Las diferentes versiones del Mito de la Tunupa contemporánea se identifican claramente con un personaje
femenino, a diferencia del personaje del siglo XVI que se caracteriza por un personaje de edad y masculino.
Fueron recogidas principalmente en las localidades de Pampa Aullagas, Quillacas, Huari, Sevaruyo, Salinas
de Garci Mendoza, Aroma, Ucumasi y Challapata. La versión que sigue es una de las más completas que
incluye una serie de fragmentos existentes en las diferentes localidades estudiadas:
«Se dice que un día el viejo Asanaques se casó con la Tunupa y tuvieron varios hijos. El Asanaques era
un viejo con barba blanca y el principal mallku de la región y la Tunupa una bella y joven mujer que llevaba
doce polleras de muchos colores y doce enaguas.
El viejo Asanaques era muy celoso de la bella Tunupa ocasionándole muchos sufrimientos a la joven
mujer. Así un día, tanto sufrir, la joven Tunupa decidió irse hacia la costa. En esa ocasión la Tunupa y el Asanaques
tuvieron una riña, en la que el Asanaques comenzó a pegarla, mientras que la Tunupa pidió auxilio
y salió a su defensa su hermana, Chullasi, que se encontraba al otro lado del lago cerca a Orinoca. Esta, para
defender a su hermana Tunupa, le lanzó con una honda, una piedra a la cabeza del Asanaques, hiriéndole
de esta forma al Mallku para siempre. Por esa razón el Mallku se encuentra inclinado hacia donde sale el
sol y la piedra que le hirió se encuentra todavía en la pampa cerca al camino, que la llaman Pacokahua.
Mientras estaba herido el Asanaques, la Tunupa aprovechó de marcharse, dejando atrás a sus hijos:
Wilacollo, Huatascollo, Huari y Sevaruyo (Cerro Gordo).
En su recorrido hacia la costa, la Tunupa se orinó en las pampas de Aguas Calientes, donde hoy en
día aún existen brotes de aguas termales. Luego, de transitar por las pampas de Condo, la Tunupa decidió
descansar en la localidad de Quillacas, donde se hizo un fogón para cocinar, formando así los cerros de
Santa Bárbara y San Juan Mallku, donde luego se ubicaría el actual pueblo de Quillacas. Al día siguiente,
dirigiéndose rumbo al Oeste, la Tunupa para cruzar el río Márquez, dejó una de sus abarcas, en lo que hoy en
día es la pequeña loma Sato. Al otro lado del río, decidió descansar un poco dejando su aposento temporal
(jaraña) en esa localidad, conocida con el nombre del cerro de Pedro Santos Willka y donde se encuentra,
al pie de dicho cerro, el pueblo de Pampa Aullagas. Rumbo al sur, cerca de Tambillo, la Tunupa excavó la
tierra para construir una Tiwaraña y beneficiarse su quinua, comida que se guardó para el resto del camino.
Continuando su trayectoria hacia el sur, en una localidad llamada Jayu Cota, excavó nuevamente la
tierra para luego verter su leche y dejarla a su hijo menor que la seguía. Este lugar es actualmente un pequeño
salar de color rojizo. Más adelante en su camino dejó a un hijo enfermo con viruela, llamado Salviano,
nombre de un cerro que tiene muchos huecos.
Siguió su camino hasta llegar salir de Uyuni y perder de vista al Asanaques. En esta zona se encontró
con dos jóvenes muy guapos, el Cora Cora y el Achacollo (o Cerro Grande), con los que tomó amistad, y
quienes la convencieron que se quedase por esos lugares.
Muy pronto los jóvenes se enamoraron de la bella Tunupa. Su belleza atrajo la atención de conocidos
y poderosos Mallkus como el Tata Sabaya y el Aconcagua. Algunos dicen que el Mallku Sabaya mandó su
ejército para conquistar y robar a la Tunupa; en su intento fracasó. Mientras tanto los dos jóvenes pretendientes
comenzaron a pelearse por la Tunupa hasta iniciar una guerra. Con un hondazo, el Cora Cora hirió
el corazón del Achacollo, por lo que desangró mucho. Por ello este cerro hoy en día aparece totalmente
seco. Por su parte, el cerro Achacollo también le lanzó un hondazo al Cora Cora, hiriéndolo en la vejiga y
abriéndole muchos huecos. Este cerro hasta ahora tiene vertientes de agua que salen de su interior. Así
ambos jóvenes pretendientes murieron por el amor de la Tunupa. Y desde entonces la Tunupa se quedó para siempre en esta región.”
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