El hecho más dramático del choque cultural que tuvo lugar con la llegada de los europeos a América fue
sin duda la caída demográfica que comenzó en las islas de las Antillas y dio inicio a un largo ciclo de crisis
demográfica en todo el Nuevo Mundo.
Este choque significó un cataclismo biológico y un enorme cambio ecológico que transformaron por
completo las perspectivas de ocupación humana del planeta. Los conquistadores ibéricos trajeron consigo
un poderoso conjunto de materiales biológicos; algunos de manera consciente como las nuevas plantas
(viñedos, naranjas, trigo…) y nuevos animales (caballos, mulas, ganado vacuno, cerdos, ovejas…). Pero
junto a estos, otros organismos llegaron, otros gérmenes
patógenos de distinta calidad y efecto. Las consecuencias
de estos últimos fueron tan enormes que causaron un
verdadero colapso demográfico a partir de 1492.
A partir de la presencia europea en México comenzó
una caída que no pararía sino a fines del siglo XVII. Los
estudios indican que la caída fue más violenta en las
primeras décadas para continuar, aunque con menos
intensidad, por dos siglos más. Las cifras son asombrosas:
para México se ha calculado la siguiente tendencia: el
año 1519 se calcula había 25 millones de habitantes; en
1532, 16.8 millones; en 1548, 6.3 millones; en 1568, 2.65
millones; en 1580, 1.9 millones y en 1605, 1.075 millones.
En los Andes, aunque la baja demográfica fue
enorme, no llegó a la magnitud de las Antillas o Mesoamérica.
La población del Tawantinsuyu era de aproximadamente
10 millones de habitantes en la década
de 1530. El siguiente registro data de 1575 cuando se
anotó para el virreinato del Perú una población indígena
de 1.300.000 habitantes; sin embargo, una década más
tarde, se contabilizó 3.000.000. A pesar de estas discrepancias,
se coincide en que hubo una muy importante
caída demográfica cuyo descenso fue desigual según las
regiones. Se sostiene que la baja demográfica fue más
aguda en las tierras cálidas y al norte donde la caída fue
del orden de 75% y menor en las tierras más altas y frías
del altiplano. Además, allí, un sistema de poblamiento en
pequeños poblados aislados unos de otros contribuyó
a mitigar la propagación de las epidemias. Asimismo, la
caída demográfica no fue igual en todos los lugares ni
a lo largo de todo el período. Fue mucho más aguda los
primeros veinte años de presencia europea y posteriormente
fue menos intensa.
Admitiendo las anteriores cifras, la población de
la América precolombina habría sido de unos 40 a 80
millones de habitantes. En esa misma época, Europa
tenía alrededor de 100 millones de habitantes y en el
mundo, la población era de alrededor de 400 millones.
Esto significa que en el momento del contacto, la población
del continente pudo haber representado entre
10 y 20% del total de la humanidad. Un siglo después, la
población americana, incluyendo a los europeos recién
inmigrados, no representaba en términos cuantitativos
más de 3% de la especie humana.
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