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martes, 30 de mayo de 2017
La búsqueda de gobiernos propios: Los documentos casi desconocidos en Bolivia sobre 1809
En general, en multitud de temas, los documentos históricos son tan abundantes que los/las investigadores se ven abrumados por ellos. En otras palabras, faltan historiadores y vidas para leer todo lo que habría que indagar sobre un tema. De ahí que la investigación tenga muchas veces que recortarse de una y otra manera.
No sucede lo mismo para 1809 (otra cosa sucede para años posteriores). En cada conmemoración, año tras año, suele repetirse lo que se conoce sobre el 25 de Mayo de 1809 y, año tras año también, las chispas entre Sucre y La Paz no dejan de encenderse. Una que otra vez se interrumpe este casi ritual con algún dato nuevo o con alguna interpretación un tanto novedosa. Y es que las fuentes y documentos accesibles (pueden haber algunos desconocidos o inaccesibles) en diversos archivos del país no son muy abundantes sobre el tema. Para convencerse basta mirar las fuentes utilizadas por dos historiadores y trabajos: Mendoza y La Mesa Coja y Roca y su libro sobre 1809. Ambos recurrieron, en gran parte, a documentos ya publicados. Y es que la mayoría de las fuentes documentales sobre 1809 no se encuentran en nuestro país. Están fuera de Bolivia. Me di cuenta de esta situación hace muchos años cuando releía el libro de Just Lleó sobre La Plata, autor que cita, en un 80 a 90%, documentos del Archivo Histórico de Madrid. Por otra parte, cuando pedí a un colega pudiera revisar en el Archivo General de la Nación Argentina algunos de los documentos publicados para el caso de La Paz por Pinto en 1909, y luego por Ponce Sanjinés y García en 1953, me apercibí que lo que habían publicado no era ni el 10% de lo que existía sobre “La Revolución de La Plata y de La Paz”. Estamos entonces frente a más de 20.000 páginas! Digitalicé gran parte estos documentos y una lectura aún parcial de ellos permite plantear varios temas sobre 1809.
Punto 1
En primer lugar, que no se trata de dos movimientos separados uno de otro, mucho más conservador el de La Plata y drásticamente radical el de La Paz, sino que ambos estuvieron relacionados. Esta articulación fue señalada por Just hace más de 16 años. Sin embargo, posiblemente por el contexto en que escribió, aún poco abierto a escuchar interpretaciones distintas, sus sugerencias continuaron pasando desapercibidas. De hecho La Plata apoyó a La Paz en varias ocasiones. Los oidores lo hicieron al afirmar categóricamente “que el castigo de Gefes delincuentes no es subversión del reino ni falta de Vasallaje sino un remedio contra la tiranía”. Pero aún más: se envió una Real Provisión el 10 de Agosto de 1809 para que Sanz no tomara ninguna medida en contra de La Paz aclarando que si actuaba contrariando sus órdenes se lo consideraría como traidor.
Punto 2
En segundo lugar, fue una disputa de coaliciones regionales que interpretaron de manera diferente lo que debía hacerse frente a la crisis en la península. Pero no se tuvo a La Plata versus La Paz o viceversa. Ambas ciudades formaron parte más bien de manera asociada, de una coalición junto con todas las regiones circundantes y en ambas se descabezó a sus autoridades acusándolas de traidoras, frente a la posición que tomó la intendencia de Potosí a la cabeza de Francisco de Paula Sanz que defendió a las autoridades establecidas y buscó ganar hacia sus perspectivas a las restantes regiones, principalmente, Cochabamba y Oruro.
El intendente Sanz pensó, al inicio, que en La Plata se había dado “una conmoción popular” contra el Presidente de la Audiencia por las propias rivalidades entre el Tribunal, los cabildos y la Universidad. Pero después del 16 de Julio sostuvo que fue “desengañado... del verdadero criminal modo de pensar de aquel Pueblo y sus caudillos y de la positiva independencia e insubordinación con que proceden... aun respecto al nuevo... Virrey” (Septiembre de 1809).
En el mismo mes, el intendente Sanz, que hizo de la villa de Potosí el “centro del reino”, explicó, cuando se enteró de los sucesos en La Paz, que “felizmente” Cochabamba se había “declarado el más adicto y... subordinado” y “felizmente” también, los de Oruro no habían enviado ni armas ni gente como les habían solicitado desde Chuquisaca.
Punto 3
En tercer lugar, lo que sucedió el 25 de Mayo o el 16 de Julio no fueron momentos episódicos puntuales de parte de los oidores o querellas entre las élites. Lo que se dieron son movimientos heterogéneos que duraron muchos meses y que tomaron acciones parecidas. Es indudable que los oidores fueron líderes de lo que se ha denominado “la Audiencia Gobernadora”, pero ello no significa que se limitó a una élite. Es fundamental subrayar que estuvieron involucrados varios “cuerpos” (cabildo, universidad) con la participación de grupos sociales heterogéneos –incluyendo la “plebe” descrita como “los cholos” y cuya presencia fue constante a lo largo de varios meses.
Punto 4
En cuarto lugar, lo que se hizo fue “descabezar” a las autoridades existentes y no sólo a los mandos más altos del poder secular y religioso sino también a un vasto grupo de autoridades lo que implicaba nombrar otras del gobierno civil pero también militar: toda una organización de rangos y jerarquías así como reclutamiento y alistamiento de soldados y milicias es decir toda una red de gobiernos propios.
Punto 5
En quinto lugar, la crisis política de 1809 supuso, como todo momento de esta naturaleza, la existencia de varias posiciones y la expresión de múltiples dinámicas. Posiblemente el término autonomía y la búsqueda de gobiernos propios puede constituir un común denominador para una de las posiciones más importantes. Era el “mal gobierno” con el que se deslegitimaba el poder y las autoridades en aquel entonces.
Punto 6
Finalmente, en la pugna de 1809 los términos “revolución”, e independencia que no eran aún muy utilizados, ya formaban parte del vocabulario y de la dinámica política de la época. Es cierto que fueron usados por Francisco de Paula Sanz y la coalición que lideró en contra de Chuquisaca y La Paz, es decir fueron parte del repertorio de la “acusación”. Pero su utilización revela también que las palabras revolución e independencia estuvieron presentes y se asociaban con la parte del descontrol y terror asociados a la Revolución Francesa. Finalmente, el lenguaje de diferentes discursos evocaba la tiranía y el mal gobierno, imponiendo, en su lugar, gobiernos propios.
*Historiadora – Instituto Internacional de Historia Social (Ámsterdam)
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