Se conoce como “altiplano de Lípez” a la región
comprendida entre el Salar de Uyuni y la frontera
Sur de Bolivia. Se ubica en la parte occidental del
departamento de Potosí (hoy provincias Nor y
Sud Lípez) fue escenario de desarrollos locales
de los que no se puede afirmar que fueran una
unidad sociopolítica con una organización que
estructure a toda la región y con un solo sistema
de autoridades. Esto no quiere decir que no
compartieran con los otros Señoríos una serie
de rasgos culturales como por ejemplo el enterramiento
en chullpas de la élite local.
A partir aproximadamente del 900 d. C. los
grupos del altiplano de Lípez experimentaron
cambios en el tamaño, emplazamiento y estructura
interna de sus asentamientos residenciales y
en correspondencia con el estado generalizado de
tensiones, alrededor de 1300 d. C., se construyeron
poblados defensivos en toda la región. Según
Nielsen (2002) este proceso de aglutinamiento
defensivo estuvo acompañado por la consolidación
de formaciones políticas multicomunitarias
y posiblemente jerarquización social. En esta
región no se ha registrado restos relacionados con
Tiwanaku. Más bien quedan sitios habitacionales
con viviendas circulares con corrales de formas
irregulares. A pesar de la importancia de la ganadería
también se registran restos materiales que
refieren al trabajo de agricultura, probablemente
de quinua. También quedan chullpas de planta
cuadrangurlar y circular.
Las pucaras defensivas ubicadas en sitios
estratégicos cuentan además con una o dos
murallas protectoras como en Alto Lakaya. Las
estructuras en las pucaras no son redondas sino
elípticas como si se tratara de una transición entre
las construcciones redondas y las cuadrangulares.
Las viviendas se hallan aglutinadas separadas por
estrechas calles que a veces conducen a espacios
abiertos como en Cruz Vinto y Churupata. Las
pucaras también cuentan con chullpas que a veces
llegan a varios centenares que normalmente
se encuentran en la periferia del núcleo. Estos
enterramientos y excavaciones en las viviendas
dan cuenta que fueron sitios de habitación no
ocasional sino permanente (Nielsen, 2002).
Existen distintas versiones sobre el significado
del nombre lípes; en quechua sería “cosa
que da resplandor” y según diccionarios del siglo
XVI, el término se aplica también a aquello que
parece “pelado de todo” como un territorio desierto.
Justamente el cronista Capoche en 1585
escribe: “En el verano se enjuagan estas aguas y
se descubre la tierra que queda hecha un salitral
y con los rayos del sol hace reverberación en lo
blanco muy perjudicial a los ojos”. En aymara,
por su parte, “lipi” deriva de la técnica para cazar
guanacos y vicuñas, animales que abundaban en la
región. Por otra parte según el cronista Vázquez
de Espinosa, “Hay en esta provincia además de
las minas de plata de que esta lastrada toda ella,
minas de piedra lipes de donde toma el nombre la
provincia y de piedra imán”.
Por habitar un medioambiente muy árido
constituye una sociedad netamente pastoril
que se caracteriza por un poblamiento disperso
con asentamientos humanos de varios siglos de
antiguedad en las cercanías de fuentes de agua
y una constante movilidad. Estos asentamientos
pudieron ser talleres líticos situados en las
nacientes de aguas, paraderos o campos de caza
ubicados en el interior de la planicie (Arellano y
Berberian, 1981).
En inmediaciones de los ríos protegida por
un cerro, se encuentra una serie de construcciones
dedicadas al cultivo que combinan recintos circulares con rectangulares conocida como Puca
Pucara. Los sitios de sembradíos tienen forma
oval y están protegidos por paredes para evitar el
viento. También se construyeron corrales cerca a
una pucara que se encuentra en las inmediaciones.
El sustento principal descansa en el manejo de
los camélidos domesticados pero también la existencia
de animales silvestres. Según el cronista
Vázquez de Espinosa (1983[1628])
Toda esta provincia como tiene grandes despoblados está llena, y cubierta de ganados silvestres, como son guanacos, vicuñas, venados, vizcachas y otros animales de que también se sustentan los indios.
Es probable que bajo el nombre de lípes se
incluyera a diversos grupos que habitaban de manera
dispersa esta región, población que mantenía
estrechas relaciones tanto con Tarapacá y Atacama
en la puna hasta la costa del Pacífico particularmente
hacia la zona actual de Iquique (Chile).
En algunos mapas etnohistóricos los lípes
aparecen como un grupo aymara con una cierta
presencia uru, caracterización que proviene
de informaciones coloniales (Capoche y Lozano
Machuca) que señalan que los lípes eran
un grupo con una población de unos 3000 a
4.000 aymaras junto a los que vivían cerca de
1.500 urus. Los pobladores de lengua aymara
estaban concentrados en los bordes Oeste y
Norte del salar de Uyuni, en cambio al Sur
estaban los urus. Es posible, sin embargo, que
estos “aymaras” fueran urus aymarizados pues
su sistema de producción se basaba en la caza,
pesca y recolección de raíces,
características de
la cultura uru. A los urus locales se los conoce
con distintos nombres: pololos, notumas, sochusas
y urumitas, por lo que probablemente
no formaron una unidad. Fuera de urus y
aymaras, se registraron también los llamados
condes, cochabilcas y moyomoyos, y en los
bordes del territorio, estaban los chichas. Esta
presencia multiétnica se reproduce también en
el panorama lingüístico ya que para la zona se
consigna además del aymara y el uruquilla, por
lo menos las lenguas cunza y atacama.
Desde una perspectiva arqueológica Arellano
y Berberián (1981) señalan la existencia
de una organización con características de un
Señorío que denominaron Mallku que se habría
desarrollado durante el período Intermedio
Tardío (900 - 1200 d. C.) denominado así por
encontrarse en las cercanías de una comunidad
de ese nombre en la provincia Nor Lípez casi
limítrofe a la de Sud Lípez. Varios datos de su
trabajo de campo son importantes: establecen
que la mayoría de las poblaciones actuales se
encuentran muy cercanas da asentamientos
correspondientes a lo que llaman cultura mallku,
ubicados en sitios próximos a los valles
formados por los ríos Lípes, Quetena y otros
que finalmente desembocan en el Salar de Uyuni.
Ubicaron enterramientos tanto en chullpas
como en aleros y asociados a ellos diversos
objetos como agujas, estacas de madera, husos,
collares de conchillas, cerámicas, cestería y textiles
(cuerdas, chuspas y mantas en rojo, verde
y negro). Sin embargo, la propuesta de haber
formado un Señorío no ha sido posteriormente
desarrollada dejando la propuesta pendiente
futuros estudios.
Se sostiene que Tupac Inca Yupanqui (1471-
1493) conquistó la región en su paso a Chile y
la incorporó como una provincia del Imperio
pero no mantuvo sus autoridades originarias;
más bien les impuso incas orejones para vigilarlos
a pesar de que no se consideraban grupos
particularmente belicosos. Al parecer hubo algún
tipo de autoridad regional, que abarcaba desde
Lípez hasta Atacama, cuyo nombre o título era
Viltipoco (Sica y Sánchez, 1996).
Una de las manifestaciones artísticas con
fines rituales en la región de los lipes, son las
pinturas rupestres ubicadas en aleros y cuevas
que, por lo general, fueron elaboradas en color
rojo púrpura y algunas pocas en color verde.
Sobresale un sitio en particular con más de 18
escenas con motivos antropomorfos y realistas,
zoomorfos estilizados y geométricos abstractos.
La importancia ritual de estas pinturas se refuerza
por la presencia de enterramientos y ofrendas
cerámicas del estilo “mallku”, al pie de los aleros
(Arellano y Berberian, 1981).
Una de las figuras muestra una representación
antropomorfa estilizada donde se observa un
personaje con un gran tocado y un taparrabo con
adornos circulares con los brazos arriba. En otra
se observa tres figuras en cadena probablemente
en danza ritual.
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