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lunes, 10 de enero de 2022

Señoríos y Desarrollos Regionales (1000/1100- 1440 d. C.) - Torres funerarias o chullpas

El otro sello del periodo (1000-1440) son las chullpas, existiendo una relación estrecha entre el área lingüística aymara y las chullpas. Albarracín (1996) propuso que este tipo de sepulturas no implicó un cambio brusco del entierro en cistas característico de Tiwanaku, que se puede seguir una paulatina elevación de los enterramientos que sobresalieron primero apenas sobre la tierra para finalmente terminar en las torres funerarias. Esta hipótesis, sin embargo, no ha tenido total aceptación puesto que no se trata de un problema solamente constructivo sino del lugar que ocupan los difuntos en la cultura.

Las torres funerarias representan un importante cambio de mentalidad pues implican que los difuntos permanecen encima de la tierra en lugar de ser enterrados en cistas. Se enfatiza entonces en este periodo el culto a los ancestros, el cual parece complementarse con otro a los cerros, montes y volcanes, los cuales eran considerados huacas importantes. Es conocido por ejemplo el culto que se tenía a Tata Porco en Potosí (Platt et al., 2003). Esta devoción al cerro-mina encuentra Lecoq también para el cerro de Potosí y una continuación a lo largo de la historia de este culto encuentra Riviere (1986) en Carangas.

Aunque se sabe que no se abandonaron los entierros bajo tierra, la sepultura en chullpas se reservaba para las autoridades y personas principales que colocadas en posición fetal y momificadas se envolvían en cestería para depositarlas en estas torres. Se les hacía ofrendas y en ciertos momentos del año se sacaba al difunto en procesión. En realidad el nombre “chullpa” corresponde a la momia, pero por extensión se ha denominado así a su sepulcro. Implica evidentemente un culto a los ancestros que se consideraba merecían estar en el espacio del aquí y ahora, es decir en el Akapacha.

La introducción de chullpas no ocurrió inmediatamente después del colapso de Tiwanaku, sino dos o tres siglos después y al parecer fue un fenómeno repentino en el altiplano a partir del siglo xiii, periodo que coincide con un ciclo de sequías intensas. Esta tradición funeraria implica importantes transformaciones respecto del periodo anterior en la visión del más allá y del destino humano. Además del tipo de tumba otros elementos remarcan esta ruptura, por ejemplo la ausencia de cerámica tiwanacota en las chullpas. En cierta medida este debate también es una controversia entre disciplinas, pues la arqueología tiende a sostener una continuidad con Tiwanaku, mientras que desde otras disciplinas el corte se ve con mayor nitidez pues se encuentran datos en los cronistas que hablan de migraciones y aún invasiones y desde la lingüística una presencia del puquina que luego no es tan contundente.

Más adelante, los incas continuaron con el uso de torres funerarias incorporando algunas modificaciones típicamente incas como por ejemplo el uso de piedra labrada tipo almohadilla, puerta y nichos interiores de forma trapezoidal y un decorado exterior con diseños similares a los textiles incas. Todo ello se puede observar en las chullpas de la Cordillera Occidental y el río Lauca (Gisbert et. al., 1996). 
El mapa de las chullpas en el altiplano andino

La pregunta de dónde surgió esta tradición plantea al mismo tiempo otras interrogantes como por ejemplo por qué alrededor del Cusco hay menos chullpas que en el altiplano boliviano y por qué los fechados de las torres adoratorias de Toconce (Loa Superior, Chile) presentan las fechas más tempranas (siglo X) (Pärssinen, 2009). Estas sugerencias de que el sistema chullpa pudo haber venido del Sur se corrobora con fechados, todavía parciales. Entre las más antiguas, (s. XIII) hasta donde se han recogido fechados radio carbónicos, están las de Chusaqueri (Oruro) y de Kulli Kulli (Sica Sica). También Parssinen compara cronologías y considera que el estilo de chullpas de piedra tallada se llevó de la región del lago hacia el Norte y no a la inversa. Es el caso de las espectaculares chullpas de piedra Pirapi (Pacajes) y de Sillustani (Lupaca), ambas presentan un tallado considerado “cusqueño”; sin embargo la datación revela que fueron construidas antes de la conquista de inca.
Chullpa de colo rdel rio Lauca (Oruro),

Chullpa de Pumiri


Son raras las chullpas que se encuentran en medio de la población pues por lo general se ubicaron dispersas en las faldas de una serranía o siguiendo el curso de un río, como en Huachacalla que, mirando hacia el este, acompañan el curso del río Lauca. Las chullpas decoradas se hallan de espaldas a la Cordillera Occidental y tienen al frente al río Lauca, el cual divide el espacio ritual en dos segmentos. En algún caso, como en Pirapi y en Kulli Kulli, decenas de ellas se encuentran agrupadas en un solo lugar, como una necrópolis donde se observan pequeños muros agrupando a algunas de ellas. Como prácticamente todas las chullpas de esta tradición estaban orientadas hacia el este se puede afirmar que eran objeto de un ritual solar. Las excepciones a ello son las que no corresponden a una tradición aymara como las chullpas de piedra laja de Quewaya (lago Titicaca) que pertenecen a una zona netamente puquina, como revela el topónimo.

Son raras las chullpas que se encuentran en medio de la población pues por lo general se ubicaron dispersas en las faldas de una serranía o siguiendo el curso de un río, como en Huachacalla que, mirando hacia el este, acompañan el curso del río Lauca. Las chullpas decoradas se hallan de espaldas a la Cordillera Occidental y tienen al frente al río Lauca, el cual divide el espacio ritual en dos segmentos. En algún caso, como en Pirapi y en Kulli Kulli, decenas de ellas se encuentran agrupadas en un solo lugar, como una necrópolis donde se observan pequeños muros agrupando a algunas de ellas.

La datación hecha por Pärssinen (2009) indica que la chullpa más antigua está situada en el núcleo de la necrópolis con una fecha promedio de 1279 d. C.

La mayoría de las chullpas son cuadrangulares pero hay algunas redondas. Estas últimas se ubican hacia el Norte del altiplano boliviano y Sur peruano. La técnica constructiva es también variable, aunque tienen en común que son las únicas construcciones en los Andes que utilizan bóveda por avance. Unas son de piedra labrada, otras de lascas pero la mayoría son de adobe o tepes de muy distinta factura y resultado estético. En ocasiones, como ocurre en Pumiri (Oruro) parecen de toba volcánica (Díaz, 2003). Las dimensiones también son diversas; las hay delgadas y altas, anchas, pequeñas o muy altas. El decorado con color se ha conservado en muy pocas de ellas, especialmente se halla en las más tardías, de modo que no se sabe si el decorado fue utilizado antes de la presencia inca. Lo que sí se sabe por el relato de algunos cronistas es que en ocasiones ceremoniales se cubrían con textiles. Consideramos que la combinación de las variables de tamaño, material, forma y decorado hacen que haya tradiciones locales pudiendo considerárselas como emblemas de identidad grupal. Además como por lo general se ubicaban en los márgenes del territorio, tenían la función de guardianes, demarcando el territorio social y ritualmente.

Restos de chullpa de piedra de filiación inca

Chullpas de Kulli Kulli

Chullpas de Pacajes.


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