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lunes, 25 de abril de 2022

Minería en tiempos del Inca

La producción de metales en tiempos del Inca se caracterizó principalmente por el uso del cobre, la reducción del mercurio y la aleación del bronce. Se dice que gracias a la extracción del oro y las aleaciones hechas con plata y cobre se obtuvo un producto muy similar al platino.

Como el Imperio dedicó mucho tiempo y esfuerzo a la extracción de minerales, se construyeron estructuras subterráneas, desarrollando elaborados trabajos de ingeniería. Sin embargo, en muchos casos, los minerales se extraían de la superficie o de los ríos.

Los registros coloniales mencionan que para excavar la tierra, los obreros usaron cuernos de ciervo, y que para sacar el mineral usaron cuernos cosidos en forma de sacos. Toda esta tecnología denota niveles de especialización, mostrando la complejidad de la actividad y el afán imperial por su desarrollo.

miércoles, 13 de abril de 2022

Las minas de Chuquiago y de Porco

La actual La Paz era parte de un valle muy rico en oro, por lo cual se denominó Chuquiago Marka. Durante el período prehispánico, este próspero valle fue el asentamiento de poblados correspondientes a Tiwanaku, a los desarrollos aymaras y posteriormente a los incas. Es por ello que varios lugares de la actual ciudad presentaron y aún presentan evidencias arqueológicas que comprueban este hecho (Aranda y Lémuz, 2010).

En un trabajo arqueológico reciente, se sistematizaron los diferentes periodos de asentamiento desde el Formativo (1500 a.C.-400 d. C.) hasta la época Inca (1471-1500 d:C.) (Ibid.), constatando alrededor de 3000 años de poblamiento de este valle. En los periodos más tempranos, la dinámica prehispánica parece corresponder a lo que ocurría a nivel de la cuenca del Titicaca. Sin embargo, en el denominado periodo de Desarrollos Regionales (1200-1400 d. C.), luego de la caída de Tiwanaku, se empieza a observar un panorama multiétnico:

Entidades Pacajes, Lupacas, Chinchas, Canas y Canchas habrían de asentarse en zonas como Achumani, Aruntaya, Mallasilla, Chicani, Hampaturi, Apaña, Miraflores y Ovejuyo, dejando como evidencia torres funerarias elaboradas en adobe y piedra… un símbolo de poder étnico… (Aranda y Lémuz. 2010: 61)

Como es posible observar, ni la presencia de Tiwanaku marcó la identidad local, la cual estuvo siempre ligada a una multietnicidad que se distingue ya en el periodo de Desarrollos Regionales. Este aspecto se hizo más evidente en el periodo de ocupación Inca, el que se caracterizó por el desplazamiento y asentamiento de mitmas de diferentes Señoríos, impuestos por la administración imperial (Fig. 105). En esa época existía un manejo dual del espacio en La Paz, a cuya cabeza, Anan y Urin, estaban los caciques Quirquincho y Otorongo (Torres, 2004). En versión de Aranda y Lémuz:

La incursión Inca en el entonces denominado valle de Chuquiapo, habría de caracterizarse por el desplazamiento y asentamiento de mitimaes de diferentes Señoríos impuestos por la administración incaica… La fuerte resistencia que se presentó al avance incaico en la región determinó el traslado de grupos étnicos lupacas (provenientes del área circunlacustre), pacajes (nativos del Sur del lago Titicaca), canchas (oriundos del altiplano), cañaris (originarios de la región del Cañar en Ecuador), canas (procedentes del Norte del lago Titicaca), chinchaysuyos (naturales del Norte peruano) entre otros… (Aranda y Lémuz, 2010: 61).

El motivo de esta dinámica fue el aprovechamiento del recurso aurífero del río Choqueyapu, recurso probablemente utilizado desde tiempos de Tiwanaku, el cual motivó la presencia imperial en la región. Son los documentos del siglo XVI los que relatan acerca del desarrollo de la actividad minera en La Paz, pero se registran también algunos restos arqueológicos que denotan la importancia del valle para los incas, como los asentamientos registrados en la actual zona de San Sebastián y de Inca Llojeta (Fig. 106).

Población multiétnica en el valle de La Paz

Este último sitio es donde a mediados del siglo XX se registraron artefactos de élite. Los importantes hallazgos realizados dan cuenta del establecimiento de grupos sociales de alta jerarquía, los cuales probablemente eran parte del aparato de control de la actividad minera en tiempos de los incas.

Durante ese tiempo, los caciques indígenas dependían del Inca, quien había conquistado estas tierras, haciendo que el asiento aurífero de Chuquiabo perteneciera a la momia de Huayna Capac. La noticia más antigua que se tiene sobre esos hechos data de 1535, pues Sancho de la Hoz menciona:

las ricas minas de oro de aquella provincia del Collao están más allá del lago (en un lugar) que se llama Chuquiabo. Están las minas en la caja de un río… hechas a modo de cuevas a cuya boca entran a escarbar la tierra… (tomado de Torres, 2004: 1).
Sitios Arqueologicos
Figura106. Recientes trabajos arqueológicos desarrollados en el valle de La Paz han demostrado la densidad de ocupación que existió en esta ciudadentiempos prehispánicos. El mapa que se observa muestra gran parte de los sitios registrados, los mismos que corresponden a diferentes periodos. 


Desde 1534, Francisco Pizarro se adjudicó las minas y continuó su explotación en tiempos coloniales. Sin embargo, se sabe que para 1548, año de fundación de la ciudad de La Paz, las vetas de oro estaban completamente agotadas y las bocaminas abandonadas (Torres, 2004).

Al parecer, las razones para elegir el sitio de fundación de la actual La Paz fueron la provisión de agua y leña, y su posición en el límite étnico y punto de encuentro entre cuatro de los corregimientos indios: Larecaja, Sica Sica, Omasuyos y Pacajes. Su ubicación geográfica y ecológica también fue relevante, pues el valle se encontraba cerca del altiplano y del lago Titicaca, y en la ruta del camino principal Urcosuyo del Capac Ñan, que era paso obligado para ir desde Lima hasta Potosí. Al mismo tiempo, este espacio posibilitaba el contacto con el mundo amazónico a través de los Yungas, aspectos que también explican la multietnicidad antes mencionada.

En Churubamba se encontraba un poblado indígena, el que al parecer correspondía a una élite local gobernada por el cacique Quirquincho. Sobre este poblado se fundó el barrio de San Sebastián, con pobladores originarios y mitmas collas traídos por los incas, muchos de los cuales eran forasteros que trabajaban en los obrajes de telas de los jesuitas. Los resabios de población quechua, resto de la dominación inca, fueron reducidos en la –hoy desaparecida– parroquia de Santa Bárbara (Ibid.).

Entonces, la nueva ciudad fue estructurada en una lógica dual india-española. El centro criollo fue establecido en torno a la Plaza Mayor (hoy plaza Murillo), habitado por los criollos, españoles y mestizos. En cambio, la periferia estuvo limitada por los ríos Choqueyapu y Mejavira, área habitada por los indios, al otro lado de la actual avenida Mariscal Santa Cruz, donde se encontraba la iglesia de San Francisco. Este panorama poblacional es el que se observaba a mediados de 1500 en el valle de La Paz.

Similar situación parece haberse dado en otras regiones de los Andes Centro Sur por la explotación de oro. Casos concretos son las minas Chichas y las de Porco, las que según Pedro Sánchez de la Hoz, secretario de Francisco Pizarro, fueron las que más se explotaron durante este periodo. Según las investigaciones históricas, en Porco estaban ubicadas las minas de plata, al igual que un importante centro ritual que atraía peregrinos de los Andes del Sur (Van Buren, 2003). Al parecer, el mineral existente y todo el contexto natural de la huaca gozaban de una importante significación espiritual para los indígenas prehispánicos.

La conquista de la región por parte de los incas estuvo motivada fundamentalmente por los abundantes recursos minerales. Las investigaciones arqueológicas han corroborado el desarrollo de la actividad minera imperial, la que –según cronistas españoles– produjo buena parte de la plata que se utilizó para decorar el Templo del Sol en Cusco (Van Buren, s/f ). Los restos registrados en Porco muestran una infraestructura centralizada, con instalaciones para la vivienda, el almacenamiento, la administración, la minería y procesamiento de minerales (Ibid.). También en función de datos históricos, se plantea que en Porco existían trabajadores de la mit’a, reclutados en forma rotativa de entre los grupos conquistados, además de yanakunas.

Cada sitio construido por los incas parece haber sido re-ocupado por poblaciones relacionadas con el procesamiento de metales, siendo muy variada la tecnología que se utilizaba para el beneficio y refinado de los minerales. Tanto el registro histórico como el arqueológico indican que la explotación de los depósitos de plata era descentralizada y se realizaba en pequeña escala (Van Buren, s/f ). Parte de la tecnología empleada consistió en el uso de huayrachinas u hornos de viento, que servían para fundir el mineral de plata. Dicha tecnología fue utilizada también durante la época Colonial, teniéndose incluso registros contemporáneos de su uso.

sábado, 9 de abril de 2022

La ritualidad de Copacabana en diferentes periodos

Para algunos autores, Copacabana probablemente deriva de los vocablos aymaras kupak (“azul lacustre que refleja como turquesa”), y k’awa (lugar o canal), significando “canal abierto de color turquesa”. Esa denominación parece cobrar sentido si consideramos que en tiempos de Tiwanaku, ese era el santuario de un ídolo de piedra de color turquesa.

Con la llegada del cristianismo, el ídolo turquesa de la huaca fue reemplazado por la imagen de la Virgen de la Candelaria, tallada como una imagen indígena por Tito Yupanqui, durante la época colonial. Esta sacralidad, rodeada de un paisaje de belleza escénica, fue consolidada con una de las tradiciones más famosas del Titicaca: las rutas de peregrinación y purificación hacia la Roca Sagrada.

jueves, 7 de abril de 2022

Complejo ritual en el lago Titicaca

Un complejo ritual de gran envergadura para los incas fue el lago Titicaca, conformado por Copacabana, la Isla del Sol y la Isla de la Luna, donde se erigieron los principales templos y palacios de esta parte de los Andes (Fig. 104). Este complejo estaba relacionado a las rutas de peregrinación y purificación que hacían los incas hacia la Roca Sagrada, lugar de su origen mítico.

El cronista agustino de Copacabana, Ramos Gavilán (1988 [1621]), escribió que el Titicaca era un lugar sagrado, mencionando que fue Túpac Yupanqui quien le devolvió a la Roca Sagrada su antigua categoría, convirtiéndola en un centro de peregrinación.

Al parecer, Copacabana fue un lugar central, pues concentraba a poblaciones de mitmas provenientes de alrededor de 40 naciones de los Andes y de todos los confines del Imperio. Ramos Gavilán escribía que para 1589:

aquí el Inca transplantó (tomándolos de su lugar de nacimiento) Anacuscos, Hurincuscos, Ingas, Chinchaisuyos, Quitos, Pastos, Chachapoyas, Cañares, Cayambis, Latas, Caxamarcas, Guamachucos, Guaylas, Yauyos, Ancaras, Quichuas, Mayos, Guancas, Andesuyos, Condesuyos, Chancas, Aymaras, Ianaguaras, Chumbivilcas, Padrechilques, Collaguas, Hubinas, Canches, Canas, Quivarguaros, Lupacas, Capancos, Pucopucos, Pacajes, Iungas, Carangas, Quillacas, Chichas, Soras, Copayapos, Colliyungas, Guánucos y Huruquillas. (1988 [1621]:60) 
ElIñacuyo, ubicado en la Isla de la Luna,



En tiempos de los Incas Pacachutec y Túpac Yupanqui, esta región fue transformada en una huaca o centro espiritual de adoración panandina, de igual importancia que el Korincancha en Cusco y Pachacámac en la costa, los mayores centros de culto prehispánico de los Andes.

Esa dinámica hizo que se construyeran santuarios en medio de una impresionante red de caminos, que convergían en la península de Yampupata, considerada la entrada ritual al lago Titicaca. Pero para entrar en este espacio, conceptualizado sagrado, se debía pasar por un muro ubicado en el actual Yunguyo, que dividía el espacio profano del sagrado. En el muelle que aún hoy se observa a la entrada del lago, los fieles tomaban balsas de totora hacia la Isla del Sol, pasando –según los relatos de los cronistas coloniales– sólo las personas purificadas, ya que entrar en las aguas del Titicaca implicaba el ingreso a un espacio sagrado (Ramos Gavilán, 1988 [1621]).

La sagrada ruta presentaba puertas o punkus de purificación, descritas por los cronistas de fines del siglo XVI. Ramos Gavilán (Ibid.) menciona que antes de llegar al adoratorio principal de la Roca Sagrada, se tenía que pasar por tres puertas, en cada una de las cuales existía un sacerdote que imponía penitencias de acuerdo a las culpas:

Antes de llegar a este adoratorio, se había de pasar por tres puertas, que distaban las unas de las otras poco más de veinte pasos; la primera se llamaba Pumapuncu, que suena lo mismo que puerta del León, porque había allí un León de piedra, que decían guardaba la entrada, y en ésta antes de pasar, se hacía una expiación de pecados, confesándolos al sacerdote que allí residía… La segunda puerta tenía por nombre Kentipunco, por estar matizada toda de plumas de tominejos, a quien ellos llaman Kenti… De la tercera puerta era el nombre, Pillcopuncu, que fuera puerta de esperanza, estaba adornada con plumas verdes de un pájaro muy estimado que se trae de los Chunchos llamado Pillco… (Ramos Gavilán 1988 [1621]: 48-49).

Toda esta mística registrada en el siglo XVI fue constituida en tiempos de los incas, mostrando la veneración de un elemento natural y la institucionalización de una tradición ritual sin precedentes en esta parte de los Andes. Ya sea como un elemento natural o un lugar consagrado culturalmente, el lago Titicaca inspiró la construcción de una ideología que tiene repercusiones hasta la actualidad. La peregrinación sagrada hacia el lago, cubierta por el velo del sincretismo católico, se reproduce cada año en la fiesta de la Candelaria (2 de febrero), en Semana Santa y en el aniversario de Copacabana (6 de agosto), con los miles de fieles que peregrinan hasta el santuario prehispánico.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en el área sagrada de la Isla del Sol, y siguiendo las descripciones realizadas en 1653 por Bernabé Cobo, mostraron datos muy interesantes. Aunque ya no se aprecian los ornamentos de la Roca Sagrada, la deposición existente cerca del altar principal permitió registrar una especie de canales elaborados en piedra que –al parecer– eran los receptáculos de la chicha que se ofrecía en el santuario (Stanish, 2003). Esta misma importancia fue atribuida a la Chinkana o laberinto Inca, construida en las inmediaciones de la Roca Sagrada, lugar donde se lograba la purificación de los fieles. Al parecer, la construcción laberíntica de la estructura y sus múltiples puertas propiciaban estados de introspección en los individuos, permitiendo una comunión entre las divinidades y ellos..

Por tanto, se observa que la importancia ritual de Copacabana también pasó al nivel político, ya que en la época de persecución de Paullu Inka, la Isla del Sol fue su lugar de refugio. Al parecer, toda esa relación mítica de origen y posterior ritualización de las islas del Titicaca fue muy bien aprovechada por el Imperio para su consolidación política y social en esta región de los Andes. Todo ese ámbito de ritualidad y religiosidad parece haber sido la razón por la que en Copacabana viviera un sacerdote, el cual gobernaba el Collasuyu; a la llegada de los españoles éste era Chalco Yupanqui. Así también en esta zona residía la corte inca, registrándose la presencia de varias panacas, razón por la que tal vez también existían mitmas de todo el Imperio. ¿Habría sido Copacabana una muestra de lo que fue el Imperio? La cita textual de Ramos Gavilán es muy ilustrativa al respecto:.

Por tanto, se observa que la importancia ritual de Copacabana también pasó al nivel político, ya que en la época de persecución de Paullu Inka, la Isla del Sol fue su lugar de refugio. Al parecer, toda esa relación mítica de origen y posterior ritualización de las islas del Titicaca fue muy bien aprovechada por el Imperio para su consolidación política y social en esta región de los Andes. 
El Inga Guaynacapac, fue el que más nombre dio a la isla Titicaca y a las demás convecinas porque se aventajó a su padre, y así por señalarse de dos hijas que tuvo en el Cusco, la una dellas mandó traer a esta isla y la puso en una de las casas de las Vírgenes dedicadas al Sol y que como prefecta y mayor cuidase de las demás. Cuando los españoles habían ya entrado en la tierra, uno de los hijos de Guaynacapac que estaba en el Cusco, llamado Paullo Topa Inga, vino a este asiento de Copacabana en busca de su hermana y al modo y usanza de los Ingas (sacándola del recogimiento) se casó con ella y tuvo algunos hijos y esta es causa de que muchos indios de Copacabana se aventajan en la nobleza a los demás… (Ramos Gavilán 1988 [1621]: 185)..

Por tanto, se observa que la importancia ritual de Copacabana también pasó al nivel político, ya que en la época de persecución de Paullu Inka, la Isla del Sol fue su lugar de refugio. Al parecer, toda esa relación mítica de origen y posterior ritualización de las islas del Titicaca fue muy bien aprovechada por el Imperio para su consolidación política y social en esta región de los Andes.