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viernes, 12 de agosto de 2022

La estrategia revertida - Los señores del Sur y el primer ingreso

¿Cómo actuaron los pueblos del sur frente a este ingreso? Según Manuel Burga (1988), en los primeros años de la conquista, hubo un tratamiento ritual hacia los españoles: recibimientos con fiestas y ceremonias. Así ocurrió en 1533 en Pachacamac y también en Jauja; lo mismo ocurrió cuando Manco fue posesionado y la resistencia de la gente de Atahuallpa fue sofocada. En cambio las fuentes sobre el Collasuyo no hacen referencia a estos rituales aunque se constata que la estrategia inca era seguida con toda fidelidad por las provincias del sur.

La ruta que tomó este ejército iba por el camino real inca o Capac Ñan: llegaba primero a Urcos y luego hasta Mohina en una ancha calzada de piedra que contaba con una gran muralla y una puerta para controlar el ingreso al Cusco. Luego pasaba por la provincia de Canches, tierra de pastores y de especialistas en minas de plata y oro. Más adelante, el camino atravesaba la provincia de los Canas cuyo límite tocaba el lago Titicaca. El itinerario de Almagro incluía Copacabana, Chuquiago, Paria, Aullagas, Tupiza, Jujuy, Salta (Chicoana), Catamarca (San Francisco), Puerto Nevado, Comecaballos y Copiapó. Queda pendiente entender por qué eligió esta ruta que pasaba por la parte Umasuyu del Capac Ñan y no la de Urcusuyu, en la orilla occidental del lago Titicaca

El centro ritual de Copacabana, ubicado a orillas del lago Titicaca, era el espacio sagrado más importante del altiplano del sur; estaba poblado por mitimaes de todo el imperio y era sede de autoridades de carácter político-religioso puestas por el inca. Chalco Yupanqui, gobernador del Collasuyu residía allí. Cuando tuvo lugar la invasión europea, Chalco se encontraba en la provincia de los Charcas cuando recibió noticias del ingreso de Paullu y Almagro, entonces regresó apresuradamente y se unió a la comitiva de Almagro junto con sus caciques principales. Podemos suponer que Chalco tenía la misión de organizar el ingreso para dar paso a la comitiva sin resistirla pero intentando ocultar las minas, fuentes de riqueza y de codicia. Esto no pudo hacerlo en Chuquiago donde Sancho de la Hoz ya había recogido información sobre las minas en 1533. Seguramente por ello, después de Copacabana se acercaron a Chuquiago.

La siguiente etapa del itinerario fue Paria, ubicada en pleno altiplano, a unas 80 leguas del Cusco. Allí Saavedra que iba por delante del grueso del ejército, fundó el primer poblado europeo en territorio boliviano; era el lugar acordado para el encuentro con Almagro pues allí podían contar con los recursos de los depósitos del inca donde se almacenaban inmensas cantidades de maíz proveniente del valle de Cochabamba. Saavedra, esperó con armas, calzados y comida. Excediéndose en su misión vació los depósitos incas. Por consejo de la gente del lugar, los viajeros establecieron en Paria su centro de acopio y permanecieron un mes a fin de esperar la llegada del verano y no sufrir los rigores del tiempo al pasar la cordillera para llegar a Chile. Como el interés principal eran los metales preciosos, Almagro recogió informes sobre algunas minas pero le parecieron pobres. Este dato confirma que el ocultamiento de las minas fue una táctica inca, rigurosamente seguida por Paullu y los señores del sur, tal como observaron Platt, Bouysse-Cassagne y Harris (2006).

Hasta Paria se acercaron miles de hombres y mujeres de los pueblos charcas, soras así como de los caracaras de Colo y Caquina, y se incorporaron al contingente. Entre ellos, seguramente estuvieron Harasitha y Guayta, señores de los soras, que tenían en Paria una de sus cabeceras y también Coysara, mallku de los charcas. Una lectura cuidadosa de los documentos, como el Memorial de Charcas y la probanza de los mallkus caracaras, permite suponer que estos señores estaban siguiendo órdenes de los incas. Los quillaca de Oruro remarcaron que cuando llegó Francisco Pizarro a Cajamarca, el mallku quillaca llamado Guarache estaba en el Cusco visitando al Inca. El imperio incaico estaba todavía de pie y en el Collasuyu se seguía fielmente la estrategia inca que consistía en dar paso a los españoles para alejarlos hacia el sur.

De Paria, pasaron al tambo de Aullagas ubicado al sur del lago Poopó en territorio de los quillacas. Su autoridad, Guarachi, que se encontraba en el Cusco, envió a su hermano Caraguaque para el servicio a “don Diego” a quien entregó más de 4.000 llamas, 6.000 cargas de maíz y chuño además de 3.000 pesos de oro y plata. El eficiente servicio de chasquis permitía que en la zona se supiera lo que ocurría en otros sectores del tambaleante imperio.

Garcilaso explica ([1606]1985 T. II: 22) que los chasquis estaban en unas chozas ubicadas a cierta altura para que pudieran ver la posta que llegaba por cualquier lado del camino y salir a darle encuentro para no perder tiempo. Normalmente el mensaje verbal que llevaban era breve, pero también “tenían otra manera de aviso por estos correos y era haciendo ahumadas de día, de uno en otro, y llamaradas de noche” (citado en Medinacelli, 2007).

Luego de diez días en Aullagas, emprendieron una etapa de 40 leguas por campo despoblado hasta Tupiza, en territorio de los chichas, Figura 18. donde Almagro estableció su cuartel general. Paullu y Vilac Uma se adelantaron hacia Tupiza mientras que Saavedra se había quedado todavía en Paria. Almagro llegó a Tupiza a fines octubre de 1535; allí Paullu y Vilac Uma le presentaron, según dice el cronista Cieza, 90.000 pesos en oro fino indicando que lo habían traído de Chile como tributo para el Inca estimulando de este modo su codicia para que siga su camino. Desde su partida habían pasado cuatro meses.

Tupiza fue el punto culminante de esta fase y momento de un cambio de la actitud hacia los españoles. A partir de entonces, la gente asumió una actitud hostil atacando a las distintas comitivas que iban en grupos separados. Allí también tuvo lugar el gran desbande indígena: por una parte Vilac Uma abandonó al ejército una noche llevando consigo muchos indios y mujeres, siguiendo los planes que había preparado con Manco Inca. Regresó al Cusco por caminos alternativos y desconocidos para los españoles; allí lo esperaban para iniciar el cerco. En el veloz camino de retorno se ocupó de levantar a las provincias por donde pasaba. El altiplano y su población se habían abierto para dejar pasar pacíficamente a los invasores y era hora de cerrarles el camino de regreso.

Cuando Almagro se dio cuenta de la huida de Vilac Uma, desconfió de Paullu y decidió custodiarlo para evitar su traición. Los historiadores que analizan esta etapa se preguntan por qué Paullu no siguió a Vilac Uma ni hizo nada contra Almagro en su viaje a Chile o cuando volvían por el desierto de Atacama. Al contrario, le dio asistencia invalorable y la gente que le obedecía hizo posible su retorno; sin su apoyo, dicen los documentos de la época, Almagro nunca hubiese regresado. El argumento de Paullu fue que en el paso de la cordillera habían muerto tantos indios que era imposible atacarlos mientras que los españoles estaban prácticamente intactos. Al parecer Paullu partió con instrucciones precisas de Manco de deshacerse de Almagro pero fue cambiando de idea y concibiendo la posibilidad de aliarse con él contra los Pizarro; seguramente consultó con Chalco Yupanqui, el gobernador de Copacabana, quien se quedó con Paullu hasta el retorno. Por ello Chalco fue asesinado posteriormente en Pocona. Sin embargo, no tocaron a Paullu.

El trayecto de Tupiza a Jujuy tuvo un carácter distinto al paso por el altiplano puesto que en toda la región, los naturales estaban a punto de guerra obstaculizando el paso de los españoles. Luego de acampar dos meses, siguieron la ruta a Casavindo el Chico, luego a El Moreno (cercano a Jujuy), Tambo de la Ploma y Chicuana. De ahí en adelante fue la peor parte del viaje, especialmente para los indios cuya situación fue tan desastrosa que el cronista Cieza, que recogió información muy temprana, pidió perdón a Dios al relatar la situación de los indios e indias que, encadenados, morían uno tras otro. La versión de los señores étnicos de Charcas señala que Harasitha y Coysara (de los soras y charcas respectivamente) regresaron agotados, “destrozados y perdidos”, dejando a mucha gente en el camino (Memorial de Charcas, 1986).
Llamas

Tupiza

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