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martes, 15 de febrero de 2022

Los estilos cerámicos en arqueología

Claudia Rivera Casanovas

Estilo es un término que se refiere a una cierta manera de hacer las cosas, siguiendo límites y normas para alcanzar un producto final. En arqueología el estilo se relaciona con la cerámica, los líticos, los textiles, la arquitectura, la escultura, entre otros elementos. Como Margaret Conkey señala (1990: 8) el concepto de estilo está intrínsecamente ligado con el reconocimiento de patrones y la centralidad de los objetos. Los arqueólogos de fines del siglo XIX y gran parte del XX estudiaron objetos como la cerámica por dos razones principales: para establecer cronologías y para equiparar los estilos con culturas o grupos sociales. A fines de los años 60 del siglo pasado, cambios en los paradigmas de investigación dejaron de enfocarse en los objetos en si para centrarse en la explicación de procesos sociales y de sistemas adaptativos. En este nuevo contexto el estilo se entendía como un producto cultural que contenía códigos que debían ser descifrados por los arqueólogos entendiendo su contexto social de producción y uso. Dentro de las nuevas corrientes los estudios de estilo están centrados en entender si este es capaz de revelar grupos sociales, identidades étnicas, unidades sociales o entidades históricas entre otros temas (Conkey, 1990: 11). Los fenómenos sociales detrás del estilo se relacionan con procesos de interacción, ideologías, afiliaciones grupales, diferenciación social y por supuesto identidad. Sin embargo, establecer una correlación directa entre estilo, grupos sociales o identidades étnicas no siempre es posible ya que el estilo no necesariamente se intersecta con grupo social o identidad. Por tanto se requiere de metodologías específicas para tratar estos temas y corroborar si es posible establecer este tipo de relaciones.

En Bolivia, arqueólogos durante el siglo XX han usado los estilos cerámicos para caracterizar a culturas determinadas, basándose en el supuesto que estos materiales y sus atributos morfológicos, técnicos y estilísticos expresan de forma material y visual aspectos de identidad grupal. Es decir que una sociedad produce cerámica distintiva que puede ser usada para identificarla como en el caso de Tiwanaku y los Incas.

Es así que durante la primera mitad del siglo XX y al influjo de la escuela histórico cultural los arqueólogos como Dick Ibarra Grasso (1973) equiparaban estilo cerámico con una cultura específica. Así es común encontrar términos como la cultura Lípez o Tarija inciso. Sin embargo, con el desarrollo de nuevas visiones sobre la cultura material y su relación con lo social, ya no se plantea automáticamente que el estilo refleja identidad o etnicidad. Pese a ello, se reconoce que la cerámica es producida dentro de contextos sociales particulares y que expresa cosmovisiones e ideologías imperantes en ciertos períodos históricos. Por tanto, es una herramienta útil para identificar grupos sociales, pudiendo expresar, a través de sus características técnicas y estilísticas, aspectos de identidad grupal. Estos aspectos pueden ser intencionales y muy evidentes o muchas veces mucho más sutiles.

En Bolivia las investigaciones muestran que la gran diversidad de estilos y sus variantes en ciertos períodos se relacionan con entidades políticas y culturales de gran dimensión, expresando elementos estandarizados de ellas como en el caso de Tiwanaku. En otros casos, esta situación no es tan evidente y los estilos tienden a ser más generales y pudiendo ser usados por distintos grupos sociales que comparten tradiciones tecnológicas comunes. Este sería el caso de la cerámica de la Tradición Estampada e Incisa de Bordes Doblados común en los valles interandinos y ceja de selva del Centro y Sur de Bolivia o la cerámica del período Formativo en el Sur de Bolivia.

Para períodos arqueológicos tardíos en los que los documentos coloniales brindan información sobre distintos grupos étnicos o sociales, en muchos casos se pudo correlacionar estilos cerámicos y grupos sociales, considerando que el estilo expresa aspectos de identidad grupal. Por ejemplo, se han realizado correlaciones entre la distribución de estilos cerámicos y los territorios que ocuparon entidades políticas como los lupacas, los pacajes, los carangas, los chichas, los yampara o Confederaciones como los Quillaca- Asanaque o los Qaraqara-Charka. El estilo Pacajes es bastante estandarizado, presenta dibujos de llamitas y motivos geométricos: líneas onduladas, asteriscos, puntos y reticulados, entre otros, sobre superficies de tonos rojizos, marrones y naranjas, asociados a formas cerámicas típicas como cuencos, jarras, cántaros y ollas que se distribuyen en un territorio aproximado al conocido etnohistóricamente para este grupo. Sin embargo, existen variaciones regionales (Albarracín-Jordan, 1997; Janusek, 2003). Lo mismo sucede en el territorio Carangas donde el estilo asociado a este grupo tiene como motivo distintivo dibujos de espirales además de líneas onduladas en negro (Lima, 2014). La confederación Quillaca-Asanaque presenta una diversidad de estilos en su territorio que corresponden a grupos particulares (Lima, 2014).

En el caso de las confederaciones del Sur como los Qaraqara, que incluyen dentro su estructura política a varios grupos con identidades particulares, se evidenció una mayor variabilidad. Es decir que existe una distribución territorial específica de tres o más estilos cerámicos particulares que corresponden a uno o varios grupos que componían esta confederación. Por ejemplo la cerámica Yura estaría relacionada con los visijsas del Este de Potosí, mientras que la cerámica Huruquilla (de color generalmente gris) se relacionaría con otros grupos del Centro Este de Potosí y el Suroeste de Chuquisaca. La cerámica Chaquí se relacionaría con grupos del centro de Potosí, todos parte de esta confederación (Cruz, 2007; Lecoq, 1999; Rivera Casanovas, 2004, 2014). Por otra parte, están los yampara que incluirían en su estructura política diversos grupos sociales cuya cerámica refleja gran variabilidad dentro de un estilo generalizado como el Yampara y sus variantes. En el caso de los chichas del Sur del país, su cerámica roja o guinda con diseños negros es tan distintiva que ha sido denominada Chicha. Durante la presencia inca en Bolivia la mayor parte de estos estilos se mezclaron con elementos tecnológicos y decorativos incaicos dando lugar a estilos mixtos: Pacajes-Inca, Carangas-Inca, Quillacas-Inca o Quillacas Tardío, Huruquilla-Inca, Chicha Tardío, entre otros.

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