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martes, 15 de diciembre de 2015

El Wall Street de La Paz, su historia y personajes

Luis Antezana tiene 85 años y hace 60, aproximadamente, frecuenta el café del Club La Paz, el edificio de estilo francés construido entre 1939 y 1943 que resguarda el ingreso a la avenida Camacho. Esta vía es conocida como el Wall Street de la ciudad de La Paz, porque concentra los edificios de bancos, financieras, casas de cambios y hasta a los librecambistas, hombres y mujeres de expresión desconfiada que en el mismo lugar dan vida al mercado negro del dólar. El mundo financiero formal e informal paceño palpita en el lugar.

Desde las ventanas del cafetín que dan a la avenida, Luis ha visto cómo nació y se fue transformando la avenida. Los años han pasado, dejaron marcas en su rostro delgado y pálido, pero no han tocado sus recuerdos. Cuando los revive, los ojos se le iluminan, se fijan en un punto de la nada y dice: "La Camacho no ha cambiado casi nada. Estos edificios son desde la década de los 40 y 60, prácticamente todos son bancos”.
"El edificio Krsul, del frente, (señala con la mirada), era el Hotel La Paz; en el edificio de la Comibol nació la confitería Dumbo”, añade.
La antigua calle Recreo
El historiador Carlos Gerl señala que la avenida Camacho fue proyectada a principios de 1900. El objetivo era convertirla en un "boulevard de estatus”, donde se instalarían los bancos de la sede de gobierno.
"Era una calle pequeña, la calle Recreo, que fue ampliada tras una expropiación y demoliciones de propiedades (sobre todo de la Orden de San Juan de Dios) que hizo la Alcaldía de La Paz en 1910, aproximadamente”, precisa.

Eso fue después de que el mercado que ocupaba toda la manzana que hoy forman la avenida Camacho y las calles Mercado, Colón y Ayacucho se incendiara hasta reducirse a cenizas.
De acuerdo a información de la comuna, la amplia avenida se abrió entre 1936 y 1941. Partía de la plazuela del Obelisco y se unía a la avenida Simón Bolívar, que desembocaba en el estadio Hernando Siles. A lo largo de su recorrido la vista del Illimani debía ser constante, porque la ruta "creaba una perspectiva de integración” hacia el centinela de La Paz.
Obra de Emilio Villanueva
La Camacho es otra de las destacadas obras del arquitecto Emilio Villanueva, quien años antes había diseñado la avenida Mariscal Santa Cruz y el barrio de Miraflores. La vía comunicaba el centro con el nuevo y moderno barrio.
Junto a Villanueva, otros arquitectos jóvenes, recién llegados del exterior, donde se formaron, fueron los encargados de edificar los primeros edificios del lugar, a los cuales, en su mayoría, bautizaron con sus apellidos, como Saens, Villanueva o Krsul.
Norma, vendedora de golosinas, cigarrillos y refrescos, que tiene su puesto a unos pasos de la puerta del Club La Paz, recuerda: "Antes no había bancos. Era una avenida llena de tiendas de productos que traían de otros países. Donde es ahora el Banco Nacional estaba la Casa Bernardo, ahí vendían tintes y todo para el cabello. Aquí, donde está la cafetería Manolo, estaba la boutique Covana. Este edificio del frente, el Krsul, era el Hotel La Paz. Eso me acuerdo”. La mujer tiene casi 50 años en el lugar. Heredó el puesto a su madre Hilda Santa Cruz .

Es que los edificios que hoy ocupan muchos bancos recién comenzaron a elevarse en los años 60, aproximadamente. Los primeros en construirse fueron el Banco Nacional de Bolivia, el ex Banco Boliviano Americano, Big Beni, Potosí, Bidesa y el Banco Santa Cruz.
De casas de cambios y librecambistas
Junto a estos edificios, en los 60 también comenzaron a instalarse las primeras casas de cambios, como Sudamer, Cambios La Paz y T’argent, donde se hacían las compras y ventas legales de la moneda. Paralelamente aparecieron también los librecambistas, operadores del mercado negro del dólar que pululaban sospechosamente a lo largo de la avenida. "Siempre estuvieron por aquí, parados, pegados a las paredes, casi ocultos”, cuenta Ovidio Paco, transeúnte.
En la época de la hiperinflación , a inicios de los 80, los librecambistas se multiplicaron por cientos para vender y comprar la divisa entonces tan codiciada. Como su actividad era prohibida, se ocultaban detrás de las puertas de algunas casas. La mayoría contaba con un biper (localizador de personas) para ser ubicados. Si el monto para la compra de dólares no era cuantioso, se podía hacer la transacción en algún rincón de la Camacho. Si la cifra del cambio era muy alta, el cambista podía llevar el cambio a domicilio.

Hoy la avenida Camacho mantiene la gran mayoría de sus edificios, igual que a sus personajes: banqueros, librecambistas y comerciantes, y se ha convertido en la zona más congestionada de La Paz.


Centro de "conspiración”

El café del Club La Paz, ubicado en plena esquina de la avenida Camacho, fue el centro de encuentro de los personajes más destacados y reconocidos de la ciudad.
"Los caballeros y las damas más importantes de la clase alta de la sociedad paceña se reunían acá a tomar el five tea o'clock (el té de las cinco). Venían políticos, negociantes y muchas damas muy elegantes, muy hermosas, que tomaban su té de forma muy distinguida”, recuerda Luis Antezana.
"Eso fue hasta antes del 52 (Revolución Nacional), cuando se popularizó y se convirtió en un centro de reunión de políticos y militares que conspiraban desde cambios de gabinete hasta golpes de Estado”, añade.
Antezana cuenta que los administradores del Club La Paz, construido entre 1939 y 1943, se jactan de que "todos los políticos entraron al lugar, menos el expresidente Víctor Paz Estenssoro”.



Empedrada con poemas

En su paso apresurado y atropellado por las aceras de la Camacho, la mayoría de los paceños no percibe que debajo de sus pies se han plasmado las versos más hermosos que la ciudad y su guardián de nieves eternas, el Illimani, han arrancado a los grandes poetas.
"Tuya es la nieve, tuya es la cordillera y el silencio azulado que en tus alturas se congela”, le escribió Óscar Cerruto al Illimani y el verso está impreso en el concreto de una de las aceras de la vía.
"La Paz ciudad tan extraña, tan diferente de las demás ciudades del mundo, tan alta y a la vez tan profunda, no podrías ser albergue de gente sumisa, blanda, mansa, adormecida”, se lee en otra estrofa sellada en la calzada. Pertenece a Alberto Ostria Gutiérrez. No faltan en el lugar los versos de Blanca Wiethüchter, Facundo Espejo Quispe, Fernando Lozada y de otros grandes poetas bolivianos.



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