Superada la resistencia de lupacas y pacajes, los
españoles ingresaron hacia el sur controlando a
la gente mediante crueles castigos a los rebeldes y
regalos a los aliados. Aunque las fuentes discrepan
en los detalles, a mediados de 1538, los hermanos
Pizarro llegaron juntos hasta Paria; luego, Gonen Cochabamba mientras Hernando regresaba al
Cusco para rendir cuentas a su hermano Francisco
sobre la muerte de Almagro. Iban solamente
siete de a caballo “por estar toda la tierra de paz”.
Las etnias del altiplano con sus respectivas
autoridades negociaron y deliberaron si debían
dar su apoyo a Manco en la resistencia o a Paullu
que llegaba con los Pizarro. Según la versión de
los propios mallkus recogida en el Memorial de
Charcas [1584-1598], siete naciones de Charcas se
habían reunido para decidir qué hacer respecto a
las órdenes incas. Lo complejo de este momento
es que había órdenes contradictorias: Manco
mandaba resistir y Paullu a rendirse en una extraña
lógica que mantenía abiertas ambas posibilidades.
Los pueblos de Charcas se decidieron
entonces por la resistencia: por lo tanto, Gonzalo
Pizarro y Paullu tuvieron que enfrentarlos durante
varias semanas e incluso meses entre agosto y
noviembre de 1538 (Platt, Bouysse-Cassagne y
Harris, 2006). Finalmente quedaron en el valle
con la misión de juntar gente amiga y recuperase
de la entrada que los había agotado. El general
inca Tisoc se dirigió a Cochabamba donde se
llevó a cabo una de las batallas finales.
El ejército inca estaba formado por guerreros
charcas y chichas con sus jefes Coysara y
Tiorinaseo (que algunos autores confunden con
Tisoc) además de gente de todo el Collasuyu. El
cronista Herrera (1601-1615/1944) sostuvo que
este ejército constaba de 30.000 indios, “flecheros
los más”, llevando consigo sus wakas hechas de
oro, plata o madera.
La intención de Tisoc era cercar a los invasores
por cuatro partes y utilizar algunas nuevas
técnicas de ataque contra los caballos, levantando
una barrera de troncos para obstaculizar su
paso mientras el fuego y el griterío de los indios
amedrentaban a los sitiados. Después de varias
noches, finalmente tuvo lugar el enfrentamiento
que duró varios días. Entre tanto, llegó el auxilio
de Hernando que volvía del Cusco. Las fuentes
sostienen que los caballos fueron decisivos: devastaron
las fuerzas de los indios charcas y luego
se dedicaron a una cruel persecución que, según
Hemming (1971), dejó 800 nativos muertos en
el campo de batalla.
Tisoc tuvo que huir siguiendo el camino
hacia la región de los chichas. Lo hizo a tanta
velocidad que no pudieron darle alcance.
Entonces, la misión final del general inca era
reunir al ejército en la fortaleza de Pocona ubicada
en los márgenes del imperio en una zona
de fácil acceso a las tierras bajas que permitía
estar pendiente de un segundo frente, formado
por europeos y guaraníes que se encontraba
avanzando por el Este.
La resistencia se trasladó entonces a los
caminos y pasos por donde podían pasar los
españoles. Pizarro envió a Garcilaso de la Vega
a dar castigo a los de Pocona, matando a 400
indígenas. La rebelión se fue desmoronando
ante los indios que huían por el altiplano. Como
todavía Tisoc intentaba rearmar la resistencia
en Pocona, Hernando Pizarro y Paullu fueron
hasta allí y Paullu intentó por muchos medios
atraer a Tisoc que ya estaba en Umaguaca.
Poco a poco, Tisoc se fue acercando intentado
rendirse, pero lo tomaron preso mientras los
demás curacas fueron perdonados. Años más
tarde, alrededor de 1540, Tisoc fue quemado
junto con Vilac Uma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario