Buscador

martes, 17 de enero de 2017

El cacicazgo Kutipa de Italaque

LOS CACICAZGOS Y SU

DEVENIR HISTÓRICO

Cacique o Curaca era el jefe político, administrativo y espiritual de un determinado territorio y representante del Sapa Inca en épocas prehispánicas, es así, que el incario utilizó al curzasgo como mecanismo de pacto, el Inca nombraba curacas a los líderes de los pueblos conquistados y aliados a su gobierno. Así se constituyó la nobleza inca (Los Orejones) grupo social privilegiado, compuesto principalmente por los descendientes del Inca (Hijos del Sol), organizados en panacas tanto en el Cuzco como en otras regiones, también incluía a curacas de naciones aliadas o conquistadas, como los señoríos aymaras de Lupacas, Huarcas, Pacajes, Omasuyos, Carangas.

"Fueron los curacas los que bajo la administración colonial se vieron obligados a adoptar el título de "caciques" como en el Caribe, conservando con ello parcialmente sus facultades de gobierno y administración, así como su legitimidad, pero sujetos al sistema de explotación colonial. Sin embargo, el cacique conserva aún los rasgos nativos de autoridad, como es el ser Awki (padre) de ayllu. Esta es la base de su legitimidad" (Carlos Mamani - Igidio Naveda: Reconstitución del ayllu. 2016).

Esta forma de organización fue asimilada por la Corona española y el cacique se constituyó en un puente entre la cultura ibérica y la cultura amerindia. Sinclair Thomson en su libro "Cuando solo reinasen los Indios", menciona: "La posición que ocupaba el cacique o curaca dentro el sistema colonial era de los más delicados e ingratos"

Un caso típico de esta incorporación y pacto de élites fue el matrimonio de Beatriz Coya, hija de Sayri Túpac, inca de Vilcabamba, con un sobrino de San Ignacio de Loyola. Beatriz era considerada un trofeo político y social. Esto ocurrió en Cuzco, en 1576. La hija de la pareja, Ana María Lorenza de Loyola y Coya-Inca, se convirtió en 1614 en la primera marquesa de Santiago de Oropeza. Sus descendientes fueron considerados la línea principal de la panaca de Huayna Cápac.

Durante todo el período colonial varios caciques descendientes del periodo prehispánico hicieron sus trámites para lograr su reconocimiento, como fue el caso de los Huayna Cápac, Cusi, Cusicanqui, Calahumana, Quirquincha y Kutipa en el Alto Perú, entre muchos otros.

El caso más emblemático y con consecuencias trágicas fue en 1776, cuando el cacique de Surimana, José Gabriel Condorcanqui Noguera, con el argumento de ser el pariente más cercano de Beatriz Coya, inició un proceso legal para reclamar el título de marqués de Santiago de Oropeza e Inca. Pero su pedido fue rechazado. Hay quienes ven en este desenlace el inicio de su rechazo a España y su rebelión como Túpac Amaru II, en 1780. Él, su familia y allegados pagaron las consecuencias de su rebeldía y fueron cruelmente ejecutados.

Sus actos tuvieron consecuencias desastrosas para lo que quedaba del sistema social inca. Hasta entonces los descendientes de la Nobleza Indígena recibían una serie de prerrogativas de la Corona española. Tras la rebelión de Túpac Amaru fueron castigados. De nada sirvió que apoyaran a la corona. La Corona española arremetió y decidió que la posición de cacique dejaba de ser hereditaria. Así, se redujo considerablemente las principales fuentes de ingreso económico de las familias. También se reprimió varias de sus manifestaciones culturales, como el uso de trajes tradicionales en las procesiones, entre otras.

El golpe de gracia para la nobleza indígena llegó, irónicamente, con la Independencia. En 1825, Simón Bolívar anuló el cargo de cacique y dictó nuevas leyes de propiedad, lo que derivó en la pérdida del estatus social, económico y político para lo que quedaba de las élites indígenas y en el siglo XIX empezaron a ser olvidadas. Hoy, lejos de las atrocidades del pasado, generaciones jóvenes se interesan en sus nobles orígenes.

EL CACICAZGO KUTIPA EN ITALAQUE

Italaque, población ubicada en el actual municipio de Mocomoco, de la provincia Camacho del departamento de La Paz, no quedó exenta de los cacicazgos y su propio proceso histórico y conto para el Siglo XVI como refieren los registros de la parroquia de Italaque "con tres caciques, uno por parcialidad. Estos caciques eran de la familia Quenallata en la parcialidad de Huarcas, Ninacanchis en la parcialidad de Canchis y Kutipa en la parcialidad de Pacaures". Y es de este último cacicazgo al que nos dedicaremos en esta oportunidad.



KUTIPA.- De las voces aymaras: Kuti que significa regreso o acción de regresar y Pa que significa Él y se designa la tercera persona gramatical; es decir que Kutipa significa "El que Regresa"; Así también atribuyen los aymaras el nombre Kutipa a "El venturoso o Afortunado".

Según los registros del Archivo General de las Indias en Sevilla España (AGI, 532): Los Kutipa son originarios del Cuzco y tienen relación con la familia del Inca Pacha Kutiy Yupanki, en tiempos prehispánicos.

El francés Thierry Saignes en su libro "Desde el Corazón de los Andes, cita: "Los Caciques -Gobernadores de las demás cabeceras, los Chambilla, los Catacora, y los kutipa perfilan un gran ascenso en 1567, y siguen alternando en los cargos de ´Capitanes Generales´ en Potosí y mostrando una nítida prosperidad económica gracias a los ingresos mercantiles, varios compran haciendas en los valles orientales de Larecaja o se hacen reconocer la propiedad, mediante de tierras, de terrenos adquiridos seguramente a partir de lotes antes cultivados por los mitimaes étnicos para su propio provecho".

En ese contexto, es que en el siglo XVI se crea la nueva reducción colonial de Italaque como los cita el registro del Archivo General de las Indias en Sevilla España (AGI, 532): "En 1596 Charazani forma una parroquia, Mocomoco otra, Carijana y Camata se reúnen en la misma, Umanatta debe unirse a los indios Canchis de Usadca para formar la nueva reducción y la parroquia de Italaque". Y son los cacicazgos Ninacanchi, Quenallata y Kutipa la base social y administrativa de este nuevo territorio.

Como testigos de esta administración cacical queda el legado plasmado en la construcción de la iglesia de Italaque. Dejando su sello personal en la parte inferior en el arco labrado en piedra caliza de la puerta principal de la iglesia que el cura Cejudo denomino "Mascarones Quenallata".

Por otra parte, tal fue la eficacia de la organización cacical que para la construcción del empedrado de la plaza principal de Italaque lograron distribuir espacios a los 49 ayllus o comunidades que para el siglo XVI constituían la reducción de Italaque divididos estos en tres parcialidades o grupos culturales (Huarcas, Canchis y Pacaures). La tradición oral y los registros en los libros de actas de Italaque describen sobre el cuidado y limpieza de la plaza de Italaque: "A cada ayllu o comunidad de Italaque se le designaba un cuadrado del empedrado de la plaza: para su cuidado, protección y mantenimiento, siendo el cumplimiento del mismo un deber ser categórico para su comunidad"

La mitad del siglo XVIII estuvo marcada por una fuerte intromisión y usurpación por parte de españoles y criollos en la sucesión de cacicazgos en varias regiones. El cacicazgo Kutipa fue víctima de la intromisión española, en el año 1750 Julián Ramírez, un español casado con la hija del Cacique Pablo kutipa, quien se autonombró y usurpó el título de cacique cometió una serie de abusos al extremo que los indios de la parcialidad de Pacaures denunciaron en la Real Audiencia de Charcas el asesinado del comunario Francisco Mamani, estos hechos tuvieron su desenlace una vez expulsado de Italaque al español Julián Ramírez, y devolviendo el título de cacique a Sebastián Kutipa, indígena y legítimo heredero. Así lo registra el Archivo Nacional de Bolivia en expediente (ANB EC 1755 No 56), el cual fue estudiado y citado por Sinclair Thomson en su libro "Cuando solo reinasen los Indios"

En el año 1780 estalló una cadena de revueltas en las ciudades del altiplano, los valles y la costa, como expresión del descontento indígena, mestizo y criollo frente a las reformas Borbónicas. El cacique de Surimana, José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru), líder de la rebelión del Perú convocó en Tungasuca a finales de 1779 a caciques de varias regiones a la que supuestamente asistieron Sebastián Kutipa y José Vera Ninacanchis por Italaque y Diego Quispe por Mocomoco. En marzo de 1780 Diego Quispe junto a Basilio Antonio, indígena oriundo de Italaque, y una tropa de seguidores de Túpac Amaru quemaron y saquearon la iglesia y varias viviendas de españoles de Italaque. Este relato se encuentra en los Archivos de la Parroquia de Italaque y los Archivos de la Catedral de La Paz y fueron recogidos por Homero Elías en su libro "Cuentos e Historias de un pueblo llamado Italaque".

Tras la rebelión de Túpac Amaru de 1781 los cacicazgos y las élites indígenas perdieron todas sus prerrogativas políticas y administrativas, conservando solo el poder espiritual.

Con la independencia de 1825 la figura del cacique fue desvalorada y denigrada por ser un título solo de indios, razón para que muchos descendientes del cacicazgo Kutipa se cambiaron el apellido indígena por uno español. Conocido es el caso que alguno se cambió de Kutipa a Ortiz, renunciado con esto a su linaje indígena e Incaico.

En el Archivo Nacional de Sucre se encuentran registradas las haciendas establecidas luego de la Independencia de Bolivia en 1825 donde se evidencia que el cacicazgo Kutipa aún contaba con tierras en la Parcialidad de Pacaures, específicamente en la comunidad de Cacachi, mismas que estaban al resguardo de Dominga Kutipa descendiente del cacicazgo Kutipa. Dominga Kutipa legó este patrimonio y otros del cacicazgo Kutipa a su descendiente Francisco Kutipa y este a su hija Rosa Kutipa quien tuvo como primogénito a Raúl Mansilla Kutipa último descendiente directo de este cacicazgo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario