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martes, 1 de febrero de 2022

Carangas: cultura pastoril de larga duración

¿Cuál es la antigüedad de este Señorío? Estudios arqueológicos basados en la continuidad del estilo de cerámica (llamado caranga en Bolivia y chilpe en Chile) proponen que los carangas provienen de una larga historia que se remonta hasta cerca al año 300 d. C. (Michel, 2000). Un equipo de investigación de la Universidad de Pittsburg sugiere que hubo continuidad de modelos cerámicos que no muestran interferencia tiwanakota. Esta continuidad también tiene que ver con la menor presencia que pudo tener Tiwanaku en la zona, pues, hasta el momento los estudios muestran que la huella que habría dejado esta cultura en Oruro es menor que en otras zonas.

En cambio los incas dejaron importantes huellas en el sector occidental del lago Poopó. Precisamente uno de los sitios arqueológicos más impresionantes de carangas es el de las chullpas decoradas del río Lauca, ubicado cerca de lo que fue la antigua cabecera. Todo indica que este sitio fue re-construido para conmemorar la alianza inca-caranga, en un espacio que es en verdad un santuario al aire libre. Esta alianza se traduce en la complementación de elementos incas con carangas; siendo las chullpas de origen preinca, el decorado de las mismas asemejan textiles incas; además en el lugar se construyó una chullpa de grandes piedras talladas de estilo inca imperial y con vanos trapezoidales típicamente incas, pero las propias chullpas y la concepción de este espacio como un paisaje sagrado, son carangas.

Los asentamientos dispersos en carangas siguen una tradición que se desarrolló hasta aproximadamente el año 1000/1200 d. C. cuando los pobladores construyeron las pucaras o asentamientos defensivos en altura, que son la expresión de un periodo de inestabilidad y enfrentamientos que duraron hasta cerca de 1450 d. C., momento en que fueron conquistados por los incas. El territorio y la población fueron reacomodados por los incas con fines administrativos formando una provincia.

A la llegada de los españoles gobernaban a los carangas Condor Vilca (en la parte de Huachacalla, Sabaya y Turco) y Vilca Callisaya (en la parte de Totora), por encima de todos ellos estaba Chuquichambi que residía en Chuquicota. Es notable que los documentos denominen a Condor Vilca como uru, lo que indicaría que el status de los urus en esta zona no seguía el patrón de sometimiento de otras regiones.

Ubicados en el sector Urcusuyo del altiplano, los carangas ocupaban las provincias de Sajama, Caranga, Atahuallpa y Totora del departamento de Oruro aunque antiguamente su territorio era más extenso e incluía tierras en distintos pisos ecológicos. La cabecera preinca era Turco cuya ubicación original se desconoce debido a que en el año 1600 tuvo que trasladarse por la explosión del volcán Huayna Putina. Turco no fue el único poblado importante pues además de éste hubo en Carangas unos seis o siete poblados principales o markas: Corquemarca, Andamarca, Chuquicota, Sabaya, Totora, Orinoca y Huachacalla. Cada una de ellas se dividía en hanansaya y urinsaya; varias markas se agrupaban formando una “parcialidad”. La parcialidad principal estaba presidida por Turco y se denominaba Hatun Caranga.

Las menores posibilidades de agricultura, limitada a algunas especies fuertes de papa y cañahua, se veían compensadas por la riqueza ganadera. En consecuencia, su organización social y territorial, así como el resto de su cultura se pueden considerar como expresiones de un pueblo pastoril andino que se movía constantemente por el territorio teniendo viviendas principales y secundarias. La población dispersa llegaba a la marka en momentos del año de importancia ritual y económica y se reunían en fiestas y ferias temporales.

Aunque la arqueología discute que los límites que señala la etnohistoria no coinciden con exactitud con los restos arqueológicos, los límites aproximados de la provincia de Carangas eran los siguientes: al Norte el río Mauri hacía de frontera natural con los pacajes. Al Noreste, la división entre carangas y soras era más difusa. Al Este, el lago Poopó separaba claramente a carangas de soras y al Sudeste y Sur nuevamente la frontera con los quillacas no era clara. El problema se presenta con la frontera Oeste; allí la Cordillera Occidental parecería ser un límite preciso, sin embargo hay datos que muestran que todavía en la provincia de Tarapacá al “otro lado” de la cordillera, los caranga tenían dominio discontinuo incluso hasta la costa donde interactuaban no solamente con otros Señoríos del altiplano (pacajes y lupacas) sino también con la población originaria local como los changos y camanchacas. Los recursos de esta zona eran no solamente coca, sino también pastizales irrigados y permanentes. Riviere (1986) propone que los lazos de complementariedad con la vertiente del Pacífico, que se encontraba entre tres y cinco días de camino, eran más antiguos que con los valles interandinos.

Precisamente accedieron a los valles de Cochabamba, Chuquisaca, Tarija y Lípez recién a partir del dominio incaico. Allí tenían tierras los de Totora, Andamarca, Urinoca, Corque y Chuquicota es decir las markas orientales de los carangas. En Tarija, se encontraban en la fortaleza de Aquilacha enviados por los incas como guardianes de frontera, una situación similar parece fue la de los carangas que se encontraban en Toco (Lípez). A su vez, encontramos en medio del territorio caranga a mitimaes provenientes de otros Señoríos y trasplantados en la época incaica: lupacas en el tambo de Cosapa; collas en la estancia de Choati de Huachacalla y charcas en el pueblo de Pacha.

A la llegada de los españoles, el centro de poder o “cabecera” donde residían las autoridades principales era Chuquicota, que desde los incas se convirtió en un importante tambo. Sin embargo esto no fue siempre así, en tiempos preincas fueron más importantes que Chuquicota, Corquemarca y Turco.

Los carangas estaban formados por los pueblos carangas y urus, los primeros eran llameros de lengua aymara y los segundos “hombres del agua”, ambos compartían una alta movilidad en el espacio, aunque con distintas características. Los llameros circulaban intercambiando bienes, en cambio los urus se movían tras los recursos lacustres.

Ambos pueblos formaban las markas que generalmente eran biétnicas, estando bien definidos los ayllus de urus y los de aymaras. Los primeros se identifican por el carácter lacustre de su cultura, pero esta relación con los lagos, ríos y salares ha hecho que tanto ellos mismos como los demás, los vean como una cultura al margen del orden establecido, como si fueran parte de otra humanidad. Incluso sus mitos de origen, sostienen que son “chullpapuchos” (los restos de los chullpas), como recuerdan los chipayas que mantienen aún hoy su lengua, costumbres, viviendas y creencias.

Sin embargo, esta marginalidad no puede generalizarse a todas las regiones y a todos los tiempos. En los documentos más tempranos sobre Carangas figuran autoridades uru como jefes de parcialidades completas como el caso de Condor Vilca, quien, era un cacique uru de la parcialidad de Sabaya - Huachacalla.

Por su parte los pastores carangas desarrollaron una cultura que hizo del espacio motivo de culto y ámbito de lo sagrado. Muchos mitos y tradiciones locales dejan saber que las montañas eran consideradas deidades con características humanas, podían ser hombres o mujeres que protegían, proveían y castigaban. Las leyendas del Sajama, la Tunupa y del Tata Sabaya son sólo algunos ejemplos. Este espacio estaba señalado por rasgos de la propia naturaleza por ejemplo ciertas montañas, volcanes, lagos, ríos y vertientes eran expresiones sagradas que los carangas resaltaron mediante construcciones de carácter religioso (tumbas de los antepasados) donde se realizaba una serie de rituales. Allí confluyeron elementos naturales y culturales demarcando los límites entre una parcialidad y otra; entre un Señorío y otro pero también entre los espacios sagrados y los profanos.
Reconstruccion sitio Caranguillas

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