Quillaca, más que un Señorío constituye una federación
de varias naciones: quillacas, asanaques,
sevaruyos - aracapis y aullagas-uruquillas, de las
cuales los los quillacas eran la cabeza política.
Junto con sus vecinos carangas formaron la
llamada Confederación Quillaca. Cada una de
estas naciones se dividía en parcialidades y luego
en ayllus. Este fenómeno de aglutinación de
segmentos de varias identidades, es más notorio
aquí que en la región del lago Titicaca. La variedad
de pueblos que veremos entre los quillacas
es una muestra de la multietnicidad del altiplano
boliviano en tiempos prehispánicos.
Los quillacas propiamente, formaron una
unidad cuya cabecera era el pueblo de Hatun
Quillaca, centro ritual de una amplia zona. El
territorio Quillaca incluía tierras en Chuquisaca
como, Pojpo, San Lucas de Paacollo y San Juan
del Pedroso e incluso tuvieron tierras en los valles
de Tarija. El sistema de autoridades era como
en todos los Señoríos hereditario y binario; a la
llegada de los españoles el mallku de los quillacas
era Colque Guarachi.
La base de su economía descansaba en la
cría de camélidos que les permitía un intenso
intercambio con diferentes regiones donde posiblemente
la sal fue un bien de primera importancia,
pero además explotaban minas de plata y
se dedicaban a la agricultura en la región de puna
y también en sus tierras en los valles.
Los estudios arqueológicos en la región
intersalar, Coipasa y Uyuni (Lecoq, 1997),
indican que en el Intermedio Tardío (ca. 1200-
1400) hubo una fuerte presión demográfica
manifiesta en una gran cantidad de ciudadelas
encontradas en la región. Esto refleja, además,
un estricto control de la producción y de la
distribución de bienes, que se corrobora por la
presencia de silos de almacenamiento, tambos
y red de caminos. También se encontraron fortificaciones
en lugares elevados o en faldas de
los cerros; ubicadas siempre en proximidades
de pequeños riachuelos o fuentes de agua. Más
adelante durante el periodo inca varios de estos
sitios fueron reocupados.
Otra característica de la zona es que presenta
indicios de una ocupación multiétnica, expresada
en una variedad de inhumaciones (en torres
funerarias, en cuevas y en cistas). Los ajuares
funerarios con objetos provenientes de zonas
limítrofes confirman relaciones interecológicas,
con los valles orientales y los oasis del litoral pacífico.
Este panorama referido a la región
intersalar, se podría extender a toda la región
del Poopó. Es importante subrayar la menor
incidencia de Tiwanaku en la región, por tanto
la ausencia del dominio tiwanakota no afectó de
la misma manera que al altiplano paceño.
Los sevaruyo - aracapi se ubicaban en Puna,
Coroma y Tolapampa, teniendo además otros
centros en Talavera de la Puna (Potosí) y Quiocalla
(Chuquisaca). También accedían a tierras
en el valle de Cochabamba desde tiempos del
Inca Huayna Capac. En el siglo XVI, su población
se encontraba dispersa en 28 pequeños
pueblos a lo largo de 30 leguas españolas; estaba
compuesta por 5968 sevaruyos y aracapis y 292
urus, todos ellos organizados en tres segmentos
1) Sevaruyo 2) Marca Soraga 3) Aracapi. Alguna
documentación insinúa que los aracapis hablarían
puquina. Los Choqueticlla, eran sus principales
autoridades.
Los asanaques se ubicaron al Sureste del
lago Poopó, teniendo como pueblos principales
Condo Condo, Challapata y Culta (hoy de los
qaqachaca). El cerro Azanaque figura en mitos
modernos como el viejo que se enamora de la
bella Tunupa un volcán ubicado en el salar de
Uyuni. Su organización socioespacial presenta
una división en tres segmentos. Hanansaya -
Urus - Urinsaya, cada cual con varios ayllus. Sus
autoridades eran los Copatiti.
Los aullagas - uruquillas: el Sur del Poopó
cuenta con una tradición de larga data que da una
cierta unidad a la región. Trabajos de excavación
refieren que la región intersalar presenta diversidad
de estilos cerámicos que podría efectivamente
reflejar una ocupación pluriétnica o contactos
interregionales constantes. De los restos, el tipo
“Taltape” está particularmente bien representado
en la región quillaca por ello han sido designados
como Quillacas-Taltape. Este estilo parece inlfuir
en regiones vecinas particularmente
en Macha
(Lecoq, 1997).
Lecoq (1997) se pregunta si es posible identificar
cada una de las naciones que formaban
parte de los quillacas a partir de restos arqueológicos
y encuentra ciertos indicios, como por
ejemplo que los quillacas tenían deformaciones
craneanas aunque no fueran los únicos en
hacerlo, pero en general es difícil establecer
diferencias tajantes.
Algunos restos arqueológicos de la región
intersalar se podrían asimilar al resto de la región
quillaca como la arquitectura donde la mayor
parte de los emplazamientos son pucaras defensivas
que probablemente son bastante antiguas
(600 - 900 d. C.) pero cuya difusión aumentó
en el siguiente periodo (1000- 1350 d. C.). Las
viviendas son de tipo cuadrangular distintas de
las casas redondas típicas de la cultura wankarani,
mucho más antigua y las colcas de almacenamiento
probablemente de quinua eran pequeñas torres
redondas y a veces cuadradas.
La cerámica de la región intersalar se cracteriza
por ser utilizaria (jarras, tarros, tazones y
escudillas) y algunas rituales como los kerus que
proceden de tumbas saqueadas. El estilo cerámico
mejor representado es el Cabuza que se caracteriza
por una serie de pequeños triángulos y líneas
onduladas pintadas en negro, cuya difusión llega
por lo menos hasta Arica. Este estilo coincide con
otros como el Taltape, Las Maytas y otros como
el Puquí (Lecoq, 1997).
En la región Sur del Poopó existen restos de
ciudadelas que tenían un carácter religioso y de
culto a las huacas de origen pero conservan también
el carácter defensivo de pucaras con muros
de protección y circunvalación de los barrios que
agrupaban a conjuntos de casas de planta circular.
Su posición cerca de las planicies las diferencia
de las pucaras de altura y difícil acceso.
Alrededor de los años 1000 - 1400 d. C.
(Intermedio Tardío) la población se expandió
gracias a una alta densidad demográfica, a partir
de 1450 la región fue controlada por los incas,
localizados en ciudadelas. Es probable que se hubiera
producido una reorganización del sistema
productivo, lo que no significa una ocupación directa.
El modelo administrativo inca se evidencia
por la construcción de tambos estratégicamente
ubicados.
Los aullagas-uruquillas tenían como centro
más importante el tambo de Aullagas al
Sur del lago Poopó; en su territorio también
se encuentra el importante tambo de Sevaruyo.
En documentos coloniales del siglo XVII, los
aullagas y uruquillas se denominaron “yucasas”.
Es difícil saber si hubo una diferencia entre
urus y uruquillas. Uruquilla es un término
que designa a la etnia del Sur del lago Poopó,
a la lengua de los urus y a un estilo cerámico
bautizado así por Ibarra Grasso. Abercrombie (2006) considera
que los uruquillas eran especialistas
en labores mineras, tarea que los diferencia
de la tradicional actividad de los urus
pescadores. Su territorio llegaba hasta Salinas
de Tunupa hoy Garci Mendoza. Tenían tierras
de comunidad en Sause, Cainaca y Pocpo en
territorio de los yamparaes (Chuquisaca) asimismo
en Chulla (Cochabamba) y Tuctapari
(Porco). Su organización socioespacial era muy
compleja y fragmentada pues su población se
movía constantemente. Tentativamente se puede
suponer que se organizaba en la siguientes
parcialidades: Hanansaya, Urus, Urinsaya,
Huari y Salinas de Tunupa, cada cual con sus
ayllus.
La información que se tiene sobre los quillaca
proviene sobre todo de la etnohistoria, pues
la mirada arqueológica, centrada en Tiwanaku y
el lago Titicaca ignoró frecuentemente la situación
del Sur y más aún de los sectores de valle
que controlaban los quillacas como fueron los
valles interandinos de Chuquisaca. Estos tratados
como recipientes pasivos de las influencias
de las tierras altas.
Recién a fines del siglo XX y principios del
XXI se encuentran aportes que permiten un
diálogo aún incipiente con la información etnohistórica.
Una serie de estilos cerámicos y una
compleja red de caminos da cuenta que hubo
una fluida interacción entre las poblaciones
del altiplano y la de los valles de Chuquisaca,
algunos de los cuales, como el de San Lucas,
eran controlados directamente por población
quillaca (Rivera, 2006).
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