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jueves, 7 de abril de 2022

Complejo ritual en el lago Titicaca

Un complejo ritual de gran envergadura para los incas fue el lago Titicaca, conformado por Copacabana, la Isla del Sol y la Isla de la Luna, donde se erigieron los principales templos y palacios de esta parte de los Andes (Fig. 104). Este complejo estaba relacionado a las rutas de peregrinación y purificación que hacían los incas hacia la Roca Sagrada, lugar de su origen mítico.

El cronista agustino de Copacabana, Ramos Gavilán (1988 [1621]), escribió que el Titicaca era un lugar sagrado, mencionando que fue Túpac Yupanqui quien le devolvió a la Roca Sagrada su antigua categoría, convirtiéndola en un centro de peregrinación.

Al parecer, Copacabana fue un lugar central, pues concentraba a poblaciones de mitmas provenientes de alrededor de 40 naciones de los Andes y de todos los confines del Imperio. Ramos Gavilán escribía que para 1589:

aquí el Inca transplantó (tomándolos de su lugar de nacimiento) Anacuscos, Hurincuscos, Ingas, Chinchaisuyos, Quitos, Pastos, Chachapoyas, Cañares, Cayambis, Latas, Caxamarcas, Guamachucos, Guaylas, Yauyos, Ancaras, Quichuas, Mayos, Guancas, Andesuyos, Condesuyos, Chancas, Aymaras, Ianaguaras, Chumbivilcas, Padrechilques, Collaguas, Hubinas, Canches, Canas, Quivarguaros, Lupacas, Capancos, Pucopucos, Pacajes, Iungas, Carangas, Quillacas, Chichas, Soras, Copayapos, Colliyungas, Guánucos y Huruquillas. (1988 [1621]:60) 
ElIñacuyo, ubicado en la Isla de la Luna,



En tiempos de los Incas Pacachutec y Túpac Yupanqui, esta región fue transformada en una huaca o centro espiritual de adoración panandina, de igual importancia que el Korincancha en Cusco y Pachacámac en la costa, los mayores centros de culto prehispánico de los Andes.

Esa dinámica hizo que se construyeran santuarios en medio de una impresionante red de caminos, que convergían en la península de Yampupata, considerada la entrada ritual al lago Titicaca. Pero para entrar en este espacio, conceptualizado sagrado, se debía pasar por un muro ubicado en el actual Yunguyo, que dividía el espacio profano del sagrado. En el muelle que aún hoy se observa a la entrada del lago, los fieles tomaban balsas de totora hacia la Isla del Sol, pasando –según los relatos de los cronistas coloniales– sólo las personas purificadas, ya que entrar en las aguas del Titicaca implicaba el ingreso a un espacio sagrado (Ramos Gavilán, 1988 [1621]).

La sagrada ruta presentaba puertas o punkus de purificación, descritas por los cronistas de fines del siglo XVI. Ramos Gavilán (Ibid.) menciona que antes de llegar al adoratorio principal de la Roca Sagrada, se tenía que pasar por tres puertas, en cada una de las cuales existía un sacerdote que imponía penitencias de acuerdo a las culpas:

Antes de llegar a este adoratorio, se había de pasar por tres puertas, que distaban las unas de las otras poco más de veinte pasos; la primera se llamaba Pumapuncu, que suena lo mismo que puerta del León, porque había allí un León de piedra, que decían guardaba la entrada, y en ésta antes de pasar, se hacía una expiación de pecados, confesándolos al sacerdote que allí residía… La segunda puerta tenía por nombre Kentipunco, por estar matizada toda de plumas de tominejos, a quien ellos llaman Kenti… De la tercera puerta era el nombre, Pillcopuncu, que fuera puerta de esperanza, estaba adornada con plumas verdes de un pájaro muy estimado que se trae de los Chunchos llamado Pillco… (Ramos Gavilán 1988 [1621]: 48-49).

Toda esta mística registrada en el siglo XVI fue constituida en tiempos de los incas, mostrando la veneración de un elemento natural y la institucionalización de una tradición ritual sin precedentes en esta parte de los Andes. Ya sea como un elemento natural o un lugar consagrado culturalmente, el lago Titicaca inspiró la construcción de una ideología que tiene repercusiones hasta la actualidad. La peregrinación sagrada hacia el lago, cubierta por el velo del sincretismo católico, se reproduce cada año en la fiesta de la Candelaria (2 de febrero), en Semana Santa y en el aniversario de Copacabana (6 de agosto), con los miles de fieles que peregrinan hasta el santuario prehispánico.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en el área sagrada de la Isla del Sol, y siguiendo las descripciones realizadas en 1653 por Bernabé Cobo, mostraron datos muy interesantes. Aunque ya no se aprecian los ornamentos de la Roca Sagrada, la deposición existente cerca del altar principal permitió registrar una especie de canales elaborados en piedra que –al parecer– eran los receptáculos de la chicha que se ofrecía en el santuario (Stanish, 2003). Esta misma importancia fue atribuida a la Chinkana o laberinto Inca, construida en las inmediaciones de la Roca Sagrada, lugar donde se lograba la purificación de los fieles. Al parecer, la construcción laberíntica de la estructura y sus múltiples puertas propiciaban estados de introspección en los individuos, permitiendo una comunión entre las divinidades y ellos..

Por tanto, se observa que la importancia ritual de Copacabana también pasó al nivel político, ya que en la época de persecución de Paullu Inka, la Isla del Sol fue su lugar de refugio. Al parecer, toda esa relación mítica de origen y posterior ritualización de las islas del Titicaca fue muy bien aprovechada por el Imperio para su consolidación política y social en esta región de los Andes. Todo ese ámbito de ritualidad y religiosidad parece haber sido la razón por la que en Copacabana viviera un sacerdote, el cual gobernaba el Collasuyu; a la llegada de los españoles éste era Chalco Yupanqui. Así también en esta zona residía la corte inca, registrándose la presencia de varias panacas, razón por la que tal vez también existían mitmas de todo el Imperio. ¿Habría sido Copacabana una muestra de lo que fue el Imperio? La cita textual de Ramos Gavilán es muy ilustrativa al respecto:.

Por tanto, se observa que la importancia ritual de Copacabana también pasó al nivel político, ya que en la época de persecución de Paullu Inka, la Isla del Sol fue su lugar de refugio. Al parecer, toda esa relación mítica de origen y posterior ritualización de las islas del Titicaca fue muy bien aprovechada por el Imperio para su consolidación política y social en esta región de los Andes. 
El Inga Guaynacapac, fue el que más nombre dio a la isla Titicaca y a las demás convecinas porque se aventajó a su padre, y así por señalarse de dos hijas que tuvo en el Cusco, la una dellas mandó traer a esta isla y la puso en una de las casas de las Vírgenes dedicadas al Sol y que como prefecta y mayor cuidase de las demás. Cuando los españoles habían ya entrado en la tierra, uno de los hijos de Guaynacapac que estaba en el Cusco, llamado Paullo Topa Inga, vino a este asiento de Copacabana en busca de su hermana y al modo y usanza de los Ingas (sacándola del recogimiento) se casó con ella y tuvo algunos hijos y esta es causa de que muchos indios de Copacabana se aventajan en la nobleza a los demás… (Ramos Gavilán 1988 [1621]: 185)..

Por tanto, se observa que la importancia ritual de Copacabana también pasó al nivel político, ya que en la época de persecución de Paullu Inka, la Isla del Sol fue su lugar de refugio. Al parecer, toda esa relación mítica de origen y posterior ritualización de las islas del Titicaca fue muy bien aprovechada por el Imperio para su consolidación política y social en esta región de los Andes.

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