Claudia Rivera Casanovas
Estilo es un término que se refiere a una cierta manera de hacer las cosas, siguiendo límites y normas para
alcanzar un producto final. En arqueología el estilo se relaciona con la cerámica, los líticos, los textiles, la
arquitectura, la escultura, entre otros elementos. Como Margaret Conkey señala (1990: 8) el concepto de
estilo está intrínsecamente ligado con el reconocimiento de patrones y la centralidad de los objetos. Los
arqueólogos de fines del siglo XIX y gran parte del XX estudiaron objetos como la cerámica por dos razones
principales: para establecer cronologías y para equiparar los estilos con culturas o grupos sociales. A fines
de los años 60 del siglo pasado, cambios en los paradigmas de investigación dejaron de enfocarse en los
objetos en si para centrarse en la explicación de procesos sociales y de sistemas adaptativos. En este nuevo
contexto el estilo se entendía como un producto cultural que contenía códigos que debían ser descifrados
por los arqueólogos entendiendo su contexto social de producción y uso. Dentro de las nuevas corrientes
los estudios de estilo están centrados en entender si este es capaz de revelar grupos sociales, identidades
étnicas, unidades sociales o entidades históricas entre otros temas (Conkey, 1990: 11). Los fenómenos sociales
detrás del estilo se relacionan con procesos de interacción, ideologías, afiliaciones grupales, diferenciación
social y por supuesto identidad. Sin embargo, establecer una correlación directa entre estilo, grupos sociales
o identidades étnicas no siempre es posible ya que el estilo no necesariamente se intersecta con grupo
social o identidad. Por tanto se requiere de metodologías específicas para tratar estos temas y corroborar
si es posible establecer este tipo de relaciones.
En Bolivia, arqueólogos durante el siglo XX han usado los estilos cerámicos para caracterizar a culturas
determinadas, basándose en el supuesto que estos materiales y sus atributos morfológicos, técnicos
y estilísticos expresan de forma material y visual aspectos de identidad grupal. Es decir que una sociedad
produce cerámica distintiva que puede ser usada para identificarla como en el caso de Tiwanaku y los Incas.
Es así que durante la primera mitad del siglo XX y al influjo de la escuela histórico cultural los arqueólogos
como Dick Ibarra Grasso (1973) equiparaban estilo cerámico con una cultura específica. Así es común encontrar
términos como la cultura Lípez o Tarija inciso. Sin embargo, con el desarrollo de nuevas visiones
sobre la cultura material y su relación con lo social, ya no se plantea automáticamente que el estilo refleja
identidad o etnicidad. Pese a ello, se reconoce que la cerámica es producida dentro de contextos sociales
particulares y que expresa cosmovisiones e ideologías imperantes en ciertos períodos históricos. Por tanto,
es una herramienta útil para identificar grupos sociales, pudiendo expresar, a través de sus características
técnicas y estilísticas, aspectos de identidad grupal. Estos aspectos pueden ser intencionales y muy evidentes
o muchas veces mucho más sutiles.
En Bolivia las investigaciones muestran que la gran diversidad de estilos y sus variantes en ciertos
períodos se relacionan con entidades políticas y culturales de gran dimensión, expresando elementos
estandarizados de ellas como en el caso de Tiwanaku. En otros casos, esta situación no es tan evidente y
los estilos tienden a ser más generales y pudiendo ser usados por distintos grupos sociales que comparten
tradiciones tecnológicas comunes. Este sería el caso de la cerámica de la Tradición Estampada e Incisa de
Bordes Doblados común en los valles interandinos y ceja de selva del Centro y Sur de Bolivia o la cerámica
del período Formativo en el Sur de Bolivia.
Para períodos arqueológicos tardíos en los que los documentos coloniales brindan información sobre
distintos grupos étnicos o sociales, en muchos casos se pudo correlacionar estilos cerámicos y grupos
sociales, considerando que el estilo expresa aspectos de identidad grupal. Por ejemplo, se han realizado
correlaciones entre la distribución de estilos cerámicos y los territorios que ocuparon entidades políticas
como los lupacas, los pacajes, los carangas, los chichas, los yampara o Confederaciones como los Quillaca-
Asanaque o los Qaraqara-Charka. El estilo Pacajes es bastante estandarizado, presenta dibujos de llamitas
y motivos geométricos: líneas onduladas, asteriscos, puntos y reticulados, entre otros, sobre superficies de
tonos rojizos, marrones y naranjas, asociados a formas cerámicas típicas como cuencos, jarras, cántaros y
ollas que se distribuyen en un territorio aproximado al conocido etnohistóricamente para este grupo. Sin
embargo, existen variaciones regionales (Albarracín-Jordan, 1997; Janusek, 2003). Lo mismo sucede en el
territorio Carangas donde el estilo asociado a este grupo tiene como motivo distintivo dibujos de espirales
además de líneas onduladas en negro (Lima, 2014). La confederación Quillaca-Asanaque presenta una
diversidad de estilos en su territorio que corresponden a grupos particulares (Lima, 2014).
En el caso de las confederaciones del Sur como los Qaraqara, que incluyen dentro su estructura política
a varios grupos con identidades particulares, se evidenció una mayor variabilidad. Es decir que existe una
distribución territorial específica de tres o más estilos cerámicos particulares que corresponden a uno o
varios grupos que componían esta confederación. Por ejemplo la cerámica Yura estaría relacionada con los
visijsas del Este de Potosí, mientras que la cerámica Huruquilla (de color generalmente gris) se relacionaría
con otros grupos del Centro Este de Potosí y el Suroeste de Chuquisaca. La cerámica Chaquí se relacionaría
con grupos del centro de Potosí, todos parte de esta confederación (Cruz, 2007; Lecoq, 1999; Rivera
Casanovas, 2004, 2014). Por otra parte, están los yampara que incluirían en su estructura política diversos
grupos sociales cuya cerámica refleja gran variabilidad dentro de un estilo generalizado como el Yampara
y sus variantes. En el caso de los chichas del Sur del país, su cerámica roja o guinda con diseños negros
es tan distintiva que ha sido denominada Chicha. Durante la presencia inca en Bolivia la mayor parte de
estos estilos se mezclaron con elementos tecnológicos y decorativos incaicos dando lugar a estilos mixtos:
Pacajes-Inca, Carangas-Inca, Quillacas-Inca o Quillacas Tardío, Huruquilla-Inca, Chicha Tardío, entre otros.
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