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lunes, 24 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Lupaca, una sociedad llamera

Un debate permanente se refiere a si las unidades que conocemos como “Señoríos” fueron tales antes del dominio inca. Lo más probable es que los conocidos lupaca, pueblo aymara hablante, ubicado en la orilla occidental del lago Titicaca (hoy Perú) cuya economía se basaba en el pastoreo, conformó una “provincia” dentro del Tawantinsuyu. Estudios de arqueología en la región permiten considerar que antes de los incas varios grupos o Señoríos locales habitaban la región, unidades que incluso podrían remontar su existencia antes de Tiwanaku (Stanish, 1997).

Los lupaca ocuparon únicamente en el lado urcusuyu del lago lo que podría ser la pauta de que “urcu” (zona seca y alta) era la región más pastoril del altiplano aunque se debe recalcar que esta vocación no excluye que también se cultivaran ciertos productos (Medinacelli, 2010).

Según el cronista Cieza de León los lupacas guiados por sus capitanes Cari y Cusi llegaron desde el Sur, tan lejos como Coquimbo y Copiapo (hoy Chile); de allí en diversas oleadas se fueron asentado en la zona del lago. En su afán por controlar la zona atacaron el centro ritual más importante –la Isla Titicaca (Isla del Sol)– que se hallaba en manos de los collas. Al parecer luego de atacar la isla, se retiraron a la orilla occidental del lago dejando establecida su supremacía guerrera. De hecho luego fueron aliados de los incas contra los collas. Asentados en la orilla occidental del lago, convivieron con la población uru y tal vez con otros grupos de lengua puquina los que tuvieron un status inferior. Como se trata de un pueblo de lengua aymara y economía pastoril que necesitaba moverse por el territorio para sobrevivir, estructuraron su territorio bajo una organización segmentaria dividida en markas.

Desde la arqueología se duda de este origen pues no existen evidencias materiales sobre esta migración y en Copiapó no existen restos de lengua aymara ni otros indicios, sin embargo los datos del cronista Cieza recogidos en el siglo XVI están ahí planteado las preguntas que por ahora no tienen otra respuesta. Lo que sí existe al Sur, es el sistema constructivo circular con techo embovedado típico de las construcciones de chullpas.

El estudio de Stanish en la zona lupaca particularmente en el eje Juli - Pomata establece varios puntos defensivos para el Intermedio Tardío llamado por su equipo Periodo Altiplano. En este momento constata el desarrollo de sitios fortificados en las cumbres de los cerros que representan un cambio radicalmente diferente del precedente patrón Tiwanaku y representa un cambio profundo en la organización política y económica. De los sitios estudiados la Pukara Juli parece fue el principal refugio de este periodo. Se trata deun enorme sitio fortificado que yace sobre el pueblo moderno de Juli. Sin embargo también existen sitios no fortificados que se tienden a concentrar cerca de las pucaras.

En cuanto a su organización interna, esta se conoce bastante bien gracias a la Visita realizada por Garci Diez de San Miguel en 1567 pero no se puede afirmar que correspondan necesariamente al periodo de los Desarrollos Regionales. Más bien lo que la arqueología considera es que no hay datos suficientes que permitan afirmar que hubo un sistema de poder centralizado en la región antes de los incas (Lawrence, 1997). Lo que el estudio sostiene es que el sistema constructivo (distribución espacial y diferenciación de construcciones más complejas), la ritualidad, el tipo de cerámica sin decorado y otros elementos no permiten sostener un sistema político centralizado. Sin embargo nuestras propias conclusiones son que al existir pucaras de enormes dimensiones como la de Juli Pukara con varias murallas y con cientos de estructuras habitacionales y tal vez de almacenamiento, son en si la muestra de un sistema de organización con autoridades con suficiente poder. En la región, Juli aparece como el lugar preinca más importante y pudo haber sido uno de los lugares que aglutinaba poder. Por otra parte es indispensable tener en cuenta que una sociedad pastoril tiene un sistema político que no busca ni la construcción de ciudades ni la especialización, por tanto los restos materiales que deja son también diferentes (Medincelli, 2010b).

A partir de documentos coloniales como la Visita de Garci Diez, Murra (1975) elaboró el modelo de economía andina denominado “control vertical”. Los lupaca estaban organizados en siete markas: Chucuito –que era la cabecera– Acora, Ilave, Zepita, Yunguyo, Pomata y Juli. También controlaban oasis en la costa desde Lluta hasta Sama y Moquegua. Cada una de estas markas se dividía en dos parcialidades: hansaya y urinsaya. Luego cada una de ellas en ayllus, la mayoría de los ayllus eran de población aymara pero algunos eran de urus.

Los nombres de sus autoridades étnicas Cari y Cusi, pasaron a ser el título de las siguientes autoridades. El primer Cari sería el que llegó de Coquimbo, pasó por Carangas y se estableció en Chucuito. Otro de los Cari, estableció una alianza con los incas para atacar a su vecinos los collas, de este modo vencen a Zapana, jefe de los collas. En estos enfrentamientos están también los quillacas que matan a gente de Hatun Colla que controlaban Machaca. Ya bajo el dominio inca se sabe que los lupaca fueron llevados al Cusco para realizar labrados en piedra.

Por otra parte, es común pensar que en el mundo andino no hubo propiedad privada y que los bienes, particularmente la tierra eran propiedad comunal. Sin embargo esta situación es diferente en lo que se refiere al ganado según se puede establecer en la Visita de Garci Diez (1567) que aunque se trata de una información tardía permite proyectar a la situación un par de siglos antes.

La propiedad del ganado se escalonaba desde los rebaños propios de las huacas pasando por los de la comunidad, los de familias privilegiadas, hasta los de propiedad individual como indica Polo de Ondegardo [1571]. Cada una de las “mitades” lupaca tenía cientos de miles de cabezas. En una escala inferior, sabemos que por ejemplo en la marka de Acora cada ayllu tenía su propio ganado. Entre los hombres más ricos figura Juan Alanoca de Chucuito, de quien se decía tenia en 1567 más de 50000 cabezas y del cual no se registra tuviera relación parental alguna con las autoridades lupaca. Las autoridades étnicas también tuvieron sus hatos como deja ver un padrón “…de los mil indios ricos” de Chucuito.

Puesto que carecer de animales limitaba las posibilidades de intercambiar y también de tejer, ambas actividades importantes para obtener otros productos, las familias se esforzaban por tener en propiedad algún ganado. Los padres legaban a sus hijos algún ganado y también se les regalaba en algunos ritos como en el primer corte de pelo. En la misma Visita se establece que los indios aymaras, aún los más pobres, tenían algún ganado. La cantidad de ganado marcaba el status social de su dueño y permitía a las autoridades ejercer con mayor holgura la reciprocidad con los miembros de su grupo. El ganado pastaba en amplios lugares donde a veces podían estar revueltos los animales de los caciques, principales y particulares en cambio los pastos eran compartidos. Para su registro se desarrollaron quipus que permitían anotar lo que cada cual poseía y que las autoridades podían controlar estrictamente. Todavía en el periodo colonial se encuentran datos de encargados de registrar el ganado en quipus (Medinacelli, 2010).

Como un pueblo dueño de mucho ganado desarrollaron finas técnicas textiles. Documentos coloniales estudiados por Murra evidencian la existencia de un importante núcleo textil en la región de Chucuito, capital de los lupacas, donde se realizaban tejidos de cumbi (tejido muy fino de lana de alpaca, vicuña y algunas veces de pelo de chinchilla). Este sitio parece fue establecido por los incas tomando la experiencia textil de los lupaca, para ello trasladaron mitimaes de otras zonas. El centro textil y también cerámico se instaló en Millerea cerca de Huancané, siendo un centro multiétnico dirigido por los lupacas. Según Gisbert, Arze y Cajias (1987) los cumbicamayos (especialistas en tejidos de cumbi) eran tanto de la parcialidad de anansaya como de urinsaya, formando una comunidad de tejedores dirigidos por personas de una elite estrechamente ligada al conocimiento religioso ya que debían tejer los símbolos de sus dioses, tanto así que en tiempos coloniales estuvieron presos por “hechiceros”.

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