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lunes, 31 de enero de 2022

Soras y las relaciones interétnicas

En la región del Poopó (Oruro), se ubicaban tres Señoríos cuya composición étnica presenta una notable presencia uru, más importante quizás que en el lago Titicaca. Otra diferencia con esa región es que en Oruro se encontraban confederaciones de diversos pueblos, mostrando una organización flexible y aglutinante. Al Norte del lago Poopó se ubicaron los soras y al Este y Sur los carangas y quillacas estos últimos formaron la Confederación Quillaca.

El Señorío Sora plantea dos problemas: el de las relaciones interétnicas y el de influencia inca en la organización de los “Señoríos”. En lo que se refiere a las relaciones interétnicas, los soras son un ejemplo interesante de relación entre pastores, agricultores y pescadores, cada uno de ellos con sus propios ayllus, autoridades y territorio.

Es posible que lo sora fuera una reorganización de la administración inca pues se conoce que al Sur de Cusco existía otro Señorío denominado también Sora, por tanto surge la pregunta si los de Oruro fueron trasladados por los incas. De hecho los soras de Oruro, tienen todas las características de ser el producto del reordenamiento inca de la región, ya que existen poblaciones de diversos lugares, que reorganizados en el territorio, formaron una nueva unidad que conocemos como Señorío Sora. Esto no quita que pudieron haber soras originarios del lugar como opina Mercedes del Río (2006) que ha estudiado con mucho detalle esta realidad y encuentra en el sitio Sora Sora chullpas de origen preinca.

El término sora adquiere dos sentidos: chicha muy fuerte que según el cronista Arriaga era una bebida que consumían los “hechiceros”; la otra traducción es hierba acuática, abundante en el lago Poopó.

El Señorío Sora ocupaba una franja territorial que comprendía tierras de altiplano y valle, desde el actual departamento de Oruro, pasando por Cochabamba hasta Ayopaya. La parte altiplánica llegaba hasta las orillas del lago Poopó siendo tierras en gran parte inundables y en otros casos aptas para la ganadería de camélidos. Las tierras del valle, en cambio brindaban recursos complementarios para la subsistencia. Su cabecera, Paria, estaba ubicada en el altiplano, en una zona que controlaba el ingreso a los ricos valles de Cochabamba. Esta cabecera fue instalada por los incas donde construyeron un importante tambo para vigilar el flujo de bienes entre altiplano y valle. En cambio un importante centro preincaico fue Sora Sora, como indicamos, donde se encuentran chullpas de los antepasados fundadores del grupo cuyas tumbas no solo recibían el culto de la población sino que servían también de mojones. A partir del periodo colonial, la “capital” fue trasladada a Capinota.

La variedad de identidades se hace patente entre los soras que estaban formados por: soras, casayas y urus. La importancia política sigue este mismo orden, pues los soras, a pesar de ser los menos numerosos, eran el grupo dominante; los casayas ocupaban el segundo lugar en importancia y en número; finalmente siendo los urus, los más numerosos, eran el grupo de menor jerarquía política y social. Hubo también entre ellos diferencias en la actividad económica.

Las diferencias entre ellos residía tanto en la lengua como en su medio de subsistencia, mientras soras y casayas hablaban aymara, los urus tenían su propia lengua, la uruquilla. Los soras eran agricultores, los casayas pastores y los urus pescadores. A su vez, los soras se dividían en cuatro grupos: soras de Paria, de Caracollo, de Tapacarí y de Sipe sipe; los dos primeros formaban la parcialidad hanansaya mientras que los otros formaban urinsaya. Los soras altiplánicos (Paria y Caracollo) controlaron terrenos hasta los lagos Uru-Uru y Poopó, en tanto que los del valle (Sipesipe y Tapacarí) ocuparon el valle bajo cochabambino hasta Sacaba, donde compartían territorio con chuis, cotas y urus. Sus autoridades étnicas podían llevar el apelativo de “Inca”, como el conocido Inca Achacata. Bajo el dominio incaico, los soras desarrollaron para el Estado las tareas de artesanos, plateros, yanaconas del inca, mitimaes cultivadores de coca (en Pocona), agricultores de maíz (en Cochabamba), yanaconas en el templo de Copacabana y mitimaes en Guarina y Achacachi. También fueron llevados como mitimaes militares al territorio chicha, fronterizo con los chiriguanos.

Por su parte los casayas, controlaban un territorio donde hoy se encuentra la provincia de Saucarí (Oruro). Su centro llamado primero Yanacachi , luego Saucari, hoy es el pueblo de Toledo, muy cerca de la ciudad de Oruro. El cronista Antonio de la Calancha, sostiene que los casayas fueron trasladados al Poopó por los incas para “instruyeran” a los urus. Calancha consideraba a los casayas indios “lustrosos, hábiles, políticos, limpios y bien agestados”, además de acaudalados por la cantidad de ganado que poseían. La relación sora-casaya parece fue más fluida que con los urus pues se encontraban en varios poblados junto a la laguna, casayas mezclados con soras, pero no se encuentran juntos casayas con urus en un mismo poblado.

Finalmente los urus poblaban mayoritariamente la región húmeda de Caracollo en un sistema disperso de uso de su espacio. No quedan dudas que eran originarios del lugar y que fueron conquistados por los incas tras cruentas batallas. La reformulación de su espacio y sacarlos de la laguna, introducir a los casayas en su territorio y ponerlos bajo el dominio de los soras, es una muestra de que la incorporación de los urus del lago Poopó al Tawantinsuyu no fue pacífica.

viernes, 28 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Pacajes, hombres águila de doble origen

En medio de las luchas comunes en el Intermedio Tardio, la marka de Machaca, estuvo un tiempo en poder de los collas; aprovechando los enfrentamientos internos, probablemente fue el Inca Pachacuti (el noveno Inca 1438-1471) quien conquistó a los pacajes.

Se puede encontrar en los pacajes una excelente muestra de cómo la desintegración de Tiwanaku afectó de manera diferenciada al altiplano pues en algunos casos hubo una ruptura total y en otros no la hubo. Los pacajes muestran en algunos sectores continuidad con Tiwanaku, así observa Albarracín (1996) en la cerámica que paulatinamente fue perdiendo calidad y complejidad. Pero en otros sectores de los pacajes hubo un cambio más brusco que se observa en el tipo de enterramientos en chullpas características del nuevo periodo. Tal vez por esta doble situación es que Mercado de Peñaloza ([1583] 1965) sostuvo que los pacajes tenían un doble origen, unos en el lago y otros al Sur del altiplano (Carangas). Esta misma ruptura se observa entre los lupacas, pueblo vecino a los pacajes, que aparecen en la documentación como invasores que se instalaron en zonas que antes estuvieron dominadas por Tiwanaku. Otros vecinos, como los collas, más bien fueron empujados hacia el Norte y los valles del Noreste del Titicaca.

Investigaciones arqueológicas en la región pacaje, encuentran que en el periodo tiwanacota la población se concentraba en el valle de Tiwanaku y áreas aledañas al lago. Luego del colapso de esa cultura, el número de asentamientos humanos experimentó un explosivo incremento, particularmente en ciertas áreas, como en Caquiaviri, pero estas poblaciones no se encontraban en sitios defensivos sino en plena pampa. La cerámica que se encontró en 30 asentamientos del lugar muestra presencia de cerámica pacaje, inca-pacaje y alguna con influencia de Tiwanaku, pero no Tiwanaku puro, lo que indicaría su poblamiento luego de su desmoronamiento.

Su territorio, ubicado al Sur del lago Titicaca, estaba dividido en dos sectores, uno umasuyu y otro urcusuyu; abarcaba un amplio espacio que incluía la antigua ciudad de Tiwanaku y la actual ciudad de La Paz. Limitaba al Este con la “provincia de Carabaya y Quirhuas”, al Oeste con el lago Titicaca. Al Sudeste con los yungas y al Sur con Caracollo. En el centro principal, Caquiaviri, vivían las autoridades pacajes y también allí se construyeron sus enterramientos por lo que se encuentran restos de chullpas (torres funerarias) con algunos diseños. El resto de los asentamientos pacajes eran pequeños sitios dispersos por el territorio, típica forma de ocupación del espacio en el altiplano. A la llegada de los españoles contaban entre 18000 y 20.000 unidades domésticas, es decir unos 100.000 habitantes, que estaban divididos en markas o pueblos.

Al igual que otros Señoríos que accedían al lago, su economía se sostenía mediante pesquerías, totora, patos, otras aves acuáticas y algas, también contaban con gran cantidad de camélidos tanto domésticos (llama y alpaca) como silvestres (vicuña y guanacu). En el altiplano sembraban productos propios de la zona y accedían a otros mediante el “control vertical”, sus mitmas o colonos, controlaban tierras en los valles y yungas. Hubo colonias pacajes en Larecaja donde estaban junto con los collas y lupacas, también en Cochabamba, donde los incas establecieron un enorme centro productor de maíz; además tenían mitmas en Chaquí, cerca de la actual ciudad de Potosí, entre otros.

Los pacajaque; hombres-águila, hablaban un aymara que fue considerado por Bertonio ([1612] 1984) uno de los más ricos del altiplano; tenía alguna diferencia con el que hablaban los lupacas. Otro signo de identidad era su traje, de modo que los hombres llevaban un bonete de color amarillo que permitía distinguirlos fácilmente y las mujeres usaban una especie de capucha ligeramente levantada en la parte delantera.

El Señorío pacaje, incluía a urus, aymaras y algunos de habla puquina siendo este idioma entre los pacajes menos importante que entre los collas. Sin embargo, en ciertos lugares como en la ciudad de La Paz, se hablaba tanto puquina como aymara. Por otra parte se sabe que los urus estaban organizados en ayllus sin mezclarse con otras etnicidades, hablaban su propia lengua teniendo poco o ningún acceso a tierras, en cambio mantuvieron el dominio del lago y sus recursos. No existen referencias concretas sobre los lari lari o choquela (cazadores) pero es muy probable que formaran parte de los pacajes pues quedan resabios de una danza con este nombre. Se considera por tanto un Señorío multiétnico.

La tradición oral recogida en documentos coloniales refiere la existencia de una autoridad mítica denominada Apo Guarachi que tenía su “palacio” en Quillacas, al Sur del lago Poopó. Apo Guarachi tuvo dos hijos: Llanquetiti y Copatiti que figurarán como mallkus de los pacajes antes de la presencia inca. Al igual que entre los lupacas se administraron con doble autoridad siguiendo un sistema de sucesión que pasaba de hermano mayor al menor para luego regresar a otra línea familiar, a un sobrino o al tío; pocas veces heredaba directamente el hijo.
Probables Markas

martes, 25 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Collas y la herencia de Tiwanaku

Los collas como ningún otro pueblo del altiplano se relacionan con el desmoronamiento de Tiwanaku. La dispersión que siguió a la perdida de hegemonía de Tiwanaku afectó a los collas que se instalaron al Norte y Noreste del lago y a los valles contiguos. Una memoria común, una lengua y autoridades de gran prestigio como fueron los Zapana, permitieron que –a pesar de los segmentos internos– se mantengan cohesionados y diferenciados de los pacajes al Sur y sobre todo de los lupacas a quienes consideraban advenedizos y con quienes se enfrentaban permanentemente.

Los incas aprovecharon estas diferencias para unir fuerza con los lupacas y conquistar a los collas. El jefe lupaca, Cari, atacó a Zapana en Paucarcolla y lo mató; el inca, entonces avanzó sobre la zona con sus tropas logrando vencerlos a pesar de la feroz resistencia. No conformes con este dominio a la muerte del Inca, los collas se rebelaron nuevamente; finalmente fueron sometidos y pasaron a formar parte del Tawantinsuyu. Es posible que fueran los incas quienes establecieron la división en dos sectores: Hatuncolla y Paucarcolla.

A pesar de haber contribuido a los incas con importantes conocimientos como sistemas de construcción, rituales y medicina, fueron excluidos de las festividades estatales e incluso recibieron el apodo peyorativo de “poquis millma rinri” (torpe oreja de lana), pues llevaban un bonete con orejeras de lana blanca (Guamán Poma, [1612] 1980).

Una lectura de larga duración ha permitido plantear que el surgimiento de lo que conocemos como “Señorío Colla” es el resultado de la presión que habría sufrido el pueblo de Tiwanaku en el periodo de inestabilidad alrededor del 1000-1100 d. C. Los tiwanacotas se refugiaron en el sector Nororiental y Noroccidental del lago Titicaca, y ya desligados del Estado se conocerían como el Señorío Colla (Bouysse, 1991).

Varios elementos apoyan esta propuesta: Los mitos de origen colla remiten a Tiwanaku y la isla del sol indicando que los collas se consideraban herederos del conocimiento y grandeza de Tiwanak. Esta memoria se apoya en el hecho de que la orilla umasuyu del lago, de dominio colla, es donde quedó mayor presencia del puquina, lengua dominante en Tiwanaku.

También el hecho de que collas e incas se consideraban con el mismo derecho a gobernar, este “derecho” se expresa en las imágenes de un keru (vaso ceremonial) donde los gobernantes colla e inca brindan una alianza, representados ambos con la misma categoría; incluso el colla tiene al sol como símbolo. De manera paralela el cronista Pachacuti presenta una invocación donde queda explícita la misma categoría de collas e incas.
Vestimenta colla.

Probablemente por esta situación los collas no aceptaron el dominio inca y resistieron su dominio, prueba de ello las pucaras tardias en la región. Por ello los incas tuvieron que aliarse con los lupacas para conquistar a los collas. En castigo a su rebeldía una vez bajo el dominio inca, los collas estaban excluidos de los rituales estatales (Bouysse, 1987) aunque los propios incas consideraban a los “puquina - kolla” como la “primera generación inca”.

Según Bouysse, “kolla” en puquina significa “esperanza” mientras que en aymara quiere decir “medicamento”; colla también era el título de la máxima autoridad que por su carácter religioso a veces fue llamado Colla Capac, Capana o Zapana, que se identificaba por un emblema en forma de media luna como muestran Guamán Poma y Martín de Murua en sus ilustraciones.

Los collas no habrían sido un Señorío unificado a lo largo del tiempo; uno de los grupos que forma parte de ellos de manera independiente fueron por ejemplo los kallawayas. En un estudio de arqueología Arkush (2009) muestra a sub grupos o federaciones sub regionales en el territorio colla asociados a pucaras y estilos cerámicos. Encuentra claramente cuatro estilos cerámicos principales: A) Collao, B) Collao Asillo, C) Sillustani (negro sobre rojo y blanco sobre rojo) y D) Pucarani. Además parece haber centros de poder autónomo sobre todo en el lado urcusuyu.

La información que se tiene del territorio colla corresponde al periodo inca, pero en general puede proyectarse hacia atrás. Ubicados al Norte del lago Titicaca se dividían en collas de umasuyu y collas de urcusuyu con dos cabeceras: Hatuncolla y Paucarcolla. La importancia de la primera queda confirmada porque se consideraba una suerte de Cusco local, contaba con palacios, acllawasi (casa de las mujeres escogidas) y otros sitios rituales. Hatuncolla y Capachica de los collas, son los únicos dos lugares en el altiplano donde en el siglo XVI se hablaba 100% puquina (Bouysse, 1987).

El límite entre collas y lupacas estaba en Chucuito, cerca de Puno y entre collas y pacajes cerca de Ancoraimes, donde los incas instalaron mitmas chinchaysuyus. Justamente Ancoraimes es uno de los lugares donde se hablaba preponderantemente puquina.

Por los menos en tiempos del Inca, las poblaciones de collas de Urcusuyu eran: Caracato, Juliaca, Nicasio, Lamba, Cabana, Cabanilla, Hatuncolla, Mañaso, Vilacache, Poco, Paucarcolla, Capachica, Vilque Grande, Cupi, Orurillo, Ñuñoa, Huancoayllu, Sangarara, Pucará, Macarí y Omachirí. Y las de collas Umasuyu eran: Asillo, Arapa, Ayaviri, Chichero, Carabuco, Cancara, Moho, Conima, Ancoraime, Huaycho, Huancasi, Vilque Chico, Huancané y Pusi. En el lado umasuyu hacia los valles se ubican los kallawaya que eran parte de los collas. También era colla el espacio sagrado de Copacabana y las islas sagradas de Titicaca (Isla del Sol) y Coati (Isla de la Luna) que espacial y simbólicamente se ubican en el taypi o centro. Mitimaes collas se encontraban dispersos por distintas partes del Tawantinsuyu, se conocen por ejemplo collas entre los carangas (en Huachacalla) en Combaya o en Larecaja. Controlaban tierras de valle sobre todo hacia el sector oriental de su territorio.

La nación Colla estaba formada por collas, urus y kallawayas. Tal vez anteriormente por una serie de agrupaciones menores, siendo los collas la población principal y con mayor poder. La lengua originaria era la puquina; la lengua aymara se superpuso y convivió con la primera. Estos datos son la base para que el lingüista Alfredo Torero y las historiadoras Therese Bouysse y Teresa Gisbert, propongan que los collas fueron un reducto de los antiguos tiwanakotas. Los urus por su parte, como población más antigua formaron parte de los collas manteniendo su propia lengua y modo de vida.

A su vez la situación de los kallawaya era distinta, manteniendo a lo largo del tiempo rasgos de identidad diferenciados y con un territorio ubicado hacia las estribaciones de la Cordillera Oriental (Larecaja). No ocupaban el lugar más bajo de la sociedad, como ocurría con los urus, sino diferente. En algún momento se puso en duda la antigüedad de la tradición médica de los kallawayas porque no hay referencias coloniales a esta actividad. Sin embargo últimamente Loza (2007) ha estudiado algunas ofrendas rituales, tan antiguas como Tiwanaku, que eran parte de las actividades de curación.

Tanto kallawayas como urus hablaban cada uno una lengua propia. Los primeros el idioma machchaj-juyai, lengua parecida a la puquina que hasta la actualidad se conserva por lo menos en algunos cantos y rituales en la zona kallawaya. Se hablaba también aymara, como lengua presente en todo el altiplano.

Distribución de tipos de cerámica colla en los conjuntosde pucaras.


lunes, 24 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Lupaca, una sociedad llamera

Un debate permanente se refiere a si las unidades que conocemos como “Señoríos” fueron tales antes del dominio inca. Lo más probable es que los conocidos lupaca, pueblo aymara hablante, ubicado en la orilla occidental del lago Titicaca (hoy Perú) cuya economía se basaba en el pastoreo, conformó una “provincia” dentro del Tawantinsuyu. Estudios de arqueología en la región permiten considerar que antes de los incas varios grupos o Señoríos locales habitaban la región, unidades que incluso podrían remontar su existencia antes de Tiwanaku (Stanish, 1997).

Los lupaca ocuparon únicamente en el lado urcusuyu del lago lo que podría ser la pauta de que “urcu” (zona seca y alta) era la región más pastoril del altiplano aunque se debe recalcar que esta vocación no excluye que también se cultivaran ciertos productos (Medinacelli, 2010).

Según el cronista Cieza de León los lupacas guiados por sus capitanes Cari y Cusi llegaron desde el Sur, tan lejos como Coquimbo y Copiapo (hoy Chile); de allí en diversas oleadas se fueron asentado en la zona del lago. En su afán por controlar la zona atacaron el centro ritual más importante –la Isla Titicaca (Isla del Sol)– que se hallaba en manos de los collas. Al parecer luego de atacar la isla, se retiraron a la orilla occidental del lago dejando establecida su supremacía guerrera. De hecho luego fueron aliados de los incas contra los collas. Asentados en la orilla occidental del lago, convivieron con la población uru y tal vez con otros grupos de lengua puquina los que tuvieron un status inferior. Como se trata de un pueblo de lengua aymara y economía pastoril que necesitaba moverse por el territorio para sobrevivir, estructuraron su territorio bajo una organización segmentaria dividida en markas.

Desde la arqueología se duda de este origen pues no existen evidencias materiales sobre esta migración y en Copiapó no existen restos de lengua aymara ni otros indicios, sin embargo los datos del cronista Cieza recogidos en el siglo XVI están ahí planteado las preguntas que por ahora no tienen otra respuesta. Lo que sí existe al Sur, es el sistema constructivo circular con techo embovedado típico de las construcciones de chullpas.

El estudio de Stanish en la zona lupaca particularmente en el eje Juli - Pomata establece varios puntos defensivos para el Intermedio Tardío llamado por su equipo Periodo Altiplano. En este momento constata el desarrollo de sitios fortificados en las cumbres de los cerros que representan un cambio radicalmente diferente del precedente patrón Tiwanaku y representa un cambio profundo en la organización política y económica. De los sitios estudiados la Pukara Juli parece fue el principal refugio de este periodo. Se trata deun enorme sitio fortificado que yace sobre el pueblo moderno de Juli. Sin embargo también existen sitios no fortificados que se tienden a concentrar cerca de las pucaras.

En cuanto a su organización interna, esta se conoce bastante bien gracias a la Visita realizada por Garci Diez de San Miguel en 1567 pero no se puede afirmar que correspondan necesariamente al periodo de los Desarrollos Regionales. Más bien lo que la arqueología considera es que no hay datos suficientes que permitan afirmar que hubo un sistema de poder centralizado en la región antes de los incas (Lawrence, 1997). Lo que el estudio sostiene es que el sistema constructivo (distribución espacial y diferenciación de construcciones más complejas), la ritualidad, el tipo de cerámica sin decorado y otros elementos no permiten sostener un sistema político centralizado. Sin embargo nuestras propias conclusiones son que al existir pucaras de enormes dimensiones como la de Juli Pukara con varias murallas y con cientos de estructuras habitacionales y tal vez de almacenamiento, son en si la muestra de un sistema de organización con autoridades con suficiente poder. En la región, Juli aparece como el lugar preinca más importante y pudo haber sido uno de los lugares que aglutinaba poder. Por otra parte es indispensable tener en cuenta que una sociedad pastoril tiene un sistema político que no busca ni la construcción de ciudades ni la especialización, por tanto los restos materiales que deja son también diferentes (Medincelli, 2010b).

A partir de documentos coloniales como la Visita de Garci Diez, Murra (1975) elaboró el modelo de economía andina denominado “control vertical”. Los lupaca estaban organizados en siete markas: Chucuito –que era la cabecera– Acora, Ilave, Zepita, Yunguyo, Pomata y Juli. También controlaban oasis en la costa desde Lluta hasta Sama y Moquegua. Cada una de estas markas se dividía en dos parcialidades: hansaya y urinsaya. Luego cada una de ellas en ayllus, la mayoría de los ayllus eran de población aymara pero algunos eran de urus.

Los nombres de sus autoridades étnicas Cari y Cusi, pasaron a ser el título de las siguientes autoridades. El primer Cari sería el que llegó de Coquimbo, pasó por Carangas y se estableció en Chucuito. Otro de los Cari, estableció una alianza con los incas para atacar a su vecinos los collas, de este modo vencen a Zapana, jefe de los collas. En estos enfrentamientos están también los quillacas que matan a gente de Hatun Colla que controlaban Machaca. Ya bajo el dominio inca se sabe que los lupaca fueron llevados al Cusco para realizar labrados en piedra.

Por otra parte, es común pensar que en el mundo andino no hubo propiedad privada y que los bienes, particularmente la tierra eran propiedad comunal. Sin embargo esta situación es diferente en lo que se refiere al ganado según se puede establecer en la Visita de Garci Diez (1567) que aunque se trata de una información tardía permite proyectar a la situación un par de siglos antes.

La propiedad del ganado se escalonaba desde los rebaños propios de las huacas pasando por los de la comunidad, los de familias privilegiadas, hasta los de propiedad individual como indica Polo de Ondegardo [1571]. Cada una de las “mitades” lupaca tenía cientos de miles de cabezas. En una escala inferior, sabemos que por ejemplo en la marka de Acora cada ayllu tenía su propio ganado. Entre los hombres más ricos figura Juan Alanoca de Chucuito, de quien se decía tenia en 1567 más de 50000 cabezas y del cual no se registra tuviera relación parental alguna con las autoridades lupaca. Las autoridades étnicas también tuvieron sus hatos como deja ver un padrón “…de los mil indios ricos” de Chucuito.

Puesto que carecer de animales limitaba las posibilidades de intercambiar y también de tejer, ambas actividades importantes para obtener otros productos, las familias se esforzaban por tener en propiedad algún ganado. Los padres legaban a sus hijos algún ganado y también se les regalaba en algunos ritos como en el primer corte de pelo. En la misma Visita se establece que los indios aymaras, aún los más pobres, tenían algún ganado. La cantidad de ganado marcaba el status social de su dueño y permitía a las autoridades ejercer con mayor holgura la reciprocidad con los miembros de su grupo. El ganado pastaba en amplios lugares donde a veces podían estar revueltos los animales de los caciques, principales y particulares en cambio los pastos eran compartidos. Para su registro se desarrollaron quipus que permitían anotar lo que cada cual poseía y que las autoridades podían controlar estrictamente. Todavía en el periodo colonial se encuentran datos de encargados de registrar el ganado en quipus (Medinacelli, 2010).

Como un pueblo dueño de mucho ganado desarrollaron finas técnicas textiles. Documentos coloniales estudiados por Murra evidencian la existencia de un importante núcleo textil en la región de Chucuito, capital de los lupacas, donde se realizaban tejidos de cumbi (tejido muy fino de lana de alpaca, vicuña y algunas veces de pelo de chinchilla). Este sitio parece fue establecido por los incas tomando la experiencia textil de los lupaca, para ello trasladaron mitimaes de otras zonas. El centro textil y también cerámico se instaló en Millerea cerca de Huancané, siendo un centro multiétnico dirigido por los lupacas. Según Gisbert, Arze y Cajias (1987) los cumbicamayos (especialistas en tejidos de cumbi) eran tanto de la parcialidad de anansaya como de urinsaya, formando una comunidad de tejedores dirigidos por personas de una elite estrechamente ligada al conocimiento religioso ya que debían tejer los símbolos de sus dioses, tanto así que en tiempos coloniales estuvieron presos por “hechiceros”.

domingo, 23 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Canas y canchis: la complementariedad

Los documentos identifican a los habitantes del margen Sur del valle del río Vilcanota como canas y canchis. Se ubican al Norte del lago Titicaca, en el Perú actual. Información importante se tiene porque el cronista indígena Santa Cruz Pachacuti Yamqui (Siglo XVII) fue originario del lugar siendo su obra una muestra de la élite local. Ambos Señoríos formaron una suerte de federación; compartían no solamente la lengua aymara, según explica Bertonio y se corrobora por la toponimia, sino también la vestimenta, prácticas funerarias así como estrategias económicas y por supuesto autoidentificación. El cronista Cieza de León (1553) indica que tanto hombres como mujeres llevaban en la cabeza unos bonetes de lana grandes muy redondos y altos. Un elemento común es también su cultura guerrera. Canas y canchis actuaron en conjunto luchando contra los quirhuas ubicados en la frontera tropical de los Andes.

Tanto canchis como canas se ubicaban a ambos lados del lago ocupando los sectores urcusuyu y umasuyu. Precisamente a partir de los datos de esta organización brindados por Pachacuti es que Bouysse (1987) desarrolló la propuesta que muestra a los Señoríos del lago Titicaca organizados en estos dos suyus.

Como la mayoría de los Señoríos, controlaban también tierras en los valles. Se sabe que pequeños grupos de mitimaes canas fueron trasladadosa diversas regiones de la actual Bolivia, como los valles de Ambaná o sitios rituales como Copacabana. Lo mismo ocurrió con los canchis de quienes se sabe los ubicaron como mitimaes en Copacabana y también en Italaque..

La relación entre estos Señoríos con los del lago Titicaca ha debido ser muy estrecha ya que compartieron muchos elementos culturales. Un ejemplo es el trayecto mítico que siguió Tunupa –dios lacustre– que en su recorrido toca algunos sitios canas, como Cacha (hoy Rajchi ubicado cerca del volcán Quimsachata) donde dice el mito realizó algunos hechos extraordinarios. Rajchi fue un centro urbano inca o probablemente un tambo en la ruta hacia el Collasuyu (Medinacelli, 2010b).

sábado, 22 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Choquelas o lari lari: sociedades de los márgenes

Desde el periodo formativo los cazadores (choquelas) muestran una historia larga de adaptación a las tierras más altas y áridas del altiplano, dedicados a la caza de vicuñas, guanacos y tarucas. De ellos dice el cronista Matienzo ([1567] 1967) que en el siglo XVI “hay pocos, y los que hay no entienden sino en matar ganado bravo y en idolatrar”. Mientras, Bertonio sostiene que no tenían una organización estable ni caciques. Con los incas habrían sido incorporados al Estado formando ayllus como se lee en un padrón de los lupacas donde se registró un ayllu Chuquila de cazadores.

Posiblemente los larilari (Bertonio) o choquelas formaron unidades monoétnicas, dedicadas únicamente al uso de los camélidos, a la caza y otras actividades relacionadas con el ganado silvestre pero no al pastoreo. Sobre los choquelas hay poca información, pero la que hay permite caracterizarlos como una población marginal, que en su peculiaridad participaba del mundo pastoril. Esta situación hace que los choquelas sean considerados con poderes sobrenaturales y guardianes de las huacas (deidades andinas). El nombre “choquela” podría derivarse de “choque illa”, elemento mágico de oro. Una de las traducciones de chuquila según el cronista Cobo podría ser “resplandor de oro”, haciendo referencia al rayo, por lo que es muy probable fueran adoradores de Illapa. Otro grupo de cazadores se encontraban en la Patagonia donde hubo grupos de cazadores nómadas que se vestían con la piel de los guanacos y con esta piel cubrían sus chozas.

viernes, 21 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Urus: cultura del agua

No se conoce con precisión su situación previa a la presencia inca. Es posible que mantuvieran independencia de la población aymara habitando las orillas de los ríos e incluso entre los totorales donde se refugiaban en momentos conflictivos. Entonces, mientras la población aymara construyó sus pucaras en las alturas, los urus se adentraron al lago con la misma finalidad de protección. En el siglo XVI, a la llegada de los españoles, constituían una cuarta parte de la población altiplánica.

Se trata de la población más antigua del mundo andino cuyos orígenes se pierden en la memoria, creando una cultura que se desarrolló a las orillas de ríos, lagos y salares a lo largo de unos 800 kilómetros. Su hábitat principal se ubica desde el río Azángaro, al Norte del lago Titicaca, hasta el lago Coipasa, en el departamento de Oruro, pasando por el río Desaguadero, el lago Uru Uru y Poopó así como en las islas del lago y las islas artificiales construidas por ellos. En el siglo XVI hay datos acerca de poblaciones urus en la costa del Pacífico (Hidalgo, 2004). Entre los lugares más poblados por urus está la región Norte del lago Poopó, cerca de la actual ciudad de Oruro. Excepcionalmente como en Lípez, (Potosí) , se sabe por el informe de Lozano Machuca de 1581, que vivían allí cerca de algunas ciénagas “unos mil indos uros” que se sustentan de la caza de guanacos, vicuñas y algún pescado y raíces (Wachtel, 2001).

Hoy en día los urus siguen conservando sus rasgos culturales y se distinguen por su idioma, vestimenta y modo de vida siendo una de sus características la movilidad en zonas con acceso al agua. En la región del lago Titicaca los urus se llaman a sí mismos kot’suns, es decir “hombres del lago”, distintos de los hombres “secos” (Wachtel, 2001).

Formaron parte de varios Señoríos del altiplano que incorporaban población aymara y uru, situación que probablemente provenía del ordenamiento inca. Los aymaras, sin duda, constituían el grupo dominante y consideraban a los urus como parte de “otra humanidad”. Ellos mismos se llamaban hombres del agua y a los aymaras “hombres secos”. La lengua particular de los urus se mantuvo a pesar de la convivencia continua con grupos de lengua aymara. Ha sido denominada por los lingüistas “uruquilla” y por los propios urus “puquina”. Sin embargo, los vocabularios de lengua puquina del periodo colonial muestran que uruquilla y puquina son dos lenguas diferentes (Torero, 1972/1992).

No solamente su lengua era distinta también su economía y cultura se basaban en productos lacustres: patos, parihuanas, peces, algas y totora, principalmente. Eran excelentes navegantes, expertos en elaborar balsas de totora, puentes flotantes e islas artificiales. De ese material también hacían sombreros, ropa, cestas, redes, esteras y sus viviendas y alguna vestimenta. Cuando los incas conquistaron la región del lago Titicaca, sacaron a los urus de su hábitat y los organizaron en ayllus que, aunque mantenían sus propias autoridades, dependían de otra sea ésta inca o aymara.

Bajo el denominativo uru se reúne una variedad de grupos con nombre propio como los Iruito de Jesús de Machaca, los Uchusumas del Desaguadero, los Chillaguas dispersos desde el Sur de Oruro hasta Aria y Azapa; los Villi-Villi de Oruro, Uruquilla del Sur del Lago Poopó y los más conocidos Chipayas de Carangas (Oruro)..

Nathan Wachtel (2001), experto en la historia de los urus, explica que a pesar de que en el periodo colonial fueron considerados como una sociedad inferior, no todos los urus tenían el mismo status. Algunos, como los de Yunguyo y Zepita (del Señorío Lupaca) tenían una categoría superior; otros datos informan que las principales autoridades Sabaya (Carangas) eran de origen uru por su parte los ochosumas del Desaguadero eran los más pobres y se alimentaban de peces y raíces de totora. Huellas de esta milenaria población se pueden encontrar en las deidades lacustres que probablemente fueron originariamente uru. Nos referimos a algunas deidades femeninas, por una parte Quesintuu y Umantuu dos hermanas y mujeres-peces con quienes “pecó” Tunupa (deidad de la región del Titicaca e hijo del Rayo) (Bertonio, [1612] 1984). Por otra parte, el “ídolo de Copacabana” y divinidad central del lago Titicaca también parece ser una deidad femenina de origen uru. El cronista Ramos Gavilán la describe como una piedra azul vistosa con un rostro humano y el cuerpo como pez, y añade: “a éste adoraban por dios de su laguna”. Teresa Gisbert (2004) propone que esta deidad, habría sido sustituida por la Virgen de Copacabana. 
Mapa de Distribución de los Urus

jueves, 20 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Altiplano: del lago Titicaca al lago Poopó

Varios estudios de patrones de asentamientos en la cuenca del Titicaca señalan la posibilidad de un despoblamiento gradual, reducción poblacional y dispersión de la cuenca durante y tras el colapso de Tiwanaku (Janusek, 2003) las unidades conocidas como “Señoríos” se desarrollaron cronológicamente después de este despoblamiento pero a pesar de corresponder a un periodo de desintegración, luchas entre grupos y profundas sequías, lograron consolidar un sistema de referencia espacial, ritual y de parentesco de larga duración que se percibe aun hoy en día. Estas referencias se reflejan en la continuidad de las identidades regionales que se remiten al periodo del Intermedio Tardío. Uno de estos desarrollo, sin embargo, es cronológicamente anterior y ecológicamente tiene su centro en los valles secos del Norte de La Paz, se trata de la cultura mollo. También más temprana es la presencia de urus y choquelas que provienen de una historia de larga duración y que durante el Intermedio Tardío formaron parte de las nuevas unidades.

Las nuevas unidades, unas más estructuradas que otras y conocidas ahora como Señoríos surgieron alrededor del siglo XII, luego de la caída de Tiwanaku pero en muchos casos no es visible la interferencia de Tiwanaku y se encuentra una continuidad desde periodos muy remotos. Una cierta continuidad se evidencia frecuentemente en la tradición cerámica como la de Carangas o del valle de Cinti que no presentan un cambio abrupto desde aproximadamente el año 400 dC. (Rivera, 2003).

Además, la investigación arqueológica acerca de este periodo (aproximadamente 1100-1350 d. C.) encuentra un problema en la contradicción entre el registro etnohistórico y el arqueológico que frecuentemente difiere, de modo que los límites de ciertos grupos marcados por la información histórica no coinciden, por ejemplo, con la distribución de la cerámica que suele tener una amplia distribución abarcando a veces distintas zonas ecológicas.

A la llegada de los españoles, en el territorio del Collasuyu (hoy altiplano boliviano), se encontraban diversas unidades sociopolíticas cada cual con un nombre propio, detentando una identidad particular. Cada una de ellas tenía sus autoridades y su territorio con tierras en la puna, en los valles interiores y costeros según los casos y algunos probablemente hasta los llanos. En la mayoría de estos Señoríos se hablaba aymara, lengua de intercambio y de contacto, pero no todos tenían al aymara como idioma principal ni era el único, junto a él se hablaban por lo menos dos idiomas más antiguos: el uruquilla y el puquina.

Llama la atención que a pesar de la disgregación y los constantes enfrentamientos de unos grupos con otros, existía una organización espacial por encima de las unidades particulares. Hablamos de la división del espacio en dos sectores: umasuyu/urcusuyu (Este/Oeste) que se extendía a todo el altiplano, organización que parece ir en contra de la inestabilidad política y la dispersión del poder.

Estas unidades sociopolíticas, constituyeron más tarde provincias incas. Por tanto, es posible que, lo que registraron los cronistas de la colonia como “naciones”, fueran en realidad estas provincias. Por ello tomaremos la información con este reparo pero teniendo presente también que los incas se basaron en elementos culturales y de identidad locales.

Ordenados de Norte a sur, en el Collasuyu se encontraban inmediatamente al Sur del Cusco, Canchis y Canas dos pueblos íntimamente relacionados, que aparecen en la documentación como una unidad complementaria. Alrededor del lago Titicaca se agrupan las naciones Colla, Pacaje y Lupaca –cuya distribución se replica alrededor del lago Poopó con soras, carangas y quillacas. Un tercer bloque forma la Confederación Charca –charcas, caracaras, chuis y chichas– y finalmente lípes y yamparas que ya no se ordenan en el eje Urco o Uma. Sin embargo son distintos entre sí; mientras los yamparas formaron un señorío, con autoridades propias, los lípes resultan ser un conglomerado de pueblos móviles con distintas identidades sin una centralidad política visible (Martínez, 2008).

En general se trata de unidades por lo menos biétnicas, unas veces con población uru y aymara y otras con los llamados choquelas o lari lari, Algún Señorío además agrupaba diversas identidades en su interior como el Quillaca que se presenta como una federación de varios pueblos.
Población uru y choquela en los Señoríos del Altiplano

miércoles, 19 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Quirhuas

La identidad “quirhua”, podría estar ligada a la ecología denominada “yunga” pues en el siglo XVI se ubicaban en los valles superiores del río Bopi con cabecera en el valle de Uyuni al Sur de La Paz, controlaban un cruce ecológico desde las altas pendientes de la cordillera real hasta los Chapi Yungas de Chulumani. En Cochabamba el Río Cotacajes constituía una especie de frontera natural entre los quirhuas de la ribera izquierda y los cotas de la ribera derecha al sur.

Según el diccionario de Bertonio quirhua en aymara es el mercader de coca pero también qherua son los valles templados. Carmen Beatriz Loza y Thierry Saignes proponen que son un grupo especializado en el cultivo, almacenaje e intercambio de la coca (Saignes, 1985; Loza, 1984a, 2007). Por lo expuesto, el caso quirhua plantea el problema de grupos especializados que no formaban necesariamente una identidad étnica y también el asunto del comercio, que se sostiene no hubo en los Andes, pues la coca constituía un bien de intercambio por excelencia.

martes, 18 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cultura mollo (1200-1480 d. C.) - Sistema económico

Siguiendo el patrón de otras culturas andinas, Mollo tuvo su base económica en la agricultura complementada por cacería y crianza de animales domésticos; su principal fuente de sustento fue el maíz, corroborado esto por los frecuentes hallazgos de granos y mazorcas entre los restos arqueológicos. Los andenes agrícolas más amplios, con gran contenido de humus y ubicados en las cabeceras de valle, estaban destinados a la plantación del maíz, mientras que los más estrechos con contenido mínimo de humus, ubicados en zonas más bajas, estaban destinados a la producción de coca, cuyo uso frecuente está demostrado en las figuras antropomorfa realizadas en cerámica.

Se tienen evidencias de que la comunidad contaba con mamíferos como la llama y el cobayo, además de animales silvestres que hoy subsisten en la región, los que estaban incluidos en su dieta y en sus ritos funerarios. Los hallazgos de cerámica en las ruinas de Iskanwaya muestran un grado importante de especialización en la población, indicador de un desarrollo económico avanzado. 
Panorámica de los valles de Charazani

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cultura mollo (1200-1480 d. C.) - Iskanwaya

Iskanwaya como el centro urbano de mayor importancia es una ciudadela que cubre unas 6.55 has. Su núcleo ubicado en Aucapata (Provincia Muñecas del departamento de La Paz) se ubica dentro del contexto que forma el valle del río Llica, cuyas aguas corren hacia las partes bajas orientales de la cuenca amazónica. Se han identificado 95 edificios que se calcula que podrían haber albergado a dos mil quinientos habitantes. Fue erigida sobre la superficie de una terraza natural y se advierte su finalidad defensiva, pues se la habría construido para evitar la incursión de grupos nativos selváticos y quizás también altiplánicos, a la vez facilitar una posible expansión hacia Tierras Bajas como a las altas mesetas, dominando un medio ambiente propicio para diversos cultivos.

A diferencia de las ciudades tiwanakotas o incaicas, Iskanwaya no presenta espacios monumentales de uso militar o religioso. Los edificios son en su mayoría viviendas unifamiliares compuestos por un vestíbulo con algunas habitaciones. Están construidas de piedra pizarra y revocadas con barro pintado de ocre rojo. Estos edificios están conectados mediante callejuelas que siguen la topografía irregular del terreno. El manejo hidráulico se expresa en la red de canales en forma de “V”, construidos en piedra pizarra unida con mortero de barro de 15 cms. de profundidad; estos canales se usaron tanto para suministro de agua potable como para la evacuación de aguas servidas.
Ciudadela deI skanwaya en la ladera de los profundos valles secos del Norte de La Paz.

viernes, 14 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cultura mollo (1200-1480 d. C.) - Ciudadelas

El aspecto emblemático de esta cultura, a diferencia de los desarrollos del altiplano, son las ciudades que fueron edificadas en laderas de pendientes abruptas mediante la construcción de plataformas escalonadas y muros de contención. La ocupación de los valles apropiados para la agricultura con riego permitió un rápido desarrollo y un pleno urbanismo. Por ello una de las características primordiales de la cultura mollo son las ciudades con extensas construcciones de terrazas agrícolas en las laderas de quebradas de los ríos. Hechas de rocas comunes en su base, fueron recubiertas por humus y sujetadas por muros construidos de pizarras (Moreno, 1978). Sirvieron para el cultivo de maíz y especies altiplánicas como la papa. Las terrazas se complementaban con una red de canales en forma de V para el abastecimiento de agua a partir de depósitos en las partes altas y canales subterráneos cuadrangulares que servían para desagüe.

Las habitaciones estaban techadas con paja y las paredes albergaban hornacinas para contener objetos. Las habitaciones se construyeron de pizarra negra y cuarcita en doble hilera formando cuartos rectangulares que rodean un patio interior, callejuelas siguiendo la pendiente del terreno; también se construyeron plataformas que conectaban diferentes sectores. En el mismo espacio de las habitaciones se encontraban los entierros que se realizaban en cista (circular o rectangular), de lajas grandes colocadas en forma de mesa (Arellano, 1985; Nordenskiöld, 1953). Se menciona el entierro de párvulos en los pisos de las habitaciones.

Los tipos de asentamiento mollo han sido clasificados en urbano defensivo: Chunkawasioj, Mama-Khoru, Pucanwaya, Sacambaya, Chullpamarca; urbano con cementerio: Khari y Pallayunga; rural con habitaciones: Piñiko, Machacruz, Jawacollani y solamente cementerio: Pulla-Pullani, Palla-Palla, Kheara, Pelechuco. También se le atribuyen vías de comunicación como: Takesi, Yungacruz y Chucura.

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cultura mollo (1200-1480 d. C.) - Características culturales

Se ha reconocido presencia mollo en zonas del altiplano lacustre colindantes con los valles como en Carabuco, Ancoraimes, Pucarani, Kachacacha y piezas aisladas en los sitios de Tiwanaku y Escoma. Sobre la base de similitudes de formas de la cerámica en varios sitios, Ponce Sanjinés (1957) postuló el “Horizonte Tricolor del Sur” como una expansión de cerámica Mollo hacia los valles mesotermos y de la costa, postulado que ha sido muy discutido. La difusión de artefactos de distintas regiones se explica por un intenso tráfico comercial entre estas regiones y estaría manifiesto en materiales de la costa encontrados en Mollo y artefactos del altiplano en la costa.

La importancia que se atribuyó a la cerámica mollo radica en que ha sido la base para establecer una posible expansión cultural o su relación con otras regiones. Ha sido diferenciada por Arellano en 1985 en distintos tipos: Mollo pintado e Iskanwaya pintado con decoración plástica. Mollo pulido e Iskanwaya pulido con decoración plástica, ennegrecida. Las formas comunes de esta cerámica son tazones dobles unidos con un puente, formas que adoptan pitón con puente. Son también de importancia las tabletas trabajadas en piedra y metalistería.
Ceramica Mollo

Ceramica Mollo

miércoles, 12 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cultura mollo (1200-1480 d. C.)

A la desintegración de Tiwanaku le sigue una serie de Desarrollos Regionales que por un periodo de entre dos y tres siglos (1100/1200 -1400 d. C.) ocupó el territorio andino presentando características distintas a las tiwanakotas. Sin embargo uno de ellos destaca por no presentar una ruptura total, se trata de la cultura mollo que se distingue por algunos elementos: cronológicamente es anterior a los llamados Señoríos, geográficamente se ubica en los valles mesotermos del Norte del departamento de La Paz, se caracteriza por la construcción de ciudadelas de piedras y sobre todo presenta ciertas continuidades con Tiwanaku, incluso como un puente entre Tiwanaku y los incas. Meyers, por ejemplo, sostiene que la tumba del chamán tiwanakota de Niño Khorin (Wassen, 1972), en pleno territorio kallawaya sugiere que los mollo, eran los mediadores entre Tiwanaku y los incas (Meyers, 2002). La posición intermedia de Mollo entre el altiplano y las llanuras orientales, hace de esta tradición cultural una síntesis de conocimientos andino - amazónicos, característica que se refleja en la cerámica que comparte elementos del altiplano y de la selva.

El nombre de “Mollo” fue dado por Carlos Ponce Sanjinés quien desde el año 1957 trabajó en el sitio principal de Iskanwaya ubicado en la hacienda Mollo en la provincia Muñecas del departamento de La Paz. Antes que Ponce, Nordensnkiöld (1953) había ubicado sitios en Pelechuco y Keara y todavía Ibarra Grasso dice haber conocido su cerámica en 1943 gracias a una colección del Convento San Juan de Dios de La Paz (Michel, 2006).

La región histórica donde se desarrolló la cultura Mollo corresponde básicamente a las provincias Larecaja, Muñecas, Camacho, Saavedra y Franz Tamayo del departamento de La Paz. Presenta una compleja topografía vertical que incluye alturas superiores a los 5.000 msm hasta regiones localizadas a menos de 1.500 msm. Una importante cantidad de quebradas y valles que surgen en la Cordillera Oriental configuran numerosos ecosistemas. Esta diversidad ecológica permitió desde tiempos formativos desarrollar una economía complementaria e incluso excedentaria, así como la generación de circuitos de intercambio tanto con la región circuntiticaca como con las tribus del piedemonte y llanos genéricamente denominadas chunchos (Saignes, 1985). Al parecer se ha descartado ya la idea de una amplia difusión de esta cultura a lo largo de la Cordillera Oriental y más bien se acepta que se circunscribe a los valles orientales del Norte. Se pensaba que pudo haber una relación con la zona de la sierra de Arequipa donde se desarrolló el estilo cerámico churajón, con ciertas similitudes con el mollo (Faldín, 1985; Bustos Santelices, 1978).
Tableta de Niño Khorin de uso era ritual

Mollo cobró importancia cuando Tiwanaku estaba en crisis, incluso se considera la posibilidad de que gente de Tiwanaku hubiera migrado a esta región ante la crisis de orden climático. Como su ocaso fue anterior a la presencia europea la información es básicamente arqueológica resultado de investigaciones realizadas en más de 25 sitios de ocupación.

Estudios de algunos sitios en la región kallawaya revelan que un alto porcentaje de la población que poblaba el lugar era de origen yunga por lo que se ha denominado como una cultura yunga - kallawaya (Saignes, 1985). Tomando en cuenta las similitudes lingüísticas y culturales con grupos orientales se considera que estos grupos descendieron de migraciones antiguas de la vertiente oriental. Asimismo estos grupos controlaron complejas redes de intercambio que cruzaban a lo largo del altiplano y la región amazónica (Alconini y Kim, 2010).

En el periodo que nos ocupa –el Intermedio Tardío– algunos autores hablan del “Señorío Calabaya” con dos mitades: Hatun Calabaya y Lurin Calabaya; sin embargo esta organización parece estar integrada a los collas del Titicaca. Un sistema importante de agricultura que se evidencia en la construcción de terrazas parece tuvo lugar en este periodo, pero se incrementó notablemente posteriormente con la presencia inca. Esta vocación agrícola y de intercambio y articulación entre el altiplano y las llanuras de Beni, viene por lo menos desde Tiwanaku periodo que en la región presenta construcciones circulares, subterráneas o semi subterráneas para almacenamiento como las de Kallan Kallan. Este sitio fue paulatinamente abandonado y sus estructuras refuncionalizadas de modo que a fines de Tiwanaku su función principal fue funeraria y de culto, situación que continuaría en el siguiente periodo, dando cuenta que estaba en curso un cambio ideológico y político. Finalmente Kallan Kallan fue totalmente abandonado (Chávez, 2011).

Durante Tiwanaku el papel central parece descansar en forma de colonias o de circuitos de intercambio. Sirvió para facilitar la adquisición de material exótico tropical tan importante para Tiwanaku que también beneficiaba a poblaciones locales Más tarde, en el Intermedio Tardío se observa un incremento del número de sitios relacionados con actividades pastoriles y de altura y el énfasis de la economía pastoril. Se incrementaron los asentamientos en las zonas altas y la cima de los cerros con sitios como: Jaramillo, Chuñuna y Collacbajpacha en el valle de Charazani, Toqonta en el valle de Amarete y Charazani Pata-Karilaya y Pukarani en el valle de Curva. Estos sitios presentan conjuntos de estructuras habitacionales y de almacenamiento con estructuras construidas con pizarra tosca y mortero de barro (Alconini, 2009).

Las terrazas de cultivo presentes en la zona se incrementaron en el periodo inca pero no construyeron grandes centros imperiales o de producción artesanal masiva. A juzgar por la arquitectura estos centros no tuvieron actividades militares típicas de otros sitios de frontera, más bien se acentuaron las funciones de tipo ritual provenientes del periodo anterior con culto a los achachilas (cerros) (Chávez, 2011).

Al arribo de los incas los kallawaya recibieron un trato privilegiado debido a su rol de intermediarios. Arellano (1985) señala que la tradición inca se habría superpuesto a la mollo, adaptando su arquitectura habitacional y doméstica. Rasgo común en ambas, son las puertas hornacinas de forma trapezoidal, que no se encuentran en Tiwanaku. El trabajo arqueológico muestra el carácter violento con que irrumpieron los incas en el valle, tal el caso del incendio de Iskanwaya y las talas e incendios de complejos agrícolas como Kunuraya y Pallayunga. Aunque está demostrado que el incario se asentó sobre veinticinco sitios pertenecientes a la cultura mollo, quedan en duda y abiertas a la investigación las causas que determinaron el final de esta cultura.
area de desarrollo cultural mollo

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Valles del Norte: mollos y quirhuas

La mayoría de los Señoríos cuyas “cabeceras” se hallaban en el altiplano tenían sus territorios hasta los valles; algunos de manera continua y la mayoría de ellos discontinua. Se ha cuestionado esta mirada “altiplanocéntrica” reclamando que habría que ver estos procesos desde el desarrollo cultural de los valles. La realidad es que algunos de ellos tuvieron su centro político en los valles, tal es el caso de los yamparaes y de los chichas en Chuquisaca y Potosí-Tarija respectivamente. Otros pueblos de valle como chuis y cotas (Cochabamba) tenían una organización menos estructurada y no se conoce una cabecera visible. También algunas parcialidades de los soras eran netamente vallunas como los soras de Capinota y de Sipe Sipe. Todos ello, sin embargo, interactuaban constantemente con las tierra altas, tanto política, social como económicamente. Precisamente el sistema de control vertical, tan característico del mundo andino, es la relación indisoluble de puna y valle. Lo propio ocurría con los mollo que, aunque el grueso de la población se ubicaba en una ecología de valle seco, controlaban también pisos de más altura.

De los desarrollos en los valles destacan en primer lugar la cultura mollo temporalmente más tempranos que los “Señoríos” y luego los quirhuas sobre los cuales todavía está planteado un debate.

martes, 11 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Otros restos materiales

Aunque quedan pocos restos materiales, el vocabulario aymara de Bertonio presenta referencias acerca de diversas técnicas constructivas que se reflejan en el lenguaje. Bertonio registra la construcciónde sepulturas, puentes, escaleras, muros, viviendas, distintos tipos de adobes, techados de las casas, elaboración de cimientos, la bóveda (putu), mojones y empedrados.

Por otra parte, llama la atención que siendo el territorio del surandino típicamente minero la metalurgia hubiera dejado pocos objetos en este periodo. Por ejemplo los análisis de isótopo de plomo de los artefactos de bronce excavados en Tiwanaku y San Pedro de Atacama indican que los minerales de origen para la mayoría de estos artefactos estuvieron ubicados y fueron explotados en la puna y la sierra alta de Bolivia (Lechtman y Macfarlane, 2005). El Sur andino es también el espacio de la minería: plata, oro, estaño y cobre se encontraban en esta región y aunque sus habitantes eran hábiles mineros, no vieron la necesidad de utilizar objetos de metal ni para el transporte ni para la guerra (Lechtman); probablemente por ello se conocen solamente algunos objetos de metal para este periodo como pudieron ser los lauraques, quizás también topos y hachas cuyo centro de interés estaba en el aspecto simbólico, por ello seguramente estuvieron como ofrendas en los enterramientos que por lo general fueron saqueados.

Respecto al bronce estañífero, Lechtman (1984) sostiene que durante el Intermedio Tardío las poblaciones que habitaron el altiplano boliviano explotaron los ricos depósitos ubicados en la orilla oriental del lago Titicaca siendo uno de los depósitos de casiterita más ricos del mundo. Ellos abastecieron el estaño necesario para la producción de bronce estañífero desde Tiwanaku hasta los incas.

Comparativamente, en el Intermedio Tardío destaca de manera descollante la orfebrería de la costa Norte en el actual Perú; no sólo en trabajos de oro, plata, cobre y tumbaga, sino también el bronce estañífero y arsenical el cual se llegó a producir en escala industrial. Representativas de este periodo son la metalurgia y orfebrería Chimú. Este resultado venía de una tradición anterior representada por la cultura Moche con técnicas de granulado, cera perdida, filigrana e incrustaciones de piedras preciosas.

Durante los últimos 2,000 años, la producción de metales ha sido una actividad económica clave en los Andes del Sur cuya tecnología está siendo estudiada desde distintas perspectivas (Cruz y Vacher eds., 2008). Acerca de la tecnología indígena se conoce que se trabajaba a cielo abierto y combinando por lo general el trabajo minero con el agrícola y ganadero. También podemos conocer referencias a ciertas técnicas mineras que provienen del Sur más extremo, como por ejemplo las huayrachinas en las que se efectuaban los procesos de tostación, oxidación, reducción y fusión. Este sistema de hornillos de barro utilizaba al viento como elemento energético para avivar el fuego. Este trabajo implicó también una forma de organización social que tiene que ver con los requerimientos de los mineros (una logística e infraestructura detrás del trabajo minero) y por supuesto el conocimiento de la comunidad minera. Finalmente junto a la metalurgia van las categorías culturales y cosmovisión respecto de minas y minerales: por ejemplo la producción de objetos de metal va íntimamente unido al sistema de enterramientos.

Puesto que el Norte de Chile, el Noroeste de Argentina y el Sur de Bolivia fueron áreas prioritarias para estas actividades, en muchas regiones la expansión y presencia inca estuvieron vinculadas a la explotación minera. Pero para periodos anteriores según algunos autores las actividades mineras son difíciles de identificar en el registro arqueológico (Van Buren y Mills, 2005).

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cerámica y textiles

Probablemente debido a la conflictividad que caracterizó a este periodo y a la alta movilidad de estos pueblos pastores, no construyeron grandes poblados, por ello los restos de la cultura material son escasos y queda sobre todo cerámica y en menor cantidad textiles que por su material sobrevivieron menos en el tiempo.

Ya no se halla la sofisticada producción cerámica que hubo en Tiwanaku donde los especialistas no solamente dominaban las técnicas sino también la iconografía y sus complejos mensajes. Se pierde la policromía para dar paso a una cerámica dominantemente utilitaria mostrando una ausencia de especialistas; en el terminado domina el negro sobre rojo o naranja y los diseños simples.

En los estudios académicos se ha planteado un debate respecto a la relación cerámica- identidad étnica, es decir si a ciertos “Señoríos” corresponde un tipo de cerámica. Se discute si la cerámica expresa las identidades locales, y si la diferenciación que existe es más regional y más amplia que los “Señoríos” como ocurre en algunos casos, como se verá en detalle más adelante. Existen diferencias en cuanto a las técnicas de elaboración, la pasta, forma y sobre todo en los diseños del decorado. De este modo podemos distinguir los esquemáticos camélidos de la cerámica Pacaje, las volutas de Carangas diferenciada apenas de la de Quillacas. Asimismo el estilo Huruquilla (Ibarra Grasso, 1973) tiene una amplia distribución en el Este de Potosí y el Suroeste de Chuquisaca, lo que corresponde en parte con el territorio que fue ocupado por la confederación Caracara. (Ibarra Grasso, 1957; Rivera, 2011). Otra es la Yavi caracterizada por el material que dio como resultado objetos con diseño granulado entre blanco y negro que corresponde aproximadamente al territorio Chicha. Por su parte los diseños más abstractos y quizás más sofisticados son conocidos como estilo Yampara con motivos naturalistas y muy estilizados de seres antromorfos (Tapia, 2009) que sin embargo geográficamente se extendió mucho más allá que los límites del Señorío del mismo nombre, llegando hasta Cochabamba (Barragán, 1994). Precisamente en Cochabamba hubo una interesante tradición alfarera previa incluso a Tiwanaku que dio lugar al estilo conocido como Tiwanaku derivado y luego a una intensa producción local.

Cerámica y ampara antropomorfa (posiblemente un mallku)

Ceramica posiblemente ceremonial


En Cochabamba se evidencia una tradición cerámica por lo menos desde el intermedio temprano (200 -700 dC.) donde se revela la coexistencia de tres estilos cerámicos: Tupuraya Tricolor, Sauces Tricolor y Cochapampa Tricolo (Döllerer y Sanzetenea, 2011). Esta tradición se vincula con otra denominada Mojocoya tardío que corresponde también a los valles de Chuquisaca, Sureste de Cochabamba hasta Santa Cruz, cuyos cuencos y trípodes la relacionarían con la Amazonía y con el Chaco. Estas tradiciones coexisten con el fenómeno Tiwanaku por un tiempo (Tapia, 2009). Para el periodo del Intermedio Tardío, por tanto en los valles del sur, parece confluyeron influencias de las tierras altas desde el altiplano orureño, desde La Paz por la ruta del río Cotacajes, de Chuquisaca, la Amazonía y Chaco. Esta coincidencia se observa en la cerámica local de gran producción apoyada en una especial calidad de la arcilla local. Así se hallan en Santa Lucía, cerca de la ciudad de Cochabamba, enormes vasijas para enterramientos secundarios y restos de talleres de cerámica, también cuencos con los característicos “ojos grano de café” propios de la Amazonía.

A su vez, en la región del Chaco los fuertes regionales construidos después del ocaso de Tiwanaku sugieren una antigua amenaza de los pueblos tupi-guaraní sobre los valles contiguos (Saignes y Combés, 1995), siendo incluso posible suponer que esta presión pudo haber modificado las identidades previas, pues algunos de ellos comparten características comunes y estereotipos de las Tierras Bajas (Barragán, 1994). Sobre este punto, es notable la presencia de iconografías como espirales, comunes tanto a la cerámica asociada a Tierras Bajas, como a la cerámica de los valles fronterizos de Tarija y zonas adyacentes (estilo Yavi-Chicha) (Krapovickas, 1965, 1983; Angelo, 2003). Este rasgo común a ambos estilos cerámicos apunta a algún tipo de relacionamiento entre pobladores del pie de monte con grupos vallunos, o incluso con grupos de tierras altas. Lamentablemente no disponemos de fechados más definitivos (Rodríguez este volumen).

Probablemente debido a que la textilería no estaba únicamente en manos de especialistas sino también de las tejedoras de cada unidad doméstica, los textiles del periodo de los Señoríos conservan la calidad que caracteriza a este arte en los Andes. Se trata de un lenguaje panandino comprendido por los pueblos como expresión de identidad cuya antigüedad se pierde en el tiempo tanto así que según el mito de creación, Wiracocha mandó que cada pueblo tuviera el traje que debía llevar.

Son pocos los tejidos que se pueden datar específicamente del periodo de los Señoríos. Algunos de ellos se encontraron en tumbas correspondientes a un área muy seca del Sur andino que permitió que se preservaran por mucho tiempo. En el vocabulario de Bertonio (1612) se registra una importante cantidad de términos en lengua aymara que hacen referencia a una sofisticada producción textil pues se mencionan técnicas de hilado, teñido y de diseños que permiten constatar la importancia que tuvo la textileria entre los pueblos de lengua aymara.

Una de las prendas relacionadas con el textil que diferenciaba una nación de otra, son los tocados. Son también elementos diferenciadores los diseños, técnicas y colores. Su permanencia más adelante como señal de identidad local durante el dominio de los incas, nos da claras pautas de su exquisitez (Gisbert, Arze y Cajías, 1997).

Chuspa de Carangas

lunes, 10 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Torres funerarias o chullpas

El otro sello del periodo (1000-1440) son las chullpas, existiendo una relación estrecha entre el área lingüística aymara y las chullpas. Albarracín (1996) propuso que este tipo de sepulturas no implicó un cambio brusco del entierro en cistas característico de Tiwanaku, que se puede seguir una paulatina elevación de los enterramientos que sobresalieron primero apenas sobre la tierra para finalmente terminar en las torres funerarias. Esta hipótesis, sin embargo, no ha tenido total aceptación puesto que no se trata de un problema solamente constructivo sino del lugar que ocupan los difuntos en la cultura.

Las torres funerarias representan un importante cambio de mentalidad pues implican que los difuntos permanecen encima de la tierra en lugar de ser enterrados en cistas. Se enfatiza entonces en este periodo el culto a los ancestros, el cual parece complementarse con otro a los cerros, montes y volcanes, los cuales eran considerados huacas importantes. Es conocido por ejemplo el culto que se tenía a Tata Porco en Potosí (Platt et al., 2003). Esta devoción al cerro-mina encuentra Lecoq también para el cerro de Potosí y una continuación a lo largo de la historia de este culto encuentra Riviere (1986) en Carangas.

Aunque se sabe que no se abandonaron los entierros bajo tierra, la sepultura en chullpas se reservaba para las autoridades y personas principales que colocadas en posición fetal y momificadas se envolvían en cestería para depositarlas en estas torres. Se les hacía ofrendas y en ciertos momentos del año se sacaba al difunto en procesión. En realidad el nombre “chullpa” corresponde a la momia, pero por extensión se ha denominado así a su sepulcro. Implica evidentemente un culto a los ancestros que se consideraba merecían estar en el espacio del aquí y ahora, es decir en el Akapacha.

La introducción de chullpas no ocurrió inmediatamente después del colapso de Tiwanaku, sino dos o tres siglos después y al parecer fue un fenómeno repentino en el altiplano a partir del siglo xiii, periodo que coincide con un ciclo de sequías intensas. Esta tradición funeraria implica importantes transformaciones respecto del periodo anterior en la visión del más allá y del destino humano. Además del tipo de tumba otros elementos remarcan esta ruptura, por ejemplo la ausencia de cerámica tiwanacota en las chullpas. En cierta medida este debate también es una controversia entre disciplinas, pues la arqueología tiende a sostener una continuidad con Tiwanaku, mientras que desde otras disciplinas el corte se ve con mayor nitidez pues se encuentran datos en los cronistas que hablan de migraciones y aún invasiones y desde la lingüística una presencia del puquina que luego no es tan contundente.

Más adelante, los incas continuaron con el uso de torres funerarias incorporando algunas modificaciones típicamente incas como por ejemplo el uso de piedra labrada tipo almohadilla, puerta y nichos interiores de forma trapezoidal y un decorado exterior con diseños similares a los textiles incas. Todo ello se puede observar en las chullpas de la Cordillera Occidental y el río Lauca (Gisbert et. al., 1996). 
El mapa de las chullpas en el altiplano andino

La pregunta de dónde surgió esta tradición plantea al mismo tiempo otras interrogantes como por ejemplo por qué alrededor del Cusco hay menos chullpas que en el altiplano boliviano y por qué los fechados de las torres adoratorias de Toconce (Loa Superior, Chile) presentan las fechas más tempranas (siglo X) (Pärssinen, 2009). Estas sugerencias de que el sistema chullpa pudo haber venido del Sur se corrobora con fechados, todavía parciales. Entre las más antiguas, (s. XIII) hasta donde se han recogido fechados radio carbónicos, están las de Chusaqueri (Oruro) y de Kulli Kulli (Sica Sica). También Parssinen compara cronologías y considera que el estilo de chullpas de piedra tallada se llevó de la región del lago hacia el Norte y no a la inversa. Es el caso de las espectaculares chullpas de piedra Pirapi (Pacajes) y de Sillustani (Lupaca), ambas presentan un tallado considerado “cusqueño”; sin embargo la datación revela que fueron construidas antes de la conquista de inca.
Chullpa de colo rdel rio Lauca (Oruro),

Chullpa de Pumiri


Son raras las chullpas que se encuentran en medio de la población pues por lo general se ubicaron dispersas en las faldas de una serranía o siguiendo el curso de un río, como en Huachacalla que, mirando hacia el este, acompañan el curso del río Lauca. Las chullpas decoradas se hallan de espaldas a la Cordillera Occidental y tienen al frente al río Lauca, el cual divide el espacio ritual en dos segmentos. En algún caso, como en Pirapi y en Kulli Kulli, decenas de ellas se encuentran agrupadas en un solo lugar, como una necrópolis donde se observan pequeños muros agrupando a algunas de ellas. Como prácticamente todas las chullpas de esta tradición estaban orientadas hacia el este se puede afirmar que eran objeto de un ritual solar. Las excepciones a ello son las que no corresponden a una tradición aymara como las chullpas de piedra laja de Quewaya (lago Titicaca) que pertenecen a una zona netamente puquina, como revela el topónimo.

Son raras las chullpas que se encuentran en medio de la población pues por lo general se ubicaron dispersas en las faldas de una serranía o siguiendo el curso de un río, como en Huachacalla que, mirando hacia el este, acompañan el curso del río Lauca. Las chullpas decoradas se hallan de espaldas a la Cordillera Occidental y tienen al frente al río Lauca, el cual divide el espacio ritual en dos segmentos. En algún caso, como en Pirapi y en Kulli Kulli, decenas de ellas se encuentran agrupadas en un solo lugar, como una necrópolis donde se observan pequeños muros agrupando a algunas de ellas.

La datación hecha por Pärssinen (2009) indica que la chullpa más antigua está situada en el núcleo de la necrópolis con una fecha promedio de 1279 d. C.

La mayoría de las chullpas son cuadrangulares pero hay algunas redondas. Estas últimas se ubican hacia el Norte del altiplano boliviano y Sur peruano. La técnica constructiva es también variable, aunque tienen en común que son las únicas construcciones en los Andes que utilizan bóveda por avance. Unas son de piedra labrada, otras de lascas pero la mayoría son de adobe o tepes de muy distinta factura y resultado estético. En ocasiones, como ocurre en Pumiri (Oruro) parecen de toba volcánica (Díaz, 2003). Las dimensiones también son diversas; las hay delgadas y altas, anchas, pequeñas o muy altas. El decorado con color se ha conservado en muy pocas de ellas, especialmente se halla en las más tardías, de modo que no se sabe si el decorado fue utilizado antes de la presencia inca. Lo que sí se sabe por el relato de algunos cronistas es que en ocasiones ceremoniales se cubrían con textiles. Consideramos que la combinación de las variables de tamaño, material, forma y decorado hacen que haya tradiciones locales pudiendo considerárselas como emblemas de identidad grupal. Además como por lo general se ubicaban en los márgenes del territorio, tenían la función de guardianes, demarcando el territorio social y ritualmente.

Restos de chullpa de piedra de filiación inca

Chullpas de Kulli Kulli

Chullpas de Pacajes.


domingo, 9 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Pucaras

Las pucaras eran construcciones defensivas ubicadas en elevaciones que tenían acceso a pastizales, agua y algunos sembradíos. Estudios arqueológicos han establecido que durante el Intermedio Tardío la población altiplánica abandonó los poblados de las planicies cercanas a los lagos para habitar en las alturas. Este cambio de asentamientos junto con la presencia de pucaras muestra un periodo de inestabilidad política y de conflictos entre grupos. Correspondería a lo que Guaman Poma llama el aucaruna o periodo de guerras. Varias crónicas y estudios posteriores dan testimonio histórico de la conflictividad de este periodo que puede atribuirse a la falta de tierras de cultivo y pastoreo, y por supuesto a la ausencia de un poder centralizador (Uhle, 1892, 1920, 1935; Tschopic, 1946, Hyslop, 1977; Rowe, 1982; Bouysse-Cassagne, 1987; Saignes, 1986; Albarracín-Jordan, 1996; Stanish 1997a ; Nielsen, 2002).

El elemento preponderante para la construcción de pucaras, fueron las peleas por los recursos que se vieron drásticamente disminuidos por el cambio climático ocurrido alrededor del 1250 d. C. -1310. La sequía fue tan radical que disminuyó notablemente el área cultivable y de pastoreo así como el potencial de pesca. Estas sequías provocaron también migraciones de pueblos del Sur que contribuyeron aun más a estas pugnas.

Las pucaras están presentes en los Andes del Norte y del sur, aunque con matices según las regiones. Al Norte y Noreste del lago, en región colla, abundan estas construcciones formando agrupaciones de defensa (Arkush, 2009). Muchas de ellas –aunque no todas– eran verdaderas comunidades con unas 500-600 viviendas. La mayoría de ellas fueron ocupadas entre 1300-1450 pudiendo haber sido construidas para defenderse del asedio inca. En cambio en la región pacaje de Caquiaviri la mayoría de los asentamientos posttiwanaku se fundaron en la planicie desprotegida y no en las alturas como cabría suponer. El hecho de que los asentamientos en la pampa siguieran siendo la mayoría, hace pensar que las pucaras en esa zona no fueron de ocupación permanente. En esta región, por ejemplo, la pucara de Paucarpata se habría construido en el siglo XIII, unos 200 años después de la caída de Tiwanaku y fue ocupada solamente por un par de generaciones ya que hacia 1350 había sido abandonada. Al parecer en esta zona y en este momento aún no se construían las chullpas para enterrar a los difuntos, lo que indicaría al Sur del Titicaca las pucaras precedieron al sistema de chullpas (Pärssinen, 2009).

En líneas generales, una pucara era una adaptación para habitar una altura, un cerro o serranía. Suele estar delimitada por profundas quebradas y es común que esté rodeada de uno o varios muros perimetrales dificultando el acceso y haciendo de éste un sitio defensivo. En su interior se encontraban viviendas generalmente redondas –entre unas cuantas hasta centenares de ellas– y a veces habitaciones rectangulares que podrían ser incorporaciones más tardías; asimismo depósitos para alimentos y vituallas. También tenían callejones, recintos y sectores funerarios en estos casos fueron comunidades completas, no solo guarniciones para guerreros. En ocasiones contaban con terrazas y muros de contención a los bordes de las quebradas, patios y lugares de observación hacia el camino. Habiendo no una sino varias pucaras –como se observa en la región colla– hubo una vista excelente entre una pucara y otra, pudiendo haber usado señales de humo (Stanish, 2003).

En la región del lago Poopó, hoy Oruro, se observa un patrón un tanto similar, por un lado, en tiempos paralelos a Tiwanaku el patrón de ocupación estaba centrado en lugares altos donde se registra población nucleada, por ende se registran sitios grandes y de ocupación densa. Este patrón se mantuvo hasta antes de la incursión inca; pero debido a la característica productiva de las poblaciones alrededor del Poopó también se advierte un patrón de movilidad, expresado en sitios pequeños y de uso temporal.

Es importante aclarar que en Oruro los sitios altos y nucleados no son siempre pucaras defensivas, sino más bien sitios de ocupación permanente. Sin embargo, en un período más tardío e incluso paralelo al inca se observan pucaras defensivas y con evidencias de uso militar o de conflicto. Se ha dicho mucho acerca de guerras entre grupos locales por el territorio para explicar la construcción de las pucaras, a pesar de ello lo que se observa en esta parte del altiplano es la construcción de fortalezas probablemente para la defensa de las poblaciones contra una injerencia mayor: ¿los incas? Ese tipo de estructuras fueron documentadas en la frontera entre el actual Oruro y Potosí. Un ejemplo es la fortaleza de Oroncota en el Pilcomayo (Alconini, 2002a). Otro tipo de pucaras, como las existentes en la región de Sajama, son de uso ritual. Presentan las características típicas de construcción, pero la evidencia muestra un uso relacionado a ritos con los cerros y con la muerte. Eso debido a la asociación de algunas de ellas con torres funerarias, como las observadas en la región del Río Lauca.
Apu Pucara, ejemplo de un sitio defensivo colla


Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Cultura material

El periodo está marcado por la presencia de algunos restos materiales característicos: pucaras, (construcciones defensivas de altura), chullpas (torres funerarias) y unos tipos particulares de cerámica y de textiles. Una ausencia importante son las ciudades, pues se trata de un periodo y una región donde no se construyeron grandes urbes optando más bien por el poblamiento disperso, como ocurrió con muchas otras culturas pastoriles del mundo. Si comparamos con Mesoamérica, en este punto se encuentran las principales diferencias. Allí abundaban las grandes ciudades con sus respectivos monumentos y hay ausencia de animales de carga que en los Andes fueron la base de la movilidad que caracteriza a su cultura.

sábado, 8 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Territorialidad andina

A diferencia de Mesoamérica donde hubo una interrelación constante entre culturas del altiplano con las cálidas y exhuberantes del Este, la inmensidad del espacio en los Andes hace que esta frontera ecológico-cultural sea más marcada. En los Andes es más fluida la articulación de tierras entre altiplano, valles, costa y en menor medida los llanos orientales. Las Tierras Bajas del Este del territorio boliviano, más que otras zonas desarrollaron procesos independientes que serán tratados por separado en el capítulo correspondiente.

En el ámbito social y económico a lo largo de los siglos se fue constituyendo un sistema de control del espacio que estaba vigente cuando llegaron los españoles, cuyas principales características son: la apropiación y explotación del territorio en forma vertical y su organización de manera salpicada, segmentada y jerárquica.

Dadas las características del espacio andino, ya desde el Formativo optaron por una organización que incorpora tierras de diversas altitudes en un solo sistema. En el Intermedio Tardío las “cabeceras” de los Señoríos ubicadas en el altiplano controlaban tierras en valles, yungas y hasta los llanos de manera discontinua o salpicada como han mostrado John Murra (1975) y Ramiro Condarco (1971). 
  
Las cabeceras o centros de poder tenían la mayor concentración demográfica en tanto que los espacios alejados estaban poblados por mitimaes o colonos. Los pueblos cuyo territorio se ubicaba al Oeste normalmente controlaban “nichos ecológicos” hacia la costa y los que se ubicaban al Este, accedían más bien a los valles y tierras orientales hacia el interior del continente. Esto se aplica desde el lago Titicaca hasta los Lípez. 

Los límites de los territorios estaban en constante negociación y tensión por lo que una tarea de los incas fue establecer fronteras más claras evitando los conflictos que caracterizaron al periodo del Intermedio Tardío. Con la llamada “pax incaica” se permitió el acceso a nuevos nichos ecológicos ampliándose el sistema de mitimaes que cambió su carácter y fue utilizado con fines rituales, políticos e incluso militares.

Si el territorio incluía posesiones colectivas en distintas ecologías de manera salpicada, existió de manera paralela una tendencia a ocupar el territorio nuclear del altiplano de manera dispersa pero organizada en pequeños poblados o “estancias”. Entonces la gente tenía más de una residencia que se ocupaba según los momentos del año. Esto ocurría especialmente entre los pueblos pastores que debían llevar su ganado de una estancia a otra según la época del año. Una intensa movilidad, entonces, caracterizó a los pueblos del altiplano. La movilidad de los urus fue distinta, cambiando de lugar siguiendo siempre a los recursos lacustres.

El aporte de Therese Bouysse (1987) fue fundamental para comprender que el eje acuático que cruza el altiplano de Norte a sur, fue un centro organizador del espacio. Este eje o taypi formado por el río Azángaro, lago Titicaca, río Desaguadero, lago Poopó, río Lakajahuira y los salares dividen el espacio en dos: al occidente el sector urcusuyu –seco, alto, masculino ¿aymara?- y al oriente umasuyu– húmedo, bajo, femenino ¿puquina? Cada uno de los Señoríos del Collasuyu se organizó a lo largo de este eje a pesar de la ausencia de un Estado que promoviera este orden. Todavía está en debate si esta división se extendió hacia el Sureste.

En la organización interna, los pueblos volvían a dividirse en segmentos o parcialidades llamadas por lo general hanansaya y urinsaya y luego en ayllus, cada uno de los cuales tenía un nombre propio. Este sistema de organización de población en segmentos inclusivos tiene funcionalidad territorial y poblacional.

Una variante de esta organización son las markas pues en ciertos casos, el Señorío podía dividirse primero en markas y luego recién éstas en urinsaya-hanansaya. La “marka” es un concepto que implica la articulación de una cantidad variable de asentamientos, “estancias” o “ranchos” dispersos. Se dividían internamente en hanansaya y urinsaya, utilizando a veces otras denominaciones locales, como alasaya y manqasaya, o samancha y uravi, pero siendo el concepto el mismo. Esa fue la situación por ejemplo de los lupaca y los carangas.

La división en Urco/Uma y Hanan/Urin ha llevado a que se sostenga que la organización del espacio fue siempre dual. Sin embargo, en tiempos prehispánicos frecuentemente se encuentran tres segmentos. Por ejemplo, los huanca se dividían en tres: Hanan Huanca, Hurin Huanca y Hatun Jauja y los Charcas que estaban divididos en Sacaca y Chayanta. Sacaca a su vez en tres: Hila, Pagre y Sulca.

Un elemento ordenador de este espacio es también la jerarquía ya que siempre uno de los segmentos debe ser superior al otro. Urco más que Uma y Hanan más que Urin, pero uno no puede existir sin el otro, por ello se habla de asimetría y complementariedad. Asimismo la marka, por definición es el lugar de mayor jerarquía de la cual dependían otras poblaciones menores junto con sus autoridades. El mismo principio se observa en los ayllus. Los ayllus “Collana” o “Hila” de donde provienen las autoridades principales se consideran de mayor jerarquía. Mientras ayllus, como “Sulca”, son los “hermanos menores”.

La información etnohistórica que se basa en crónicas y documentos coloniales recoge la situación de estos Señoríos bajo el dominio inca, cuando se transformaron en provincias del Tawantinsuyu. Entonces en las interpretaciones hay una constante tensión entre lo que habría sido preinca y lo que habría sido producto de reagrupaciones realizadas por los incas para su mejor administración y gobierno. Una provincia inca tenía territorio y autoridades bien establecidas, requería que su población no fuera menor a 5000 unidades domésticas ni mayor a 20.000. Por ello por lo general no formaron unidades monoétnicas y en muchos casos como entre los lupaca, pacaje o carangas estaban conformados por aymaras y urus y en otros, como los soras, estaban formados por soras, casayas y urus.
Mapa. Distribución de los Señoríos en el territorio andinosegúnlaorganizaciónUrco- Uma.

Distribución de los Señoríos según sectores Urcu-Uma

Ejemplo de organización hanansaya/urinsaya. Señorío Charca.

Ejemplo de organización en markas.