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lunes, 8 de agosto de 2022

El frente externo del imperio - Buenos Aires y Asunción, puntos de apoyo de las expediciones

Las iniciativas particulares se patentizaron en expediciones como la de Pedro de Mendoza en 1534 quien propuso al Rey hacerse cargo con su propio patrimonio de una expedición al Atlántico Sur para reafirmar la soberanía de los Reinos de España sobre esas regiones. A cambio de ello, Carlos V nombró a Mendoza “adelantado”, es decir comandante militar con potestad para fundar fortalezas y pueblos de la zona a conquistar; se le otorgó una gobernación al sur de la de Almagro.

Mendoza zarpó en 1535 del puerto de Sanlúcar de Barrameda con una expedición compuesta entre 11 y 14 naves, y aproximadamente 3.000 hombres. Parte de su misión era construir un camino real desde el Río de la Plata hasta el océano Pacífico. Obviamente, la corte española ignoraba las dimensiones y dificultades del terreno a conquistar. Lo acompañaban su hermano Diego de Mendoza, sus parientes Gonzalo y Francisco y el hermano de Santa Teresa de Jesús, Rodrigo de Cepeda y Ahumada.

En enero de 1536, luego de reconocer ambas costas del estuario rioplatense, Mendoza decidió establecerse en la margen derecha, en un sitio donde encontró fuentes de agua dulce. El 3 de febrero, fundó allí un puerto bautizado como Santa María del Buen Aire, nombre de una Virgen venerada por los marineros. Ni la Virgen ni los esfuerzos lograron proteger el nuevo asentamiento que, a fines de ese año, sucumbió ante el empuje de los indios querandíes que consiguieron vulnerar las defensas de la ciudad, incendiándola y provocando su destrucción total. Desde allí, Mendoza envió una pequeña partida hacia el norte al mando de su lugarteniente Juan de Ayolas, reconociendo las orillas del río. Esta misión no obtuvo éxito alguno. Ayolas, acosado por las pestes, el hambre y los continuos ataques de los indios, no pudo cumplir con la tarea encomendada y, derrotado, regresó al fuerte de Sancti Spiritu fundado por Gaboto en 1527cerca al río Paraná. Mendoza, descorazonado por las malas noticias de su hombre de confianza y sintiéndose enfermo y desanimado, delegó el mando del fuerte a Francisco Ruiz Galán hasta que Ayolas regresase y decidió embarcarse rumbo a España el 22 de abril de 1537. Su estado de salud no le permitió concluir su empresa y murió en el viaje de regreso a España.

Sin embargo el avance hacia Charcas no se detuvo. Ayolas, ya al mando de Sancti Spiritu, comandó nuevas expediciones hacia los cursos superiores de los ríos Paraná, Paraguay y Pilcomayo, llegando hasta el corazón de la actual república del Paraguay. Como segundo del Adelantado Mendoza, Juan de Ayolas resolvió emprender la conquista de la sierra de la Plata desde el Paraguay. En febrero de 1537, remontó el río Paraguay para, desde allí, internarse hacia el oeste intentando alcanzar el sur de Charcas. No se supo de su suerte hasta que en subsiguientes “entradas” descubrieron que había sido victimado por los indios. El fracaso de Mendoza retrasó por más de cuarenta años el dominio efectivo del Río de la Plata por la Corona española pues la segunda fundación de Buenos Aires por Juan de Garay tuvo que esperar hasta 1580.

Un pariente del adelantado, Gonzalo de Mendoza, que sobrevivió a la destrucción de Buenos Aires, se convirtió en 1537 en el fundador de la ciudad de Asunción que constituyó la base de las futuras expediciones desde el Atlántico hacia el interior del continente. Los europeos tenían información parcial de lo que estaba ocurriendo desde el lado del Pacifico, pero no tenían completo el panorama territorial ni étnico. De hecho esta región no fue totalmente incorporada al dominio de Charcas (luego Bolivia) sino después de la Guerra del Chaco (1932-1935) (Rodríguez, 2011).

Mientras se fundaba Asunción, en Charcas tenían lugar las últimas escaramuzas entre el ejército inca y las huestes de Pizarro en Pocona. De hecho, estaba en pugna el dominio del sur de Charcas, zona aún por conquistar; por ello, otro de los hombres de la expedición de Mendoza, Domingo Martínez de Irala, tenía instrucciones del Adelantado para defender la jurisdicción de su gobernación de los avances desde el Perú. Sus previsiones no eran infundadas pues ya, en 1539, Pizarro envió desde Charcas a Peranzures (Pedro de Anzures) en una entrada hacia el Río de la Plata y el Tucumán donde se encontraba cuando tuvo la noticia de la muerte de Francisco Pizarro y tuvo que regresar apresuradamente al Cusco. Las pugnas entre particulares no afectaban el proyecto estatal que, con unos o con otros, conseguiría el dominio de las nuevas regiones; incluso se había nombrado gobernadores para las dos regiones: Alvar Núñez Cabeza de Vaca del Río de la Plata y Cristóbal Vaca de Castro del Perú. El primero llegó a Asunción en marzo de 1542 y el segundo entró solemnemente a Lima en agosto del mismo año. La Corona no deseaba dejar toda la iniciativa de las nuevas conquistas a los particulares, nombró para controlarlos a los gobernadores buscando vigilar los dos polos de la conquista.

Irala tuvo conocimiento del arribo de expedicionarios del Perú al río Paraná y resolvió tomar la misma ruta de Ayolas para alcanzar las tierras altas desde Asunción. Este proyecto preparado en 1541 coincidió con el arribo del nuevo gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca quien llegó desde la costa (Santa Catalina) a Asunción en marzo de 1542 para tomar posesión de su gobierno. Allí encontró la oposición de Irala.

Irala inició su viaje desde Asunción en noviembre de 1542 llegando hasta el puerto de los Reyes, cien leguas más delante de lo que había logrado Ayolas. Regresó a Asunción en 1543 con una copiosa información sobre las posibilidades de la entrada por Chiquitos y sobre la existencia de metales preciosos entre los pueblos que había visitado. En el proceso de control de este territorio se pusieron en tensión los proyectos real y particular: un ejemplo de ello es el caso del gobernador Cabeza de Vaca que tuvo que regresar a España en 1543-44 pues había sido depuesto por Irala por causa de los excesos del gobernador.

Para entonces, a fines de 1542, el gobernador Vaca de Castro había comisionado desde el Perú a Diego de Rojas con 300 españoles para una nueva “entrada” al Tucumán para alcanzar el fuerte Sancti Spiritu fundado por Gaboto sobre el río Paraná. La avanzada de este grupo tuvo que enfrentar la resistencia de juríes y diaguitas. A pesar de la muerte de Rojas, la expedición continuó hasta la orilla del río Paraná, allí encontraron al cacique puesto por Irala para cuidar el río. Esta fue la expedición definitiva que había conectado la conquista del Perú con la del Río de la Plata. Sin embargo, la fecha de este acontecimiento está perdida.

En los primeros años de 1540 se completó a grandes rasgos la etapa de conquista y reconocimiento del territorio de lo que en el futuro será Charcas, pero además se estableció una relación complementaria pero tensa entre los bloques oriental y occidental, situación que fue clave para el futuro control y dominio del conjunto de territorio de Charcas. En la siguiente etapa (1542-1548), algunos personajes siguieron actuando, como por ejemplo Irala, y se incorporan nuevos como Ñuflo de Chaves, uno de los expedicionarios de Cabeza de Vaca, que fue uno de los más renombrados exploradores que buscaba establecer el control sobre una región y dejar claro su liderazgo (Barnadas, 1973).

Chaves hizo dos exploraciones por el río Paraguay pero, según los cronistas, la más grande expedición desde Asunción fue la de Irala entre 1546 y 1548. En su travesía de 372 leguas (1860 kms.) encontró algunos indios macasíes que les hablaron en español indicando que pertenecían a un noble de España que se llamaba Pedro Anzures. En 1548, La Gasca había vencido y ejecutado a Gonzalo Pizarro y por tanto, en el Perú se estableció una autoridad real relativamente consolidada a la que los expedicionarios de La Plata y el Paraguay debían someterse. Ese mismo año, Ñuflo de Chaves se entrevistó en Lima con Pedro de La Gasca y logró la creación de una nueva gobernación para Diego Centeno en lugar de Irala.
Mapa de las Primeras entradas al Gran Chaco

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