El aspecto emblemático de esta cultura, a diferencia
de los desarrollos del altiplano, son las
ciudades que fueron edificadas en laderas de
pendientes abruptas mediante la construcción de
plataformas escalonadas y muros de contención.
La ocupación de los valles apropiados para la
agricultura con riego permitió un rápido desarrollo
y un pleno urbanismo. Por ello una de las
características primordiales de la cultura mollo
son las ciudades con extensas construcciones de
terrazas agrícolas en las laderas de quebradas de
los ríos. Hechas de rocas comunes en su base, fueron
recubiertas por humus y sujetadas por muros
construidos de pizarras (Moreno, 1978). Sirvieron
para el cultivo de maíz y especies altiplánicas
como la papa. Las terrazas se complementaban
con una red de canales en forma de V para el
abastecimiento de agua a partir de depósitos en
las partes altas y canales subterráneos cuadrangulares
que servían para desagüe.
Las habitaciones estaban techadas con paja y
las paredes albergaban hornacinas para contener
objetos. Las habitaciones se construyeron de pizarra
negra y cuarcita en doble hilera formando
cuartos rectangulares que rodean un patio interior,
callejuelas siguiendo la pendiente del terreno; también
se construyeron plataformas que conectaban
diferentes sectores. En el mismo espacio de las
habitaciones se encontraban los entierros que se
realizaban en cista (circular o rectangular), de lajas
grandes colocadas en forma de mesa (Arellano,
1985; Nordenskiöld, 1953). Se menciona el entierro
de párvulos en los pisos de las habitaciones.
Los tipos de asentamiento mollo han sido
clasificados en urbano defensivo: Chunkawasioj,
Mama-Khoru, Pucanwaya, Sacambaya, Chullpamarca;
urbano con cementerio: Khari y Pallayunga;
rural con habitaciones: Piñiko, Machacruz,
Jawacollani y solamente cementerio: Pulla-Pullani,
Palla-Palla, Kheara, Pelechuco. También se le
atribuyen vías de comunicación como: Takesi,
Yungacruz y Chucura.
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