Los sukakollos consisten en plataformas de terreno rectangulares y paralelas, de aproximadamente 1.5 metros de alto sobre el nivel del suelo, un ancho de cuatro metros y longitudes de cien a doscientos metros, separadas entre sí por canales por donde circulaba agua, permitiendo el riego y almacenamiento de agua también en la temporada seca. Eran construidos con una base de piedras, una capa de tierra con grava, otra con arena y otra capa orgánica, donde se plantaban las semillas. Los canales laterales estaban revestidos por una capa de arcilla que evitaba la filtración del agua de riego. El sistema posibilitaba la creación de microclimas aptos para el desarrollo de los cultivos, evitando también los daños de las heladas.
Estos campos elevados de cultivo se distribuyeron en grandes áreas aledañas al lago Titicaca, ubicadas al Norte de Tiwanaku, en Pampa Koani (Stanish, 2001), formando parte de grandes complejos agrícolas que incluían lagunas artificiales, depósitos de agua, canales en medio de los campos de cultivo, así como viviendas para los administradores temporales. Posiblemente, los camellones fueron construidos durante la época formativa, y su administración y trabajo correspondió, probablemente, a las unidades domésticas locales. Albarracín afirma que la construcción inicial de los sukakollos fue producto de un orden social autónomo, mientras que otras hipótesis plantean que la siguiente fase se hizo bajo la hegemonía de la élite de Tiwanaku. Las áreas de cultivo habrían generado el excedente necesario para sostener centros urbanos y su burocracia. La producción lograda por medio de esta tecnología posibilitó el éxito del modelo estatal de Tiwanaku.
Stanish (2001) señala que el origen mismo del Estado y el origen de sus clases sociales estuvieron directamente relacionados con la producción excedentaria lograda con estos sistemas agrícolas, que fueron aprovechados por grupos locales para lograr diferenciación y convertirse en la élite, como ya vimos.
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