A la desintegración de Tiwanaku le sigue una
serie de Desarrollos Regionales que por un
periodo de entre dos y tres siglos (1100/1200
-1400 d. C.) ocupó el territorio andino presentando
características distintas a las tiwanakotas.
Sin embargo uno de ellos destaca por no presentar
una ruptura total, se trata de la cultura
mollo que se distingue por algunos elementos:
cronológicamente es anterior a los llamados
Señoríos, geográficamente se ubica en los valles
mesotermos del Norte del departamento
de La Paz, se caracteriza por la construcción
de ciudadelas de piedras y sobre todo presenta
ciertas continuidades con Tiwanaku, incluso
como un puente entre Tiwanaku y los incas.
Meyers, por ejemplo, sostiene que la tumba del
chamán tiwanakota de Niño Khorin (Wassen,
1972), en pleno territorio kallawaya sugiere que
los mollo, eran los mediadores entre Tiwanaku
y los incas (Meyers, 2002). La posición intermedia
de Mollo entre el altiplano y las llanuras
orientales, hace de esta tradición cultural una
síntesis de conocimientos andino - amazónicos,
característica que se refleja en la cerámica que
comparte elementos del altiplano y de la selva.
El nombre de “Mollo” fue dado por Carlos
Ponce Sanjinés quien desde el año 1957 trabajó
en el sitio principal de Iskanwaya ubicado en
la hacienda Mollo en la provincia Muñecas
del departamento de La Paz. Antes que Ponce,
Nordensnkiöld (1953) había ubicado sitios en
Pelechuco y Keara y todavía Ibarra Grasso dice
haber conocido su cerámica en 1943 gracias a una
colección del Convento San Juan de Dios de La
Paz (Michel, 2006).
La región histórica donde se desarrolló la
cultura Mollo corresponde básicamente a las provincias
Larecaja, Muñecas, Camacho, Saavedra y
Franz Tamayo del departamento de La Paz. Presenta
una compleja topografía vertical que incluye
alturas superiores a los 5.000 msm hasta regiones
localizadas a menos de 1.500 msm. Una importante
cantidad de quebradas y valles que surgen
en la Cordillera Oriental configuran numerosos
ecosistemas. Esta diversidad ecológica permitió
desde tiempos formativos desarrollar una economía
complementaria e incluso excedentaria, así
como la generación de circuitos de intercambio
tanto con la región circuntiticaca como con las
tribus del piedemonte y llanos genéricamente denominadas
chunchos (Saignes, 1985). Al parecer
se ha descartado ya la idea de una amplia difusión
de esta cultura a lo largo de la Cordillera Oriental
y más bien se acepta que se circunscribe a los valles
orientales del Norte. Se pensaba que pudo haber
una relación con la zona de la sierra de Arequipa
donde se desarrolló el estilo cerámico churajón,
con ciertas similitudes con el mollo (Faldín, 1985;
Bustos Santelices, 1978).
Mollo cobró importancia cuando Tiwanaku
estaba en crisis, incluso se considera la posibilidad
de que gente de Tiwanaku hubiera migrado a esta
región ante la crisis de orden climático. Como
su ocaso fue anterior a la presencia europea la
información es básicamente arqueológica resultado
de investigaciones realizadas en más de 25
sitios de ocupación.
Estudios de algunos sitios en la región kallawaya
revelan que un alto porcentaje de la población
que poblaba el lugar era de origen yunga
por lo que se ha denominado como una cultura
yunga - kallawaya (Saignes, 1985). Tomando en
cuenta las similitudes lingüísticas y culturales
con grupos orientales se considera que estos
grupos descendieron de migraciones antiguas
de la vertiente oriental. Asimismo estos grupos
controlaron complejas redes de intercambio
que cruzaban a lo largo del altiplano y la región
amazónica (Alconini y Kim, 2010).
En el periodo que nos ocupa –el Intermedio
Tardío– algunos autores hablan del “Señorío Calabaya”
con dos mitades: Hatun Calabaya y Lurin
Calabaya; sin embargo esta organización parece
estar integrada a los collas del Titicaca. Un sistema
importante de agricultura que se evidencia en la
construcción de terrazas parece tuvo lugar en este
periodo, pero se incrementó notablemente posteriormente
con la presencia inca. Esta vocación
agrícola y de intercambio y articulación entre
el altiplano y las llanuras de Beni, viene por lo
menos desde Tiwanaku periodo que en la región
presenta construcciones circulares, subterráneas
o semi subterráneas para almacenamiento como
las de Kallan Kallan. Este sitio fue paulatinamente
abandonado y sus estructuras refuncionalizadas de
modo que a fines de Tiwanaku su función principal
fue funeraria y de culto, situación que continuaría
en el siguiente periodo, dando cuenta que estaba
en curso un cambio ideológico y político. Finalmente
Kallan Kallan fue totalmente abandonado
(Chávez, 2011).
Durante Tiwanaku el papel central parece
descansar en forma de colonias o de circuitos de
intercambio. Sirvió para facilitar la adquisición
de material exótico tropical tan importante para
Tiwanaku que también beneficiaba a poblaciones
locales Más tarde, en el Intermedio Tardío
se observa un incremento del número de sitios
relacionados con actividades pastoriles y de
altura y el énfasis de la economía pastoril. Se
incrementaron los asentamientos en las zonas altas y la cima de los cerros con sitios como:
Jaramillo, Chuñuna y Collacbajpacha en el valle
de Charazani, Toqonta en el valle de Amarete y
Charazani Pata-Karilaya y Pukarani en el valle
de Curva. Estos sitios presentan conjuntos de
estructuras habitacionales y de almacenamiento
con estructuras construidas con pizarra tosca y
mortero de barro (Alconini, 2009).
Las terrazas de cultivo presentes en la zona se
incrementaron en el periodo inca pero no construyeron
grandes centros imperiales o de producción
artesanal masiva. A juzgar por la arquitectura estos
centros no tuvieron actividades militares típicas
de otros sitios de frontera, más bien se acentuaron
las funciones de tipo ritual provenientes del
periodo anterior con culto a los achachilas (cerros)
(Chávez, 2011).
Al arribo de los incas los kallawaya recibieron
un trato privilegiado debido a su rol de intermediarios.
Arellano (1985) señala que la tradición inca
se habría superpuesto a la mollo, adaptando su
arquitectura habitacional y doméstica. Rasgo común
en ambas, son las puertas hornacinas de forma
trapezoidal, que no se encuentran en Tiwanaku. El
trabajo arqueológico muestra el carácter violento
con que irrumpieron los incas en el valle, tal el caso
del incendio de Iskanwaya y las talas e incendios de
complejos agrícolas como Kunuraya y Pallayunga.
Aunque está demostrado que el incario se asentó
sobre veinticinco sitios pertenecientes a la cultura
mollo, quedan en duda y abiertas a la investigación
las causas que determinaron el final de esta cultura.
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