Los restos más antiguos de cerámica yampara
relacionan a este pueblo con una amplia franja
cultural que llegaba hasta Cochabamba y a las
estribaciones de la Cordillera Real al Este de
Chuquisaca, evidenciando así que los yamparas
compartían formas culturales con otros grupos
étnicos de estos valles. La cerámica yampara
temprana corresponde cronológicamente al
Tiwanaku clásico y la yampara clásica al Tiwanaku
tardío, el yampara tardío corresponde al periodo
Intermedio Tardíos (1000-1400) (Alconini,
2002b), pudiendo colegirse que esta formación
social tiene una larga profundidad temporal.
La formación social conocida luego como
yampara estaba ubicada en una región de contención
a los chiriguanos, pueblo considerado
una amenaza por los pobladores de los valles,
amenaza que se incrementó en el periodo que
nos ocupa, pero corresponde también a un momento
de incremento de la población.
Lo extraño es que en Oroncota no se encontró
cerámica relacionada con los chiriguanos.
Podría deberse a que no llevaron consigo
estos artefactos en sus veloces incursiones pero
también, y más probablemente, se debe a que las
relaciones fueron más de “aculturación” entre
los guaraní de llanos y los yampara de valles. Ser
un pueblo de frontera podría implicar también
relaciones socioeconómicas con poblaciones de
los llanos. Por ello se discute acerca del modelo
de frontera cultural y frontera militar. En esta
frontera se ubicaron por lo menos dos sitios de
contención como son las fortalezas de Oroncota
a orillas del Pilcomayo y Cuzcotuyo 60 Km al
Este de la primera, donde los incas hicieron
fuertes; en Oroncota se evidenció asentamientos
anteriores a los incas con cerámica yampara de
alrededor de 800-1300 d.C, pero en Cuzcotuyo
los asentamientos preincas son más bien de
baja densidad demográfica y de origen tropical.
(Alconini, 2002).
Información etnohistórica deja saber que
los yamparas, juntamente con otros pueblos
de la región, no se sometieron con facilidad al
dominio inca y más bien organizaron una fuerte
resistencia. Topa Inca Yupanqui logró dominar
allí la resistencia multiétnica formada por más
de 20000 indios procedentes de Carangas, Paria,
Cochabamba y Yamparáes. La estrategia quedó
registrada por su originalidad: el Inca logró vencerlos
gracias a que preparó una danza de mujeres
para distraer a los centinelas permitiendo así el
ataque al fuerte (Cobo, [1653] 1964). Con los
incas, Oroncota sirvió de refugio para la resistencia
y fue el escenario de una campaña militar
que garantizó el dominio de los incas sobre los
territorios de Tucumán y Chile (Julien, 1995).
Una vez incorporados al Tawantinsuyu
los caciques yampara reafirmaron su poder en
la región pasando a conformar una elite local
apoyada por los incas. Documentación colonial
refiere que Aymoro, el último cacique de origen
prehispánico, recibió los privilegios reservados
para los aliados de los incas: tierras, yanaconas y
símbolos de nobleza.
Un panorama de las lenguas en la región indica
la presencia del aymara entre varios de los pueblos
de Chuquisaca pero existen indicios de que hubo
también otras lenguas locales hoy perdidas e incluso
quedan resabios en la toponimia local del puquina.
Respecto a la lengua originaria de los yamparas solamente
se sabe que tuvieron una lengua particular
de la que no se tiene mayor información. Queda por
investigar la relación de los pueblos vallunos con
otros de los llanos con quienes tuvieron relaciones
fluctuantes pues se sabe tuvieron constantes enfrentamientos
pero también intercambios económicos.
El título del libro de Rossana Barragán
(1994) se pregunta si los yamparáes o yampara
podrían considerarse indios del altiplano o si
por el contrario serían más bien de tierras cálidas
distinguidos por el uso de arcos y flechas.
Los yamparáes más que una etnia o nación eran
también un conglomerado de distintos pueblos
ubicados en lo que hoy es el departamento de
Chuquisaca y en los alrededores de la ciudad de
Sucre teniendo como centro principal Hatun
Yampara ubicado a una legua del actual pueblo
de Yotala. No tuvieron una cabecera en la puna
ni tierras en el altiplano, siendo prácticamente
totalmente un Señorío de valle organizados en
dos mitades: la superior Yotala y la inferior Quilaquila.
Hacia el Este de su territorio se demarca
una línea fronteriza con el mundo chiriguano
compuesta por el eje Tarabuco -Presto - Paccha.
Bajo el dominio inca, su territorio fue reestructurado
y poblado por mitimaes de diversas partes
del Tawantinsuyu como los huatas (incas de sangre
real), también canches, collas, chichas y gente del
Chinchaysuyu (Norte del Imperio). Es posible que
la conquista de la zona fuera apoyada por los quillacas
puesto que se encuentra importante presencia
quillaca con una larga duración puesto que hasta
la actualidad existen relaciones entre pobladores de
Chuquisaca y el Sur de Oruro. Entre los yampara
también se hallaban grupos considerados de menor
desarrollo como los churumatas y moyos; por ello
un mapa étnico del territorio yampara muestra un
mosaico multiétnico característico de los valles.
La recomposición inca del territorio ordenaba
hacia el Oeste del territorio a la población
propiamente yampara mientras que los mitimaes
de diversas partes se ubicaron sobre todo hacia el
Este. De ellos las poblaciones altiplánicas estaban
hacia el Norte en tanto que churumatas y moyomoyos
estaban al Sur, respetando parciamente
su hábitat natural. A su vez, gente yampara fue
trasladada a zonas como los valles de Ambaná y
Combaya, en el departamento de La Paz (Barragán,
1994).
Las referencias encontradas acerca de la
religiosidad local se refieren al periodo inca;
Gisbert, Arze y Cajías (1997) señalan la presencia
en la región yampara de dos huacas relacionadas
con los incas: Mantocalla y Quiquijana. Según
el cronista Cobo del siglo XVI, Mantocalla era
una huaca del Cusco ubicada en el camino del
Antisuyu. Además en el Cerro de Manturcalla
sacrificaban diez carneros para el sol y diez para
el trueno. Quiquijana, en cambio constituiría –
según el cronista Calancha– un altar en el que se
sacrificaba un ídolo de plata en forma de llama.
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