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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Nicolás Avellaneda Presidente argentino hizo estudios primarios en Tupiza

Nicolás, sólo tenía seis años, junto a dos hermanos y su madre doña Dolo-res Silva y Zabaleta, llegó a Potosí, huyendo desde Tucumán en el verano de 1842, encontrando protección y refugio en Tupiza, (Sud Chichas). En Metán, su padre el doctor Marco Manuel de Avellaneda, había sido decapitado por las huestes del dictador Rosas,

Los sicarios de Rosas, decididos a exterminar a la familia Avellaneda, en tenaz persecución, llegaron a La Quiaca, cruzaron la frontera a Villazón, desde ahí a Tupiza. En gesto humanitario el sacerdote Faustino Rendón, escondió a la desesperada y atemorizada dama argentina y sus tres pequeños. El grupo criminal, trás fracasar en su cruel propósito y ante la actitud firme y hostil de la población tupiceña, retrocedió y optó por replegarse a su país.

Doña Dolores con sus hijos, vivió refugiada en la Parroquia durante varios años, las familias tupiceñas, muy solidarias le proporcionaron toda la ayuda posible; el pequeño Nicolás ingresó a una modesta escuela de Tupiza, recibió instrucción primaria, siendo su maestro don Prudencio Guillén, dicho establecimiento educativo estaba en la calle Sucre, frente a la casa del recordado escritor Eduardo Wilde.

“Nuevos Horizontes” de EL DIARIO, evoca el historial y trayectoria del Dr. Nicolás de Avellaneda, quién muy joven, en 1874, asumió el mando Presidencial de la República Argentina.

Los Rosembluth, Sotelo, Bertolini, Martinic, Eguía, Pantoja, Aramayo, Barco, Yañez de Montenegro, entre otros niños de abolengo y de diverso nivel social, fueron los compañeros de clases de Nicolás, quien desde un comienzo demostró afinidad, carisma y fundamentalmente afecto hacia los demás, dedicado al estudio compartía en el recreo los juegos propios de su edad.

El trompo, la pepitas o canicas, las onzitas (monedas vaciadas en plomo), los soldaditos “platillos” (tapa coronas de soda), entre otros juegos, eran el entretenimiento de los niños de esa época y Nicolás, era un chicheño más, estaba en la TIERRA DE GUERREROS, predestinado a emprender el camino a la consagración. Junto a sus amigos, en las tardes libres de otoño demostraba habilidad y destreza, desde el cerro contiguo a la Parroquia (Corazón de Jesús) lanzaba a lo alto sus “voladores” de papel seda, sin duda fueron años de infancia felíz para Nicolás.

A ESTUDIAR EN CÓRDOVA

En 1850, Nicolás retornó a su patria con su familia, muy emocionado y también triste se abrazó y despidió de sus amigos de Tupiza, a quienes consideraba sus “hermanos chicheños” se dirigió a Córdova, para realizar estudios superiores en Derecho, los mismos los concluyó en Buenos Aires en 1857.

A los 24 años de edad, muy joven, fue elegido diputado a la Legislatura de Buenos Aires, en 1862 ascendió a cargos muy altos; Parlamentario, jurisconsulto y periodista, en 1866 Ministro de Gobierno de la Provincia de Bue-nos Aires, luego Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública; en las elecciones generales, con el voto unánime de 10 provincias tomó el mando de la Nación Argentina.

TELÉGRAFO HASTA TUPIZA

Avelino Aramayo, oriundo de Moraya, (región de Los Chichas), próspero empresario Minero, en 1878 en ocasión de su paso a Londres por Buenos Aires, realizó una visita protocolar al Presidente Avellaneda.

El mandatario argentino en la conversación sostenida con Aramayo, emocionado preguntó por sus amigos de Tupiza, sus festividades, recordó sus excursiones, por Entre Ríos, Palala, Tambillo, trepando los cerros colorados, la campiña de Chajrahuasi, donde pescaban cangrejos, la Fiesta de Reyes, la adoración al niño Jesús en el pesebre de la Parroquia en Navidad y tantos otros pasajes de su niñéz.

Avellaneda, emocionado ponderó el gesto humanitario y agradeció a esa hospitalaria ciudad chicheña por haber salvado a su familia de la sañuda persecución política, y fundamentalmente, por haber recibido una sólida educación primaria, factores esenciales que le permitieron realizar estudios superiores en la Universidad hasta graduarse como abogado e incursionar en la política para trabajar por el progreso de su país desde el cargo de Presidente de la República Argentina.

En un gesto de gratitud, el Presidente Avellaneda dio instrucciones a sus ministros para que el tendido del TELEGRAFO desde Buenos Aires, a Jujuy y la Quiaca, fuera ampliado hasta Tupiza, de manera que la antigua ciudad chicheña quedó incorporada a esta red de comunicación internacional.

El servicio telegráfico hasta Tupiza, fue inaugurado el 14 de febrero de 1879, ante el júbilo y alegría no solo en Tupiza, también de poblaciones circundantes que pasaban a formar parte de este medio de comunicación rá-pido y novedoso para esa época, como lo es hoy el Internet.

Empero, esa jornada quedaría marcada por los días trágicos que se avecinaban para Bolivia, los buques de guerra de la armada chilena: Cochrane, O’ Higgins y el Blanco Encalada con salvas de sus cañones, arribaron y fondearon en el puerto boliviano de Antofagasta, desembarcando 200 soldados bien armados to-mando por asalto las instituciones públicas, dan-do inicio a la ocupación de los puertos marítimos y despojo del Litoral Boliviano.

Bolivia, no solo fue despojada de su salida soberana al oceano Pacífico, sino del yacimiento minero de Chuquicamata, EL MAS GRANDE RESERVORIO DE COBRE DEL MUNDO que hasta hoy le genera millonarios ingresos a las arcas del Estado chileno, cuyos dividendos le permiten adquirir moderno material bélico de sus aliados: Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel.

UN ASALTO AL ESTILO FAR WEST

El 4 de noviembre de 1908 se produjo el célebre asalto a la Remesa de la Compañía Aramayo Mines en Salo, (norte de Tupiza) en el sector conocido como “Waca Huañusca”, (vaca muerta) protagonizada por Robert Leroy Parker “Butch Cassidy” y Harry Alonso Longabahugh “Sundance Kid”, súbditos norteamericanos que se apoderaron de un botín, reduciendo al cajero y administrador de la mina “Guadalupe”.

La noticia del atraco y posterior muerte de los dos pistoleros norteamericanos en San Vicente corrió como reguero de pólvora por todo el continente y periódicos de Buenos Aires, la noticia fue difundida en detalle y con ribetes sensacionales por los medios de comunicación argentinos en virtud al TELEGRAFO que conectaba a Tupiza con la Argentina.

El Dr. Nicolás de Avellaneda, nació el 3 de octubre de 1837 en San Miguel de Tucumán, hizo estudios primarios en Tupiza, fue proclamado Presidente de la República Argentina (1874 - 80), luego confrontó una penosa y prolongada enfermedad, fue tratado en Paris-Francia, en el viaje de retorno y faltando tres días para atracar en el puerto de Buenos Aires a bordo del vapor “Congo” agonizó en los brazos de su esposa y rodeado de sus hijas, falleció el 25 de noviembre de 1885.

De brillante trayectoria, como escritor, estadista, abogado y periodista, el Dr. Nicolás de Avellaneda, dejó un hermoso legado a su Patria y antes de exhalar su último suspiro afirmó “Muero tranquilo, porque nunca he manchado mis manos, nada dejo para mis hijos, sino la honradez y ejemplo de mi vida”.

La Gran Región de Los Chichas conserva episodios poco difundidos, desde la Guerra de la Independencia (1810-1825), Guerra del Pacífico (1879) y Guerra del Chaco (1932-1935), donde resalta con nitidez el accionar combativo de los bravos guerreros del sur, indómitos integrantes de la legendaria Caballería Chicheña.

CENTENARIO DE LA ESCUELA “7 DE NOVIEMBRE” DE TUPIZA

En el historial del sistema educativo de la Gran Región de Los Chichas, sobresale con letras do-radas la brillante trayectoria de la Escuela Fiscal de Niños “7 de Noviembre”, cuyos fundadores adoptaron esa denominación en honor a la primera victoria libertaria del Alto Perú lograda por argentinos y chicheños en Suipacha, el 7 de no-viembre de 1810.

Este prestigioso plantel educativo, el 2018 celebrará su CENTENARIO DE FUNDACIÓN; meritorios maestros y maestras en el transcurso de diez décadas nutrieron de enseñanza sólida a miles de alumnos (as).

En la década del 60, un selecto grupo de educadores tuvo a su cargo el plan de enseñanza en diversas materias del ciclo primario destacándo los profesores: Sixto Echeverria, Maria Salinas, Mirtha Vargas, Ana Lehner, Luis Yañez; Juan Vargas, Daniel Laguna y otros. Corresponde a los Poderes del Estado, otorgar las máximas distinciones a la prestigiosa Escuela ”7 de Noviembre” de Tupiza en sus 100 años de profícua labor, y ser el crisol del saber en la Gran Región de Los Chichas”.

Antenor Fernández Yañez, WhatsApp 73041229

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Ley repone oficialmente a Sucre fecha de fundación



Una ley movió oficialmente la fecha de fundación de la Villa de la Plata, hoy Sucre, al 29 de septiembre de 1538. La Comisión de Organización Territorial del Estado y Autonomías de la Cámara de Diputados observó que hubo malas interpretaciones de anteriores historiadores que fijaban otra fecha.

En el tratamiento se aprobó el proyecto de Ley 023 que modifica la Ley 1147 del 13 de marzo de 1990, que en su artículo 1 declaraba fecha de fundación de la ciudad de Sucre, el 16 de abril de 1540.

En su exposición de motivos, la Comisión de Organización Territorial del Estado y Autonomías de la Cámara de Diputados sostuvo que la relación de hechos históricos muestran dos posiciones: la primera que indica que la fundación de la ciudad de Sucre fue realizada por Gonzalo Pizarro el 29 de septiembre de 1538; y la segunda según la cual dicha fundación fue protagonizada por Pedro Anzures el 16 de abril de 1540, “confusión a la que se llegó debido a malas interpretaciones y distintas versiones de antiguos historiadores”, señala la nota de prensa de la Cámara de Diputados.

De igual manera, el informe de la Comisión señaló que para llegar a determinar el 29 de septiembre de 1538 como fecha de fundación de Sucre, recibió diversa documentación histórica, informes técnicos del Órgano Ejecutivo y otras instituciones respecto al proyecto de Ley.

La modificación del artículo 2 de la Ley 1147 establece: “El Ministerio de Educación y el Ministerio de Culturas y Turismo, el Gobierno Autónomo Departamental de Chuquisaca y el Gobierno Autónomo Municipal de Sucre, en coordinación con las instituciones públicas, educativas y cívicas, procederán a la celebración de tan significativa fecha”.


martes, 12 de diciembre de 2017

Del 10 al 17 de diciembre de 1830 Los últimos días de Bolívar

(Parte sustancial)

Bolívar llegó en el bergantín Manuel a Santa Marta en estado de postración la noche del 1 de diciembre de 1830, tras una penosa travesía por el río Magdalena des-de Bogotá y a pesar del buen clima y las atenciones recibidas, su salud empeoró a los pocos días, teniendo algunos momentos de lucidez que le permitieron dictar su testamento y su última proclama, clamando porque su muerte por lo menos permitiera la reconciliación entre sus compatriotas, la desaparición de las ambiciones políticas y lo más importante, salvar la unidad de la Gran Colombia.

Días antes, también había escrito una carta de despedida a ese gran amor parisino que a pesar de la enorme distancia mantuvo con Fanny de Villars, una carta que significó un hermoso poema de amor.

TESTAMENTO DEL LIBERTADOR, HACIENDA DE SAN PEDRO, SANTA MARTA, 10 DE DICIEMBRE DE 1830

En nombre de Dios Todopoderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo legítimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concep-ción Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo y confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano misterio de la Beatísima y San-tísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como católico fiel cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi testamento en la forma siguiente:

1. Primeramente encomiendo mi alma a Dios nuestro Señor que de la nada la crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.

2. Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no tu-vimos hijo alguno.

3. Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, me referida esposa, no introdujo a él ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis padres.

4. Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la Pro-vincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis pa-peles, las cuales existen en poder del Sr. Juan de Francisco Martín, vecino de Cartagena.

5. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis albaceas que estén y pasen por las cuentas que dichos señores presenten y las satisfagan de mis bienes.

6. Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República.

7. Es mi voluntad: que las dos obras que me regaló mi amigo el Sr. Gral. Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napo-león tituladas “El Contrato Social” de Rousse-au y “El Arte Militar” de Montecuculi, se entreguen a la Universidad de Caracas.

8. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios la cantidad de ocho mil pesos, en renumeración a su constantes servicios.

9. Ordeno que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.

10. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal.

11. Mando a mis albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba de amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.

12. Mando a mis albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el buen comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan fielmente me ha acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.

13. Para cumplir y pagar este mi testamento y el contenido, nombro por mis albaceas testamentarios, fideicomisarios, tenedores de bienes, a los Srs. Gral. Pedro Briceño Mén-dez, Juan de Francisco Martín, Dr. Joé Var-gas, y el Gral. Laurencio Silva, para que de mancomún et in solidum entre ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado el año fatal de albaceazgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre franca, y general administración.

14. Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en él contenido, instruyo y nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Anto-nia y Juana Bolívar, y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberían dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la otra par-te para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios.

Y revoco, anulo, y doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de el, sal-vo el que presente ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que mas halla lugar en derecho. En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión de la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.

Ante mí, José Catalino Noguera, Escribano público.

CARTEGENA, 14 DE DICIEMBRE DE 1830.

Su excelencia Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz, Presidente de Bolivia.

Mi estimado Presidente y amigo:

El General Braun me asegura que todo marcha bien bajo la autoridad de usted y que Bolivia está en calma. Doy a usted enhorabuena por tan bello prodigio, el que espero que dure hasta tanto como la presidencia de usted.

Reciba usted las expresiones respetuosas de mi amistad y consideración. Bolívar. Mil cariños de mi parte para mi Bolivia.

LOS ÚLTIMOS INSTANTES DEL LIBERTADOR

Santa Marta, 17 de diciembre de 1830.

En este día Bolívar entra en agonía, ya no habla, sino de modo confuso, su respiración ese hace dificultosa y a la una de la tarde fallece a causa de una enfermedad pulmonar que degeneró en una tisis tuberculosa, en San Pedro de Alejandrino, a la edad de 47 años, en Santa Marta en la casa de su amigo español Joaquín Mier; Próspero Reverende, el médico de Bolívar, quien lo atendió en las instantes finales de su vida, refiere que al amortajar al héroe notó que su camisa estaba rota, el dueño de San Pedro Alejandrino sacó unas camisas nuevas para amortajarlo.

Más tarde, Manuelita, la mujer que acompañó a Bolívar en todas sus campañas libertadoras, decía: “Amé al Libertador, muerto lo venero”.

Bolívar había cumplido su maravilloso destino de dar la libertad a cinco países de nuestra América y fue el Primer Presidente de Bolivia, su “Hija Predilecta”.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Leyenda tupiceña Donde el diablo perdió el poncho

Lorenzo, era un típico paisano Chichéño, agricultor como todos, o minero algunas veces, tenía la prestancia que le daba el sombrero alón de Chichas y las abarcas inseparables de esos pies curtidos por las largas caminatas.

Precisamente volvía de Suipacha, el vallecito aledaño a Tupiza, donde vivía su bella novia Primitiva, más conocida como “Primi”.

Como quiera que el pueblo estaba de fiesta, Lorenzo, acompañado por Primi, le había empinada no pocos vasos de chicha y bastante borrachito se despidió al atardecer para retornar a Tupiza. Seguramente su borrachera y el deseo de llegar lo más pronto posible antes que la noche cayera obligaron a Lorenzo a escoger el camino prohibido que iba por encima de los cerros más elevados de El Angosto, una extraordinaria formación geológica de altísimos cerros que vigilan en su fondo, una extraordinaria conjunción de dos ríos: el San Juan del Oro y el Tupiza que, precisamente en esa zona, parecían pelearse el paso para seguir su curso.

Lorenzo, eufórico por el alcohol seguía su peligroso camino tocando su caja y, de rato en rato, el “Ercke” (una pequeña flauta pegada a la boca angosta de una corneta hecha con el cuerno de un toro), ni siquiera pensaba en la leyenda que corría por aquellos caminos de que ese era el sendero del diablo que se aparecía a los borrachitos noctámbulos como él…

Y ello fue lo que dicen que le ocurrió a Lorenzo: que se le apareció: que se le apareció vestido de campesino y le formuló la propuesta consabida:

Lorenzo, quiero tu alma, a cambio de darte lo que más quieras…

–Ándate al diablo, yo no vendo mi alma a nadie… –Y Lorenzo trató de abrirse paso, pero el diablo, con una sonora carcajada, se hizo a un lado, pero, al mismo tiempo, empujó al paisano hacia el precipicio. Lorenzo dio un grito, extendió los brazos para asirse de algo, alcanzando aferrarse del poncho del diablo y se despeñó por entre las rocas, quedando su cuerpo atravesado en los altos picachos de Entre Ríos… El diablo desapareció del lugar sin su poncho y maldiciendo al infeliz.

Y allí quedó por muchos, muchísimos años el cuerpo de Lorenzo, tantos que, siendo niños fuimos a ver el esqueleto, y la caja del pobre Lorenzo…, y el poncho del diablo que decían se podía ver desde arriba, no sé si logramos hacerlo, pero nuestros paisanos sostenían con toda seriedad que allí fue precisamente donde Lorenzo perdió la vida y el diablo su poncho y que, por tanto, ese es el lugar DONDE EL DIABLO PERDIÓ EL PONCHO.

La Contramarcha de Camarones

El episodio de la contramarcha de Camarones, es uno de los momentos más polémicos de la participación boliviana en la Guerra del Pacífico. Con la toma militar de Pisagua el 2 de noviembre de 1879, las tropas chilenas establecieron una brecha entre el Ejército Aliado Peruano-Boliviano del Norte y del Sud, y cortaron las comunicaciones de los mismos. Anoticiado de este resultado el general Mariano Ignacio Prado, Director Supremo de la Guerra, llamó al general Daza que se encontraba en Tacna y luego conformó un Consejo de Guerra. En este hemiciclo al que concurrieron varios jefes bolivianos y peruanos, se formularon varios planes de operaciones, de los cuales fueron dos los significativos: “uno auspiciado por un jefe boliviano que consistía en retirar todo el Ejército de Tarapacá acercándose a la cordillera y haciendo una curva reunir los ejércitos en Arica y emprender recién la ofensiva contra el enemigo buscando la decisión en una sola gran batalla. El otro proyecto consistía en avanzar convergentemente ambos ejércitos sobre el enemigo para tomarlo entre dos fuegos, es decir entre el Ejército del sud o de Buendía y el Ejército de Tacna o de Da- za” 2. El primer plan fue rechazado por el citado Director que prefirió el segundo.

El 8 de noviembre de 1879 el general Daza juntó a las tropas aliadas partieron de Tacna, hacia Arica. Sobre este momento José Vicente Ochoa narró: “hoy hemos salido de Tacna sobre Arica en cuatro trenes expresos en los que va el Estado Mayor y 2,350 hombres distribuidos en los batallones Daza y Sucre, los tres de la división de Cochabamba, el cuerpo de ametralladoras y 100 jóvenes de la legión Boliviana” 3. Llenas de entusiasmo las milicias bolivianas que durante 7 meses estuvieron acantonadas en Tacna, fueron movilizadas.

El 11 de noviembre, las citadas huestes salieron de Arica hacia Chaca. Luego desde este lugar se dirigieron a la quebrada de Camarones, donde por falta de agua y alimentos se resolvió el descanso.

Fue en este contexto que se desarrolló el citado momento polémico. Según Ochoa, el mismo día que llegó el general Daza el 14 de noviembre, escribió al Director Supremo de la Guerra: “los obstáculos con que se ha tropezado para seguir adelante” 4, e informó: “es pensamiento unánime de nuestros jefes, no avanzar más” 5, sobre este segundo mensaje añadió que no fue cierto porque no se les pidió opinión formal.

Otra versión publicada por el general Daza, en el folleto intitulado “Manifiesto del general Don Hilarión Daza á sus conciudadanos”, puntualizó: “El día 15 por la mañana, estando en el corredor de mi alojamiento esperando el parte de diana, para ver cómo había pernoctado el ejército y saber las novedades que jamás deja de haber en una marcha, se presentó el señor Coronel Eliodoro Camacho, el que después del saludo de costumbre y con la confianza con que siempre lo he tratado, me dijo:

Anoche no quise venir a molestarlo porque le suponía muy fatigado del camino y acomodo del ejército; por eso he venido ahora temprano.

¿Qué hay Coronel?, le dije:

Todos los Jefes, por miedo, nada han querido decirle; pero, han ido a mi alojamiento para que yo se lo diga a Ud. que el ejército no sube esa cuesta, y señaló con la mano hacia la parte sur por donde sigue el camino de Camarones a Chiza.

¿Y por qué? Seguramente por la escasez de agua y de víveres que se ha notado en el camino, pues, aquí mismo tenemos hasta qué comer” 6.

Testimonio diferente fue narrado por el general Eliodoro Camacho, quien en el folleto intitulado ‘Manifiesto del coronel Eliodoro Camacho sobre el acto del 27 de diciembre de 1879’, detalló: “el único responsable de ella es el General Daza; aunque él asegure que fué influido por muchos Jefes de su círculo… cuando nos persuadimos de la resolución que tenía el General Daza de no llevar el ejército adelante, opinamos varios Jefes, desde el principio hasta el fin del consejo de guerra que tuvo lugar el 15, que ‘la órden de avanzar o de contramarchar el ejército desde Camarones, el General en Jefe debía darla de Pozo Almonte, donde él iría conmigo y dos edecanes’.

Sin embargo, ni esa tarde ni a la madrugada del siguiente día emprendió marcha el General Daza. A las 9 a. m. del 15 me llamó a la oficina telegráfica don-de me presentó un parte del General Prado en que le decía más o menos estas palabras: ‘Viendo que no puede U. pasar adelante con su ejército, el consejo de guerra que anoche convoqué ha resuelto que el General Buendía ataque mañana al enemigo: siendo por tanto no solo peligrosa sino innecesaria la marcha de U. al sud’.

Entónces supe que léjos de decir a Arica en el día anterior, lo últimamente acordado, el General Daza se había escusado únicamente con la ‘imposibilidad de pasar adelante’. Así se explica la respuesta del General Prado” 7. En otro texto, Camacho registro que el general Daza telegrafió al Director Prado: “Desierto abruma; ejército se niega a pasar adelante” 8. La opinión contemporánea, atribuyó al Dr. José Rosendo Gutiérrez, Secretario General de Daza, la autoría del citado telegrama y él asumió la responsabilidad.

Una vez que se anunció la orden de contramarchar se presentaron ante el general Daza “el batallón Colorados i le dijo estas palabras, que son gráficas i que revelan su profundo i ardiente patriotismo: ‘Señor, ¿Cómo vamos a contramarchar al frente del enemigo sin haber vengado a nuestros hermanos de Pisagua?’–‘Nó, contestó el jeneral Daza, van ustedes a sucumbir en el desierto, i yo los quiero como a mis hijos para consentir en ese sacrificio estéril’–‘Pero señor, replicaron los soldados, morirá, pues, la mitad, pero siempre queda la otra mitad para pelear’–‘No hijos, insistió Daza, el Director de la guerra nos llama a defender el Morro de Sama, que va a ser atacado por los chilenos’. Al oír esto, -‘al Moro de Sama’, gritaron los soldados con frenético entusiasmo, y se prepararon para contramarchar” 9, describió el benemérito Juan Jose Pérez.

El 16 de noviembre, en la tarde las milicias bolivianas retrocedieron hacia Arica. Sobre ello el citado Ochoa narró: “la verdad es que esta vergonzosa retirada estuvo ya resuelta y se le ha querido justificar con un Consejo de Guerra cuyas opiniones se sabía de antemano, que no iban á ser acatadas” 10. Por otro lado, el general Daza, se quedó acompañado con cuatro ayudantes, el cirujano mayor y un piquete de la Legión Boliviana.

Documentos de la época nos señalan que “que en todas partes fueron recibidos los dispersos con desdén y repulsión” 11.

En consecuencia, “Camarones trajo la dispersión de San Francisco; Camarones causó el desprestigio de nuestras armas ante los ojos del chileno; Camarones produjo la desconfianza del Peruano; Cama-rones nos puso en vergüenza ante el mundo entero; Camarones arrancó un prolongado gemido á nuestra patria; Camarones exhibió la ineptitud del General Daza en toda su trasparencia; Camarones influyó de un modo poderoso, y acaso decisivo, en el éxito final de toda la campaña” 12.

En 1889, el Obispo de La Paz, Miguel de los Santos Toborga publicó el folleto: ‘Para la Historia. Correspondencia cambiada con el Sr. Eliodoro Camacho sobre la traición de Camarones’, es una pieza esencial de la historiografía de la época que demuestra que la culpa de la contramarcha de Camarones no fue precisamente una iniciativa del general Hilarión Daza, sino de otros, entre los cuales incluye principalmente al general Eliodoro Camacho.