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miércoles, 30 de marzo de 2016

Eduardo Abaroa Hidalgo El Héroe de Calama

Héroe nacional
Defensa de calama

Eduardo Abaroa Hidalgo tomó su arma y se plantó en el puente del Topáter, sobre el río Loa, para librar la que sería su última batalla.

“¿Rendirme yo ?... ¡Qué se rinda su abuela, carajo!", fueron las últimas palabras que este boliviano pronunció, rechazando la propuesta de capitulación que le ofrecían los soldados chilenos; quienes -ante su altivez- no tuvieron más alternativa que apretar el gatillo de sus armas y abrir fuego.

Dos balas segaron su vida a los 40 años, una que impactó en su cabeza y, la otra, en el vientre.

Primera época

Abaroa nació un 13 de octubre de 1839 en San Pedro de Atacama, que por aquel entonces era un pueblo minero, al cual acudían industriales y empresarios para explotar los ricos yacimientos de oro, plata y cobre.

La incipiente ciudad estaba rodeada por un arenal, sus casitas estaban construidas con techo de paja, frente a frente sobre las callejuelas angostas.

Eduardo provenía de la familia Abaroa, un clan tradicional de la zona.

Hijo de Juan Abaroa con Benita Hidal-go, era el tercer hijo de cuatro hermanos: Guadalupe, Ignacio e Irene.

Según datos del historiador chileno, Vicuña Mackenna, la familia firmaba su apellido con “v”, pero su uso a través de la historia se modificó a “b” labial.

Se trataba de una familia relativamente acomodada, situación que permitió a Eduardo Abaroa realizar sus primeros estudios en la escuela del pueblo.

Con el tiempo comenzó a adquirir conocimientos de Teneduría de Libros y Contabilidad, que luego serían la base de su profesión. También era un

empresario independiente y trabajaba en una mina de plata localizada en el departamento del Litoral.

En sus años mozos, conoció y convivió con Irene Rivero Pachas, quien fue la madre de sus cinco hijos: Amalia, Antonio, Andrónico, Eugenio y Eduardo.

El escritor Roberto Querejazu, en su libro “Guano, Salitre, Sangre. Historia de la Guerra del Pacífico”, describe a Abaroa como un hombre alto, delgado y con personalidad un tanto introvertida.

LLAMADO A BATALLA,

RESISTENCIA BOLIVIANA

En marzo de 1879, Abaroa -que se

encontraba en Calama por razones

laborales- no dudó en alistarse como combatiente.

El 23 de marzo de 1879, los habitantes de esta región se enteraron

del ataque de más de 500 soldados chilenos y rápidamente se organizaron para defender Calama, apoyados por el prefecto de Antofagasta, Severino Zapata y por una tropa de unos 100 efectivos, que se situaron en varios puntos de la población boliviana.

Cuando llegó la hora de la batalla, Eduardo Abaroa fue nombrado segundo jefe de los rifleros de Calama; puesto que aceptó honrosamente, no sin antes escribir su testamento y una carta poder a un amigo para que se casara en su nombre con su pareja, Irene Rivero, madre de sus cinco hijos y así no dejarlos desamparados ante la ley.

Si bien la resistencia boliviana fue difícil de aplastar, la superioridad numérica de las tropas invasoras determinaría el desenlace de esta situación.

LOS ÚLTIMOS INSTANTES

La batalla fue cruenta pero la fuerza de su espíritu permaneció intacta. Se quedó en una zanja armado

de un fusil Winchester, que llevaba desde un principio, y de otras dos armas que pertenecieron a sus compañeros caídos a su lado. También estaba acompañado por un peón que fue con él desde San Pedro de Atacama y le ayudaba a cargar las armas.

Es así como, desde su trinchera, el héroe nacional dio pelea a más de 100 chilenos para impedir la irrupción del enemigo al puente Topáter, en medio de la Batalla de Calama.

Cuando cayó en manos de los chilenos, el coronel Avelino Villagrán no podía creer que este hombre hubiera causado tantas bajas a su ejército y lamentó ser él mismo quien ordenara disparar los fusiles de sus soldados, ante la firme negativa de Abaroa de rendirse ante los chilenos.

Precisamente fue Villagrán quien escribiría en 1880 la primera biografía del héroe nacional, de quien se refirió de la siguiente manera:

"No investía carácter militar, pero era boliviano y sobre todo un buen patriota".

La hazaña de Eduardo Abaroa trascendió gracias a los relatos de los

testigos de ese día, los mismos que fueron recopilados por los historiadores en una serie de escritos.

Así lo revela una carta escrita por el subteniente chileno Carlos Souper, publicada en un diario de Valparaíso hace 137 años: “Nos sorprendió ver que un boliviano desde adentro hiciera fuego a más de 100 hombres, pues amigo, nos dio bala duro, y fue imposible pillarlo por más que se lo buscara”.

Un relató que se trasmite de generación tras generación y que quedó clavado en la memoria colectiva de todo un pueblo.

Terminada la batalla, el cuerpo de Abaroa fue enterrado por el Ejército chileno, el mismo día de su deceso, en el cementerio de Calama.

Su sepelio se realizó con honores de héroe: con 21 disparos al aire

y siendo envuelto con la bandera

chilena, a falta de la boliviana.

El historiador Querejazu se refiere a Abaroa como un Quijote, ya que incluso tenía a su escudero -el peón que lo acompañó en la lucha- y un fiel caballo, llamado Chaska.

honores y reconocimiento

Ese día nació la leyenda de Eduardo Abaroa, cuyo rol en la defensa del Litoral se ha consagrado como un relato fundacional de la identidad nacional boliviana.

El 14 de febrero de 1952, el Gobierno boliviano aprueba el Decreto Ley

Nº 2976, para repatriar los restos mortales del Héroe del Topáter.

Durante su exhumación se recuperaron restos de la bandera chilena con la que fue enterrado y casquillos de las balas disparadas en su honor.

Ya en territorio nacional fue sepultado en medio de una muchedumbre impresionante (decenas de miles) en la plaza de La Paz que lleva su nombre.

Asimismo, se erigió una estatua de bronce del mártir boliviano en una postura desafiante, como la que habría realizado el momento antes de su muerte.

Como un homenaje, la empresa Correos de Bolivia honró su memoria con la creación de una serie de sellos postales en los que se citaron sus últimas palabras, aquellas que aún hoy en día, luego de 137 años, llenan de orgullo el corazón de todos los

bolivianos.

Monumentos que evocan la historia boliviana


Patrimonio departamental. ¿Quién podría imaginar el paseo de El Prado sin el monumento de Simón Bolívar o el puente

de la Recoleta sin Eduardo Abaroa, su gran custodio? Hoy, un homenaje a las obras de arte arquitectónicas distribuidas en plazas, plazuelas y calles de la ciudad de Cochabamba.



La ciudad, un museo a cielo abierto



Cochabamba tiene una gran riqueza arquitectónica e histórica. Estatuas, monumentos y bustos dispuestos en plazas y plazuelas de la ciudad son símbolos que evocan la historia, los sueños y las utopías de miles de cochabambinos.

De acuerdo al Departamento de Patrimonio Cultural y Servicios Culturales de la Alcaldía de Cercado, actualmente hay 96 monumentos, de los cuales se escogió a 11, para contar su historia e importancia.

EDUARDO ABAROA

El paseo por los monumentos más representativos de la ciudad se inicia con el Héroe del Topáter, ubicado en el puente de la Recoleta; precisamente es la imagen que este 23 de marzo volverá a ser el centro de los actos de conmemoración recordando el Día del Mar.

Esta obra fue planteada por las autoridades de la Alcaldía a principios de 1970, quienes tenían el deseo

de establecer un trabajo artístico que simbolizara la defensa de la soberanía marítima.

La escultura se encuentra sobre un pedestal de piedra, que asemeja la forma de un montículo; Eduardo Abaroa se encuentra en actitud de resistencia, porque lleva el fusil en la mano derecha.

El diseño de este monumento tiene una anécdota muy particular que pocos conocen. En esa época, Guillermo Aldunate, intendente de los mercados de la ciudad, fue uno de los artífices para la conclusión del trabajo, puesto que se requería de gran cantidad de estaño para fundir y rellenar la estatua.

Aldunate, ingeniosamente, se encargó de abastecer una parte de ese material, entregando al autor de la obra -que no está identificado- todas las pesas falsas que decomisaba a las vendedoras de los centros de abasto que eran sorprendidas tratando de engañar a las amas de casa.

Desde 1972, Eduardo Abaroa es parte importante del patrimonio estatuario de Cochabamba.

Simón Bolívar

Ballivián y La Paz



Esta obra fue adquirida por los socios del Club Social Cochabamba para celebrar y conmemorar el primer centenario del país en 1925.

La estatua fue esculpida en Italia. Su autor, Pietro Pi-raíno, trabajó en bronce y le imprimió un estilo realista, dando como resultado un Simón Bolívar con los brazos cruzados y a discreción, vestido con un uniforme militar del ejército patriota -que se distingue por una franja en la cintura- y en el pecho luce una medalla

y charreteras.

Este monumento alcanza los 2.60 metros y está sobre un pedestal de piedra.

Gerónimo de Osorio

Calama y Tarapacá


Este personaje fundó la Villa de Oropesa, actual

Cochabamba. Fue su autoridad hasta el 1 de enero de 1574, fecha en la que se efectuó la segunda creación a cargo de Sebastián Barba de Padilla.

Durante ese tiempo, Gerónimo de Osorio ejerció

el cargo de Corregidor y llegó a vivir en esta ciudad cerca de 30 años.

Como homenaje a este hombre, el 15 de agosto de 1971 se erigió un monumento en la plazuela ubicada en las calles Calama y Tarapacá.

El autor de esta escultura es César Terrazas, quien

trabajó la obra dentro de lo que es la escuela clásica, con un estilo realista. Sus dimensiones son de 1.90

metros de alto por 70 centímetros de ancho.

Está trabajada en fibra de cemento y fue colocada

sobre un pedestal cuadrado, que aún está en buenas condiciones.

Antonio José de Sucre

Plazuela Sucre


No se tienen muchas referencias de este busto,

se cree que fue colocado en la década de 1940

en la plazuela que lleva su mismo nombre, ubicada

en la zona de San Pedro.

Antonio José de Sucre es un personaje de la historia nacional que contribuyó a la construcción del nuevo estado naciente del Alto Perú; quien inspirado por las ideas de libertad e independencia francesa, dejó su país de origen, Venezuela, y emprendió la campaña

de liberación de América junto a Simón Bolívar.

Fue presidente de Bolivia desde el 3 de enero de 1826 hasta el 18 de abril de 1828, aportando de manera decisiva en la consolidación y establecimiento de la nueva república.

Durante su presidencia dividió a Bolivia en departamentos, provincias, cantones y aldeas.

Homenaje a Cobija

Ecuador y mayor rocha


En 1904 se colocó esta estatua al centro de la plazuela Cobija, la misma que fue fabricada por el artista francés Emanuel Fontaine. Se trata de una estructura de bronce sobre un pedestal circular. Representa a una niña con expresión triste que está abrazando una bandera. La estatua está rodeada por una cadena, que simboliza la mediterraneidad de Bolivia.

El proyecto de la obra comenzó en 1901, cuando

el prefecto de ese entonces, Venencio de Jiménez, realizó una colecta para el pago del trabajo.

Los extrabajadores de las salitreras de Chile, residentes bolivianos en Buenos Aires, y la poetisa Adela Zamudio fueron los primeros en apoyar esta iniciativa.

La fabricación fue encargada a Fontaine. Una vez concluida fue embarcada desde París y demoró dos años en llegar a Cochabamba.

Adela Zamudio

ballivián y oruro


La estatua de Adela Zamudio fue esculpida en 1977 por el artista plástico César Terrazas, quien realizó el trabajo utilizando bronce, cobre y concreto. Ella está de pie con una expresión reflexiva y con la mano derecha sostiene un libro. Tiene una dimensión de 1.80 metros de alto por 75 centímetros de ancho y está asentada sobre un pedestal de dos cuerpos.

Este monumento se erigió en gratitud a la mujer poetisa y escritora que fundó el primer Liceo Fiscal de Señoritas, el que -posteriormente- llevaría su nombre.

En honor a Adela Zamudio se instituyó el 11 de octubre como el Día de la Mujer Boliviana.

Monumento al deporte

Estadio Félix Capriles


La estatua representa a un hombre que tiene en la mano derecha un laurel y en la izquierda una antorcha, reposa sobre arcos deportivos entrelazados

de colores azul, amarillo, negro, verde, rojo; que son el emblema olímpico que muestra la unión de los cinco continentes del mundo.

Esta imagen tiene 2.60 metros de alto; fue trabajada en fibrocemento y bronce. Se instaló en la parte frontal del estadio Félix Capriles en 1968.

Su creador, César Terrazas, se inspiró en la imagen

que se difundió en los VIII Juegos Olímpicos realizados en Amberes-Bélgica el año 1920.

Manuel A. Villarroel

Aniceto Arce y Colombia


Este monumento se erigió en 1947 como agradecimiento al benefactor de los niños, doctor Manuel Ascencio Villarroel, un médico cirujano filántropo, catedrático honorario de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Simón.

El artista plástico encargado de la obra fue Alejandro Guardia, escultor y arquitecto fundador de la Academia de Bellas Artes de La Paz y Cochabamba, quien trabajó en bronce fundido, con un estilo realista.

El médico está sentado, con la mano derecha sostiene la cabeza de un niño y con la izquierda agarra su mano en actitud de protección, ternura y amparo.

Mientras que el pequeño lo mira con una actitud de admiración.

Francisco  del Granado

Ecuador y Baptista


El monseñor Francisco María del Granado fue el tercer Obispo de Cochabamba y Arzobispo de la Plata. Falleció en 1895.

El monumento fue inaugurado el 25 de septiembre de 1921 en la plazuela que lleva su nombre y donde se encuentra el templo de Santa Teresa.

El sacerdote se encuentra ataviado con traje ceremonial eclesiástico, en posición de bendición solemne, con la mano izquierda sobre el pecho. La estatua está sobre un pedestal de tres metros de altura.

La obra fue encargada al escultor Pietro Piraíno, en Italia, quien la trabajó en bronce dentro del estilo realista. Demoró un año en llegar a Cochabamba.

Homenaje al maestro Ballivián y Oruro


El monumento representa a un profesor acompañado de dos niños, uno de ellos

está leyendo concentrado un libro.

El conjunto escultórico se encuentra sobre un pedestal, que fue trabajado en bronce y piedra. Éste tiene formas armoniosas y está sostenido por cuatro columnas dóricas, cuyo color blanco resalta sus contornos.

La parte inferior del pedestal está adornada con hojas de acanto y una corona de laurel.

También contiene plaquetas con los nombres de distinguidos maestros cochabambinos.

Sobre su fabricación, lamentablemente,

no existen datos precisos acerca de su

creador y tampoco las medidas específicas de la estatua.

Aurelio Meleán

Facultad de medicina


Este es un personaje oriundo de los valles cochabambinos que llegó a constituirse en uno de los profesionales más visionarios, patriotas y destacados en el campo de las ciencias de la salud.

Se formó como cirujano en Alemania, a su retorno a Bolivia trabajó incesantemente para que se construyera la Facultad de Medicina en la Universidad Mayor de San Simón, la cual lleva su nombre.

Luego de una larga vida al servicio de la sociedad, falleció el 12 de diciembre de 1952. Por su vocación de servicio, sus compañeros y autoridades universitarias vieron por conveniente colocar un busto de bronce dentro la misma facultad.





Isacc Attie, el alcalde que le dio identidad a Tarija



Cuando se habla con personas que tienen arriba de los 50 años no es raro escuchar decir que la ciudad es obra de Isaac Attie o que fue “el mejor alcalde que tuvo Tarija”; Al parecer, esto no es una exageración, ya que a cada paso que uno da por la capital del departamento puede ver los testimonios e hitos que dejó el paso de ese hombre singular por esta tierra. Él dejó una huella imborrable a través de sus obras.

Isaac Attie llegó a Tarija como muchos migrantes en una época en que las guerras separaban familias y lanzaban a sus jóvenes a lugares remotos, uno de ellos fue Argentina, cuyo puerto en Buenos Aires fue la entrada que utilizaron muchos migrantes del medio oriente y de otras regiones del planeta para ingresar al continente americano.
Se ha escrito tan poco sobre la vida y obra de Isaac Attie que no se tiene certeza sobre el año ni los motivos por los cuales llegó a Tarija. Se presume, de acuerdo a la maestra e investigadora, Anne Amado Romero, que fue por el año 1914. Una hipótesis es que habría llegado motivado por la fama de Potosí y la minería, así como que decidió quedarse porque encontró un lugar que le gustó para vivir.
De lo que si queda constancia es de su vida posterior y su obra, orientada a hacer de Tarija una ciudad moderna y con las condiciones necesarias para tener una buena calidad de vida.
Al parecer, el golpe de inspiración de Isaac Attie fue el Cementerio General, un lugar de aspecto desolado y distribución caótica de tumbas a ras del suelo que en 1929 conoció y decidió mejorar. Lo primero que emprendió fue la arborización, que pasó por una planificación de las sendas.
“Fue un trabajo de Isaac Attie que comenzó cuando todavía no era alcalde, él personalmente delineó las calles, él personalmente puso los pinos, él enseñó el enterramiento en nichos”.
En esta primera obra se puede vislumbrar una cualidad muy particular de la personalidad del turco rubio, como llamaban a este árabe de origen sirio quien profesaba la religión judía. Esa cualidad era el amor desinteresado que ponía en todo lo que hacía y que para bien de Tarija se tradujo en la necesidad de traer el desarrollo a esta ciudad.
El cambio en el cementerio permitió que con los años el camposanto se convirtiera en un lugar que la gente escogía para pasear.
Se puede decir que Isaac Attie tuvo una concepción ecologista y medioambiental en cuanto a la configuración de una nueva ciudad. Herencia suya son los pinos y árboles que le dan una belleza única al bosque del Rincón de la Vitoria, en donde se trabajó una de las obras más importantes para Tarija, la toma de agua de la cual se abastece hasta el día de hoy la capital.
“Antes de él, por Tarija cruzaban acequias, fue él quien hizo el alcantarillado sanitario para Tarija”, comenta Anne Romero quien estableció, durante su investigación que Attie buscó financiamiento para esta obra de la Alcaldía de Nueva York, cuyo alcalde era Fiorllo La Guardia.
“Él le mandó una carta a La Guardia y le solicitó un crédito de un millón de dólares para hacer el alcantarillado de Tarija, el alcalde de Nueva York le dijo que sí, que le daba el crédito pero con la condición de que fuera un crédito directo con Tarija, que no pase por el Gobierno central, pero eso no lo aceptó el Gobierno así que no pudo conseguir el préstamo”, rememora.
El amor del alcalde Attie por la tierra que lo acogió se manifestó también a través de su desprendimiento, cada vez que escaseaban los recursos para una u otra obra, ya que sin pensarlo dos veces ponía dinero de su bolsillo.
Así lo consigna la publicación de El Antoniano, utilizada por Anne Amado para su investigación y en la que el Alcalde declara: “De mi parte quiero hacer la siguiente declaración, para evitar torcidas apreciaciones. He cedido mis haberes del año 1936, destinándolos a los trabajos de las portadas de hierro del Cementerio General; y el sueldo del presente año, lo obsequio para obras públicas. Hago esta declaración, no con el fin de recoger aplausos, sino con el deseo de que se conozca por el pueblo, que he venido a este cargo no para lucrar sino para servir a Tarija”.
Las obras de Isaac Attie le han dado a Tarija la imagen y personalidad que la han caracterizado y caracterizan aún, ya que en cada una de ellas se puede observar su aprecio por la naturaleza, los árboles y las plantas.
“Imagino que él ha debido pensar cuando hizo la biblioteca que uno lee mejor si se encuentra en un lugar agradable, por lo que la construyó con una vista linda que beneficiaba a la Alcaldía y a la Biblioteca”, comenta Amado en relación a los amplios ventanales que dan al jardín de la biblioteca Tomás O´Connor d’Arlach.
Lo mismo puede decirse del Palacio de Justicia, rodeado de jardines y con una verja cuyos espacios, por muchos años, fueron utilizados por los tarijeños para descansar o dar un paseo y cuya construcción se logró gracias que Attie prestó dinero para completar el monto necesario para comprar los terrenos que eran de propiedad del Convento Franciscano.
“Sin Justicia no hay libertad y sin libertad no puede haber justicia”, sentenció Attie cuando hizo realidad esta obra.
Lo mismo puede decirse de su obra en el Hospital San Juan de Dios, que refaccionó y dotó de jardines para dar a los pacientes un ambiente mejor para su recuperación.
Pasar por la Tercera Orden Franciscana igual trae remembranzas de la Tarija de antaño, porque en ella está la marca de Attie: el área verde, los jardines junto a la sólida obra de cal y piedra.
Su visión de gestor de la cosa pública también se aprecia en lo que aún queda de los chalets que albergaron por mucho tiempo algunas carreras de la Universidad Juan Misael Saracho y que hoy son ocupados por el Mercado Central.
“Isaac Attié construyó esos chalets para lograr ingresos para el municipio, su visión era el poder alquilar esos chalet a personas, familias que no tuvieran casa y así generar ingresos”, dice la profesora.
El único ingreso fijo del municipio era producto de la venta de cueros que resultaban del faenado de reses en el matadero municipal.
La vida de Isaac Attie frente al municipio se puede resumir como trabajo destinado a concluir obras que beneficiaban a Tarija, ya que se ocupaba de ellas desde la planificación y una vez concluidas, verificaba que cuenten con el equipamiento necesario.
“Para la biblioteca donó libros, compraba libros de donde había, iba a Potosí y compraba bibliotecas completas para traerlos a la biblioteca de Tarija. Los sillones que servían para los lectores eran sillones ingleses muy cómodos”, rememora.
Una de sus últimas obras fue el Club Social, que se construyó en una de sus últimas gestiones, en 1952. “Él era además una persona emotiva y sensible-comenta Anne Amado-. Cuando hubo la inauguración se organizó un baile y luego de dar su breve discurso se le salieron las lágrimas”.
El mercado central, la avenida Domingo Paz, las calles pavimentadas luego de la instalación del alcantarillado son solo parte de la obra que Isaac Attie dejó para Tarija en una época en la que los recursos escaseaban, en una Tarija semidestruida por la Guerra del Chaco, en la que había que convertir todo en hospital.
Isaac Attié en pocos años logró darle a Tarija un rostro como ciudad que es parte de su identidad y que es necesario preservar.
Algunas obras ya no son lo que fueron, principalmente el mercado central que fue modificado por varias gestiones de alcaldes hasta desaparecer para dar paso a una nueva infraestructura, actualmente en construcción.
Sin embargo, es necesario destacar que las obras del Alcalde que más hizo por Tarija son parte de la historia y deben ser conservadas como patrimonio histórico, de acuerdo a Anne Amado, quien considera que un primer paso es preservar la casa en la que vivió este hombre ilustre ya que más allá de ser una edificación representativa de una época, es una muestra de lo que fue Isaac Attié como personalidad.
“Un hombre visionario que trabajó por mejorar Tarija y que habitó una casa sobria, sin lujos en la que había lo necesario para vivir cómodamente”, finaliza Amado.



LA OBRA VISIONARIA
DEL ALCALDE TARIJEÑO

Palacio de Justicia
Los terrenos para el Palacio de Justicia pertenecían al Convento Franciscano y fueron adquiridos con esfuerzo económico de la comuna, lo que faltó lo puso el alcalde Isaac Attié para hacer realidad esta obra.

Los chalets
Una de las iniciativas del alcalde Attié para obtener recursos fue la construcción de chalets con el fin de alquilarlos como viviendas. Posteriormente estas infraestructuras pasaron a manos de la Universidad.

La avenida
La avenida Domingo Paz también fue obra del alcalde que se preocupó por dotar de servicios básicos y calles pavimentadas a la ciudad de Tarija con el fin de darle las características de una ciudad moderna.

martes, 29 de marzo de 2016

29 de marzo de 1829 Cornelio Saavedra

El general Cornelio Saavedra nació en Otuyo, en la hacienda “La Fombera”, el 15 de septiembre de 1759, dentro de una familia española, por entonces el lugar era el Corregimiento de Potosí (hoy uno de los departamentos de Bolivia).

En 1767 la familia se mudó a Buenos Aires, allí, durante su adolescencia, Cornelio asistió al Colegio Real de San Carlos (actualmente Colegio Nacional Buenos Aires) en donde estudió filosofía y gramática latina (1773 y 1776). Sin embargo, no pudo completar la escuela porque debió dedicarse a la administración de la estancia familiar. Por ese entonces la ciudad ya había sido convertida en capital del Virreina-to del Río de la Plata. El 17 de abril de 1788 contrajo matrimonio con María Francisca Cabrera y Saavedra, su prima hermana, que falleció el 15 de agosto de 1798. Comenzó su carrera política en 1797 al ser nombrado Regidor del Cabildo y, en 1801, fue elegido Alcalde de Primer Voto. En ese mismo año se casó en segundas nupcias con Doña Saturnina Otárola del Rivero, hija del coronel José Antonio Gregorio de Otálora.

Durante la primera de las invasiones Ingle-sas en 1806, participó en la reconquista de la ciudad, comandando el Cuerpo de Patricios. Al año siguiente ante un nuevo ataque inglés, Saavedra marchó hacia Montevideo pero no pudo impedir el sitio a la ciudad. En mayo de 1810 llegó la noticia de la caída de toda España en manos francesas, excepto Cádiz, donde se había formado un Consejo de Regencia que reemplazaba a la Junta Suprema de Sevilla. Dicha noticia desencadenó el proceso revolucionario conocido como Revolución de Mayo.

Saavedra, que estaba en el campo fue convocado con urgencia, le expusieron la noticia y las reacciones, y le preguntaron: “¿Aún dirá usted que no es tiempo?”. También le mostraron la proclama que acababa de publicar Cisneros, convocando a un cabildo abierto para decidir qué hacer. Saavedra la leyó, y dio su famosa respuesta:

“Señores, ahora digo que no es sólo tiempo, sino que no se debe perder una sola hora”.

El 25 de mayo de 1810 Cornelio Saavedra es nombrado Presidente de la Primera Junta de Gobierno y de la Junta Grande. Posteriormente, la Junta es disuelta por un Triunvirato y Saavedra separado de su cargo. Fue perseguido por sus opositores políticos, viéndose obligado a trasladarse a San Juan de donde pasó a Mendoza, ante el peligro de caer preso huyó a la ciudad chilena de Santiago. En marzo de 1815 fue llevado escoltado a Buenos Aires por orden del nuevo Director Supremo Alvear, pero tras la revolución del 15 de abril de 1815, el Cabildo lo indultó provisoriamente y le regresó su cargo militar.

En 1820 apoyó el efímero gobierno de Juan Ramón Balcarce como Ministro de Guerra, y tras su fracaso se exilió en Montevideo. Regresó a la ciudad, instalándose en una estancia en el norte de la provincia. Allí escribió su autobiografía Memoria autógrafa. Cornelio Saavedra falleció en Buenos Aires el 29 de marzo de 1829. El gobernador Juan José Viamonte ordenó su traslado al Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.

Hernán Cortés vs. Francisco Pizarro, la familia española que conquistó los grandes imperios de América

CÉSAR CERVERA

El coronel no tiene quien le escriba, tituló el americano Gabriel García Márquez una de sus obras más entrañables. Los conquistadores tampoco tienen quien los escriba. Su historia resulta políticamente incorrecta, y los países que contribuyeron a fundar no los reconocen como suyos. Pero incluso así, el caso de Francisco de Pizarro, conquistador del Perú, es más doloroso que otros. A diferencia del admirado Hernán Cortés, Pizarro y sus hermanos gozaron de escaso reconocimiento en el periodo que les tocó vivir. El carácter gris del extremeño y las sucesivas guerras civiles entre ellos no ayudaron, precisamente, a que Pizarro encontrase quien le escriba.

HERNÁN CORTÉS, EL APUESTO CAPITÁN

Cuando Pizarro comenzaba a gestar su leyenda hacía veinte años que Hernán Cortés había conquistado Tenochtitlan. Llovía sobre mojado. Cortés fue considerado el mayor héroe en Castilla por sus coetáneos, incluso por encima del militar más prestigioso del periodo, el Gran Capitán. “Fue en tanta estima el nombre sola-mente Cortés, así en todas las Indias como en España, como fue nombrado el nombre de Alejandro de Macedonia, y entre los ro-manos Julio César”, escribió Bernal Díaz del Castillo, autor de “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”. Cor-tés no era un hombre culto, pero sabía impresionar a la gente a través del verbo. Siendo uno de los encandilados el Emperador Moctezuma, que, en una mezcla de síndrome de Estocolmo y admiración sincera, mantuvo una extraña amistad con el hombre que pretendía derribar su imperio.

Valiéndose de la hostilidad que el Imperio azteca arrastraba entre las tribus vecinas, el extremeño fue capaz de aunar los esfuerzos de distintos jefes locales para abrirse paso por el norte de América, usando aquí la superioridad de las armas euro-peas para imponerse en el campo militar. No obstante, su gesta estuvo en todo momento acompañado de una cuidada propaganda, buscando así convencer a Carlos V de que la suya era su causa, y no la de su rival y superior, el gobernador de Cuba, que se enfrentó a Cortés durante la conquista de México.

Por lo mucho que le importaba su imagen, Cortés insistió en que su biografía la escribiera su capellán, Francisco López de Gómara. Como recuerda Henry Kamen en su libro “Poder y gloria: Los héroes de la España imperial” (Austral), en esta biografía el descubrimiento y conquista de América se presentaban como elogio triunfal de España y obra bendecida por el mismísimo Señor.

La imagen del héroe extremeño quedó grabada sobre toda una generación. También en el extranjero fue visto durante mu-cho tiempo como el estereotipo de héroe europeo. “Es el producto final de siglos de preparación para un esfuerzo colectivo de la voluntad humana”, describe el historiador norteamericano W. L. Schurz en “This New World”.

FRANCISCO PIZARRO, EL CRUEL CONQUISTADOR

Nada que ver con la imagen del gris Pi-zarro. Nacido en la localidad de Trujillo (Extremadura), Pizarro era un hijo bastar-do de un hidalgo emparentado con Hernán Cortés de forma lejana, que combatió en su juventud junto a las tropas españolas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia. Aunque tradicionalmente se ha con-siderado que ambos eran primos, en realidad su parentesco era de tío y sobrino, puesto que la línea de Hernán Cortés ha-bía corrido una generación más que la de Francisco Pizarro.

En 1502, el extremeño se trasladó a América en busca de fortuna y fama, no siendo hasta 1519 cuando participó de forma directa en un suceso relevante de la Conquista. Francisco Pizarro arrestó y llevó a juicio a su antiguo capitán, Vasco Núñez de Balboa, el primer europeo en divisar el océano Pacífico, por orden de Pedro Arias de Ávila, Gobernador de Castilla de Oro. El descubridor fue finalmente decapitado ese mismo año con la ayuda de la versión más oscura de Pizarro, la que alimenta en parte la antipatía histórica que sigue generando este personaje.

FRANCISCO PIZARRO ARRESTÓ Y LLEVÓ A JUICIO A SU ANTIGUO CAPITÁN VASCO NÚÑEZ DE BALBOA, EL PRIMER EUROPEO EN DIVISAR EL OCÉANO PACÍFICO

Francisco Pizarro, de 50 años de edad, decidió unir sus fuerzas con las de Diego de Almagro, de orígenes todavía más os-curos que el extremeño, y con las del clérigo Hernando de Luque para internarse en el sur del continente en busca del otro gran imperio americano de su tiempo: los incas. Precedida por la viruela traída por los europeos en 1525, que había diezmado a la mitad de la población inca, la llegada de Francisco Pizarro a Perú fue el empujón final a un imperio que se tambaleaba a causa de las enfermedades, la hambruna y las luchas internas que enfrentaban a dos de sus líderes (Atahualpa y Huáscar) por el poder.

La inferioridad numérica de Pizarro no fue ningún obstáculo. ¿Cómo fue posible que tan pocos pudieran vencer a tantos? es la pregunta que ha causado fascinación en la comunidad de historiadores. “En Ca-jamarca matamos 8.000 hombres en obra de dos horas y media, y tomamos mucho oro y mucha ropa”, escribió un miembro vasco de la expedición en una carta desti-nada a su padre. La superioridad tecno-lógica y lo intrépido del plan de Pizarro, cuyas intenciones no habían sido previstas por el emperador Atahualpa, al estimar a los españoles como un grupo minúsculo e inofensivo, obraron el milagro militar.

El secuestro y muerte de Atahualpa, que no llegó a ser liberado pese a que los incas pagaron un monumental rescate en oro y tesoros por él como había exigido Pizarro, marcó el principio del fin de este imperio. Sin embargo, lejos de la imagen de que el extremeño conquistó el Perú en cuestión de días, hay que recordar que la guerra to-davía se prolongó durante toda una gene-ración hasta que los últimos focos incas fueron reducidos.

PIZARRO Y LA GUERRA DE LOS CONQUISTADO-RES

Los conflictos internos entre los conquis-tadores, que enfrentaron a Pizarro y sus hermanos contra su otrora aliado, Diego de Almagro, enturbiaron todavía más la imagen de los conquista-dores del Perú. Tras la de-rrota y ejecución de Alma-gro, en un nuevo giro de los acontecimientos, los partidarios del derrotado irrumpieron el 26 de junio de 1541 en el palacio de Pizarro en Limay “le dieron tantas lanzadas, puñala-das y estocadas que lo acabaron de matar con una de ellas en la gargan-ta”, relata un cronista so-bre el amargo final del con-quistador extremeño. Las guerras civiles entre los conquistadores se prolongaron hasta fina-les del siglo XVI, convirtiendo a los Pizarro también en villanos a ojos de la Corona.

Frente al encantador de serpientes de Cortés, que acudió a la Corte de Carlos V a contar sus hazañas, Pizarro no parecía hecho de la materia de que están hechos los héroes. Codicioso por naturaleza, cruel y dado a buscar su interés personal, o al menos así le recordó el mundo. Fue con el paso de los años cuando surgió la leyenda del humilde Pizarro: una persona sin privi-legios que abandona la pobreza y engrosa las filas de la nobleza tradicional. Un héroe para el pueblo.

A lo largo de los siguientes siglos, Piza-rro ganó en reputación. Los historiadores norteamericanos, que veían en los con-quistadores a los precursores de sus gran-des pioneros, elevaron a la categoría de esforzado héroe al extremeño. La primera biografía fiel de Pizarro la publicó el norte-americano William H. Prescott en su “His-tory of the Conquest of Peru”, quien consi-deraba que España había descuidado a uno de sus más famosos héroes: “Ningún español ha intentado escribir una historia de la conquista del Perú basada en docu-mentos originales”. La prueba de este des-cuido es que en Trujillo, su lugar de naci-miento, nadie hizo el menor intento de erigir una estatua al conquistador hasta la década de 1890.

Mientras España empezaba a recuperar a sus héroes levemente, Iberoamérica co-menzaba a considerar a los conquistado-res como genocidas que habían destruido las fértiles culturas previas a la llegada de los españoles. La Guerra de Cuba de 1898 sumó a EE.UU. a esta tendencia histórica contra los personajes españoles. Aquí, tanto Cortés como Pizarro, compartieron el mismo destino. Ni Perú ni México les acep-taron como los padres fundacionales de sus países.

SOBRE TUMBAS, ESTATUAS Y BIOGRAFÍAS PERDIDAS

Tras ser trasladados desde Europa los restos de Cortés a una iglesia de Ciudad de México en el siglo XVII, la independen-cia del país cambió radicalmente la imagen que tenían sobre él. A diferencia de otros países como Colombia, que sí conservó el culto a Benalcázar o Ecuador con Orellana –en un intento de dar sentido histórico a sus países–, la oposición a Cortés se man-tuvo firmemente enraizada hasta el punto de que en la actualidad no hay ninguna estatua de cuerpo entero del conquistador en todo México.

Su tumba llegó a correr peligro. Poco después de la independencia, empezaron a correr pasquines que incitaban al pueblo a destruir el sepulcro. Previniendo la inmi-nente profanación, las autoridades ecle-siásticas decidieron desmontar el mauso-leo y ocultar los huesos. En la noche del 15 de septiembre de 1823, los huesos fueron trasladados de forma clandestina a la tari-ma del altar del Hospital de Jesús y el bus-to y escudo que decoraban el mausoleo fueron enviados a la ciudad siciliana de Palermo.

LA ÚNICA ESTATUA DE CORTÉS ERIGIDA EN TERRITORIO MEXICANO PERMANECE JUNTO A SU HUMILDE TUMBA

Trece años después los restos cambia-ron su ubicación a un nicho todavía más oculto, donde permanecieron en el olvido durante 110 años. El 9 de julio de 1947, tras un estudio de los huesos, Cortés fue enterrado de nuevo en la iglesia Hospital de Jesús con una placa de bronce y el escudo de armas de su linaje. La única estatua de Cortés erigida en territorio mexicano permanece junto a esta humilde tumba, cuya existencia se guarda de for-ma discreta en un país que, en su mayor parte, sigue sin asumir como positivo el pa-pel que jugó el conquistador en su fundación.

El caso de Pizarro es casi idéntico. Durante un siglo se creyó que se habían exhu-mado y expuestos en un fé-retro de cristal los restos del extremeño. Sin embargo, a finales del siglo XX unos hombres descubrieron una caja de plomo en un nicho sellado de la catedral de Lima con la inscripción “aquí yace la cabeza del Señor Marqués don Francisco Pizarro, que descubrió y ganó los reinos del Perú y los puso en la Real Corona de Castilla”. Un grupo de forenses confirmó que esos eran los restos auténticos, y no los que se ho-menajeaban desde 1892.

A partir de entonces Perú ha mostrado poco interés en homenajear o reivindicar la figura de Pizarro. A petición de las autori-dades peruanas, una estatua del conquis-tador fue trasladada de Nueva York a Lima en 1934, lo cual se convirtió automática-mente en un foco de controversia. En 2003 las presiones de la mayoría indígena die-ron como resultado que esta estatua ecuestre de Pizarro fuera llevada al depó-sito municipal, a la espera de encontrarle una nueva ubicación. Al año siguiente la colocaron, ya sin pedestal, en un parque rehabilitado del barrio de Rimac. La polé-mica promete seguir vigente.

sábado, 26 de marzo de 2016

Valentín Navarro y los héroes de Calama



“(…) en esos solemnes momentos no vi palidecer a ninguno de los que se hallaban en el regimiento; más parecía que se preparaban para un festín que para un terrible combate en el que iban a correr torrentes de sangre” (Ricardo Ugarte).

Hay héroes que yacen olvidados en el Cementerio General de Sucre. Su protagonismo e importancia en la historia boliviana contrasta con las flores marchitas que hoy visten sus lápidas a 137 años de la Guerra del Pacífico.

Caminaba entre los mosaicos de nichos apilados en el sector de los primeros cuarteles del camposanto, donde el aire parece más fresco y limpio por la brisa que corre a través de sus viejos árboles y jardines.

Nombres y fechas variadas desfilaban ante mis ojos cuando me detuve en un nicho que llamó mi atención; los colores grises de la lápida apenas se distinguían por el peso del tiempo entre esa reja de hierro forjado. El olvido se colaba por las rendijas obligando al curioso a aproximarse para conocer de quién se trataba… Valentín Navarro “Héroe en Calama”.

Quedé pensativo por un momento y a mi mente regresaron aquellos años en la escuela, cuando los maestros relataban los episodios más importantes de la Guerra del Pacífico, como la jornada del 23 de Marzo de 1879 en Calama, destacando la figura del valeroso Eduardo Abaroa en el puente del Topáter, imprimiendo con su sangre uno de los episodios más recordados y sentidos de la historia de Bolivia.

Junto con Abaroa, en mis recuerdos de estudiante figuraba también Ladislao Cabrera y alguno que otro personaje que en ese momento no alcanzaba a identificar. Llegué a la conclusión de que al margen de ellos, en mi memoria no figuraban o simplemente no existían otros personajes recuperados por mis maestros o aquellos libros de Historia sobre la Guerra del Pacífico que acompañaron los años de colegio.

Entonces, ¿quién fue Valentín Navarro?, ¿cómo se explicaba que el título de “Héroe en Calama” impreso para la eternidad en su lápida pase tan desapercibido y, a 137 años de ese 23 de marzo, este personaje haya quedado en el olvido? ¿Habrá conocido a Ladislao Cabrera?, ¿estuvo con Eduardo Abaroa?, ¿qué fue lo que hizo en Calama?

Calama: Coraje, valor y sangre
En febrero de 1879, al inicio de la invasión chilena en el puerto de Antofagasta, Calama estaba poblaba con menos de un centenar de casas y edificaciones escasamente habitadas por civiles y algunas autoridades.

El 16 de febrero de ese año, dos días después de la toma de Antofagasta, el coronel Fidel Lara llegó a Calama con la noticia de la invasión chilena. En ese momento, los habitantes y estantes allí emplazados jamás imaginarían que ese pequeño terruño se convertiría, un mes después, en el bastión de defensa de la nacionalidad boliviana.

Según relata el historiador Roberto Querejazu Calvo en su libro “Guano, salitre, sangre. Historia de la Guerra del Pacífico”, el desembarco de→ →tropas chilenas en Antofagasta el 14 de febrero sorprendió a Ladislao Cabrera en sus funciones de prestigioso abogado en Caracoles, donde además fungía como presidente del Ayuntamiento. Junto al subprefecto de esa localidad, el coronel Fidel Lara, coincidieron en que era imposible defender ese distrito minero con los poco más de 20 soldados disponibles de su guarnición. De ese modo resolvieron retirarse hasta Calama, donde tenían mejores perspectivas para hacer frente a la ofensiva chilena.

Así, el 17 de febrero arribó a Calama el coronel Emilio Delgadillo con 23 hombres que componían la guarnición de Caracoles; un día después haría lo propio Ladislao Cabrera, en cuyos hombros descansó la organización de la defensa boliviana.

Ricardo Ugarte, civil que salió de Calama el 18 de febrero rumbo a Tocopilla en busca de pólvora y armamento, relata que al mando de Cabrera, entre otras personas, formaron el abogado Valentín Navarro y Eduardo Abaroa, este último residente de Atacama que se encontraba temporalmente en Calama atendiendo sus negocios. Ahí estaba, el relato histórico confirmaba la presencia de Navarro en esa cita con el destino de la nacionalidad boliviana.

En ese escenario, hasta el 22 de marzo, con pequeños refuerzos de Tocopilla y Mejillones el reducido contingente boliviano consiguió armar a 135 hombres con rifles, escopetas, revólveres, lanzas, pólvora y otros insumos apenas suficientes para sostener un combate desigual contra un ejército entrenado y bien equipado.

En medio de los preparativos, el parlamentario chileno Ramón Espech se presentó en Calama para demandar la rendición de los bolivianos y la entrega inmediata de sus armas. Sin embargo, Cabrera respondió que cualquiera que fuera la superioridad del enemigo, ese puñado de patriotas “defendería hasta el último trance la integridad del territorio de Bolivia”, según recoge José Vicente Ochoa en su texto “Calama”, publicado en 1890.

Tras ello Cabrera, junto a Valentín Navarro, uno de sus principales colaboradores, redactó una proclama dirigida a sus compatriotas en Calama; 135 bolivianos dispuestos a enfrentar su destino en un combate por demás desproporcionado. “Que sepa Chile que los bolivianos no preguntan cuántos son sus enemigos para aceptar el combate (…)”, reza el documento citado por Querejazu.

“De los 135, nueve eran civiles y 126 vestían uniforme militar. De los nueve civiles, cinco eran abogados (Ladislao Cabrera, Valentín Navarro, Ricardo Ugarte, Lizardo Taborga y Manuel J. Cueto), dos empleados públicos (José G. Santos Prada, subprefecto de Calama y Eugenio M. Patiño, intendente de Policía), uno médico (Gregorio Saavedra) y uno contador (Eduardo Abaroa)”, precisa Querejazu en su relación sobre los protagonistas de la defensa de Calama.

Al frente tenían 544 soldados chilenos a la cabeza del teniente coronel Eleuterio Ramírez y el coronel Emiliano Sotomayor, quienes organizaron a sus oficiales en dos grupos para la toma de Calama por los puentes Topáter y Carvajal, la madrugada del 23 de marzo de 1879.

Los sucesos de esa jornada, ampliamente estudiados y relatados por historiadores bolivianos e incluso chilenos, encumbraron el valor de ese puñado de bolivianos que cumplieron su promesa al entregar sus vidas por la patria.

Tras dos horas de aguerrido combate, Cabrera, viendo mermadas sus fuerzas ante el dispar enfrentamiento, ordenó a los sobrevivientes entre jefes y oficiales, tropa y empleados de la Prefectura del Litoral, la retirada en dirección de Chiuchiu, Canchas Blancas y Potosí.

En su parte fechado el 31 de marzo de 1879 en localidad de Canchas Blancas y dirigido al Ministerio de Guerra, Cabrera da cuenta con detalle sobre los preparativos para la defensa, los pormenores y los resultados de la lucha por defender Calama. Desde ese mismo lugar, a su turno, Ricardo Ugarte levantó una relación de los “señores jefes, oficiales, paisanos y tropa” que combatieron en Calama; 135 fueron los defensores, sin embargo en la lista solo se consigna a 87, el resto no tenía documentación que respalde su identidad. Así se sabe que esa jornada 30 hombres fueron prisioneros del ejército chileno y que Eduardo Abaroa, el teniente Menacho y 14 oficiales más de la tropa perdieron la vida.

“Aquel pequeño grupo de valientes cumplió su consigna defendiendo su puesto con valor y denuedo, hasta que su bandera no fue más que un arambel, hasta que sus armas no fueron más que garrotes por falta de balas…”. Así reseñó el combate Eduardo Subieta, en su homenaje titulado “¡A los héroes de Calama en testimonio de admiración!”, documento que fue leído el 25 de mayo de 1879, en una sesión pública de la Sociedad Literaria Sucre.

Navarro y la Guerra del Pacífico
Tras la requisa de los libros el peso e importancia de Valentín Navarro quedaba por demás demostrado. Ese personaje había protagonizado uno de los episodios más importantes para Bolivia en la Guerra del Pacífico.

Ese protagonismo fue recuperado y difundido también por el destacado escritor y ensayista boliviano Tristán Marof, que en su texto “Sangre Gloria y Honor en el puente del Topáter”, publicado el 22 de marzo de 1965, recuerda cómo Navarro se dirigió al grupo de 135 bolivianos en Calama instándolos a defender con su vida la integridad del territorio nacional: “Saben que los chilenos son numerosos, con fuerzas de caballería, infantería y artillería en número de 900 plazas, pero ustedes han resuelto defender su patria hasta morir. Se firma el acta correspondiente, se lucha y se muere…”, había sentenciado el doctor Valentín Navarro frente a las intenciones chilenas de propiciar una rendición en vísperas del 23 de marzo.

Esas palabras seguramente fueron reproducidas una y mil veces en persona y de boca del mismo Valentín Navarro a Tristán Marof, su hijo. Sí, esta búsqueda me había develado una nueva sorpresa: el autor de “La ilustre ciudad”, “La justicia del Inca” y otras importantes obras, era hijo del propio doctor Valentín Navarro, héroe en Calama.

Según relata Gustavo Adolfo Navarro Emeller (Tristán Marof, 1898-1979), tras la Guerra del Pacífico, como reconocimiento a su padre, el Senado de Bolivia le otorgó una medalla de oro y un emblema con la leyenda: “Se batió uno contra diez”.

Es interesante percatarse de que, si Valentín Navarro no habría vuelto de la defensa de Calama, Tristán Marof jamás habría nacido y Bolivia se hubiera perdido de una de las figuras más influyentes y representativas del movimiento político de izquierda durante el siglo XX.

Navarro regresó a su ciudad natal, Sucre. Siendo uno de sus ciudadanos más probos y respetables, continuó desempeñando sus funciones de abogado y partió al más allá el 3 de enero de 1917.

Me figuro al joven Gustavo Navarro, de pie, frente a la tumba de su padre, embargado por un profundo sentimiento de vacío frente a la partida de ese ser que marcó su existencia y al que probablemente había defraudado. “Sus funerales fueron solemnes en atención a sus méritos. Una compañía de soldados acompañó sus restos hasta el cementerio y el instante que el corneta tocaba silencio solo su hijo sabía que su padre había muerto de dolor”, confesaría años después Tristán Marof, en sus memorias.

La familia sucesora del abogado defensor de Calama siguió la línea Querejazu, que ahora florece en Santa Cruz. Doña Olga Saavedra de Querejazu, descendiente directa de Navarro, cedió la única fotografía conocida de Valentín Navarro al Archivo de la Casa de la Libertad; gracias a ello hoy podemos conocer cómo y quién fue el personaje de Calama. En la imagen del personaje, al lado izquierdo del pecho se puede apreciar la insignia medalla de reconocimiento como Héroe de Calama, distinción que, según su hijo, portaba orgulloso en ocasiones especiales.

Sobre héroes y tumbas
137 años han pasado desde ese fatídico 23 de marzo y en el nicho de Navarro, incrustado en las rejas por alguna mano piadosa, una astromelia amarilla medio marchita alegra de alguna manera ese espacio de silencio y olvido. Su intenso color contrasta con un par de floreros improvisados donde unas flores marchitas y saturadas de polvo dan cuenta del tiempo que yacen allí sin renovación alguna.

Parecería que no es casual el lugar que ocupa el nicho de Navarro, prácticamente detrás del ángel de mármol encargado por el expresidente Hilarión Daza en memoria de sus padres. Es como si aquel ser alado diera la espalda a uno de los personajes olvidados de la contienda del Pacífico. “La muerte es nada: el olvido es todo”, reza el epitafio inscrito en el mármol fechado en 1878, un año antes de la Guerra.

Resulta paradójico que esa figura haya sido erigida por un personaje tan cuestionado por su accionar durante la Guerra, calificado incluso como traidor a la patria, delito que en los hechos no fue olvidado y probablemente por eso, después de 14 años de ausencia, en febrero de 1894, a su retorno de Europa para enfrentar un juicio de responsabilidades en la Corte Suprema, Daza fue asesinado en la estación de trenes de Uyuni. Fue baleado por tres disparos de carabina, presumiblemente disparados por la misma guardia que lo escoltaba a su llegada a la estación, según colige Querejazu.

El mismo historiador cuestiona así su papel en la Guerra del Pacífico: “¿Por qué por lo menos no reforzó un poco la guarnición de los cuatro puertos (Antofagasta, Cobija, Tocopilla, y Mejillones) aunque no fuese sino para que la piratería chilena no fuese tan fácil… y la muerte de Abaroa menos solitaria?...”.

Como cualquier guerra, la del Pacífico devolvió al país un contingente de excombatientes, muchos→ →de los cuales terminaron sus días en Sucre. Según el historiador Guillermo Calvo Ayaviri, el Cementerio General de la capital alberga los restos de aproximadamente 400 personas que participaron del conflicto bélico con Chile entre 1879 y 1880, cuando Bolivia se retiró de la Guerra tras la Batalla del Alto de la Alianza, el 26 de mayo de 1880.

En su trabajo titulado “El Cementerio General de Sucre, apuntes sobre su historia” Calvo logró recuperar una lista de más de 100 personas, veteranos cuyos nombres probablemente nunca se habrían conocido de no ser por la labor del investigador. No obstante, hoy en día en el cementerio solo unas cuantas tumbas de personajes que parti-ciparon de la Guerra del Pacífico pueden ser reconocidas, aunque ello no significa que hayan superado el olvido de autoridades e instituciones.

Calvo cuenta que cada entierro de un veterano del Pacífico era un acontecimiento que despertaba el civismo de la población, que se entregaba a los actos donde se rendían honores a los excombatientes de la Guerra. “Eran actos muy solemnes con la participación del clero en una misa concelebrada en la Catedral Primada de Bolivia, el cortejo fúnebre era en carrozas con caballos y gente de a pie, estas personas gozaban de nichos dignos de un notable”, refiere. Asimismo, según su investigación, el Ministerio de Guerra disponía el pago de Bs 100 a la familia del difunto para encarar los gastos funerarios.

Los entierros de excombatientes del Pacífico en Sucre se extendieron hasta 1928; si bien hubo más veteranos todavía vivos, no se cuenta con registros de sus decesos pasado ese año.

El investigador lamenta que la necesidad de espacio haya motivado a los administradores del Cementerio a retirar y exhumar los restos de los veteranos para dar paso a otros cuerpos. Así, la gran mayoría ahora descansa en una fosa común y es que fue justamente tras la Guerra del Pacífico, en 1901, que en homenaje a la Batalla de Alto de la Alianza recién comenzaron la remodelación del camposanto con la construcción de mausoleos.
Honor y gloria

Uno de los pocos actos de reivindicación de la memoria de los héroes del Pacífico y más precisamente con Valentín Navarro se cumplió en 2006, cuando gracias a la colaboración de la señora Olga Saavedra de Querejazu autoridades municipales conocieron el relato sobre la vida de su antecesor y su participación en Calama. De ese modo, a través de la Ordenanza Municipal N° 172/06 se determinó la exhumación de los restos de Navarro, que fueron retirados de su nicho y colocados en la antigua cripta donde antes descansaban los de Manuel Ascencio Padilla, justamente al lado de la sepultura de Ladislao Cabrera y el general Narciso Campero.

“Que, el Dr. Valentín Navarro fue Secretario General de Don Ladislao Cabrera, de destacadísima actuación durante las jornadas épicas de la defensa de Calama, el 23 de marzo de 1879, habiendo aportado asimismo con todos sus recursos económicos, como los de su comandante en la conformación de un grupo irregular de patriotas que tuvieron como misión dicha defensa. Que, como un homenaje y retribución justa a quienes permanecieron juntos en la defensa de nuestro Litoral, en aquellos aciagos días de combate defendiendo nuestra heredad nacional, se efectuará el traslado de los restos de Don Valentín Navarro al lado de los restos de Don Ladislao Cabrera y el general Narciso Campero en el Cementerio General”, reza la ordenanza.

No obstante, más allá del acto solemne de traslado de los restos, el 16 de diciembre de 2006, hoy esos lugares de la memoria del Pacífico no gozan de mayor reconocimiento. Este extremo es confirmado por el propio administrador del Cementerio, Leonardo Soria. “A don Valentín alguna vez dejan alguna florcita en lo que era su lápida, en esos frascos de mermelada. También a veces algún colegio viene a hacer sus homenajes y dejan sus coronas de flores en la tumba de Ladislao Cabrera”, afirma.

Hoy, la memoria de Valentín Navarro flota como fantasma de un pasado que no deja de hacerse presente. Junto a otros, yace en el Cementerio a la espera del visitante que se detiene frente a sus lápidas y bronces; ahí, donde sus historias no terminan, sino que apenas empiezan.

…Esas palabras seguramente fueron reproducidas una y mil veces en persona y de boca del mismo Valentín Navarro a Tristán Marof, su hijo. Sí, esta búsqueda me había develado una nueva sorpresa: el autor de “La ilustre ciudad”, “La justicia del Inca” y otras importantes obras, era hijo del propio doctor Valentín Navarro, héroe en Calama… Si Valentín Navarro no habría vuelto de la defensa de Calama, Tristán Marof jamás habría nacido y Bolivia se hubiera perdido de una de las figuras más influyentes y representativas del movimiento político de izquierda durante el siglo XX.

BIBLIOGRAFÍA
Abecia, Valentín. La dramática historia del mar boliviano, Editorial La Juventud, La Paz, 1988.
Baptista Gumucio, Mariano (dir). ¡Que se rinda su abuela, carajo! Vida y epifanía de Eduardo Abaroa, Biblioteca Popular Última Hora, La Paz, 1978.
Camacho, Eliodoro. Reseña critica de la historia militar de Bolivia, La Paz, Tipografía Comercial, 1897.
Gutiérrez, Alberto. La Guerra de 1879, París, 1912.
El diario de Campaña de la injusta Guerra del Pacífico. Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional, La Paz, 2015.
El libro del Mar. Ministerio de la Presidencia, La Paz, 2004.
Lechín Suárez, Juan. Historia trágica de un camino inexistente, Los Amigos del Libro, Cochabamba, 2001.
Marof, Tristán (Gustavo Navarro). La novela de un hombre (memorias), Editorial del estado, La Paz, 1956.
Querejazu Calvo, Roberto. Guano, salitre, sangre: Historia de la Guerra del Pacífico, Editorial La Juventud, La Paz, 1998.
Ugarte, Ricardo. La primera página de la Guerra del Pacífico, La Paz, 1890.


23 de marzo de 1879 Combate de Calama

Luego del alevoso y traicionero asalto al puerto de Antofagasta por tropas chilenas, el 14 de febrero de 1879, algunos pobladores y autoridades de este puerto deciden organizar la resistencia en Calama, allí entre los vecinos de Caracoles hallábase el doctor Ladislao Cabrera, ciudadano animoso y patriota, quien concibió la idea de hacer resistencia al enemigo, aprovechando de la situación ventajosa de Calama, pequeño villorrio situado a orillas del río Loa.

Con grandes esfuerzos y con la rapidez que la situación exigía, pudieron reunir una fuerza de 135 hombres, con un material de guerra bastante pobre: 43 rifles, 47 escopetas, 11 revólveres.

LA INTIMACIÓN CHILENA Y LA RESPUESTA BOLIVIANA

Cuando este grupo de defensores esperaba por momentos el ataque del enemigo que avanzaba impetuoso, se presentó en Calama don Ramón Espech, en calidad de parlamentario chileno, quien propuso al jefe boliviano, doctor Cabrera, la entrega de la plaza, “para evitar la efusión de sangre”. Cabrera contestó que, “estaba dispuesto a defender hasta el último trance la integridad del territorio de Bolivia”.

Entonces, el enviado chileno exigió que se extendiese una acta, lo que se hizo, en el mismo momento.

ORGANIZACIÓN DE LA DEFENSA.

Calama, situada en una planicie de tres kilómetros de extensión, está bordeada hacia el sur por el río Loa, que le sirve de defensa como los fosos a una fortaleza.

Sobre el Loa existían dos puentes, el Topa-ter y el Carvajal,- distantes uno de otro cuatro kilómetros.- Estos dos puentes fueron destruidos, y colocados en los sitios que ocupa-ban dos columnas encargadas de impedir el paso de las fuerzas chilenas.

A Topater fue destinada una columna de 30 hombres, al mando del coronel Fidel Lara, como primer jefe, ciudadano Eduardo Abaroa, como segundo, mayor Juan Patiño, como tercero.

En Carvajal se colocó otra columna a órdenes del teniente coronel Emilio Delgadillo y de los oficiales José Díaz y Francisco Zúñiga.

Jefe del estado mayor general era el coronel Gaspar Jurado, Comandante en jefe de las operaciones era el doctor Ladislao Cabrera, a quien colaboraban de cerca prefecto del departamento coronel Severino Zapata y el coronel Juan Salinas.

EL COMBATE DEL 23 DE MARZO DE 1879

En la madrugada de este día se presentó al frente de las posiciones de Calama el ejército enemigo. Constaba éste de dos regimientos de infantería, uno de caballería, una brigada de artillería y un cuerpo de montoneros, formando un total de 1.400 hombres. Esta división estaba comandada por el coronel Emilio Sotomayor.

A las 7 de la mañana del 23 de marzo de 1879, la división chilena acabó de descender de las colinas situadas sobre el camino de Caracoles, e inmediatamente emprendió el ataque a las posiciones bolivianas por tres distintos puntos. Abaroa y su grupo tenían la misión de impedir el avance del enemigo por el sector del puente Topater. Luego de ardua resistencia se impuso el número superior de hombres y la calidad de armamentos y en una lucha desigual la resistencia es diezmada, Abaroa cae herido, aún así sigue luchan-do y cuando le intiman rendición, responde con gallardía: ¿Rendirme? ¡Que se rinda su abuela, carajo! Repercute una descarga de fusiles de la compañía chilena dando fin a la vida del valeroso defensor del territorio y la soberanía boliviana.

España reconoce la soberanía de Bolivia sobre territorios de Atacama

El 21 de julio de 1847, bajo el gobierno del Gral. Ballivián, España y Bolivia suscriben en Madrid el Tratado de Re-conciliación, Paz y Amistad.

En el Art. 2° del mencionado Tratado se lee: ´“En su con-secuencia, S.M.C. reconoce como Nación libre, soberana e independiente a la República de Bolivia, compuesta de los países especificados en su ley constitucional a saber: los departamentos de Chuquisaca, Potosí, La Paz de Ayacucho, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Tarija, Beni y el Distrito Litoral de Cobija y cualesquier otros territorios que correspondan a Bolivia”.

En este Tratado España reconocía como Nación Libre, soberana e independiente a la República de Bolivia con el Distrito Litoral de Cobija bajo su soberanía.

Camellos en el desierto de Atacama

Durante la administración gubernativa del Gral. José Ballivián que se desarrolló entre los años 1841 y 1847 ocurrió un hecho bastante curioso del que se habló por bastante tiempo. Al margen de las exploraciones que se realizó en la región oriental de Bolivia, Ballivián proponiéndose hacer menos costoso y sacrificado el transporte hacia el puerto La Mar sobre el Pacífico, ordenó a su Ministro de Hacienda (año 1846) la compra de una partida de camellos de Oriente destinada al servicio del país para viajar a través del desierto de Atacama y llegar al puerto de Cobija.

Una crónica de entonces comentaba la presencia de estos animales en estos términos: “Los socios del negocio del guano han traído al puerto de Cobija desde las islas Canarias, 35 camellos, que el gobierno les pidió con el patriótico y laudable designio de aclimatar y pro-pagar, en el territorio de la República, esa nueva y preciosa cría de “acémilas”, que puede dar grandes facilidades y economías al transporte de nuestros productos”.

El proyecto fracasó porque los camellos no pudieron adaptarse en un territorio bastante inhóspito y de grandes contrastes.

miércoles, 23 de marzo de 2016

23 de Marzo de 1879 Eduardo Abaroa, defensor de Calama

Este día ha sido instituido como el Día del Mar, en conmemoración a la heroica defensa de Calama por parte de un puñado de patriotas encabezado por don Eduardo Abaroa Hidalgo, cuando Chile inició su agresión militar para apoderarse del territorio del Litoral, el cual le permitía acceder jurisdiccionalmente al océano Pacífico.

Abaroa nació en San Pedro de Atacama el 13 de octubre de 1838 y murió en Calama el 23 de marzo de 1879. El Héroe de Calama era un contador y empresario que trabajaba en una mina de plata, localizada en el departamento del Litoral, territorio perteneciente en esa época a Bolivia, que formaba también parte de la efímera Confederación Perú-Boliviana.

En esa época Calama era un pequeño pueblo de paso de caravanas de ganado y minerales. Abaroa poseía tierras de pastizales y vegas que eran utilizadas para el ganado y producción de alfalfa.

Pertenenciente a la familia Abaroa, una familia tradicional de la zona precordillerana de San Pedro de Atacama, era hijo de Juan Abaroa y de Benita Hidalgo, siendo el tercero de cuatro hermanos: Guadalupe, casada en 1850 con Mariano Franco Acuña; Ignacio (n. 1833), casado con Francisca Angulo Almendares; e Irene (n. 1842), casada con Juan Bautista Ascárate Trujillo.

Don Eduardo Abaroa se casó con Irene Rivero Pachas, con quien tuvo cinco hijos: Andrónico, Eugenio, Amalia, Antonia y Juan Eduardo.

Tras el estallido de la Guerra del Pacífico, en 1879, se incorporó voluntariamente a las tropas bolivianas. Durante la invasión chilena lideró la resistencia civil en la batalla de Topáter, acción en que perdió la vida.

En la actualidad, es considerado uno de los más importantes héroes bolivianos de la Guerra del Pacífico y fue póstumamente reconocido con el grado de coronel.

Eduardo Abaroa Hidalgo fue el primero de los civiles en ofrecerse como voluntario al abogado y coronel de milicias Ladislao Cabrera. Se convirtió en su brazo derecho para los preparativos de la defensa.

Durante la batalla de Topáter (23 de marzo de 1879), el primer choque armado de la guerra, el coronel Abaroa era parte de una fuerza boliviana excedida en número, cuya misión era defender un puente (actual puente Topáter) que cruza sobre el río Loa y era la vía de acceso por el lado sur a la ciudad de Calama.

Eduardo Abaroa no fue militar en vida y su título de coronel fue otorgado post mortem por el estado de Bolivia, en reconocimiento de su entrega y valor demostrada en defensa del territorio patrio. En ese entonces, San Pedro de Atacama era un cabildo y/o departamento de Bolivia.

En homenaje a su memoria, en el país hay provincias, escuelas, líneas de transporte público y organizaciones sociales que orgullosamente llevan su memoria.

domingo, 20 de marzo de 2016

Tratado de alianza defensiva entre Perú y Bolivia de 1873

Pocos documentos históricos, provocaron tanta discusión y debate como el Tratado de Alianza Defensiva entre el Perú y Bolivia suscrito el 6 de febrero de 1873. Escritores e historiadores chilenos, afirman persistentemente que fue la causa originaria de la Guerra del Pacífico, sosteniendo su tesis en lo siguiente:

1.- Que la alianza secreta pactada entre los gobiernos del Perú y Bolivia en 1873, fue concebida para llevar a cabo una agresión contra Chile y un despojo de gran parte de su territorio.

2.-Que la existencia del tratado secreto entre Perú y Bolivia, que Chile ignoró, fue un agravio contra Chile, y un motivo suficiente para el "casus belli", declarado el 4 de abril de 1879.

¿Cuál fue el objeto del Tratado?, ¿Quién propuso el Tratado, Perú o Bolivia? ¿Cuáles fueron los antecedentes al Tratado?, ¿fue realmente defensivo? Documentos de archivo y de historia diplomática nos dan las respuestas y proyectan luz suficiente para precisar el origen del Tratado.

Antecedentes Históricos: El "Uti Possidetis" colonial, es el principio adoptado por las naciones sudamericanas para demarcar sus fronteras.

El río Paposo, 25°10´ latitud Sur era: "peruani et chilensis regni confina", real cédula del 1 de octubre de 1803. Por lo tanto es también el límite Sur de la Audiencia de Charcas. El desierto de Atacama, era el litoral de la Audiencia de Charcas y pertenecía a Bolivia junto a los puertos de Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla. El gobierno boliviano otorgó permisos de exploración a los hermanos Latrille, franceses, quienes descubrieron importantes depósitos de salitre y guano en el desierto boliviano. Este acontecimiento provoca que el Presidente de Chile Bulnes, solicite y obtenga del Congreso de su país la ley del 31 de diciembre de 1842, declarando propiedad de Chile "las guaneras que existen en las costas de Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama y en las islas y lotes adyacentes".

Casimiro Olañeta, diplomático boliviano en Santiago protesta enérgicamente y Chile propone la división del desierto que Bolivia rechaza. Las negociaciones se inician y se dilatan mientras Chile avanza al Norte, invadiendo en 1846 Punta Angamos, y en noviembre de 1857 Mejillones. Bolivia reclama contra la usurpación, acompañando una nutrida documentación comprobatoria del real derecho de Bolivia sobre Atacama. Los diplomáticos chilenos insistían en la división, llevando el límite hasta el grado 23. En 1853 Chile ocupa Chancaya, al Norte de Mejillones. Lógicamente, en Bolivia se produce un repudio general, y la Asamblea Nacional en Oruro, emite la ley de 5 de julio de 1863, declarando la guerra a Chile, si agotados los medios conciliatorios no se obtuviese la reivindicación de los territorios usurpados. Desgraciadamente para nuestros intereses en 1863 gobernaba Melgarejo, quien influenciado por el representante chileno en Bolivia Aniceto Vergara Albano deroga la ley de 1863. Además consigue del mandatario boliviano conceda a Chile como límite el paralelo 24, además de la mitad de los productos de guano de Mejillones y de otros que se descubriesen entre los paralelos 24 y 23, la mitad de los derechos de exportación sobre los minerales y la libre importación de los productos chilenos por Mejillones. Amparados en este tratado, los chilenos formaron la Sociedad Explotadora del desierto de Atacama. Además descubiertas las minas de plata de Caracoles, reclamó Chile participación, aunque el mineral se encontraba al Norte del paralelo 23. Al ser derrocado Melgarejo, la Asamblea Constituyente de Bolivia anuló las concesiones de 1866, estallando una crisis, que el canciller boliviano Corral intentó aplacar ofreciendo los depósitos de guano de Mejillones. Chile respondió expidiendo la ley de febrero de 1871 ordenando la construcción de dos buques blindados, a la vez apoyó la formación de una expedición revolucionaria contra el gobierno de Agustín Morales. Partieron de Valparaíso, ocupando Antofagasta, sin embargo fueron derrotadas en Tocopilla por las fuerzas bolivianas. Estos hechos provocaron una gran preocupación lo que llevó al canciller Corral a buscar con el Perú una garantía contra la agresión chilena. La asamblea nacional de Bolivia dio el 8 de noviembre de 1872 una ley autorizando al ejecutivo para solicitar al Perú una alianza defensiva. Esta ley fue origen del tratado del siguiente año. La iniciativa del tratado fue de Bolivia natural consecuencia de la política de Chile. Roberto Querejazu en su trabajo histórico sobre este tema usando la documentación diplomática paceña escribe: "la iniciativa para el tratado de alianza fue boliviana, del gobierno de Agustín Morales y, más concretamente de su canciller Casimiro Corral".

El tratado a todas luces consagraba el arbitraje como el medio más idóneo para arreglar las cuestiones limítrofes. No existía en ninguno de sus puntos una mira hostil a Chile. La invitación de Bolivia aprobada por su Congreso no pudo ser negada por el gobierno peruano, porque de lo contrario, hubiese arrojado a su entendimiento militar con Chile que había sugerido anteriormente a Bolivia resolver su problema portuario y su litigio con Chile sobre la soberanía de Atacama a costa del litoral Sur del Perú.

El tratado de 1873 tenía como finalidad "defenderse contra toda agresión exterior". El tratado no obligaba a las partes en forma automática, pues le daba el "derecho de decidir si la ofensa recibida por la otra está comprendida entre las designadas".

¿Cómo no iba a inquietar a los bolivianos el avance pacífico pero efectivo de los chilenos en Atacama? ¿Qué reacción podía esperar Chile al dar una ley donde declaraba soberanía sobre territorios que siempre fueron de los bolivianos como se puede probar abundantemente con documentos? ¿Cómo no inquietarse ante la adquisición de dos poderosos acorazados, y para que los adquirió?

La cancillería de Chile conoció el pacto peruano-boliviano desde su firma, según el historiador chileno Barros Arana, y fue publicado en el Boletín de pactos internacionales que el Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil publicaba anualmente, traducido al inglés en la Revista Foreign Relations del Departamento de Estado de los Estado Unidos de América en Washington, el 15 de enero de 1874. El tratado defensivo peruano-boliviano no fue ningún secreto, ni desconocido.



BIBLIOGRAFÍA

Archivo José de la Riva Agüero. (Cartas 1872-1875). Lima Perú

Historia Diplomática del Perú. Arturo García Salazar. 1980

Mi Misión en Chile en 1879. José Antonio del Valle. 1979 Lima Perú

El Tratado de Alianza defensivo Perú-Boliviano de 1789 y la Misión de Serapio Reyes Ortiz de 1789. Roberto Querejazu Calvo. Revista Historia y Cultura 1978. La Paz-Bolivia.

Bolivia y Chile: el Conflicto del Pacífico. Emilio Ruiz Tagle Orrego. 1992. Santiago de Chile.

viernes, 18 de marzo de 2016

15 de marzo de 1626 Potosí arrasada por el agua

La tarde de este día, una de las represas de la laguna Karikari, que se halla al norte de la ciudad de Potosí, reventó de su embalse causando estragos en los ingenios de la ribera de la Villa Imperial.

El desborde de agua que duró dos horas se llevó 58 cuadras de españoles y otro tanto de los indígenas, se ahogaron 2.000 personas y se perdieron millones de azogares, barras de plata, monedas y otros bienes. El desborde causó gran conmoción entre los Potosinos.

martes, 15 de marzo de 2016

Restauran casa donde fue sentenciado Tupac Katari

En el marco del proyecto “Peñas Modelo de Estado Plurinacional Para Vivir Bien – Segunda fase”, el Ministerio de Culturas y Turismo a través del Viceministerio de Descolonización, en coordinación con el Gobierno Autónomo Municipal de Batallas, presentarán hoy el “Estudio Integral TESA, Proyecto de Restauración y refuncionalización Arquitectónica de la Casa de la Sentencia en la Localidad de Peñas, Municipio de Batallas del Departamento de La Paz”, donde se planteará la descolonización de la justica a través de los Concejos de Justicia Indígena Originaria Campesina.

“Se viene trabajando desde el Ministerio de Culturas para lograr consolidar un proyecto que recupere la historia de nuestro país, de nuestras revoluciones, de nuestras luchas y nuestros líderes indígenas. En ese fin empezamos el proyecto Peñas, hoy (ayer) presentamos el estudio a diseño final TESA para la restauración de la casa de la sentencia, lugar donde fue sentenciado el líder indígena -Tupac Katari- a morir descuartizado”, explicó Félix Cárdenas, viceministro de Descolonización.

La autoridad destacó esta obra y espera que hasta el 14 de noviembre, su entrega. “Se trata de recuperar los valores de nuestros mayores y construir una sociedad con derechos iguales”, dijo.

Por su parte, el alcalde municipal de Batallas, Reynaldo Gutiérrez, detalló la ubicación y el valor cultural que representa esta infraestructura. “esta Casa de la Sentencia era de hace mucho tiempo bien añorado, un lugar histórico, una esencia espiritual”.

Según el Estudio TESA, la restauración del histórico inmueble, requerirá la inversión aproximada de Bs 2.266.222 (dos millones doscientos sesenta y seis mil doscientos veinte dos 00/100 bolivianos), que deberán ser invertidos por el Gobierno Autónomo Municipal de Batallas y el Gobierno Nacional.

Por otra parte, la casa de la sentencia se convertirá en un espacio para desarrollar políticas interculturales de descolonización de la justicia, recuperando y revalorizando un inmueble donde fue sentenciado el líder indígena Tupac Katari, y que posteriormente perteneció al mariscal Andrés de Santa Cruz.

martes, 8 de marzo de 2016

1780 - Nace la destacada guerrillera altoperuana Juana Azurduy de Padilla

Líder guerrillera nacida en las cercanías de Chuquisaca, Alto Perú (hoy Bolivia), Juana Azurduy de Padilla alcanzó el grado de Coronela del Ejército Libertador argentino durante la gesta emancipadora de los países sudamericanos contra el colonialismo español. En el corto período de seis años desde 1811 hasta 1817, esta heroica mujer concurrió a 23 combates y batallas campales. Vestida de varoníl uniforme para Ingresar a las batallas; pan-talón blanco de corte mameluco chaquetilla ro-ja, la cabellera enroscada bajo una gorra militar con airón entre blanco y azul, manejaba diestramente la espada, el sable y el fusil y aún el cañón, como se le había visto más de una vez. Conocida en el Alto Perú con el sobrenombre de “El Águila de las Batallas”, combatió incansablemente junto a su esposo Manuel Ascencio Padilla, comandante de las tropas independentistas a las órdenes del general Manuel Belgrano. Tras abandonar la lucha guerrillera por falta de apoyo logístico, el mariscal Antonio José de Sucre le otorgó una pensión, la cual le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Murió en condición de indigente el 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años y fue enterrada en una fosa común. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.

ACADEMIA BOLIVIANA DE HISTORIA MILITAR INAUGURÓ SUS ACTIVIDADES DE 2016

Con asistencia de autoridades del Comando del Ejército, jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas se realizó la inauguración de labores de la Academia Boliviana de Historia Militar, correspondientes a la presente gestión.

El acto se celebró en la sede de la institución, donde el director de la entidad, coronel René Adrián Burgoa, pronunció un amplio discurso destacando las labores realizadas durante años anteriores.

También ofreció cumplir un programa de actividades dirigidas al estudio y conocimiento de la historia de las diversas fuerzas que integran la institución cas-trense.

En los próximos días, se tiene programado reanudar

la serie de conferencias relacionadas con la vida militar de Bolivia y continuar con la publicación de la gaceta que, según el coronel Burgoa, estará dedicada a grandes episodios nacionales.

lunes, 7 de marzo de 2016

El Alto cumplió 31 años de creación

La ciudad de El Alto celebró ayer su aniversario 31 luego de un fin de semana de festejos en los que resaltó el desfile cívico-militar y la Sesión de Honor del Concejo Municipal.

Cabe recordar que las actividades iniciaron el pasado miércoles con la entrega de ofrendas florales.

SESIÓN DE HONOR

La Sesión de Honor del Concejo Municipal fue realizada el viernes en horas de la noche, ocasión en la que la alcaldesa de El Alto, Soledad Chapetón, presentó las principales obras que beneficiarán a los alteños en esta gestión.

El acto contó con la presencia de las principales autoridades del Legislativo y Ejecutivo municipal, sin embargo, no se presentaron a la cita las autoridades del Gobierno central.

En ese marco anunció el inicio de las cinco denominadas “Jach’a Obras” (obras grandes) que tiene un presupuesto ya designado para su concreción.

Explicó que estas cinco obras se traducirán en la construcción del distribuidor del Paso a Desnivel en el Cruce a Chacaltaya una demanda del sector norte de la ciudad. La construcción de pasos a desnivel en la avenida Costanera una intersección entre las avenidas Hernani y Santa Fe, el paso a desnivel en la avenida Bolivia en la intersección de la avenida Costanera y por último se concretará la construcción de la moderna Estación de Bomberos una demanda del Consejo de seguridad Ciudadana.

“Tenemos este presupuesto para obras y vamos a seguir haciendo gestión porque tenemos más proyectos de conclusión este año y vamos hacer estas Jach’a Obras con transparencias y honestidad, aunque este año tenemos una reducción de 150 millones de bolivianos, no deberían rebajarnos a los alteños lo voy a seguir diciendo porque aquí ha sido donde se ha gestado la recuperación de los hidrocarburos. El Alto va a seguir demandando lo que le corresponde”, afirmó la Alcaldesa.

En su mensaje-informe, Chapetón hizo referencia a los logros de estos ocho meses de su gestión, donde se pudo destrabar muchos proyectos que fueron heredados con problemas legales, económicos, pero que se logró la concreción de las obras en las avenida Inca Huasi, Alcoche y Santa Vera Cruz cuyas obras estaban paralizadas por más de un año, pero que en su gestión ya tiene su inversión del Banco Mundial (BM).

En la misma línea ponderó la obtención de la licencia ambiental para el Matadero.

Asimismo, ponderó el inicio de las obras de la planta de aguas residuales de Tacachira que tienen un presupuesto de la CAF y estaba paralizada, pero que en su gestión se reinició el trabajo y muy pronto se contará con esta obra.

También hizo referencia a la construcción de la Terminal Metropolitana, obra que tuvo una reducción en su presupuesto que representó un ahorro del 3% en el costo total de la obra, es decir se ahorraron 8.195.000 bolivianos.

En recursos propios durante estos ocho meses se logró recaudar más que el año 2014 con una decisión institucional de transparencia logrando incrementar 124 millones de bolivianos y el 2015 hemos cerrado con 212 millones de bolivianos de recaudación propia del municipio.

DESFILE

Instituciones cívicas, militares, autoridades ediles y vecinos mostraron su fervor en el desfile que ocupó, como cada año, la avenida 6 de Marzo.

Cabe destacar que el evento contó también con la presencia de autoridades departamentales, como el gobernador Félix Patzi y altos fejes militares y policiales.

Los vecinos de diferentes sectores de la ciudad hicieron su paso por esta popular avenida portando sus estandartes y escarapelas como homenaje a la urbe que los cobija.

El desfile inició aproximadamente a las 08.30 horas de ayer y se extendió por unas siete horas. Cabe destacar que antes de esto, se realizó una ceremonia interreligiosa como parte de los homenajes.

domingo, 6 de marzo de 2016

Analizarán condición de Ciudad Patrimonio

El martes 8 de marzo, a las 15:00, se reunirá el Comité de Defensa de la Preservación de las Áreas Históricas y Culturales, y según opinión de sus miembros, el tema prioritario será el análisis y evaluación sobre el peligro de perder el título de Ciudad Patrimonio.

El presidente del comité, el rector de la Universidad Autónoma Tomás Frías, Luis Ferrufino, envió en pasados días los respectivos oficios a los 15 miembros convocando a esta reunión.

La reunión del comité será la primera desde que fue promulgada la Ley Municipal 055/2014, el 30 de diciembre y que otorga diferentes atribuciones en beneficio de la preservación de las áreas históricas.

Varios miembros de este comité manifestaron su deseo de hacer un tratamiento específico a la defensa del título patrimonial, entre ellos el director de Patrimonio del Gobierno Municipal, el obispo de la Diócesis de Potosí, el presidente del Consejo Departamental de Culturas, el presidente de la Sociedad Geográfica y de Historia Potosí (SGHP) y el presidente de la Comisión de Cultura, Turismo y Preservación de Áreas Históricas del Concejo Municipal de Potosí.

Walter Zavala, presidente de la SGHP, manifestó que la situación de ciudad patrimonio debe ser motivo de análisis de las instituciones y autoridades para asumir las acciones que permitirán salvar a Potosí de la lista del patrimonio mundial en peligro.

El 17 de junio de 2014, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en Doha (Qatar), inscribió a la Ciudad de Potosí en la lista del patrimonio en peligro, debido a la actividad minera incontrolada que tiene lugar en el Cerro Rico y que podría degradar el sitio. Se condiciona el mantenimiento de su geoforma.

Al cumplir 31 años de su creación Rinden homenaje a El Alto

La alcaldesa de las ciudad de El Alto, Soledad Chapetón, señaló que los actos de celebración por los 31 años que cumple la urbe alteña, fueron festejos con dolor, al referirse a los acontecimientos luctuosos, que dejaron seis muertes, todos funcionarios ediles.

El desfile cívico militar que se realizó ayer en la avenida 6 de Marzo, contó con la presencia de autoridades departamentales, como el gobernador Félix Patzi, y altos fejes militares y policiales.

La Alcaldesa alteña recordó que uno de los temas principales de su gestión será la implementación de un proyecto de seguridad ciudadana para lo cual se convocará a varios actores que serán parte del Concejo de Seguridad Ciudadana. La propuesta busca dar fin a la inseguridad que aqueja a la ciudad de El Alto.

OBRAS

Señaló que en El Alto, entre las obras más grandes, se tomará en cuenta para su construcción el Paso a Desnivel en el Cruce a Chacaltaya, una demanda del sector norte de la ciudad.

La construcción de pasos a desnivel en la avenida Costanera, una intersección entre las avenidas Hernani y Santa Fe, el paso a desnivel en la avenida Bolivia, en la intersección de la avenida Costanera y, por último, se concretará la construcción de la moderna Estación de Bomberos, una demanda del Consejo de seguridad Ciudadana.

TRANSPORTE

En el tema del transporte señaló que los pasajes se encuentran en un proceso de socialización, luego de haberse realizado un análisis en cinco mesas de trabajo.

“Sabemos que en este momento el problema del trameaje es un problema, por eso estamos efectuando los trabajos de socialización con todos los actores como son los choferes y la misma población, tenemos que dar un resultado que sea equitativa para ambos”, explicó.

TERCER AÑO

Al referirse a la ausencia del presidente Evo Morales en el acto del desfile cívico militar, la alcaldesa recordó que este es el tercer año que el presidente Evo Morales no visita El Alto, “pero los problemas de una ciudad no se resuelven con presencia sino con actitud”, dijo.

En su opinión las autoridades del Gobierno deben saber que como hemos sido la ciudad más valiente para poder haber iniciado la recuperación de los hidrocarburos merecemos atención, pero “lamentablemente no estamos recibiendo en esa magnitud”, dijo la autoridad.

Junto a Bruno Racua el indígena Juan de Dios Aguada fue otro héroe en la Guerra del Acre

Bruno Racua es el único héroe indígena boliviano reconocido oficialmente, que protagonizó una victoria salvando el territorio nacional en un conflicto armado. La Batalla de Bahía del 11 de octubre del 1902, en la Guerra del Acre, hizo posible el departamento de Pando (antes territorio nacional de Colonias) y su capital, la cuidad de Cobija (antes Puerto Bahía), gracias al arco y la flecha del indígena nativo de Ixiamas.

A diferencia de otros personajes originarios como los caudillos aymaras Tupac Katari o Zárate Willka (este último contemporáneo de Racua), el combatiente tacana encarna una memoria de gloria. Pero también representa un enigma. ¿Fue Racua una individualidad extraordinaria que tuvo, él solo, la capacidad de expulsar a las tropas brasileñas de un territorio que Bolivia pudo haber perdido si no fuera por ese certero flechazo?

Hay versiones de antigua data indicando que no fue sólo Bruno Racua el flechero de gran puntería, sino al menos otro más de su misma etnia llamado Juan de Dios Aguada, apellido muy frecuente en la Cobija de hoy.

Hace un año Sol de Pando reveló un texto del historiador José Salmón Ballivián, de 1928, donde el erudito escribió lo siguiente:

“Humildes indios de provincia, ya no ennoblecidos con el carácter de soldados sino modestos siringueros, merecen también nuestra más profunda admiración, como el ixiameño Juan de Dios Aguada, que aún vive en Cobija y que fue quien disparó su flecha incendiaria que trajo por consecuencia la toma de Bahía; hecho que bien puede parangonarse con el de Arquímedes, el que por medio de espejos ustorios incendió las naves de la escuadra de Marcelo frente a Siracusa”.

El nombre de Bruno Racua surgió mucho tiempo después del texto publicado por Salmón Ballivián.
OTRAS FUENTES CONFIRMAN NUESTRO HALLAZGO

En el número dos de la revista Enfoque Amazónico —publicación que se edita en Riberalta— el académico Vincent Vos, en coautoría con Julio César Maldonado, confirma la acción de Juan de Dios Aguada como el indígena que lanzó la flecha incendiaria contra las tropas brasileñas en Puerto Bahía (hoy Cobija). En el artículo “La batalla de Bahía, momento decisivo en la historia de la Amazonia Boliviana” dicho autor señala lo siguiente en base a una referencia proporcionada por Fernando Vaca Suárez:

“En el libro `Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre, 1902-1903` originalmente publicado por el señor Nicolás Suárez en 1928 en respuesta a anteriores declaraciones de parte del coronel Federico Román, encontramos una declaración jurada de don Teófilo Parada (administrador de la Barraca Porvenir, nr) donde en la página 261, al describir la Batalla de Bahía, textualmente afirma: `En este primer momento el siringuero ixiameño Juan de Dios Aguada disparó la flecha que incendió el barracón`”.
¿VESTÍAN UNIFORME MILITAR LOS INDÍGENAS FLECHEROS? Obtuvimos esta foto en la ciudad de Cobija. Nos la entregó un oficial del Regimiento Riosinho afirmando que se trata de una tropa perteneciente a la Columna Porvenir que durante la Guerra del Acre estuvo al mando del entonces capitán Federico Román. No pudimos confirmar su autenticidad; aunque la imagen habla por sí sola. Son indígenas reclutados por el Ejército de Bolivia en la región amazónica, el uniforme militar que llevan es característico de principios del siglo XX, el ambiente es el de una barraca cauchera y, por lo que se ve, integraban una banda marcial como cornetas y tambores. Lo llamativo son los paneles al fondo que sirven para practicar tiro al blanco con arcos y flechas. Son, sin duda, indígenas flecheros. Se sabe que la Columna Porvenir estaba integrada por siringueros y civiles al servicio del empresario cauchero Nicolás Suárez, operaban como una guerrilla; pero también es sabido que el capitán Federico Román impuso un mando de disciplina castrense que habría sido una de las causas de su posterior controversia con Suárez. Tras la guerra Román publicó sus conferencias en las que acusaba al cauchero de “mezquino” y Suárez respondió al militar publicando documentos reservados que describían la estructura de la Columna Porvenir. | Foto Sol de Pando

¿VESTÍAN UNIFORME MILITAR LOS INDÍGENAS FLECHEROS?
Obtuvimos esta foto en la ciudad de Cobija. Nos la entregó un oficial del Regimiento Riosinho afirmando que se trata de una tropa perteneciente a la Columna Porvenir que durante la Guerra del Acre estuvo al mando del entonces capitán Federico Román.
No pudimos confirmar su autenticidad; aunque la imagen habla por sí sola. Son indígenas reclutados por el Ejército de Bolivia en la región amazónica, el uniforme militar que llevan es característico de principios del siglo XX, el ambiente es el de una barraca cauchera y, por lo que se ve, integraban una banda marcial como cornetas y tambores. Lo llamativo son los paneles al fondo que sirven para practicar tiro al blanco con arcos y flechas. Son, sin duda, indígenas flecheros.
Se sabe que la Columna Porvenir estaba integrada por siringueros y civiles al servicio del empresario cauchero Nicolás Suárez, operaban como una guerrilla; pero también es sabido que el capitán Federico Román impuso un mando de disciplina castrense que habría sido una de las causas de su posterior controversia con Suárez. Tras la guerra Román publicó sus conferencias en las que acusaba al cauchero de “mezquino” y Suárez respondió al militar publicando documentos reservados que describían la estructura de la Columna Porvenir. | Foto Sol de Pando
UNA COMUNIDAD INDÍGENA DE FLECHEROS NATOS

Por su parte el historiador y documentalista Luis Oporto Ordóñez, en el prólogo del libro “La Columna Porvenir” de Carlos Tiburcio Amuruz elaborado en base a los documentos de Nicolás Suárez citados por Vincent Vos, hace un esclarecedor comentario:

“Ante la ausencia del Ejército nacional, el industrial Nicolás Suárez Callaú organizó la Columna ‘Porvenir’, el 8 de octubre de 1902, pequeño ejército privado con 83 plazas, la mayoría trabajadores y empleados de sus barracas gomeras y un grupo de indígenas tumupaceños e ixiameños entre ellos Belisario Marupa, Eusebio Tibubay, Bruno Racua y Juan de Dios Aguada, hábiles en el manejo del arco y flecha, cuya participación en el conflicto cobraría insospechado protagonismo”.

El aporte de Tiburcio Amuruz es significativo en el tema. El comentario de Oporto Ordoñez al referido libro especifica:

“Capítulos desconocidos de la historia de ese conflicto son relatados por los comandantes de la Columna ‘Porvenir’, como el de Simón Moreno quien afirma que los ixiameños formaban parte de la tercera compañía, y que el ‘siringuero ixiameño Juan de Dios Aguada disparó la flecha que incendió el barracón’, aunque Atanasio Estremadoiro sólo menciona que ‘llamóse a un indio ixiameño, cuyo nombre no recuerdo, se le entregó un arco y una flecha provista de una mecha impregnada en kerosene; lanzada ésta sobre los techos de hojas de palmera resecas por la acción del sol, dos minutos después edificios y trincheras a merced de llamas hacían desalojar, poniendo en derrota, despavoridos, a los que días antes habían ultrajado la soberanía nacional’”.

Queda abierta así la probabilidad de que los flechazos que evitaron la pérdida del Acre boliviano fueron lanzados por una comunidad de indígenas guerreros de la etnia Tacana, confundiéndose entre ellos Bruno Racua y Juan de Dios Aguada. Racua, entonces, no fue sólo él, es todos ellos.