Las iniciativas particulares se patentizaron en
expediciones como la de Pedro de Mendoza en
1534 quien propuso al Rey hacerse cargo con su
propio patrimonio de una expedición al Atlántico
Sur para reafirmar la soberanía de los Reinos de
España sobre esas regiones. A cambio de ello,
Carlos V nombró a Mendoza “adelantado”, es decir
comandante militar con potestad para fundar
fortalezas y pueblos de la zona a conquistar; se le
otorgó una gobernación al sur de la de Almagro.
Mendoza zarpó en 1535 del puerto de
Sanlúcar de Barrameda con una expedición
compuesta entre 11 y 14 naves, y aproximadamente
3.000 hombres. Parte de su misión era
construir un camino real desde el Río de la Plata
hasta el océano Pacífico. Obviamente, la corte
española ignoraba las dimensiones y dificultades
del terreno a conquistar. Lo acompañaban
su hermano Diego de Mendoza, sus parientes
Gonzalo y Francisco y el hermano de Santa
Teresa de Jesús, Rodrigo de Cepeda y Ahumada.
En enero de 1536, luego de reconocer
ambas costas del estuario rioplatense, Mendoza
decidió establecerse en la margen derecha, en
un sitio donde encontró fuentes de agua dulce.
El 3 de febrero, fundó allí un puerto bautizado
como Santa María del Buen Aire, nombre de
una Virgen venerada por los marineros. Ni la
Virgen ni los esfuerzos lograron proteger el
nuevo asentamiento que, a fines de ese año,
sucumbió ante el empuje de los indios querandíes
que consiguieron vulnerar las defensas
de la ciudad, incendiándola y provocando su
destrucción total. Desde allí, Mendoza envió
una pequeña partida hacia el norte al mando
de su lugarteniente Juan de Ayolas, reconociendo
las orillas del río. Esta misión no obtuvo
éxito alguno. Ayolas, acosado por las pestes, el
hambre y los continuos ataques de los indios,
no pudo cumplir con la tarea encomendada y,
derrotado, regresó al fuerte de Sancti Spiritu
fundado por Gaboto en 1527cerca al río Paraná.
Mendoza, descorazonado por las malas noticias
de su hombre de confianza y sintiéndose
enfermo y desanimado, delegó el mando del
fuerte a Francisco Ruiz Galán hasta que Ayolas
regresase y decidió embarcarse rumbo a España
el 22 de abril de 1537. Su estado de salud no
le permitió concluir su empresa y murió en el
viaje de regreso a España.
Sin embargo el avance hacia Charcas no
se detuvo. Ayolas, ya al mando de Sancti Spiritu,
comandó nuevas expediciones hacia los
cursos superiores de los ríos Paraná, Paraguay
y Pilcomayo, llegando hasta el corazón de la
actual república del Paraguay. Como segundo
del Adelantado Mendoza, Juan de Ayolas resolvió
emprender la conquista de la sierra de
la Plata desde el Paraguay. En febrero de 1537,
remontó el río Paraguay para, desde allí, internarse
hacia el oeste intentando alcanzar el sur
de Charcas. No se supo de su suerte hasta que
en subsiguientes “entradas” descubrieron que
había sido victimado por los indios. El fracaso
de Mendoza retrasó por más de cuarenta años
el dominio efectivo del Río de la Plata por la
Corona española pues la segunda fundación
de Buenos Aires por Juan de Garay tuvo que
esperar hasta 1580.
Un pariente del adelantado, Gonzalo de
Mendoza, que sobrevivió a la destrucción de
Buenos Aires, se convirtió en 1537 en el fundador
de la ciudad de Asunción que constituyó
la base de las futuras expediciones desde el
Atlántico hacia el interior del continente. Los
europeos tenían información parcial de lo que
estaba ocurriendo desde el lado del Pacifico,
pero no tenían completo el panorama territorial
ni étnico. De hecho esta región no fue
totalmente incorporada al dominio de Charcas
(luego Bolivia) sino después de la Guerra del
Chaco (1932-1935) (Rodríguez, 2011).
Mientras se fundaba Asunción, en Charcas
tenían lugar las últimas escaramuzas entre el
ejército inca y las huestes de Pizarro en Pocona.
De hecho, estaba en pugna el dominio del
sur de Charcas, zona aún por conquistar; por
ello, otro de los hombres de la expedición de
Mendoza, Domingo Martínez de Irala, tenía
instrucciones del Adelantado para defender la
jurisdicción de su gobernación de los avances
desde el Perú. Sus previsiones no eran infundadas
pues ya, en 1539, Pizarro envió desde
Charcas a Peranzures (Pedro de Anzures) en
una entrada hacia el Río de la Plata y el Tucumán
donde se encontraba cuando tuvo la noticia
de la muerte de Francisco Pizarro y tuvo que
regresar apresuradamente al Cusco. Las pugnas
entre particulares no afectaban el proyecto estatal que, con unos o con otros, conseguiría
el dominio de las nuevas regiones; incluso se
había nombrado gobernadores para las dos
regiones: Alvar Núñez Cabeza de Vaca del Río
de la Plata y Cristóbal Vaca de Castro del Perú.
El primero llegó a Asunción en marzo de 1542
y el segundo entró solemnemente a Lima en
agosto del mismo año. La Corona no deseaba
dejar toda la iniciativa de las nuevas conquistas
a los particulares, nombró para controlarlos a
los gobernadores buscando vigilar los dos polos
de la conquista.
Irala tuvo conocimiento del arribo de expedicionarios
del Perú al río Paraná y resolvió
tomar la misma ruta de Ayolas para alcanzar las
tierras altas desde Asunción. Este proyecto preparado
en 1541 coincidió con el arribo del nuevo
gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca quien
llegó desde la costa (Santa Catalina) a Asunción
en marzo de 1542 para tomar posesión de su
gobierno. Allí encontró la oposición de Irala.
Irala inició su viaje desde Asunción en
noviembre de 1542 llegando hasta el puerto
de los Reyes, cien leguas más delante de lo que
había logrado Ayolas. Regresó a Asunción en
1543 con una copiosa información sobre las
posibilidades de la entrada por Chiquitos y
sobre la existencia de metales preciosos entre
los pueblos que había visitado. En el proceso de
control de este territorio se pusieron en tensión
los proyectos real y particular: un ejemplo de
ello es el caso del gobernador Cabeza de Vaca
que tuvo que regresar a España en 1543-44 pues
había sido depuesto por Irala por causa de los
excesos del gobernador.
Para entonces, a fines de 1542, el gobernador
Vaca de Castro había comisionado desde el
Perú a Diego de Rojas con 300 españoles para
una nueva “entrada” al Tucumán para alcanzar
el fuerte Sancti Spiritu fundado por Gaboto
sobre el río Paraná. La avanzada de este grupo
tuvo que enfrentar la resistencia de juríes y
diaguitas. A pesar de la muerte de Rojas, la expedición
continuó hasta la orilla del río Paraná,
allí encontraron al cacique puesto por Irala para
cuidar el río. Esta fue la expedición definitiva
que había conectado la conquista del Perú con
la del Río de la Plata. Sin embargo, la fecha de
este acontecimiento está perdida.
En los primeros años de 1540 se completó
a grandes rasgos la etapa de conquista y reconocimiento
del territorio de lo que en el futuro
será Charcas, pero además se estableció una
relación complementaria pero tensa entre los
bloques oriental y occidental, situación que fue
clave para el futuro control y dominio del conjunto
de territorio de Charcas. En la siguiente
etapa (1542-1548), algunos personajes siguieron
actuando, como por ejemplo Irala, y se incorporan
nuevos como Ñuflo de Chaves, uno de
los expedicionarios de Cabeza de Vaca, que fue
uno de los más renombrados exploradores que
buscaba establecer el control sobre una región y
dejar claro su liderazgo (Barnadas, 1973).
Chaves hizo dos exploraciones por el río
Paraguay pero, según los cronistas, la más grande
expedición desde Asunción fue la de Irala entre
1546 y 1548. En su travesía de 372 leguas (1860
kms.) encontró algunos indios macasíes que les
hablaron en español indicando que pertenecían
a un noble de España que se llamaba Pedro
Anzures. En 1548, La Gasca había vencido y
ejecutado a Gonzalo Pizarro y por tanto, en el
Perú se estableció una autoridad real relativamente
consolidada a la que los expedicionarios
de La Plata y el Paraguay debían someterse. Ese
mismo año, Ñuflo de Chaves se entrevistó en
Lima con Pedro de La Gasca y logró la creación
de una nueva gobernación para Diego Centeno
en lugar de Irala.
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