaguas y Jorge Querejazu Calvo presentó una argumentación para hacer una “fiel representación del Escudo de Armas de la Ciudad” ante el Concejo Municipal, recuerda la entonces presidenta del ente deliberante local, Mary Echeñique.

El Concejo aceptó la rectificación y replicó el escudo tal como lo recomendó la SGHS, que en esos días sustentaba a la cruz de Jerusalén como elemento heráldico dentro del escudo, siguiendo el contenido del decreto del virrey de Lima en 1559. Incluso, llegó a emitir ordenanzas para el uso de la variante sugerida de la cruz de Jerusalén, que no caló en el imaginario del pueblo y se quedó en los papeles porque no encontró un sentido de pertenencia, según el criterio de los actuales delegados de la mencionada Sociedad.

La nueva gestión de la SGHS lamenta que en la representación del año 2000, en la que se enfatizó en el escudo de Chuquisaca, no se haya tomado en cuenta a la cruz de San Andrés, que es la que pervivió en el tiempo.

LA CRUZ QUE NO ES

La patada o de los templarios tiene cuatro lados iguales en forma de cola de pato y no guarda ninguna relación con la historia de la ciudad de Sucre. Es la que difunde la Alcaldía erróneamente, según la postura de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre.

Los templarios fueron suprimidos en el siglo XIV (año 1312). Los españoles estuvieron en Chuquisaca desde 1538, es decir, desde la primera mitad del siglo XVI.

LA QUE NO FUE ASIMILADA

La Cruz griega de Jerusalén es potensada o como martillo en las puntas y tiene cuatro crucecillas insertas en los espacios de la cruz, puede tener sus variaciones.

El Decreto del escudo de armas de la ciudad de 1559 la sugiere en su composición, pero nunca fue adoptada por el pueblo de la ciudad de La Plata, hoy Sucre, porque ya enarbolaba la cruz de San Andrés, que más bien insertaron en posteriores representaciones de sus escudos.

LA QUE DEBE SER, SEGÚN SGHS

La cruz aspada y espinada de San Andrés o de Borgoña es un símbolo que adoptaron los leales a la persona del rey Carlos V, un emperador modernista. Fue el monarca que hizo leyes para abolir abusos contra los indígenas. Tuvo muchos enemigos que no estaban de acuerdo con sus innovaciones y sus leales, tanto en Europa como en las tierras de Indias (América), se levantaron contra los rebeldes enarbolando esta bandera que desde entonces identifica al espíritu de un pueblo desde siempre apegado a la justicia.

Piden retirar la cruz patada o de los templarios

“A ver... ¿nos respetaremos?”, dice en lenguaje coloquial el vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre (SGHS), Bernardo Gantier, al pedir por el emblema que representa a Chuquisaca y que, de acuerdo con sus estudios, desde siempre ha sido la bandera con la cruz aspada y espinada de San Andrés.

“Nuestro pedido a las autoridades municipales es que quiten esa bandera con cruz patada de los templarios (con las aspas abiertas en forma de cola de pato), o por lo menos nos den una explicación de por qué la usan, que sabemos que no la hay. Parecería un capricho político”, cuestionan los representantes de la SGHS.

“Desde nuestros primeros antepasados hasta ahora nos identificamos con la cruz de San Andrés. Está presente en toda su historia. Incluso a la Virgen de Guadalupe se la relaciona con esta bandera”, concluye el Vicepresidente de la SGHS.

La Virgen de Guadalupe y la bandera de Chuquisaca

Hay imágenes de la Virgen de Guadalupe con la bandera de la ciudad que, para el sacerdote Bernardo Gantier, son antecedentes históricos importantes por lo arraigada que está la Patrona de Sucre en el sentimiento del pueblo.

En representaciones de la Virgen, que datan de tiempos anteriores a la independencia de Bolivia, se observa un emblema delante de una panoplia en cuyo fondo aparece la bandera con la cruz de San Andrés, entre otras armas.

La más significativa es la imagen de Guadalupe que está en el Museo de Arte de La Paz, donde además de la bandera con la cruz aspada hay dos indígenas yamparas devotos y los dos toritos que la Virgen habría enviado para dispersar a los ejércitos de los Katari en Punilla, cuando se dirigían a tomar la ciudad (1881) amenazando de beber la sangre de los oidores en sus calaveras.

“Cuentan que mientras en Punilla los hombres de La Plata, entre indígenas y criollos, se enfrentaban a los Katari, las mujeres sacaban en procesión a la patrona, la Virgen de Guadalupe, alrededor de la plaza cuando en el lugar del enfrentamiento los platenses vieron aparecer a una mujer con dos toros que arremetieron contra la gente de los Katari, dispersándolos. En ese tiempo lo interpretaron como un prodigio o milagro de la Virgen y por eso a los pies de la imagen, en la Catedral, hay dos toritos de oro y esmeraldas, como agradecimiento o exvoto por haber protegido a la ciudad del ataque”, relata a ECOS el también Vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre.

Entre otras referencias está una de 1539, cuando Ramírez del Águila hace un dibujo del escudo de la ciudad y lo representa con dicha cruz aspada, y las representaciones de escudos como la de un álbum de grabados sito en la Casa de la Libertad y en cuya portada aparece el de Chuquisaca con la bandera de San Andrés (1930). O un sobre dedicado al padre Cerro, con remitente de la Alcaldía (1938), que tiene el escudo de Chuquisaca con la cruz aspada; un documento resguardado en el archivo del Colegio del Sagrado Corazón.

domingo, 7 de mayo de 2017

¿Por qué Potosí nunca ascendió oficialmente a rango de ciudad?

¿Por qué Potosí, una de las urbes más importantes del mundo, nunca ostentó un título oficial en el rango de “Ciudad” y se quedó como simple “Villa”?

La historia de Potosí está envuelta entre el mito, la leyenda y lo inexplicable. Su fama y riqueza hicieron que su famoso Cerro y su magnífica urbe ingresaran en el imaginario popular como un todo inaudito e increíble.

Su historia tiene tanto de paradójico como de irónico e increíble.

En este estudio se profundizará y reflexionará, buscando una respuesta coherente de por qué una de las urbes más importantes del mundo, nunca ostentó el título oficial en el rango de “ciudad” y quedó como simple “villa”, por más imperial o noble que fuera el título honorifico y nobiliario.

Es importante también mencionar que en la época en que Potosí destellaba esplendor de riqueza, existían ya, rangos y títulos urbanísticos que le daban estatus a un establecimiento urbano, estos estatus no solo eran de simple nombre, sino que conllevaban ciertas prerrogativas y privilegios varios e importantes. Por ello era fundamental para un poblado ascender en esa jerarquía de estatus para acceder a esos privilegios de los que solo gozaban los que estaban en el escalafón más alto.

Aún hoy en muchos países se establecen de forma legal ciertas características o condiciones que debe poseer un poblado para acceder y gozar de estos privilegios. (Se incluye el estatus o rango de asiento minero, por ser este el establecimiento primigenio en el que nació Potosí). Entre los títulos urbanísticos de rango más comunes están: los asientos mineros (o campamento minero como se conoce ahora), aldeas, pueblos, villas, ciudades y las metrópolis.

Precisamente Potosí hasta hoy se mantiene en el rango urbanístico de villa y no de ciudad. No por población o atributos jurisdiccionales, sino a titulo histórico.



Titulo noble de Villa Imperial de Potosí

Hasta 1561, Potosí era denominado oficialmente como un simple “asiento de minas “o “asiento de minas de Potosí”, aunque en los hechos era ya, una de las urbes más grandes e importantes de América. Tal fue el denominativo con el que se referían a Potosí.

Ese mismo año, Potosí va a ascender de categoría urbanística y pasara de ser un simple asiento de minas a poseer el rango de Villa. Y no solo eso, pues le es otorgado el título nobilísimo de Villa Imperial (esto último es importante diferenciarlo de otras, pues es la única urbe en el virreinato y en América con un título imperial de nobleza y no como simple villa).

Con lo que el título y nombre oficial de la urbe sería “Villa Imperial de Potosí” (es de hacer notar por otra parte que el título y nombre que le es otorgado a Potosí, comprende las tres palabras que la forman y por lo tanto deben ser escritas todas con mayúsculas inicial y no solo el nombre de Potosí como comúnmente suele hacerse)

Como ya se mencionó antes, debe diferenciarse dos aspectos importantes.

Primero, que Potosí ascendió a rango urbanístico de villa, con todos los atributos y privilegios que ello conllevaba. Y segundo, pero no menos importante, es que a Potosí le es otorgado un título real de nobleza (honorifico). Un título nobiliario que pocas o ninguna villa ostenta en el virreinato.

Este aditamento por mandato real, en el que Potosí sea considerada “imperial” la diferencia de las demás y le da estatus noble, título de la que los potosinos se sentirán sumamente orgullosos, tanto que formara parte de la idiosincrasia potosina el llamado orgullo potosino, que aún pervive en el colectivo sociocultural. A esta ya de por si ostentoso y magnánimo título se le añadirá, según Arzans, el Villa Imperial de Carlos V.



Intenciones y motivos de poder

Este importante título que no fue un simple arranque de orgullo potosino, de obtener títulos nobles ni mucho menos, conllevaba abiertamente un sinnúmero de intenciones de carácter político, administrativo y comercial entre otras prerrogativas.

Potosí se había convertido en el más grande yacimiento y minas productoras de plata, mismas que rentaban sendas ganancias, tanto a la corona de España como a los mismos mineros avecindados en Potosí. Pero este emporio de riquezas era administrado jurisdiccionalmente desde Chuquisaca, sede de la Real Audiencia de Charcas que además fuera recientemente creada, precisamente para la administración jurídica, entre otras cosas, del emergente complejo industrial de las minas de Potosí.

El recelo de ambas partes por obtener los más grandes beneficios resultaría en la separación de Potosí de la jurisdicción de Chuquisaca en lo administrativo, civil y criminal. Era más que gran logro para los ricos vecinos de Potosí. Tanta fue su euforia y contento que cuando llegó la noticia del nombramiento a Potosí, todos los pobladores y los vecinos más influyentes y poderosos salieron a las calles y a la plaza principal (denominada plaza del Regocijo, actual plaza de Armas o 10 de Noviembre), a celebrar el título de Villa Imperial y en esa desbordante euforia, tomaron a un indígena inocente, que se encontraba por ahí y amarrándolo le propinaron duros azotes en señal de posesión y autonomía por la nueva administración y gobierno que en adelante regiría en Potosí. Este ascenso importante para Potosí no fue gratis ni mucho menos, pues se pagaron grandes sumas a la corona española y a Chuquisaca, esta última luego de algún tiempo se quejaría que la Villa de Potosí no había pagado a la Ciudad de la Plata o Chuquisaca el monto estipulado por su exención.

Queda claro que los vecinos de Potosí y entre estos los más ricos y poderosos del virreinato, tramitaron el nombramiento y ascenso del asiento de minas de Potosí para que ostente título y rango de Villa Imperial, por una necesidad urgente de tener el control y dominio en la administración de sus riquezas, como luego lo harían, efectivamente.

Pero ¿por qué no aspiraron en ese momento o después a otro título de más rango, como el de elevar a Potosí, de simple Villa a rango de ciudad?



La villa más grande, más poblada y más rica del mundo, se queda como villa

Potosí con todos sus altibajos y caídas, siempre fue el yacimiento y la urbe más rica y rentable del virreinato del Perú y del virreinato de Buenos Aires consecutivamente.

Potosí era en el siglo XVII “la Villa más grande y poblada del mundo”, (haciendo énfasis en el título de Villa, que ostentaba y ostenta aún), y entre tanto otras urbes, más pequeñas y menos importantes que Potosí, ascendían luego de ser aldeas, asiento mineros, villas a rango de ciudad. O simplemente eran fundadas y nacían ya, con el título de ciudad o metrópoli, pero Potosí seguía ostentando el simple título de Villa, con el aditamento de Imperial claro está.

Así mientras existían urbes con pequeñas poblaciones que ostentaban el rango de ciudad, podría decirse que por el título de nobleza y rango, Potosí era en verdad como “villa”, la más grande y poblada del mundo, pues no había otra “villa más poblada que Potosí”, (y si la había, no era precisamente una villa, sino una ciudad).

Como se dijo, una villa se caracterizaba por ser un poblado pequeño, de pocos habitantes y limitada administración jurisdiccional, pero cuando ya alcanzaban cierta importancia eran ascendidas al rango de ciudad, pero es importante recalcar, que no solo importaba el número de población para ascender a rango de ciudad o metrópoli, sino más bien las atribuciones que un poblado podía poseer u obtener. Como el de la administración política que se le otorgaba, ya por estar en un lugar estratégico, o por recibir ahí altos funcionario de la nobleza entre otros motivos. Así una ciudad podría tener poquísimos habitantes en comparación a Potosí u otras urbes, pero que en dicho poblado podrían estar las instituciones y oficinas centralizadas, con lo que la convertían en ciudad y metrópoli, como sucedió con Chuquisaca o Lima, sede virreinal esta última, comúnmente denominada como la ciudad de los reyes.

Importante jerárquicamente solo por ello.



Una villa de nombre, una ciudad de hecho

En su mayor apogeo, la Villa Imperial de Potosí contaba con más de 160.000 habitantes y aún así era nombrada oficialmente como villa y no como ciudad.

Esta denominación obedecería al título oficial de villa y no a los hechos propiamente. Es decir, en los papeles oficiales, Potosí era nombrada como villa, pero en los hechos era como se dijo antes, una gran metrópoli.

Es de hacer notar que Potosí no contaba como Villa de otras prerrogativas y privilegios que como ciudad hubiera obtenido, gozado y aprovechado. Su población, riqueza, poderío e influencia hubiera podido lograr ese ascenso sin mayor dificultad, si se lo hubiera propuesto el pueblo potosino. Pero no lo hicieron ¿por qué?

Es que acaso aquella administración política y autónoma, aunque limitada, que ejercían como villa, ¿les bastaba para sus propósitos?. La realidad era que muchos de estos chapetones avecindados en Potosí, acumulaban rápidamente una rentable riqueza y marchaban hacia España, llevándose todo lo que podían. Entonces poco o nada les importaba la condición de la Villa de Potosí después de aprovecharla.

Con la llegada de la república, Potosí se quedaba con una población reducida, pero aún así era mucho más grande e importante que otras ciudades de América. Los nuevos ciudadanos bolivianos, no se preocuparon de darle prominencia a Potosí y los potosinos se conformaron con el título imperial de Villa. Ni aún los patriotas más contrarios a la corona de España, repararon en el titulo Imperial de Potosí, que a largas, connotaba un resquicio y recuerdo del imperio español al que combatían y que precisamente flameaba orgullosa en el titulo imperial de Potosí.

Hasta hoy, Potosí nunca ha sido oficialmente reconocido como cuidad, este denominativo se da por hecho. Por ser además la capital del departamento del mismo nombre. Potosí nunca lo solicitó y nunca se autoproclamó de manera oficial como tal.

Paradójicamente y aun irónicamente, tuvo que pasar casi cuatro siglos para que Potosí alcanzase el número de población que ostentara en su mayor esplendor, ahora este número se ha sobrepasado, aunque no con mucha diferencia.

Incluso hoy el título de Villa Imperial es solo un denominativo con connotación histórica y no institucional u oficial. De haber sido otra y con más visión de futuro las pretensiones de los potosinos de entonces y los de ahora, la villa no debiera ser solo Villa Imperial, sino, Ciudad Imperial de Potosí.

Potosí nunca ascendió a rango de ciudad de manera oficial

Nota: Este artículo es un resumen de otro estudio más amplio y profundo del tema tratado, en el libro; “La Historia Mítica de Potosí”, del mismo autor.



*Artista, escritor e investigador historiográfico.

viernes, 5 de mayo de 2017

Declaran héroe nacional al poeta indígena Juan Wallparrimachi



El poeta y líder indígena Juan Wallparrimachi Mayta fue declarado Héroe Nacional, por la Cámara de Diputados, en memoria y reconocimiento a su lucha durante la Guerra de la Independencia de Bolivia, junto a sus padres adoptivos Manuel Ascencio Padilla y Juana Azurduy de Padilla.

El segundo artículo de la ley que declara a Wallparrimachi como Héroe Nacional y que fue sancionada por el pleno de la Cámara de Diputados la noche del jueves, establece que el Órgano Ejecutivo, a través de los ministerios de Cultura y Educación, en coordinación con las autoridades autónomas territoriales, implemente políticas públicas de promoción y difusión con fines educativos, culturales e históricos de la trayectoria de Juan Wallparrimachi.

Wallparrimachi nació en Macha (Potosí) el año 1793, de padre español y madre indígena. Huérfano de madre y abandonado por su padre, creció padeciendo hambre hasta que fue adoptado por los esposos Padilla, con quienes emprendió la lucha revolucionaria contra la corona española.

En sus momentos de descanso, Wallparrimachi escribía obras literarias en quechua y castellano, principalmente poesías, por lo que fue conocido como el "Soldado Poeta" hasta su muerte, registrada en 1814 durante el combate del Cerro de Las Carretas.

martes, 2 de mayo de 2017

Academia Boliviana de Historia Militar

La Academia se enorgullece de sus 38 años de servicio a nuestra patria, los que se han materializado en una extensa edición de libros, ensayos históricos, gacetas académicas, publicaciones varias y en la conducción de conferencias, talleres, coloquios, exposiciones y otras actividades relacionadas a la historia militar de Bolivia.

Además del museo de la guerra del Chaco y la biblioteca especializada, la Academia cuenta con un hermoso salón de honor y una pinacoteca, junto a un edificio declarado Patrimonio Histórico de la ciudad de La Paz. Es que en esta consonancia, la Academia Boliviana de Historia Militar en su postulado tiene una doble significación: Por un lado, mantener latente nuestra reivindicación marítima hasta el retorno a nuestras costas en el Pacífico; y por otro lado, la noble misión de formar patriotas, a través del culto a la historia militar, maravillosa, legendaria y épica.

Este recinto maravilloso que nos envuelve hoy, el Palacio Goitia, que encierra tantas leyendas del pasado histórico de esta heroica Plaza Murillo, también albergó el primer cine –biógrafo– y un restaurante, el más elegante de la ciudad de La Paz. En su solar se dio el almuerzo de despedida a los oficiales de los “Tres pasos al frente”, que se dirigieron al frente de batalla en la guerra del Chaco, de los cuales casi ninguno volvió con vida.

Durante la colonia, en el edificio estaban instaladas las milicias españolas, con sus dos túneles secretos, que nos recuerdan el dramático cerco que sufrió la ciudad de La Paz impuesto por Túpac Catari en 1781, que sirvió para la huída de los españoles en los levantamientos indígenas.

Se comprende que la doctrina militar se asienta principalmente en la historia, y esta nos permite filosofar, analizar y producir las bases históricas e ideológicas de la milicia, construir un pensamiento militar, una visión estratégica, y este, al mismo tiempo, nos da el reto mayor, bolivianizar el pensamiento militar que permitirían el salto cualitativo a la Academia, abriendo sus puertas a todo militar y ciudadano, y cubrir todo el espacio geográfico del país con su pensamiento.

Integrar su accionar equitativamente con la mujer, considerando su estirpe guerrera, necesaria espiritualidad para fortalecerlo necesitamos del valor, vigor y la entrega de Juana Azurduy –heroína de la independencia de las tierras del Alto Perú-. Muchos dirán, que todo esto es un sueño, pero ya lo dijo el gran Libertador Simón Bolívar: “...SOLO LOS HOMBRES SOÑADORES ALCANZAN GRAN-DES REALIZACIONES...”, y cuando se refería a los hombres hablaba de instituciones, creía profundamente en ellas, adelantándose a su tiempo.

Un poco de historia Conjuración contra Bolívar

No fue la del 25 de septiembre de 1828 la única tentativa para asesinar a Bolívar. Pocos días antes de esa noche hubo un baile de máscaras, y los organizadores del festival pidieron permiso del caso a don Ventura Ahumada, entonces alcalde de Bogotá.

Don Ventura concedió el permiso, pero puso una condición, que ninguno de los concurrentes al baile iría disfrazado con un traje que no correspondiera a su sexo. Al baile fue invitado Bolívar.

Don Ventura se situó en la entrada del edificio para vigilar por sí mismo el debido cumplimiento de sus órdenes. De pronto se presentó en la entrada un húsar elegantemente trajeado. El señor Ahumada lo tomó de un brazo y le dijo:

–No puede usted entrar sin que sepamos quién es.

–Soy Manuela Sáenz –contestó el húsar.

–Pues no puede usted entrar, porque viene disfrazada con traje masculino –repuso don Ventura, a quien no lo intimidaban las amigas de Bolívar.

Se armó un ruidoso altercado. El alcalde siguió en sus trece; la joven envió un oficial al palco de Bolívar a que pusiera en conocimiento de éste el rechazo que padecía, y se retiró.

Ya había empezado el baile y Bolívar, disgustado a causa de su “amable loca”, como la llamaba, abandonó al poco rato el recinto.

Pues bien, esa noche se había planeado una conjuración con el fin de asesinar al presidente. Los conjurados tenían convenido que, en determinado momento, se pondrían todos el gorro frigio, apagarían las luces y le darían de puñaladas a Bolívar. Pero el escándalo de doña Manuelita hizo que el jefe del Estado se retirara antes de tiempo y los conjurados se figuraron que tal retirada obedecía a que se había descubierto el plan. Así se salvó Bolívar de ser asesinado esa noche.

Nota tomada de ¡Aquí está!