Buscador

martes, 2 de agosto de 2022

El inicio del fin - Las campañas de conquista

Tras la ejecución del Inca, Pizarro inició la campaña sobre Quito donde se había organizado la resistencia y tuvo que enfrentar los ejércitos incaicos, venciendo a los generales incas. Aprovechó las peleas entre facciones incas y el 11 de agosto de 1533, todavía en Cajamarca, nombró como nuevo Señor del Tawantinsuyo al Inca Tupac Huallpa, representante del bando “huascarista”. Este joven inca tuvo un brevísimo gobierno de tres meses ya que murió en el camino hacia Cusco, asesinado por los seguidores de Atahuallpa. El 14 de noviembre, Francisco Pizarro, sus tropas y los auxiliares indios, hicieron su entrada en la capital inca. Contaban entonces con la ayuda de los indios huancas de Jauja que le prestaron su colaboración entonces y a lo largo de la conquista. El ingreso al Cusco tuvo lugar en medio del estupor de la gente que había salido en multitud a los caminos para ver pasar la comitiva.

Precisamente, la colaboración de grupos contrarios a los incas que aprovecharon la coyuntura para oponerse a su dominio fue una de las explicaciones a la facilidad de la conquista. A diferencia de lo que suele creerse, la resistencia a la invasión europea –a cargo de los capitanes de Atahuallpa– fue sostenida y aunque Quisquis y su ejército estaban en el Cusco, Pizarro logró ingresar y tomar el fabuloso tesoro de Coricancha. Se ha escrito mucho sobre la diferencia de armamento, el uso de perros y de caballos que creaban pánico entre los indios, pero a pesar de ello, en el fondo del enfrentamiento, lo que se observa es un abismo cultural entre europeos y americanos. ¿Se pudieron imaginar los generales incas que los españoles recibirían refuerzos de ultramar? ¿Cómo podía romperse la creencia de que si tomaban las wakas, controlaban a su pueblo? ¿Cómo contrarrestar las epidemias de enfermedades desconocidas?

Sin embargo tampoco era simple dominar un imperio. Los invasores tenían la necesidad de contar con el aval de los incas para consolidar su conquista, pues de otro modo podían descabezar el imperio pero no someter a los súbditos. Los conquistadores aceptaron entonces la coronación de Manco Inca, uno de los hijos de Huayna Capac, elegido por la élite inca del lado de Huáscar. Manco salió del Cusco hasta Vilcacunca a dar encuentro a los españoles. Aunque cronistas como Murúa ([ca.1600] 2001) dijeron que fue este encuentro un signo de sumisión y obediencia del nuevo inca a los españoles, lo que tuvo lugar fue un extraño acto de mutuo reconocimiento de poder, tanto de parte de Manco como de Pizarro. Manco dio a Francisco Pizarro un capac unco, la ropa con que vestían los incas cuando iban a ser coronados. Por su parte, Pizarro reconoció a Manco como nuevo inca gobernante delante de los conquistadores, de los orejones y de los curacas de todas las provincias que venían con él y mandó le obedeciesen. Para esta ocasión, llegó su hermano Paullu desde la isla Titicaca donde había estado escondido de la furia de los partidarios de Atahuallpa; tenía 18 años, y era solamente unos meses menor que el nuevo inca. 
Mapa de las Gobernaciones de Sudamerica

Coronación de Manco Inca

Muerte de Athauallpa

En el Cusco, hubo rituales consagratorios durante treinta días, sacando en procesión a las momias de los antepasados incas ¿Qué indicaban estos rituales? Al parecer se celebraba la derrota de Atahuallpa y el nombramiento de Manco Inca bajo el poder de los Viracochas y por lo tanto, como dice el cronista Garcilaso, “no les resistieron en su conquista como pudieron” pues continuaban las pugnas entre las facciones incas, ejecutando a los generales de Atahuallpa.

Hasta este momento, los acontecimientos más notables ocurrieron desde el Cusco hacia el Norte. En Trujillo, Francisco Pizarro recibió la noticia de los problemas que ocasionaba Diego de Almagro que pretendía posesionarse del Cusco, ciudad que, según él, entraba en el territorio que el rey le había otorgado. La gobernación de Almagro, denominada Nueva Toledo, era una de las cuatro divisiones administrativas creadas en América del Sur por el emperador Carlos V en 21 de mayo de 1534, en reemplazo de las gobernaciones creadas en 1529 que no favorecían a Almagro. La real cédula le otorgaba 200 leguas en dirección norte-sur que comenzaban aproximadamente en el paralelo 14° S., cerca de Pisco, correspondiendo al límite sur de la Gobernación de Nueva Castilla otorgada a Pizarro. Al enterarse de la creación de la gobernación, Diego de Almagro se dirigió al Cusco a tomar posesión del cargo de Teniente de Gobernador de esa ciudad. A partir de este momento, las tensiones entre los conquistadores fueron creciendo y sólo terminarán con la muerte de ambos.
Retrato de Diego de Almagro

En muchos casos, las explicaciones acerca de la conquista no tomaron en cuenta que la resistencia fue feroz, como ocurrió en Tenochtitlan, capital de los aztecas cuya fabulosa arquitectura fue totalmente destruida. Fue recién en la década de 1940 que se encontraron los restos del templo mayor azteca debajo de la catedral de la ciudad de México. En los Andes, no hubo enfrentamientos en la capital sino estrategias distintas frente al invasor. La resistencia se trasladó a la selva durante cuarenta años y no fue sino en 1575, bajo el gobierno del virrey Toledo, que el último Inca, Tupac Amaru I, fue ejecutado; entonces se pudo decir que terminó la etapa de la conquista.

Entre las causas de la derrota, se menciona la superioridad en armas que trajeron los europeos, lanzas, picas, espadas, ballestas y armas de fuego como los arcabuces de mecha y algunos cañones, la mayoría de bronce y algunos de hierro. Pero sobre todo, usaron caballos y perros entrenados para la guerra, que causaron estragos entre los guerreros americanos, tanto que escribió Cortés: “¡No teníamos, después de Dios, otra seguridad sino la de los caballos”.

Jugaron en contra de los indígenas las concepciones sobre la guerra que eran cultural y diametralmente distintas a las europeas. En los Andes, la guerra era un asunto religioso: se marchaba a la guerra en compañía de las momias de los antepasados y si éstas eran tomadas por los enemigos, se lo consideraba como una derrota total. También se dijo que, en realidad, la conquista no hubiera podido llevarse adelante sin la colaboración de pobladores locales que, ansiosos de terminar con el dominio ya sea azteca o inca, optaron por colaborar con los extranjeros. Allí estuvieron tlascaltecas acogiendo a las huestes de Cortés luego de la “noche triste” y a los chachapoya y los huancas marchando con los españoles en Perú. Se sostiene que sin su auxilio, no solamente en la guerra sino en la retaguardia, por el apoyo dado por yanaconas y mujeres, la sobrevivencia de los españoles hubiera sido imposible. Se ha acuñado también el término de “la maliche”, mujer amante del conquistador que abrió las puertas mediante su conocimiento de las lenguas locales y los códigos culturales que los conquistadores debían conocer para dominar a los pueblos. Así, mientras Cortés tuvo a Marina como su mujer y traductora cultural, Pizarro contó con el apoyo de su joven esposa Inés Huaylas, hermana del inca que, durante el cerco a Lima (1536), apoyó a Pizarro con las huestes de su madre, la curaca Contar Huacho.

Fueron dos sistemas culturales en choque cuyas expresiones se vieron en profundo conflicto; este enfrentamiento, en toda su complejidad, es parte de la explicación del rápido sometimiento. Ya señaló en su momento Levi Strauss (1952) que una de las fatalidades de los americanos fue su aislamiento geográfico: a diferencia de los europeos que estuvieron en contacto con Asia y África y tuvieron sociedades en constante mestizaje, los americanos en cambio apenas tuvieron contactos esporádicos entre Mesoamérica y los Andes. Esta realidad tuvo consecuencias no solamente a nivel cultural sino incluso biológico pues eran poblaciones que no habían desarrollado anticuerpos hacia enfermedades tan comunes como la gripe que hizo estragos en la población, y ni qué decir de otras enfermedades. Respecto a las epidemias, se sabe, por ejemplo, que el Inca Huayna Capac, que se encontraba en Quito, murió de sarampión o viruela pues la epidemia llegó antes que las personas. Asombrados, lo amautas embalsamaron el cadáver y lo llevaron hasta el Cusco escondiendo su muerte en previsión de la guerra civil que se venía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario