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domingo, 21 de agosto de 2022

Segunda entrada y gran rebelión - La última resistencia: hacia Cochabamba

Superada la resistencia de lupacas y pacajes, los españoles ingresaron hacia el sur controlando a la gente mediante crueles castigos a los rebeldes y regalos a los aliados. Aunque las fuentes discrepan en los detalles, a mediados de 1538, los hermanos Pizarro llegaron juntos hasta Paria; luego, Gonen Cochabamba mientras Hernando regresaba al Cusco para rendir cuentas a su hermano Francisco sobre la muerte de Almagro. Iban solamente siete de a caballo “por estar toda la tierra de paz”.

Las etnias del altiplano con sus respectivas autoridades negociaron y deliberaron si debían dar su apoyo a Manco en la resistencia o a Paullu que llegaba con los Pizarro. Según la versión de los propios mallkus recogida en el Memorial de Charcas [1584-1598], siete naciones de Charcas se habían reunido para decidir qué hacer respecto a las órdenes incas. Lo complejo de este momento es que había órdenes contradictorias: Manco mandaba resistir y Paullu a rendirse en una extraña lógica que mantenía abiertas ambas posibilidades. Los pueblos de Charcas se decidieron entonces por la resistencia: por lo tanto, Gonzalo Pizarro y Paullu tuvieron que enfrentarlos durante varias semanas e incluso meses entre agosto y noviembre de 1538 (Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006). Finalmente quedaron en el valle con la misión de juntar gente amiga y recuperase de la entrada que los había agotado. El general inca Tisoc se dirigió a Cochabamba donde se llevó a cabo una de las batallas finales.

El ejército inca estaba formado por guerreros charcas y chichas con sus jefes Coysara y Tiorinaseo (que algunos autores confunden con Tisoc) además de gente de todo el Collasuyu. El cronista Herrera (1601-1615/1944) sostuvo que este ejército constaba de 30.000 indios, “flecheros los más”, llevando consigo sus wakas hechas de oro, plata o madera.

La intención de Tisoc era cercar a los invasores por cuatro partes y utilizar algunas nuevas técnicas de ataque contra los caballos, levantando una barrera de troncos para obstaculizar su paso mientras el fuego y el griterío de los indios amedrentaban a los sitiados. Después de varias noches, finalmente tuvo lugar el enfrentamiento que duró varios días. Entre tanto, llegó el auxilio de Hernando que volvía del Cusco. Las fuentes sostienen que los caballos fueron decisivos: devastaron las fuerzas de los indios charcas y luego se dedicaron a una cruel persecución que, según Hemming (1971), dejó 800 nativos muertos en el campo de batalla.

Tisoc tuvo que huir siguiendo el camino hacia la región de los chichas. Lo hizo a tanta velocidad que no pudieron darle alcance. Entonces, la misión final del general inca era reunir al ejército en la fortaleza de Pocona ubicada en los márgenes del imperio en una zona de fácil acceso a las tierras bajas que permitía estar pendiente de un segundo frente, formado por europeos y guaraníes que se encontraba avanzando por el Este.

La resistencia se trasladó entonces a los caminos y pasos por donde podían pasar los españoles. Pizarro envió a Garcilaso de la Vega a dar castigo a los de Pocona, matando a 400 indígenas. La rebelión se fue desmoronando ante los indios que huían por el altiplano. Como todavía Tisoc intentaba rearmar la resistencia en Pocona, Hernando Pizarro y Paullu fueron hasta allí y Paullu intentó por muchos medios atraer a Tisoc que ya estaba en Umaguaca. Poco a poco, Tisoc se fue acercando intentado rendirse, pero lo tomaron preso mientras los demás curacas fueron perdonados. Años más tarde, alrededor de 1540, Tisoc fue quemado junto con Vilac Uma.

sábado, 20 de agosto de 2022

Segunda entrada y gran rebelión - Enfrentamiento en el Desaguadero

En 1538, dos años después de la gran ofensiva para tomar el Cusco, comenzó la segunda gran rebelión siendo la batalla más importante de esta etapa la del Desaguadero. El puente de “balsas de enea” (totora) había sido destruido por los indios para que ni los españoles ni los miles de indios de Hatuncolla que venían con Paullu cruzaran el río. Furiosos flecheros y honderos obstruyeron el paso de los españoles que iban a caballo con sus pesadas armas. Allí fue capturado un español que fue sacrificado en un adoratorio que pudo haber sido Tiwanaku. El primer intento de cruzar el Desaguadero fue, por tanto, desastroso para los españoles: murieron ocho jinetes más sus caballos y los otros no pudieron cruzar el río. Finalmente, haciendo unas enormes balsas que llevaban hasta 40 hombres, lo que habría sido una iniciativa de Paullu, consiguieron pasar el río y a pesar que la pelea continuó unas horas más, una vez que los españoles montaron sus caballos, la batalla estaba ganada. Los indios vencidos huyeron entrando unos a la laguna y otros a sus tierras. Este enfrentamiento ha sido considerado como una de las treinta batallas más importantes de la invasión española (Temple, 1940; Hemming, 1971; Vega, 1980; Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006).

Hernando Pizarro apresó a mucha gente e hizo gran escarmiento; persiguió a los jefes, capturó a Quintiraura de los pacajes y quemó su poblado. Seguramente Quintiraura fue quemado en un galpón junto con muchas otras autoridades. A pesar de la matanza, hubo gente rebelde que se fue hacia el sur hasta los Charcas, obstruyendo la entrada de los españoles a esta región.
ciudadela de incallajta

viernes, 19 de agosto de 2022

Segunda entrada y gran rebelión - La rebelión del Sur

Mientras Manco estaba activo resistiendo en los Andes centrales y el sacerdote Vilac Uma operaba en las montañas al sudoeste del Cusco, en el Cuntisuyu, sus comandantes llevaron los enfrentamientos hacia el sur, al Collasuyu. Por otro lado, ejecutado Almagro, los hermanos Pizarro organizaron un nuevo ingreso al Collasuyu, esta vez el ingreso no sería pacífico pues hubo resistencia de los pueblos del sur que actuaban bajo las órdenes del general inca, Tisoc. Este general había estado junto a Manco en los momentos decisivos como en los preparativos para cercar el Cusco en noviembre de 1535 (Hemming, 1971).

La rebelión del Sur

El Collasuyu era no solamente un famoso centro de riqueza minera sino uno de los últimos reductos de resistencia indígena que ya estaba alborotado a principios de 1536, cuando Rodrigo Orgóñez salió del Cusco para encontrarse con Almagro. El mismo panorama rebelde encontró el mayordomo de Almagro que iba a su encuentro con las provisiones reales. Tras el paso de Almagro y Orgóñez, la tierra estaba asolada y tensa. Paullu había establecido una alianza con Almagro contra los Pizarro, conocidos entonces como “los de Pachacamac”.

Entonces, con la muerte de Almagro, Pizarro tuvo que negociar con Paullu pues necesitaba su apoyo para ingresar nuevamente al Collasuyu. Le entregó la mascaipacha imperial, sabiendo que Paullu tenía mucha autoridad en esta región. Sin embargo, a diferencia del ingreso de Almagro en 1535, el de los Pizarro fue violento. La gente del lugar estaba en pie de guerra y el mundo indígena alborotado y dividido pues al mismo tiempo que algunos se levantaban contra los españoles siguiendo las órdenes de Manco Inca, otros apoyaron a Paullu y aprovecharon la coyuntura para sacar a la luz antiguas rivalidades internas. La rebelión de Manco en el sur comenzó con enfrentamientos entre collas y lupacas en ambas orillas del lago Titicaca, pero a pesar de las divisiones, el escenario estaba dominado por la rebelión, por lo que esta resistencia en el Collasuyu puede llamarse la segunda gran rebelión.En 1538, prácticamente todas las etnias del Collasuyu estaban alzadas, excepto los collas que después del cerco al Cusco, “habían venido de paz” (Temple, 1940). Paullu recibió el apoyo de los collas de Azángaro, al norte del lago Titicaca, y alistaron a 5.000 “indios amigos” en Jatun Colla. Los collas siempre habían sido contrarios a los incas y esta ocasión no fue distinta. Paullu, que acompañaba a los españoles, contaba con el apoyo del gobernador del Collasuyu, Chalko Yupanqui.

Por otra parte Manco Inca, con su brazo ejecutor, el general Tisoc y el prestigioso sacerdote Vilac Uma, se constituyeron en la cabeza de esta resistencia. Tenía el apoyo de los lupacas bajo el mando del mallku Cari o Caripaxa y el de los pacajes bajo las órdenes de Quintiraura que se declaró “hijo del Sol”. Como observan Platt, Bouysse–Cassagne y Harris (2006), Tisoc, tuvo que negociar con los jefes étnicos lupaca y pacaje de la región del lago Titicaca para organizar la resistencia y posiblemente bajo su instigación, el jefe lupaca Cariapaxa atacó a los collas devastando sus tierras en castigo por haber colaborado a los españoles en el Cusco.

jueves, 18 de agosto de 2022

La estrategia revertida - Cercos a las ciudades de Cusco y Lima

Los quipucamayos registraron en sus cuerdas lo siguiente: “El adelantado don Diego de Almagro a los veintidós meses después de haber ido a Chile volvió con todo su campo y Paullo Topa Inga con él” (Quipucamayos, [1542] 1991). Almagro acampó en Urco a siete leguas del Cusco hallando a toda la tierra levantada y la ciudad sitiada por Manco Inca y su ejército por cerca un año. En el Cusco permanecían cercados Pizarro y ochenta capitanes y soldados españoles pues en abril de 1535, Manco había decidido resistir a los cristianos y para ello, siempre en consulta con su consejo, un miércoles de Semana Santa huyó del Cusco hacia la selva y desde allí organizó la resistencia.

Las creencias incas a su vez, actuaban contra la posible victoria indígena pues la estrategia del cerco, conocida por los incas, iba de la mano de otras reglas como levantar el cerco en cada luna llena.Resulta inexplicable por qué, ante la superioridad numérica, Manco no tomó la ciudad. Manco Inca, constantemente humillado y prisionero de Pizarro, había intentado sin éxito huir varias veces pero no lo consiguió hasta abril de 1536 cuando pudo al fin refugiarse en el valle de Yucay desde donde, comandando su ejército y regresó en son de guerra el 3 de mayo de ese año (Lavallé, 2004). Así se dio inicio al cerco a la capital sagrada del imperio. Los ataques comenzaron incendiando los tejados y cortando toda fuente de abastecimiento mientras Hernando Pizarro, al mando de 200 españoles y gran cantidad de indígenas aliados, decidió defender el Cusco. Uno de los enfrentamientos más importantes ocurrió en la fortaleza de Sacsayguamán desde donde se domina la ciudad del Cusco. Los españoles lograron recuperar la fortaleza el 16 de mayo de 1536 aunque en el intento, murió uno de los hermanos del conquistador, Juan Pizarro; también murió el jefe quechua conocido como Cahuide.

A raíz de la impensable victoria española nació el mito de que la Virgen María y Santiago habían intervenido a favor de los españoles cuando los indios estaban en condiciones de expulsarlos. Este mito que perduraría todo el período colonial refiere que cuando los españoles se disponían a tomar la fortaleza de Sacsayguamán (otros autores dicen que ocurrió cuando estaban refugiados en la iglesia de la plaza) que iba a incendiarse debido a las miles de flechas que llegaban ardiendo al tejado de paja, en el antiguo Suntur Huasi, los indígenas vieron una enigmática mujer vestida de blanco que ubicada sobre el edificio apagaba el fuego con las largas mangas de su vestido (Betanzos, 1551); otra versión sostiene que Santiago levantaba polvo para perjudicar a los indígenas. Fueron los cronistas Betanzos (1551) y Cieza (1550) que recogieron este mito pero ambos indicaron que fueron los indios los que vieron el milagro. Así todo invita a vincular milagro y conquista interpretando los triunfos militares como signos divinos. Esta participación del imaginario indígena sobre el milagro lleva a que Estenssoro interprete que los indios habrían leído este evento no como una derrota militar sino que se rindieron ante Dios (Estenssoro, 2003). Esta lectura nos acerca a la posible idea que la cultura andina tenía de la guerra. Ya Duviols (1962) señaló que los milagros que se contaron a propósito del cerco al Cusco tienen el carácter de milagros de conquista, como un mito de origen que explica un hecho excepcional en la historia.

Las explicaciones a este milagro son aún más complejas, tienen relación con los dominicos y también con la presencia del enviado real al Perú. Para comprender los usos ideológicos del mito debemos tener presente que su difusión no fue inmediata, sino que tuvo lugar en la década de 1540–1550. De la década de 1550 data una pintura que alegoriza la aparición del apóstol Santiago sobre ese lugar en 1536, hecho que recuerda el cronista Garcilaso de la Vega. En ese periodo, trabajaban en el Perú los dominicos, seguidores del padre Bartolomé de las Casas y cuya iglesia se quemó durante el cerco. Ellos ayudaron a difundir el mito que daba fortaleza a la presencia de la iglesia en el Perú. Por otra parte el mito venía bien a Vaca de Castro que había llegado a poner orden en el Perú en 1542 y preparar el ambiente político y religioso para implementar las Leyes Nuevas (Franco Córdoba, 2010).

Mientras Hernando Pizarro resistía en el Cusco, desde Lima, Francisco Pizarro envió tropas a sus hermanos por diversas rutas. Partieron las expediciones de Diego Pizarro, Gonzalo de Tapia, Mogrovejo de Quiñónez, Alonso Gaete y Francisco de Godoy. Todos, con excepción de este último, hallaron la muerte a manos de las tropas incaicas. En Tampu hubo grandes festejos al conocerse los triunfos del general Quiso Yupanqui que fue recompensado por Manco Inca con otra esposa y el permiso de ser llevado en andas.

En agosto de 1536, Quiso Yupanqui, al mando un numeroso ejército que fue parcialmente reclutado en el camino con algunos problemas, como los huancas que estaban del lado español, avanzó sobre Lima. Dispuso el ataque dividiendo su ejército en tres partes: unos entraron por Pachacámac, otros por el río abajo y el tercer grupo por el camino de Trujillo. Con este orden, Quiso Yupanqui tomó el cerro San Cristóbal y sitió Lima en los últimos días de agosto de 1537.

Pizarro pudo hacerles frente con más de quinientos soldados españoles, otros tantos guerreros negros y miles de “indios amigos”; además estaba con él su mujer, la noble quechua Inés Huayllas cuya madre envió refuerzos al conquistador. Francisco Pizarro encabezó la defensa de la ciudad y logró derrotar a Quiso Yupanqui cuando éste intentaba tomar la Plaza de Armas. El jefe inca murió en la batalla y sus hombres se dispersaron de manera desordenada. Francisco Pizarro envió entonces nuevos refuerzos para socorrer a sus hermanos en el Cusco. En recientes excavaciones, en Lima, se pudo establecer el importante rol de los aliados indígenas en la defensa de la ciudad y se encontró el probable cuerpo de Quiso Yupanqui que murió de un disparo de arma de fuego en la cabeza.

Mientras se combatía en Lima, Manco Inca mantenía el cerco al Cusco donde le llegó la noticia de la llegada desde Lima de refuerzos para los españoles y el regreso de Almagro de Chile con unos 400 españoles y 5.000 indígenas. Manco Inca se vio obligado a levantar el cerco del Cusco después de ocho meses de asedio y se refugió en la ciudadela de Vilcabamba. Desde allí, el Inca hostilizó a los españoles durante años pero ninguna acción tuvo la magnitud del cerco de 1536. El levantamiento general comandado desde el Cusco por Manco Inca y que culminaría con el cerco a esta ciudad fue denominado por Hemming (1971) como la “gran rebelión”.

Según Murúa (1600), llegando al Cusco, Almagro buscó una entrevista con Manco para acordar sacar a los Pizarro de esta tierra, punto en que ambos estaban de acuerdo. El encuentro pudo haber ocurrido en Pata Chuayla. Sin embargo, en el camino, Manco sospechó que Almagro lo quería tomar preso y, tomando la iniciativa, lo atacó provocando su huida junto con Paullu. Este encuentro fue entendido por los Pizarro como una amenaza contra ellos.

Almagro aprovechó la debilidad de los cercados y, entrando al Cusco, tomó presos a Hernando y a Gonzalo Pizarro. Mandó a Hernando a Lima mientras que dejó preso a Gonzalo en el Cusco y se dirigió a Lima para negociar con Francisco Pizarro sus nuevas posesiones. Luego de varias escaramuzas y también algunas conversaciones, Almagro aceptó liberar a Hernando pero Pizarro no perdonó que Almagro hubiera agredido a sus hermanos: lo consideraba un traidor que había amotinado a los indios en su contra. A partir de entonces se formaron dos bandos irreconciliables: los extremeños apoyaron a los Pizarro y Almagro se respaldó en la gente que lo acompañaba desde su travesía, conocida como “los chilenos”.

El encuentro definitivo entre las tropas pizarristas y almagristas ocurrió en las Salinas a 5 kilómetros del Cusco en abril de 1538; allí Almagro fue vencido y capturado por Hernando. Ante el estupor de sus compañeros, Almagro fue decapitado antes de que Francisco llegara de Lima; tenía entonces 70 años. La alteración era tanta que para no causar más revuelo, la ejecución se hizo en su misma celda, el 8 de julio de 1538. Luego sacaron el cadáver y expusieron su cabeza en la plaza del Cusco. Más tarde Hernando fue llamado a España para explicar esta ejecución: la Corona no toleraba que se hiciera justicia por mano propia y Hernando fue condenado a prisión en el castillo de la Mota, en Medina del Campo, donde pasó muchos años.

Con Manco Inca en la selva y Almagro muerto, Francisco Pizarro tuvo que conciliar cautelosamente con Paullu que empezó a ser reconocido en el Cusco como soberano inca creciera su poder, los españoles prohibieron que los indios fuesen a su casa. A partir de la muerte de Almagro, una nueva etapa se presentó en la conquista del Collasuyu.

Por el apoyo que dio a los españoles, la historiografía ha calificado a Paullu como el “Inca títere”. Sin embargo, es posible descubrir que no sería raro que Paullu estuviera trabajando en alianza con Almagro en contra de los Pizarro. Y más aún es posible constatar cierta complicidad entre los hermanos incas –Manco en la selva y Paullu en el Cusco– que conocían mutuamente sus acciones, se comunicaban, se observaban y nunca se atacaron uno al otro como, situación que ha llevado a pensar en la posibilidad de una diarquía en tiempos de la conquista y que esta dualidad haya sido parte de la estrategia inca (Medinacelli, 2010).
Matrimonio de Doña Beatriz

Diego de Almagro en Copiapo

miércoles, 17 de agosto de 2022

La estrategia revertida - El paso por la cordillera

Atravesando la actual región de Salta y Tucumán, llegaron a Catamarca para tomar el paso de la cordillera. Vitry (2007) y otros investigadores consideran que Almagro cruzó por dos pasos, Comecaballos y Pircas Negras, separados por una distancia de 13 km. aproximadamente ya que por uno solo habría sido imposible abastecer de agua y pasturas a los caballos, además de ser un error estratégico. El paso por la cordillera fue devastador: pasaron de tambillo en tambillo dejando muertos de frío y de hambre a indios, esclavos y caballos. Llegaron diezmados a Copiapó donde encontraron emisarios de Manco Inca que en secreto hicieron saber a Paullu que el Inca había cercado el Cusco con la determinación de acabar con los españoles. En consulta, Paullu y sus compañeros no se atrevieron a acabar con Almagro pero le ocultaron la noticia del cerco del Cusco.

El regreso se hizo por la ruta de la costa que atravesaba el desierto de Atacama llegando hasta Arequipa. Fue recién pasando Atacama cuando Almagro se enteró que Manco Inca se había alzado en el Cusco y decidió regresar a toda prisa, llevando consigo a Paullu como garantía. Para entonces, el altiplano estaba en pie de guerra y Apo Chalco Yupanqui, el Inca de Copacabana, se dirigió con su gente a la fortaleza de Pocona en Cochabmaba donde se programaba otra resistencia junto con la gente de Manco Inca. Las tensiones en el lado indígena pusieron a los distintos actores en situaciones límite. El apoyo que dio Chalco a Almagro fue motivo para que, más tarde, fuera asesinado por la gente de Manco Inca.

viernes, 12 de agosto de 2022

La estrategia revertida - Los señores del Sur y el primer ingreso

¿Cómo actuaron los pueblos del sur frente a este ingreso? Según Manuel Burga (1988), en los primeros años de la conquista, hubo un tratamiento ritual hacia los españoles: recibimientos con fiestas y ceremonias. Así ocurrió en 1533 en Pachacamac y también en Jauja; lo mismo ocurrió cuando Manco fue posesionado y la resistencia de la gente de Atahuallpa fue sofocada. En cambio las fuentes sobre el Collasuyo no hacen referencia a estos rituales aunque se constata que la estrategia inca era seguida con toda fidelidad por las provincias del sur.

La ruta que tomó este ejército iba por el camino real inca o Capac Ñan: llegaba primero a Urcos y luego hasta Mohina en una ancha calzada de piedra que contaba con una gran muralla y una puerta para controlar el ingreso al Cusco. Luego pasaba por la provincia de Canches, tierra de pastores y de especialistas en minas de plata y oro. Más adelante, el camino atravesaba la provincia de los Canas cuyo límite tocaba el lago Titicaca. El itinerario de Almagro incluía Copacabana, Chuquiago, Paria, Aullagas, Tupiza, Jujuy, Salta (Chicoana), Catamarca (San Francisco), Puerto Nevado, Comecaballos y Copiapó. Queda pendiente entender por qué eligió esta ruta que pasaba por la parte Umasuyu del Capac Ñan y no la de Urcusuyu, en la orilla occidental del lago Titicaca

El centro ritual de Copacabana, ubicado a orillas del lago Titicaca, era el espacio sagrado más importante del altiplano del sur; estaba poblado por mitimaes de todo el imperio y era sede de autoridades de carácter político-religioso puestas por el inca. Chalco Yupanqui, gobernador del Collasuyu residía allí. Cuando tuvo lugar la invasión europea, Chalco se encontraba en la provincia de los Charcas cuando recibió noticias del ingreso de Paullu y Almagro, entonces regresó apresuradamente y se unió a la comitiva de Almagro junto con sus caciques principales. Podemos suponer que Chalco tenía la misión de organizar el ingreso para dar paso a la comitiva sin resistirla pero intentando ocultar las minas, fuentes de riqueza y de codicia. Esto no pudo hacerlo en Chuquiago donde Sancho de la Hoz ya había recogido información sobre las minas en 1533. Seguramente por ello, después de Copacabana se acercaron a Chuquiago.

La siguiente etapa del itinerario fue Paria, ubicada en pleno altiplano, a unas 80 leguas del Cusco. Allí Saavedra que iba por delante del grueso del ejército, fundó el primer poblado europeo en territorio boliviano; era el lugar acordado para el encuentro con Almagro pues allí podían contar con los recursos de los depósitos del inca donde se almacenaban inmensas cantidades de maíz proveniente del valle de Cochabamba. Saavedra, esperó con armas, calzados y comida. Excediéndose en su misión vació los depósitos incas. Por consejo de la gente del lugar, los viajeros establecieron en Paria su centro de acopio y permanecieron un mes a fin de esperar la llegada del verano y no sufrir los rigores del tiempo al pasar la cordillera para llegar a Chile. Como el interés principal eran los metales preciosos, Almagro recogió informes sobre algunas minas pero le parecieron pobres. Este dato confirma que el ocultamiento de las minas fue una táctica inca, rigurosamente seguida por Paullu y los señores del sur, tal como observaron Platt, Bouysse-Cassagne y Harris (2006).

Hasta Paria se acercaron miles de hombres y mujeres de los pueblos charcas, soras así como de los caracaras de Colo y Caquina, y se incorporaron al contingente. Entre ellos, seguramente estuvieron Harasitha y Guayta, señores de los soras, que tenían en Paria una de sus cabeceras y también Coysara, mallku de los charcas. Una lectura cuidadosa de los documentos, como el Memorial de Charcas y la probanza de los mallkus caracaras, permite suponer que estos señores estaban siguiendo órdenes de los incas. Los quillaca de Oruro remarcaron que cuando llegó Francisco Pizarro a Cajamarca, el mallku quillaca llamado Guarache estaba en el Cusco visitando al Inca. El imperio incaico estaba todavía de pie y en el Collasuyu se seguía fielmente la estrategia inca que consistía en dar paso a los españoles para alejarlos hacia el sur.

De Paria, pasaron al tambo de Aullagas ubicado al sur del lago Poopó en territorio de los quillacas. Su autoridad, Guarachi, que se encontraba en el Cusco, envió a su hermano Caraguaque para el servicio a “don Diego” a quien entregó más de 4.000 llamas, 6.000 cargas de maíz y chuño además de 3.000 pesos de oro y plata. El eficiente servicio de chasquis permitía que en la zona se supiera lo que ocurría en otros sectores del tambaleante imperio.

Garcilaso explica ([1606]1985 T. II: 22) que los chasquis estaban en unas chozas ubicadas a cierta altura para que pudieran ver la posta que llegaba por cualquier lado del camino y salir a darle encuentro para no perder tiempo. Normalmente el mensaje verbal que llevaban era breve, pero también “tenían otra manera de aviso por estos correos y era haciendo ahumadas de día, de uno en otro, y llamaradas de noche” (citado en Medinacelli, 2007).

Luego de diez días en Aullagas, emprendieron una etapa de 40 leguas por campo despoblado hasta Tupiza, en territorio de los chichas, Figura 18. donde Almagro estableció su cuartel general. Paullu y Vilac Uma se adelantaron hacia Tupiza mientras que Saavedra se había quedado todavía en Paria. Almagro llegó a Tupiza a fines octubre de 1535; allí Paullu y Vilac Uma le presentaron, según dice el cronista Cieza, 90.000 pesos en oro fino indicando que lo habían traído de Chile como tributo para el Inca estimulando de este modo su codicia para que siga su camino. Desde su partida habían pasado cuatro meses.

Tupiza fue el punto culminante de esta fase y momento de un cambio de la actitud hacia los españoles. A partir de entonces, la gente asumió una actitud hostil atacando a las distintas comitivas que iban en grupos separados. Allí también tuvo lugar el gran desbande indígena: por una parte Vilac Uma abandonó al ejército una noche llevando consigo muchos indios y mujeres, siguiendo los planes que había preparado con Manco Inca. Regresó al Cusco por caminos alternativos y desconocidos para los españoles; allí lo esperaban para iniciar el cerco. En el veloz camino de retorno se ocupó de levantar a las provincias por donde pasaba. El altiplano y su población se habían abierto para dejar pasar pacíficamente a los invasores y era hora de cerrarles el camino de regreso.

Cuando Almagro se dio cuenta de la huida de Vilac Uma, desconfió de Paullu y decidió custodiarlo para evitar su traición. Los historiadores que analizan esta etapa se preguntan por qué Paullu no siguió a Vilac Uma ni hizo nada contra Almagro en su viaje a Chile o cuando volvían por el desierto de Atacama. Al contrario, le dio asistencia invalorable y la gente que le obedecía hizo posible su retorno; sin su apoyo, dicen los documentos de la época, Almagro nunca hubiese regresado. El argumento de Paullu fue que en el paso de la cordillera habían muerto tantos indios que era imposible atacarlos mientras que los españoles estaban prácticamente intactos. Al parecer Paullu partió con instrucciones precisas de Manco de deshacerse de Almagro pero fue cambiando de idea y concibiendo la posibilidad de aliarse con él contra los Pizarro; seguramente consultó con Chalco Yupanqui, el gobernador de Copacabana, quien se quedó con Paullu hasta el retorno. Por ello Chalco fue asesinado posteriormente en Pocona. Sin embargo, no tocaron a Paullu.

El trayecto de Tupiza a Jujuy tuvo un carácter distinto al paso por el altiplano puesto que en toda la región, los naturales estaban a punto de guerra obstaculizando el paso de los españoles. Luego de acampar dos meses, siguieron la ruta a Casavindo el Chico, luego a El Moreno (cercano a Jujuy), Tambo de la Ploma y Chicuana. De ahí en adelante fue la peor parte del viaje, especialmente para los indios cuya situación fue tan desastrosa que el cronista Cieza, que recogió información muy temprana, pidió perdón a Dios al relatar la situación de los indios e indias que, encadenados, morían uno tras otro. La versión de los señores étnicos de Charcas señala que Harasitha y Coysara (de los soras y charcas respectivamente) regresaron agotados, “destrozados y perdidos”, dejando a mucha gente en el camino (Memorial de Charcas, 1986).
Llamas

Tupiza

miércoles, 10 de agosto de 2022

La estrategia revertida - Jornada hacia el Collasuyu: primer ingreso en 1535

Impresionantes preparativos precedieron al viaje: se fundieron las joyas que habían tomado como botín para reunir recursos y se compraron y recolectaron armas de los españoles que quedaban. Los indígenas, organizados como correspondía al ejército inca, estaban conformados por alrededor de 12.000 indios auxiliares que se reunieron en la gran plaza del Cusco. Cada capitán llevaba su bandera, unos con hondas, otros con lanzas y otros más con macanas, ayllus, dardos, porras y hachas. Con Almagro, iban además 400 o 500 españoles que en su mayoría estaban acompañados de indios yanaconas y también unos cien negros que habían llegado con los conquistadores. A la cabeza de todos marchaban Almagro, Paullu Inca, y el sacerdote Vilac Uma.

Vilac Uma era la autoridad religiosa de mayor jerarquía del Imperio Inca o Tawantinsuyu que, según el arzobispo Valverde, tenía una poderosa influencia sobre el joven Manco Inca.

Vilac Uma se perfilaba como una de las figuras de mayor lucidez en esta difícil etapa. Es posible que su presencia en la expedición haya tenido la finalidad de controlar las acciones de Paullu.

Paullu era otro hijo de Huayna Capac que estuvo presente cuando Manco Inca coronó la mascaipacha y, como era la costumbre, llegó con sus parientes a reconocer su mando. Paullu llegó del Collasuyu; había estado refugiado en la Isla de Sol cuando se llevaron a cabo las luchas entre Huascar y Atahuallpa. Su jerarquía era tal que Medinacelli (2010) propuso que podía tratarse de un segundo inca gobernante de manera paralela a Manco. De hecho, Paullu se casó con su hermana, prerrogativa reservada solamente para los futuros incas, pues la coronación del nuevo inca y su matrimonio eran sucesos simultáneos. Según los Quipucamayos consultados por Vaca de Castro (1542), todas las provincias del Collao y Charcas hasta los chuis y chichas servían y respetaban a Paullu y lo habían reconocido como señor de la tierra, sirviéndole como al mismo Huayna Capac. Podía tratarse de un “Ingaranti”, especie de “segunda persona” de uno de los cuatro suyus del Tawantinsuyu. “Lo de Paullu”, entonces, habría sido el Collasuyu y por ello acompañó a Almagro en este primer ingreso europeo a su región. Gracias al respeto que tenían por Paullu, a lo largo del camino se fueron plegando nuevos contingentes, como consta en los casos de Copacabana y Paria.

martes, 9 de agosto de 2022

La estrategia revertida

Volvemos al año 1535 y al escenario del Perú. Ese año, Francisco Pizarro tenía el panorama político más o menos controlado: había aceptado a Manco Inca colocado por el bando del difunto Inca Huáscar; le tocaba ahora avanzar al resto del Imperio. Recordemos que en ese mismo año Pedro de Mendoza partió de Europa hacia el Río de La Plata. Francisco Pizarro ya había ido al santuario de Pachacamac en 1533 y en enero de 1535 había fundado la ciudad de los Reyes (Lima) convirtiéndose en un centro español que luego fue la sede del Virreinato del Perú. Desde allí se contactaban con mayor soltura con las embarcaciones que llegaban a su puerto. Precisamente, en 1535, Francisco Pizarro se hallaba en Lima con un grupo de españoles; los hermanos Hernando, Gonzalo y Juan Pizarro se quedaron en el Cusco con otro grupo y un tercer contingente se preparaba para partir con Diego de Almagro desde el Cusco hacia el Collao con la finalidad de llegar hasta Chile.

Estudiado desde los pobladores del Collasuyu, este periodo se desarrolló en tres fases, todas ellas bajo la iniciativa inca y, aunque se ha querido ver algunos episodios como expresiones de una independencia local sin tomar en cuenta la autoridad del Inca, el conocimiento de los detalles hace pensar que las provincias siempre buscaron articularse con los incas. La primera fase tuvo lugar a partir de 1535 durante el ingreso de Almagro con el Inca Paullu en un viaje de reconocimiento del territorio de la Nueva Toledo; en la segunda fase, en 1538, también participó Paullu pero esta vez con los hermanos Pizarro. La tercera (fines de 1538- 42) fue la resistencia final y rendición de la población indígena del Collasuyu (Hemming, 1971; Santos, 1987,1989; Platt et al., 2006; Medinacelli, 2007). En el desarrollo de estas tres fases, como veremos, hubo un tortuoso proceso en el que dos incas, Manco en la selva y su hermano Paullu en el Cusco, se acomodaron a las coyunturas provocando constantes cambios en las alianzas y posiciones políticas buscando romper o legitimarse bajo el nuevo orden (Lamana, 1996). Sin embargo Manco y Paullu estuvieron pendientes uno del otro.

El paso de Almagro por el Collasuyu fue en realidad una estrategia para separar a los españoles en tres grupos: uno se quedó en el Cusco con Hernando, Gonzalo y Juan Pizarro; otro en Lima con Francisco Pizarro y el tercero se alejó hacia el sur con Diego de Almagro que buscaba conocer las concesiones que le hiciera el rey. Este último grupo partió del Cusco donde se hicieron los preparativos para que los acompañaran Paullu y el sacerdote Vilac Uma. La enorme comitiva partió del Cusco en julio de 1535, estaba formada para la guerra con vistosas ropas, avío, yanaconas y mujeres. Antes que ellos, una vanguardia dirigida por Juan de Saavedra ya había recogido datos sobre las minas de oro de Chuquiago.

Mientras tanto, en el Cusco, Manco Inca quedó bajo el torpe mando de los hermanos Juan y Gonzalo Pizarro que infringían constantes maltratos, humillaciones y violencia no solamente contra el inca sino también contra la nobleza incaica. Exigían entregas de sus joyas y objetos de oro y plata; tomaban y vejaban a las mujeres nobles como relata Tito Cusi, hijo de Manco, en una crónica dictada a un sacerdote agustino. Siendo Manco Inca un joven de 19 años, junto con él actuaba una élite que tomaba las decisiones de manera conjunta. Fue madurando entonces la manera de contener a los invasores. Elaboraron un plan para separarlos, debilitarlos y quizás expulsarlos, alentando la partida de Almagro lo más al sur posible. Así lo expresan cronistas como Murúa ([ca.1600] 2001), Pizarro (1571/1986 ) y Cieza (1571/1989) que consideraban que esta expedición hacia el Collasuyu fue la consecuencia de un plan de rebelión que siempre había tenido en mente Manco Inca para aniquilarlos en algún lugar del trayecto. Guaman Poma sostiene que cuando la segunda persona del Inca, Cápac Apo Guamanchaua fue quemado, se reunió un consejo de guerra que decidió el alzamiento.

Eduardo Arze (1969) considera más bien que fue una estrategia de Pizarro que había empujado a Almagro “… a esa desarticulada aventura con designios ocultos”. Respalda esta opinión en el hecho de que Pizarro escribió al rey pidiendo para sí el territorio de la Nueva Toledo y mintiendo acerca de la supuesta muerte de Almagro. Para los españoles, este ingreso significaba la búsqueda de nuevas riquezas y la solución de las disputas entre Almagro y Pizarro. Desde el punto de vista inca, el alejamiento de Almagro del Cusco permitía aislarlo, haciéndolo así más vulnerable.

Almagro consideraba que su gobernación incluía el Cusco, lo cual había provocado roces con los Pizarro. Sin embargo, antes de partir, ambos suscribieron una concordia que luego no se cumpliría. Almagro esperaba recibir durante su viaje la confirmación del Rey de la pertenencia del Cusco a su jurisdicción.

Partieron del Cusco en julio de 1535, llevando Almagro la Provisión Real de 19 de septiembre de 1534 que lo habilitaba como Adelantado y Gobernador del Reino de Nueva Toledo. El grueso del ejército español estaba formado por gente que había venido con Pedro de Alvarado y estos no gozaban de la mejor fama. De ellos, dice el cronista Pedro Pizarro, que venían “tan hinchados y soberbios que todo este reino les parecía poco”. El mismo cronista pinta a Almagro como un hombre irascible que trataba mal a su gente. Dice también que era un hombre pequeño, bien hecho, valiente y animoso en el gastar.

Mapa de Primeras expediciones a las tierras bajas de Charcas Fuente: Elaboración propia

Mapa de la ruta de la expedición de Almagro y los Pizarro

sitio incaico del Tambo Real de Paria

lunes, 8 de agosto de 2022

El frente externo del imperio - Buenos Aires y Asunción, puntos de apoyo de las expediciones

Las iniciativas particulares se patentizaron en expediciones como la de Pedro de Mendoza en 1534 quien propuso al Rey hacerse cargo con su propio patrimonio de una expedición al Atlántico Sur para reafirmar la soberanía de los Reinos de España sobre esas regiones. A cambio de ello, Carlos V nombró a Mendoza “adelantado”, es decir comandante militar con potestad para fundar fortalezas y pueblos de la zona a conquistar; se le otorgó una gobernación al sur de la de Almagro.

Mendoza zarpó en 1535 del puerto de Sanlúcar de Barrameda con una expedición compuesta entre 11 y 14 naves, y aproximadamente 3.000 hombres. Parte de su misión era construir un camino real desde el Río de la Plata hasta el océano Pacífico. Obviamente, la corte española ignoraba las dimensiones y dificultades del terreno a conquistar. Lo acompañaban su hermano Diego de Mendoza, sus parientes Gonzalo y Francisco y el hermano de Santa Teresa de Jesús, Rodrigo de Cepeda y Ahumada.

En enero de 1536, luego de reconocer ambas costas del estuario rioplatense, Mendoza decidió establecerse en la margen derecha, en un sitio donde encontró fuentes de agua dulce. El 3 de febrero, fundó allí un puerto bautizado como Santa María del Buen Aire, nombre de una Virgen venerada por los marineros. Ni la Virgen ni los esfuerzos lograron proteger el nuevo asentamiento que, a fines de ese año, sucumbió ante el empuje de los indios querandíes que consiguieron vulnerar las defensas de la ciudad, incendiándola y provocando su destrucción total. Desde allí, Mendoza envió una pequeña partida hacia el norte al mando de su lugarteniente Juan de Ayolas, reconociendo las orillas del río. Esta misión no obtuvo éxito alguno. Ayolas, acosado por las pestes, el hambre y los continuos ataques de los indios, no pudo cumplir con la tarea encomendada y, derrotado, regresó al fuerte de Sancti Spiritu fundado por Gaboto en 1527cerca al río Paraná. Mendoza, descorazonado por las malas noticias de su hombre de confianza y sintiéndose enfermo y desanimado, delegó el mando del fuerte a Francisco Ruiz Galán hasta que Ayolas regresase y decidió embarcarse rumbo a España el 22 de abril de 1537. Su estado de salud no le permitió concluir su empresa y murió en el viaje de regreso a España.

Sin embargo el avance hacia Charcas no se detuvo. Ayolas, ya al mando de Sancti Spiritu, comandó nuevas expediciones hacia los cursos superiores de los ríos Paraná, Paraguay y Pilcomayo, llegando hasta el corazón de la actual república del Paraguay. Como segundo del Adelantado Mendoza, Juan de Ayolas resolvió emprender la conquista de la sierra de la Plata desde el Paraguay. En febrero de 1537, remontó el río Paraguay para, desde allí, internarse hacia el oeste intentando alcanzar el sur de Charcas. No se supo de su suerte hasta que en subsiguientes “entradas” descubrieron que había sido victimado por los indios. El fracaso de Mendoza retrasó por más de cuarenta años el dominio efectivo del Río de la Plata por la Corona española pues la segunda fundación de Buenos Aires por Juan de Garay tuvo que esperar hasta 1580.

Un pariente del adelantado, Gonzalo de Mendoza, que sobrevivió a la destrucción de Buenos Aires, se convirtió en 1537 en el fundador de la ciudad de Asunción que constituyó la base de las futuras expediciones desde el Atlántico hacia el interior del continente. Los europeos tenían información parcial de lo que estaba ocurriendo desde el lado del Pacifico, pero no tenían completo el panorama territorial ni étnico. De hecho esta región no fue totalmente incorporada al dominio de Charcas (luego Bolivia) sino después de la Guerra del Chaco (1932-1935) (Rodríguez, 2011).

Mientras se fundaba Asunción, en Charcas tenían lugar las últimas escaramuzas entre el ejército inca y las huestes de Pizarro en Pocona. De hecho, estaba en pugna el dominio del sur de Charcas, zona aún por conquistar; por ello, otro de los hombres de la expedición de Mendoza, Domingo Martínez de Irala, tenía instrucciones del Adelantado para defender la jurisdicción de su gobernación de los avances desde el Perú. Sus previsiones no eran infundadas pues ya, en 1539, Pizarro envió desde Charcas a Peranzures (Pedro de Anzures) en una entrada hacia el Río de la Plata y el Tucumán donde se encontraba cuando tuvo la noticia de la muerte de Francisco Pizarro y tuvo que regresar apresuradamente al Cusco. Las pugnas entre particulares no afectaban el proyecto estatal que, con unos o con otros, conseguiría el dominio de las nuevas regiones; incluso se había nombrado gobernadores para las dos regiones: Alvar Núñez Cabeza de Vaca del Río de la Plata y Cristóbal Vaca de Castro del Perú. El primero llegó a Asunción en marzo de 1542 y el segundo entró solemnemente a Lima en agosto del mismo año. La Corona no deseaba dejar toda la iniciativa de las nuevas conquistas a los particulares, nombró para controlarlos a los gobernadores buscando vigilar los dos polos de la conquista.

Irala tuvo conocimiento del arribo de expedicionarios del Perú al río Paraná y resolvió tomar la misma ruta de Ayolas para alcanzar las tierras altas desde Asunción. Este proyecto preparado en 1541 coincidió con el arribo del nuevo gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca quien llegó desde la costa (Santa Catalina) a Asunción en marzo de 1542 para tomar posesión de su gobierno. Allí encontró la oposición de Irala.

Irala inició su viaje desde Asunción en noviembre de 1542 llegando hasta el puerto de los Reyes, cien leguas más delante de lo que había logrado Ayolas. Regresó a Asunción en 1543 con una copiosa información sobre las posibilidades de la entrada por Chiquitos y sobre la existencia de metales preciosos entre los pueblos que había visitado. En el proceso de control de este territorio se pusieron en tensión los proyectos real y particular: un ejemplo de ello es el caso del gobernador Cabeza de Vaca que tuvo que regresar a España en 1543-44 pues había sido depuesto por Irala por causa de los excesos del gobernador.

Para entonces, a fines de 1542, el gobernador Vaca de Castro había comisionado desde el Perú a Diego de Rojas con 300 españoles para una nueva “entrada” al Tucumán para alcanzar el fuerte Sancti Spiritu fundado por Gaboto sobre el río Paraná. La avanzada de este grupo tuvo que enfrentar la resistencia de juríes y diaguitas. A pesar de la muerte de Rojas, la expedición continuó hasta la orilla del río Paraná, allí encontraron al cacique puesto por Irala para cuidar el río. Esta fue la expedición definitiva que había conectado la conquista del Perú con la del Río de la Plata. Sin embargo, la fecha de este acontecimiento está perdida.

En los primeros años de 1540 se completó a grandes rasgos la etapa de conquista y reconocimiento del territorio de lo que en el futuro será Charcas, pero además se estableció una relación complementaria pero tensa entre los bloques oriental y occidental, situación que fue clave para el futuro control y dominio del conjunto de territorio de Charcas. En la siguiente etapa (1542-1548), algunos personajes siguieron actuando, como por ejemplo Irala, y se incorporan nuevos como Ñuflo de Chaves, uno de los expedicionarios de Cabeza de Vaca, que fue uno de los más renombrados exploradores que buscaba establecer el control sobre una región y dejar claro su liderazgo (Barnadas, 1973).

Chaves hizo dos exploraciones por el río Paraguay pero, según los cronistas, la más grande expedición desde Asunción fue la de Irala entre 1546 y 1548. En su travesía de 372 leguas (1860 kms.) encontró algunos indios macasíes que les hablaron en español indicando que pertenecían a un noble de España que se llamaba Pedro Anzures. En 1548, La Gasca había vencido y ejecutado a Gonzalo Pizarro y por tanto, en el Perú se estableció una autoridad real relativamente consolidada a la que los expedicionarios de La Plata y el Paraguay debían someterse. Ese mismo año, Ñuflo de Chaves se entrevistó en Lima con Pedro de La Gasca y logró la creación de una nueva gobernación para Diego Centeno en lugar de Irala.
Mapa de las Primeras entradas al Gran Chaco

domingo, 7 de agosto de 2022

Primeras expediciones a las tierras bajas de Charcas

 

Fecha de exploración y datos del explorador

Resumen de las expediciones

1521-1524 (Diaz de Guzmán, 1835 [1612];
Dominguez, 1904, 1918; Nordenskiöld, 1917;
Gandia 1935; Nowell, 1946)
1522-1526 (Julien, 2005, Combès, 2011)
Garcia o “Alejo García”, de origen portugués
habría llegado en la expedición de Solís en 1516
según Domínguez y autores posteriores

Salió de la costa atlántica hasta el río Paraguay, cruzando el río
por el puerto de Itatín (actual Mato Grosso do Sul, Brasil). Fue
acompañado por guaranís del litoral y de Itatín, que ya conocían
el camino hacia el oeste. En la versión de Díaz de Guzmán, habría
sido la primera expedición europea que alcanzó territorio inca y
se habría enfrentado con guerreros caracara de lengua aymara en
Mizque y Tarabuco. Con este ingreso, fue creciendo entre los colonos
paraguayos el mito del Paititi y de la sierra de plata.`

1526-1530 (Ramírez, 1941 [1528])
Sebastián Gaboto, de origen veneciano fue
enviado por la Corona.

Gaboto encontró en la isla de los Patos a 26 hombres refugiados de
expediciones de Solís y de Loayza que habían vivido 10 años con
las tribus del litoral. Este encuentro hizo a Gaboto cambiar su plan
original que era llegar a las islas Molucas y tomó la ruta del Río de
La Plata. Fundó el fuerte Sancti Spiritu en 1527 en la confluencia
de los ríos Carcarañá y Paraná. Este fuerte será la base de futuras
expediciones.

1536-1537 (Arze, 1969, Julien, 2005, Combès,
2011)
Juan de Ayolas lugarteniente del adelantado del
Río de la Plata, Pedro de Mendoza.

En vista de las pésimas condiciones de vida de la primera Buenos
Aires (1535) y las noticias de riquezas tierra adentro, Ayolas partió
río arriba llegando hasta la actual Asunción (fundada en 1537 por
Juan de Salazar). Río más arriba, entre Asunción y el Pantanal, llegó
al puerto de la Candelaria y se internó Chaco adentro, llegando al
límite del (ex) imperio inca de donde trajo plata y oro. Fue muerto a
su regreso por los payaguas del río Paraguay, y sólo un sobreviviente
chané logró contar la travesía.

1542-1543 (Irala, 2008 [1543]; Arze,1969)
Domingo Martínez de Irala. Participó en la primera
fundación de Buenos Aires. Asumió el cargo de
gobernador ante la ausencia de su superior, Ayolas,
hasta marzo de 1542 cuando llegó el nuevo
gobernador Cabeza de Vaca (Arze, 1969).

Siguiendo la ruta de Ayolas, Irala remontó el Río Paraguay hasta
el Pantanal. En una laguna (probablemente la laguna La Gaiba),
establece un precario establecimiento: el Puerto de Los Reyes,
el 6 de enero de 1543.

1543-1544 (Núñez Cabeza de Vaca, 1944 [1555];
Ribera 2008 [1544], 2008 [1545])
Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Enviado por la Corona
como gobernador del Río de la Plata (11/03/1543).

Cabeza de Vaca hizo el mismo recorrido que Irala. Desde el Puerto
de los Reyes, mandó a Francisco de Ribera hacia el oeste (actual
Chiquitanía) y a Hernando de Ribera hacia el norte, río arriba,
hacia los xarayes. Retornó de la expedición en abril de 1544. Fue
depuesto por Irala, y volvió a España en 1544.

1547 (Poder… 2008 [1547]; Arze, 1969; Barnadas
,1973; 2002)
Ñuflo de Chaves, lugarteniente de Irala

Exploración del río Pilcomayo a partir de su desemboque en el
Paraguay. Esta expedición fue una respuesta a la entrada de Diego
de Rojas que llegaba desde el Perú hasta el Paraná.
La expedición tuvo que volver por las malas condiciones del viaje

1548 (Schmidel, 2008 [1567]; Combès, 2011)
Domingo Martínez de Irala. Se convirtió en el
hombre fuerte de Asunción, asumiendo en tres
ocasiones sucesivas las gobernación de Paraguay
1544 y 1555 (Barnadas, 2002)

Cruzó el Gran Chaco a partir de la Candelaria sobre las huellas de
Ayolas. Su expedición en la que participaron Ñuflo de Chaves y
muchos españoles e indios fue la más grande movilización para
penetrar a Perú. Llegó al río Guapay o Grande, aproximadamente
a la altura de la actual ciudad de Santa Cruz, donde encontró
indígenas fugitivos de Perú. Irala entonces envía una comitiva
encabezada por Ñuflo de Chaves a Lima. En Lima, Chaves se
entrevistó con Pedro de la Gasca quien a inicios de enero 1849
ordenó que los pobladores del Rio de La Plata cesaran su avance
sobre Charcas. De manera paralela le envió el título de gobernador
del Paraguay para Diego Centeno en lugar de Irala y varios
nombramientos subalternos a favor de otros expedicionarios.

1557-1559 (Finot, 1978 [1939]; García Recio
,1988; Julien, 2008; Combès y Peña, 2013)
Ñuflo de Chaves
Llegó en 1542 con la expedición del gobernador
Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Fundó la ciudad de
Santa Cruz de la Sierra en 1561 continuando la
política colonizadora de Martínez de Irala.
1561

Remonta el río Paraguay hasta Puerto de los Reyes y se interna
al oeste, llegando al río Guapay o Grande.
Ahí se encuentra con Andrés Manso llegado desde Charcas, y las
disputas entre ambos motivan un nuevo viaje de Chaves hasta
Lima, de donde volverá con el título de “teniente de gobernador”
de Mojos, siendo el gobernador titular García de Mendoza, el
propio hijo del virrey Hurtado de Mendoza
Fundación de La Nueva Asunción sobre el río Guapay
A su retorno de Lima, fundó Santa Cruz de la Sierra entre el Guapay
y el Puerto de los Reyes, el 26 de febrero de 1561. En 1564 hizo
su último viaje al Paraguay de donde retornó a Santa Cruz junto
a su familia, 200 soldados y 300 hombres con lo que consolidó la
fundación cruceña. En 1568, en una expedición a su jurisdicción,
buscando las minas de Juribá o “de Itatín”, fue muerto en una
emboscada que le tendió el cacique itatín Saquararán.

Fecha de exploración y datos del explorador

Resumen de las expediciones

1538 (Cieza de León, 1985 [1553]; Saignes,
1981, 1985; Renard-Casevitz et al., 1988)
Pedro de Candia. Enviado desde el Perú por
Francisco Pizarro (Barnadas, 2002)

Candia hizo un primer ingreso por Ambaná (¿Ambayá?)
– Chuncho (norte de La Paz). Cruzó el Madre de
Dios en una expedición frustrada y disuelta.

1539
(Barnadas ,2002)

Un segundo ingreso fue hacia los chiriguanos; organizó
su comitiva con sobrevivientes de la expedición de P.
Anzures cruzando el Altiplano. Pizarro le revocó la
licencia para la entrada y retornó frustrado al Cusco.

1538- 1539 (Cieza de León, 1985 [1553] ;
Tyuleneva 2010; Mendoza 1990; Saignes
1981, 1985; Renard-Casevitz et al. ,1988)
Pedro Anzures de Camporredondo enviado
desde el Perú por Francisco Pizarro

Pero Anzures participó en 1538 en la culminación
de las acciones contra Almagro y al año siguiente fue
comisionado por Francisco Pizarro para fundar la Villa
de La Plata (Chuquisaca) .
Ingresó a tierras orientales por el norte: Huancané,
Camata, Tacana y Mojos, con resultados desastrosos.
Retornó a Larecaja y Ayaviri (norte del lago Titicaca)
para luego dirigirse hacia el sur. En Paria se encontró
con la hueste de Candia y ambos siguieron hacia
el valle de Cinti. Allí recibió órdenes de Pizarro de
regresar al Cusco dejando el mando a Diego de Rojas.
Más tarde intentó una jornada a los juries (hoy norte
argentino) que se frustró por la noticia del asesinato
de Francisco Pizarro.

1539-1541 (Saignes, 1981, 1985; Renard-
Casevitz et al. , 1988)
Diego de Rojas nombrado Teniente de
gobernador en Chuquisaca por Gonzalo
Pizarro en 1538 (Barnadas, 2002)

Rojas se unió a la hueste de Pedro Anzures en 1539.
Más tarde desde Cinti tomó el mando de la columna
hasta Tarija donde se le unió parte de la hueste de
Candia partiendo hacia la frontera chiriguana (1840),
siguieron juntos por el río Bermejo y regresó a Tarija
en 1541. Cuando se enteró de la muerte de Francisco
Pizarro volvió a la Plata.

1542 (Arze, 1969)
1543 (Barnadas, 2002)

A instancias de Gonzalo Pizarro, el gobernador Vaca
de Castro comisionó a Ayolas para hacer la entrada
al Tucumán con 300 españoles. Salió del Cusco hacia
Catamarca y La Rioja tocando el río Paraná. Según Arze
(1969) sus huestes ocuparon el Valle Calchaquí (Salta)
y Capaya (Catamarca) y lucharon contra los juríes y los
diaguitas. Rojas murió en plena expedición.

1559
Andrés Manso

Sale de Charcas, llegando primero al río Guapay
donde quiso fundar una ciudad (La Barranca), pero el
encuentro con Chaves se lo impidió.
En 1559 funda Santo Domingo de la Nueva Rioja sobre
el río Parapetí.

1561 (Armentia, 1905; Probanza de Juan
de Nieto, 1906 [1578])
Juan de Nieto

Entra por Camata y funda la primera Apolo en Apolobamba,
aunque no se queda en la zona.

1567-69 (Maldonado, 1906 [1567-69];
Saignes, 1981, 1985; Renard-Casevitz et
al. , 1988)
Juan Álvarez Maldonado

Recorrió un extenso territorio entre los ríos Beni y
Madre de Dios.

sábado, 6 de agosto de 2022

El frente externo del imperio - Alejo García y los chiriguanos: las migraciones del Este

Entre las diversas expediciones, destaca la de Alejo o Alexo García, navegante de origen portugués, que al parecer participó en la expedición de Juan Díaz de Solís y naufragó con una de las naves. Habiendo aprendido la lengua y las costumbres, había recibido de los indios informaciones sobre un rico reino y emprendido una expedición desde el Brasil hacia el interior del continente. Su trayectoria habría llegado tan lejos como la frontera con el imperio incaico.

Expedicionarios y cronistas como Ruy Díaz de Guzmán y Alvar Núñez, dan versiones sobre un enfrentamiento entre tropas del Inca Huayna Capac (1493 -1528) con Alejo García en la región del Chaco. Aunque el historiador Eduardo Arze (1969) sostiene que no hubo tal encuentro, tanto Saignes (1985) como Barnadas (1973) y Julien (2005), revisando la historiografía paraguaya y argentina de principios de siglo, consideran que efectivamente Alejo García y varios de sus compañeros pasaron a territorio del Collasuyo. Julien establece que García pasó al Paraguay entre 1522 y 1526 donde reunió unos 2.000 guaraníes con los que atravesó las llanuras que separan los Andes de la región del Chaco. García, que recibió el apodo de “Maraita”, sostuvo varios combates contra las naciones halladas en el camino cuya situación étnica era sumamente compleja, aunque entre muchos pueblos (carios, payzunos, guaxarapos, gueno, xarayes, ymore, tarapecosis, chimenecos …) se destacaron los chané, pueblo de lengua arawak, agricultor y considerado como el pueblo de contacto y de intercambio del metal andino (Combes, 2010). Un chané habría sido la persona que dio a Alejo García el metal que buscaba.

El pueblo chané sufró el acoso de los guaraníes, pueblo guerrero que avanzaba desde el Este. Este avance de los guaraníes pudo tener antecedentes en el periodo incaico pues se sabe que durante los siglos XIII-XV y aún antes, los guaraní-hablantes migraron unos en pos de las riquezas andinas y otros hacia el norte donde habitaron la cuenca del Amazonas junto con grupos de lenguas arawak y caribe. Estos movimientos produjeron a su vez una gran diversidad de grupos, lenguas y tribus en estos territorios. Información etnohistórica sugiere que diversos grupos habitaron el piedemonte andino antes que los chiriguanos tupi-guaraníes (Alconini, 2002). Pero especialmente en la región de la Cordillera chiriguana, la migración guaraní se incrementó en los siglos XV y XVI. (Para una ampliación de este punto ver tomo I).

La presencia europea habría incentivado estas migraciones que ya estaban en curso y los guaraníes terminaron instalándose en los llanos de Itatín al sudoeste de la región posteriormente conocida como Chiquitos y en la llamada Cordillera chiriguana y llanos de Grigotá hasta las cercanías de Tarija. Para contener este avance, los incas establecieron una cadena de fuertes como se observa en el mapa de Saignes (2007). Las fuentes designan a este grupo con distintas denominaciones, pero la más popular fue la de chiriguanos, utilizada recién a partir de 1557 como un término divulgado por los indios de las provincias del Perú. Barnadas (1973) calcula que el número de chiriguanos era aproximadamente de 5.000, pero por su movilidad, dio la impresión de una multitud.

Al parecer, finalmente, Alejo García y sus aliados indígenas lograron penetrar hasta Tomina y Mizque y saquear las fortalezas y depósitos incas. Al regresar, se habrían enfrentado en Tarabuco con los indios caracaraes, pueblo aymara- hablante que tenía su territorio nuclear en la región actual de Norte de Potosí, quienes fueron obligados a replegarse. A pesar del aparente éxito de la empresa, debido al propio carácter de la sociedad guaraní-chiriguana en constante tensión, el ingreso resultó en la muerte de García cuando retornaba hacia el Paraguay (Rodríguez, 2011).

Según Saignes (2007), el contacto de García con los caracaras constituyó el primer ingreso europeo al Tawantinsuyu, diez años antes que Pizarro. Sin embargo, las fuentes andinas son confusas al respecto: se sabe que el Inca Huayna Capac, preocupado por las invasiones chiriguanas y la muerte de los capitanes incas Guancané y Condori en la región de Samaipata, envió a su capitán Yasca logrando expulsar a los chiriguanos del pie de monte. Pero no se sabe si esta incursión correspondía al evento relacionado con Alejo García. Lo que parece ser cierto es que los chané del Chaco conocían anteriormente a los caracaras a quienes llamaban “puños” (Combes, 2010).
Mapa de Paraguay Siglo XVI

Mapa avance Inca en Paraguay

viernes, 5 de agosto de 2022

Elecciones Generales de Bolivia 1855

Jorge Córdova puede considerarse el primer presidente surgido de la voluntad popular, aunque hubo votaciones previas.

Merece ser considerada tal, pues si antes hubo otras dos votaciones directas (1844 y 1850), se las llevó a cabo sin oposición y fueron más bien ratificaciones.

1. EL TATA BELZU. Para inicios de 1855, el presidente Manuel Isidoro Belzu, se encontraba desgastado luego de seis años de gobierno en los que el fisco alcanzó superávit. Numerosas intentonas subversivas promovidas por la élite antagonista, hicieron que decida convocar a proceso electoral y la primera “transmisión” constitucional de la presidencia en 30 años de sistema republicano. El gobernante en la culminación de sus esfuerzos de bolivianidad, tenía en mente la “sucesión” legal, institucional y democrática en términos de aquellos tiempos de “voto calificado”. El 12 de marzo de 1855, el presidente Manuel Isidoro Belzú, mediante un decreto supremo llamó a elecciones presidenciales en el país a realizarse el 1 de mayo de ese año.

2. LAS CAMPAÑAS. Campañas electorales y la pulseta correspondiente son interesantes. El periódico democrático-popular La Época, ofrece panorama a tomar en cuenta. Muestra la construcción de las imágenes de los principales contendientes. Por ejemplo, a Córdova, yerno del mandatario saliente casado con su hija Edelmira, lo presenta como persona nueva, honesta, aguerrida, apegada a la ley, proveniente del “pueblo” e identificada consecuentemente con quienes tenían menos poder. Contrapone dichas virtudes, a la figura doctoral, teórica, insensible y separada de la gente, de Linares. Se capta que los adeptos de éste, a su vez, consideraban al candidato promovido por Belzu, inexperto y poco preparado para ejercer la primera magistratura. Confiaban en la trayectoria y prestigio de quien los representaba. Al acercarse las elecciones, la intensidad de los debates fue subiendo. Pero hay que remarcar que hubo alto grado de respeto y legalidad en dicha época electoral.

3. GANAR VOTOS. Hábilmente, se debe reconocer, la campaña de Córdova también estuvo dirigida a ganar confianza y votos entre sus opositores. A la vez que recibía constantes manifestaciones de apoyo popular rural y urbano, mensajes claros fueron emitidos, en sentido de, acuerdos, conciliación, defensa de las libertades y políticas que favorecieran la producción boliviana y consiguientemente a propietarios y comerciantes. En ello se marcaba alguna diferencia respecto a Belzu. Además, que llegando a la presidencia fue cumplido en gran medida.

4. EL DÍA DEL VOTO. La votación “popular”, según el historiador José Agustín Morales, se verificó el 1º de mayo. Inscribieron candidaturas: Córdova, Linares, Andrés de Santa Cruz y Calavmana, Tomás Frías, Gregorio Pérez, Celedonio Ávila y Calixto Ascarrunz. Más allá de que dos candidatos no pudieron volver a territorio boliviano, se conoce que el sufragio se efectuó sin presiones ni violencias. Linares y Santa Cruz y Calavmana fueron los ciudadanos que participaron estando exiliados.

5. LARGA ESPERA. Dadas las distancias, y sobre todo lo difícil que resultaba recoger los votos de los cantones provinciales y centralizarlos, se esperó los resultados durante tres meses en los cuales siguió el duelo entre el Gral. Córdova y el Dr. Linares. De tal manera, el 6 de agosto, fue instalado el Congreso Nacional en Sucre, presidido por el cruceño Manuel María Aguirre.

6. LOS RESULTADOS. El día 11, terminó el escrutinio de alrededor de 15.000 votos. Considerando el censo de 1846, participó un 1,09 por ciento del total de la población, cabe señalar. Las candidaturas más votadas fueron las que se incluye a continuación:


Jorge Cordova Presidente de Bolivia


El número de votantes estaba limitado por una serie de requisitos que necesariamente debían cumplir los ciudadanos. En ese sentido, sólo aquellos que sabían «leer y escribir», y tenían «un capital de cuatro cientos pesos», o ejercían «algún empleo, profesión, ciencia, arte u oficio» que les proporcionara «la subsistencia, sin sujeción a otro en clase de sirviente doméstico», gozaban «del derecho de sufragio en las elecciones»

En las elecciones de 1855, sufragaron solamente 14.414 individuos.

Las elecciones fueron relativamente correctas, absolutamente perfectas no las ha habido en Bolivia, por ellas se comprobó que Linares no contaba con la mayoría de la Nación. Los partidarios de Linares triunfaron en las capitales de Sucre y La Paz y en algunas provincias. En Potosí, su ciudad natal, perdió la elección. Las cifras anotadas ponen de manifiesto que los fraudes electorales fueron insignificantes, a no ser que se suponga que el partido belcista no contaba con ese escaso número de electores, lo cual estaría desmentido por la realidad de los hechos. Los partidarios más obsecados  de Linares, confirman que no hubo coacción oficial, y esto basta para abonar la conducta de los que presidieron aquellas elecciones".

También es ilustrativo, sobre este particular, tener en cuenta las siguientes palabras pertenecientes a Víctor Santa Cruz:

«Pese, sin embargo, a las tachas ciertas o atribuídas de la elección realizada el Io de mayo de 1855, lo evidente, lo que nunca puede ser desmentido, es el hecho de que el gobierno de Belzu dió una alta lección de democracia, al convocar por primera vez en Bolivia a una elección para designar por voto popular y directo al Presidente de la República»

El frente externo del imperio - La expedición de Gaboto hacia el Río de La Plata en 1526

El año 1526, en un viaje que originalmente tenía como destino las islas Molucas, Sebastián Gaboto encontró en las costas del actual Brasil, en Santa Catalina y la isla de Los Patos, a los náufragos de la expedición de Solís. Los españoles y portugueses habían recogido objetos de plata y cuerdas de camélidos comprobando que alguna relación ya se había establecido con las tierras altas. Estas informaciones hicieron cambiar la ruta anteriormente planificada por Gaboto que se dirigió hacia el estuario del Río de la Plata que, por entonces, aún no se conocía con ese nombre. Arribó a la desembocadura del Río de La Plata en febrero de 1527 y se internó hasta alcanzar los ríos Paraguay y Uruguay en abril de 1528, ríos que junto con el Paraná y otros grandes cursos fluviales forman la cuenca del Plata. En sus expediciones llegaron hasta la desembocadura de los ríos Bermejo y Pilcomayo. Entre tanto, Diego García, otro navegante español, había planificado su segundo viaje a América para pasar por el estrecho de Magallanes y remontar hacia el norte; sin embargo el cambio de planes de Gaboto frustró su empresa.
La mar del sur