¿Cuál es la antigüedad de este Señorío? Estudios
arqueológicos basados en la continuidad del
estilo de cerámica (llamado caranga en Bolivia
y chilpe en Chile) proponen que los carangas
provienen de una larga historia que se remonta
hasta cerca al año 300 d. C. (Michel, 2000).
Un equipo de investigación de la Universidad
de Pittsburg sugiere que hubo continuidad de
modelos cerámicos que no muestran interferencia
tiwanakota. Esta continuidad también tiene
que ver con la menor presencia que pudo tener
Tiwanaku en la zona, pues, hasta el momento
los estudios muestran que la huella que habría
dejado esta cultura en Oruro es menor que en
otras zonas.
En cambio los incas dejaron importantes
huellas en el sector occidental del lago Poopó.
Precisamente uno de los sitios arqueológicos
más impresionantes de carangas es el de las
chullpas decoradas del río Lauca, ubicado cerca
de lo que fue la antigua cabecera. Todo indica
que este sitio fue re-construido para conmemorar
la alianza inca-caranga, en un espacio que es
en verdad un santuario al aire libre. Esta alianza
se traduce en la complementación de elementos
incas con carangas; siendo las chullpas de origen
preinca, el decorado de las mismas asemejan
textiles incas; además en el lugar se construyó una chullpa de grandes piedras talladas de
estilo inca imperial y con vanos trapezoidales
típicamente incas, pero las propias chullpas y
la concepción de este espacio como un paisaje
sagrado, son carangas.
Los asentamientos dispersos en carangas
siguen una tradición que se desarrolló hasta
aproximadamente el año 1000/1200 d. C.
cuando los pobladores construyeron las pucaras
o asentamientos defensivos en altura, que son
la expresión de un periodo de inestabilidad y
enfrentamientos que duraron hasta cerca de
1450 d. C., momento en que fueron conquistados
por los incas. El territorio
y la población
fueron reacomodados por los incas con fines
administrativos formando una provincia.
A la llegada de los españoles gobernaban
a los carangas Condor Vilca (en la parte de
Huachacalla, Sabaya y Turco) y Vilca Callisaya
(en la parte de Totora), por encima de todos
ellos estaba Chuquichambi que residía en
Chuquicota. Es notable que los documentos
denominen a Condor Vilca como uru, lo que
indicaría que el status de los urus en esta zona
no seguía el patrón de sometimiento de otras
regiones.
Ubicados en el sector Urcusuyo del altiplano,
los carangas ocupaban las provincias
de Sajama, Caranga, Atahuallpa y Totora del
departamento de Oruro aunque antiguamente
su territorio era más extenso e incluía tierras en
distintos pisos ecológicos. La cabecera preinca
era Turco cuya ubicación original se desconoce
debido a que en el año 1600 tuvo que trasladarse
por la explosión del volcán Huayna Putina.
Turco no fue el único poblado importante pues
además de éste hubo en Carangas unos seis o
siete poblados principales o markas: Corquemarca,
Andamarca, Chuquicota, Sabaya, Totora,
Orinoca y Huachacalla. Cada una de ellas se
dividía en hanansaya y urinsaya; varias markas
se agrupaban formando una “parcialidad”. La
parcialidad principal estaba presidida por Turco
y se denominaba Hatun Caranga.
Las menores posibilidades de agricultura,
limitada a algunas especies fuertes de papa y
cañahua, se veían compensadas por la riqueza
ganadera. En consecuencia, su organización social
y territorial, así como el resto de su cultura
se pueden considerar como expresiones de un
pueblo pastoril andino que se movía constantemente
por el territorio teniendo viviendas
principales y secundarias. La población dispersa
llegaba a la marka en momentos del año de
importancia ritual y económica y se reunían en
fiestas y ferias temporales.
Aunque la arqueología discute que los límites
que señala la etnohistoria no coinciden
con exactitud con los restos arqueológicos, los
límites aproximados de la provincia de Carangas
eran los siguientes: al Norte el río Mauri hacía
de frontera natural con los pacajes. Al Noreste,
la división entre carangas y soras era más difusa.
Al Este, el lago Poopó separaba claramente a
carangas de soras y al Sudeste y Sur nuevamente
la frontera con los quillacas no era clara. El
problema se presenta con la frontera Oeste; allí
la Cordillera Occidental parecería ser un límite
preciso, sin embargo hay datos que muestran
que todavía en la provincia de Tarapacá al “otro
lado” de la cordillera, los caranga tenían dominio
discontinuo incluso hasta la costa donde
interactuaban no solamente con otros Señoríos
del altiplano (pacajes y lupacas) sino también
con la población originaria local como los changos
y camanchacas. Los recursos de esta zona
eran no solamente coca, sino también pastizales
irrigados y permanentes. Riviere (1986) propone
que los lazos de complementariedad con la
vertiente del Pacífico, que se encontraba entre
tres y cinco días de camino, eran más antiguos
que con los valles interandinos.
Precisamente accedieron a los valles de
Cochabamba, Chuquisaca, Tarija y Lípez recién
a partir del dominio incaico. Allí tenían tierras
los de Totora, Andamarca, Urinoca, Corque y
Chuquicota es decir las markas orientales de los
carangas. En Tarija, se encontraban en la fortaleza
de Aquilacha enviados por los incas como
guardianes de frontera, una situación similar
parece fue la de los carangas que se encontraban
en Toco (Lípez). A su vez, encontramos en
medio del territorio caranga a mitimaes provenientes
de otros Señoríos y trasplantados en la época incaica: lupacas en el tambo de Cosapa;
collas en la estancia de Choati de Huachacalla
y charcas en el pueblo de Pacha.
A la llegada de los españoles, el centro de
poder o “cabecera” donde residían las autoridades
principales era Chuquicota, que desde los
incas se convirtió en un importante tambo. Sin
embargo esto no fue siempre así, en tiempos
preincas fueron más importantes que Chuquicota,
Corquemarca y Turco.
Los carangas estaban formados por los pueblos
carangas y urus, los primeros eran llameros
de lengua aymara y los segundos “hombres del
agua”, ambos compartían una alta movilidad en
el espacio, aunque con distintas características.
Los llameros circulaban intercambiando bienes,
en cambio los urus se movían tras los recursos
lacustres.
Ambos pueblos formaban las markas que
generalmente eran biétnicas, estando bien definidos
los ayllus de urus y los de aymaras. Los
primeros se identifican por el carácter lacustre
de su cultura, pero esta relación con los lagos,
ríos y salares ha hecho que tanto ellos mismos
como los demás, los vean como una cultura al
margen del orden establecido, como si fueran
parte de otra humanidad. Incluso sus mitos
de origen, sostienen que son “chullpapuchos”
(los restos de los chullpas), como recuerdan
los chipayas que mantienen aún hoy su lengua,
costumbres, viviendas y creencias.
Sin embargo, esta marginalidad no puede
generalizarse a todas las regiones y a todos los
tiempos. En los documentos más tempranos
sobre Carangas figuran autoridades uru como
jefes de parcialidades completas como el caso
de Condor Vilca, quien, era un cacique uru de
la parcialidad de Sabaya - Huachacalla.
Por su parte los pastores carangas desarrollaron
una cultura que hizo del espacio motivo
de culto y ámbito de lo sagrado. Muchos
mitos y tradiciones locales dejan saber que
las montañas eran consideradas deidades con
características humanas, podían ser hombres
o mujeres que protegían, proveían y castigaban.
Las leyendas del Sajama, la Tunupa y del
Tata Sabaya son sólo algunos ejemplos. Este
espacio estaba señalado por rasgos de la propia
naturaleza por ejemplo ciertas montañas, volcanes,
lagos, ríos y vertientes eran expresiones sagradas que los carangas resaltaron mediante
construcciones de carácter religioso (tumbas
de los antepasados) donde se realizaba una
serie de rituales. Allí confluyeron elementos
naturales y culturales demarcando los límites
entre una parcialidad y otra; entre un Señorío
y otro pero también entre los espacios sagrados
y los profanos.
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