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jueves, 24 de agosto de 2017

Sucre, la Capital del chocolate desde mitad del Siglo XIX


SOBRE BOMBONES

La familia Urioste fue la primera que ofreció bombones hechos en Sucre. Sin embargo, según sus familiares, la receta de su relleno se perdió cuando falleció su creador, José Urioste.

Visitar Sucre y no probar sus chocolates es, simplemente, imperdonable. La ciudad, que entre varios títulos se precia de ser la Capital del chocolate, tiene una larga tradición de producción en ese rubro que nació en el siglo XIX de la mano de la familia Rodríguez, que sería la primera fabricante de chocolates en el país.

El nacimiento de esta empresa se ubica algo antes de 1892, con la producción artesanal de chocolates a cargo de Candelaria Argandoña de Rodríguez, quien impulsó el proyecto iniciado con su esposo Máximo Rodríguez, aunque con más fuerza cuando quedó a cargo de buscar la fuente de su sustento y la de sus hijos, luego del fallecimiento de su joven pareja.

Luis Rodríguez Argandoña, hijo de Candelaria, fue parte del emprendimiento. Según cuentan sus nietos Jorge y Rosario Rodríguez Calvo, su bisabuela se hizo cargo de todas las iniciativas de la familia que había incursionado en rubros como el alcohol, cigarrillos, conservas y hielo, siguiendo el consejo de su abuelo de que “hay que tener los huevos en diferentes canastas, porque si algún negocio va mal, el otro puede prosperar”, comentan en el libro “Sucre, la ciudad del chocolate”, de Gastón Solares Ávila, gerente propietario de Chocolates Para Ti.

La visionaria mujer fue quien probó las recetas y los sabores de su producto que tuvo influencia de fórmulas del exterior del país, especialmente de Francia, a donde la familia solía viajar ya que muchos de los Rodríguez eran educados en Europa, precisa la publicación.

Si bien sólo producía chocolate en barra, su producto marcó un hito en la historia de Sucre y del país, ya que sería la primera empresa nacional en este rubro, según el libro de Solares, dando nacimiento así a una larga tradición de producción chocolatera en Bolivia y especialmente en Sucre.

Junto con su hijo, Candelaria incursionó en el área del chocolate que hoy mueve a decenas de empresas en la Capital, todas en busca de consolidarse en un mercado que responde, pero que se ha mostrado ralentizado en los últimos años según comentarios de algunos productores del sector.

Los chocolates Rodríguez ofrecían distintos sabores, habían de vainilla, chocolate negro, chocolate blanco, chocolate con leche, chocolate amargo y más; siendo la mayor parte de su producción destinada a las minas. Su traslado a otros departamentos del país se hacía a través de mulas que iban custodiadas por arrieros.

Para su producción se construyó una infraestructura destinada a este fin en la zona de Alto Aranjuez, donde todavía se podían ver los resabios de las acequias hechas de ladrillo para aprovisionar de agua a la fábrica que encontró su fin durante la Reforma Agraria, cuando las tierras en las que estaba asentada fueron entregadas en dotación a campesinos.

Luis Rodríguez, quien se hizo cargo del negocio luego que Candelaria Argandoña falleció, vendió todo lo que tenía para la producción del chocolate a la familia Urioste que se encargó de continuar con la actividad, detalla el libro de Solares.

URIOSTE Y EL SECRETO DEL BOMBÓN

Siguiendo el legado de la familia Rodríguez en el rubro chocolatero en Sucre, los Urioste, con sus “chocolates La Veloz”, cautivaron el mercado en Sucre al ser los primeros en ofrecer bombones.

Urioste Sucesores fue el nombre de la empresa que produjo los bombones con relleno de crema ya de manera industrial y comenzó a funcionar desde 1925, como una iniciativa de José Urioste Reynolds, cuya madre, Eulalia Reynolds, podría haber sido quien comenzó a probar la receta de los bombones, según los descendientes de estos empresarios.

José Urioste estaba casado con Modesta Arce y aunque su plan inicial era que su hijo Joé Luis se hiciera cargo de la empresa, el emprendimiento quedó en manos de su hija María Ángela y su esposo Carlos Seoane, luego del fallecimiento de su predilecto cuando tenía sólo 21 años de edad.

Sin embargo, la fábrica de los Urioste no era la única que funcionó en esa época en la Capital. Según el hijo de Seoane, en ese entonces también estaba presente la factoría de chocolates Martinic que comenzó a operar entre 1932 y 1934 en su primera fase.

Los Urioste ofertaban básicamente bombones y chocolate en barra en pequeña proporción y tenían su fábrica instalada en la calle Azurduy, donde ahora funciona el kínder Judith Carrasco de Echevarría, mientras que las ventas se hacían en la casa de José Urioste donde ahora funciona el hostal La Posada, lugar que fue la casa del ex presidente de Bolivia, Severo Fernández Alonso, tío de la esposa de Urioste.

Además de los chocolates, la familia que se sostenía de este emprendimiento, produjo dulces o caramelos.

Para su producto estrella, la materia prima se traía desde Beni, mientras que parte de los insumos para la crema eran importados. Se utilizaban azúcar, glucosa y esencias con sabores.

Los bombones se ofrecían envasados en bolsas de papel madera que se imprimían en Sucre, y se vendían en Potosí, Cochabamba y norte de Chile, por encargo.

Al inicio, la producción era con diversas maquinarias que eran manejadas por pongos que llegaban de lugares cercanos a la ciudad para trabajar. Posteriormente, ya cuando Carlos Seoane estuvo a cargo, se introdujo una línea de transmisión con motor eléctrico.

En esta empresa, según descendientes de Urioste, trabajó José Taboada, uno de los creadores de chocolates Taboada, empresa que actualmente continúa en operaciones.

José Urioste tuvo que ayudar a su madre desde muy joven y quizás eso le motivó a ser un emprendedor, ya que se desempeñó en distintos empleos para colaborar en la crianza de sus seis hermanos de los que dos murieron en la batalla de Ayo Ayo.

También se dice que desde muy niño tuvo problemas del estómago, por lo que al menos una vez cada año se iba a Buenos Aires para ser tratado. Sería ahí, en la capital bonaerense que Urioste habría conocido los bombones y los chocolates.

Si bien es probable que su madre, Eulalia Reynolds, le hubiese ayudado a hacer los primeros bombones, sería él quien luego desarrolló las recetas de su relleno, famoso por mantenerse fresco por mucho tiempo.

Esas recetas, según sus familiares, se las llevó a la tumba, por lo que pese a que trabajadores suyos emprendieron iniciativas chocolateras, nunca pudieron replicar su estilo.

SU VÍNCULO CON LA PAZ

Uno de los datos curiosos de Urioste es que según sus familiares él no vendía su producto a comensales paceños, debido a su resentimiento por la pérdida de sus hermanos en la batalla de Ayo Ayo (1899), cuando se trasladó la sede de los poderes del Estado a La Paz.

Es así que cuando dudaba de que alguno de sus compradores era oriundo de La Paz, exigía que le muestren su cédula de identidad y sólo al verificar su origen decidía vender o no sus famosos bombones.

Hacia 1948, tras el fallecimiento de José Urioste, su hija María Ángela y su esposo intentaron llevar adelante la fábrica en La Paz, pero el emprendimiento no pudo mantenerse en pie por más de seis años debido al difícil contexto comercial de la época que obligó a que varias empresas apagaran sus máquinas.

Aunque sus productos ya no se vendían y tuvieron que cerrar a causa del contexto que afrontaron, el aporte de los emprendimientos de las familias Rodríguez y Urioste consolidó la imagen de Sucre como la Capital del chocolate, un título que hoy ayuda a que distintas empresas del rubro generen ingresos para la ciudad y se animen a iniciar inversiones de alto porcentaje.

Y aunque Sucre ni Chuquisaca son productoras de cacao o azúcar, dos elementos esenciales para producir chocolate, la región se ha posicionado por la calidad de sus productos que no dejan de cautivar a visitantes nacionales o extranjeros, además, de sus propios ciudadanos.

El origen

La primera fábrica de chocolates, según una investigación de Gastón Solares, sería la de la familia Rodríguez, que se dedicó a producir chocolate en barra, distribuido principalmente a los centros mineros de otros departamentos del país.

Taboada

Tradición familiar y un apellido de chocolateros

Chocolates Taboada comenzó en 1948, como una iniciativa entre Jorge Taboada Moscoso, sus hermanos y su madre. Con los años se fue consolidando en el mercado hasta llegar a ser una de las empresas icónicas del chocolate de Sucre.

A los pocos meses de haber iniciado, Chocolates Taboada participó de una feria nacional de la industria en La Paz, donde obtuvo el segundo lugar, una distinción que alentó a los emprendedores a seguir en el rubro, cuenta el actual gerente General de Taboada, Carlos Enrique Taboada.

“Va creciendo ante la demanda y aceptación por el bombón y el buen chocolate, (la empresa) tiene crecimiento rápido, se va diversificando la línea de bombones y posteriormente se implementa otro tipo de productos”, relata el actual Gerente.

Actualmente, Taboada está constituida por él, su esposa y su madre, luego de que su padre falleciera.

Taboada comenzó con tres trabajadores además de los familiares que la constituían en su inicio, pero ahora tiene unos 80 trabajadores y una producción de entre 15 y 20 toneladas mensuales de chocolate, eso sí, dependiendo de la temporada.

“Hubo un gran crecimiento en la empresa y creo que está en un buen momento y tiene también sus explicaciones porque fue la primera fábrica, fábrica como tal que se creó en Sucre y probablemente la primera de chocolates en sí, hubo varias fábricas pero dedicadas a un tipo especial de chocolate, es decir que hubo fabricantes de chocolate en un cierto tiempo, pero dedicado a un tipo especial de chocolate”, dice Taboada.

Para él, la clave del éxito de su empresa es que ofrece un chocolate puro y que si bien diversificó su producción, mantiene su estándar de calidad, especialmente hoy en día, que según él hay una tendencia a sustituir la manteca de cacao por otro tipo de grasas, como el aceite de palma y otros que le quitan las cualidades de sabor y de salud que tiene el chocolate.

Asimismo, destaca que su crecimiento es sostenido y que para fines de este año o inicios del siguiente esperan ejecutar nuevos proyectos y aumentar su producción, aunque eso sí, manteniendo siempre la pureza del chocolate.

“Taboada hizo a Sucre famosa por los chocolates, hace dos años nos distinguieron por haber hecho conocer a Sucre como la capital del chocolate y muchas de las empresas que ahora hay fueron creadas por ex trabajadores de Taboada”, remarca el Gerente al destacar el aporte de su empresa en el rubro chocolatero.

Para Ti

El emprendimiento de Solur que busca liderar el rubro

Chocolates Para Ti, de la empresa Solur (Solares-Urriolagoytia), comenzó a gestarse a fines de la década de los 80 y salió al mercado un 27 de Mayo de 1990, cuando se celebraba el Día del a Madre, y hoy en día, tras 27 años de vida, es considerada una de las empresas más grandes de Sucre.

Para Ti comenzó con una producción de 300 kilos al mes, pero actualmente alcanza a 15.000, una de las muestras del crecimiento de la factoría que también está asentada sobre vínculos familiares y acoge a un total de 180 trabajadores, detalla el gerente General de la empresa, Gastón Solares.

“Para ti es un milagro que se ha hecho una de las fábricas más grandes de Sucre y del país”, afirma con total convicción y es que durante sus años de vida vio cómo la respuesta de la gente catapulta sus productos, considerados todos “estrella”, porque el que no lo es, ya no se fabrica, explica Solares.

La empresa comenzó con un salto del rubro cervecero cuando Solares buscaba un sector industrial en el que invertir.

“Sabía que Sucre y Chuquisaca no son regiones de ventajas comparativas para este tipo de emprendimientos, pero hay excepciones que creo que las principales son los sombreros y los chocolates, y decidí hacer lo primero que se presentó”, recuerda.

Solares se aventuró a invertir en el rubro chocolatero, alentado porque la Capital se mueve sobre la base de lo tradicional y el turismo, por lo que aprovechó esos dos pilares para afianzarse en el mercado local y nacional, a la vez de promover la imagen de Sucre.

La fábrica comenzó con la compra de maquinarias a la familia de Gloria Briançon, tradicionalmente productora de chocolate, quien fue socia durante los primeros años de Para Ti y dio en la empresa las primeras pautas sobre la producción del chocolate. Con los años, la investigación y esfuerzo familiar fue lo que finalmente logró hacer evolucionar la receta de la fábrica que actualmente atrapa a sus comensales.

“Diría que la investigación posterior corresponde a esfuerzos familiares en los que estuvieron involucrados varios miembros de mi familia investigando, obviamente también tuvimos asesoramiento del exterior, holandés, canadiense y suizo (…), pero el mérito es al desarrollo propio y la búsqueda de cada vez producir mejor chocolate y mejores variedades, hemos trabajado partiendo de que no es lo que queremos vender, sino lo que la gente quiere comprar”, afirma Solares.

En Para Ti, la meta permanente es la de lograr un incremento en ventas cada vez mayor y aunque notan una recesión más este año que en otros, están en busca de liderar el rubro.

Mi Bombón

Una empresa joven que busca llegar al exterior del país

Operando desde 2008, la fábrica de chocolates Mi Bombón es una de las empresas relativamente nuevas en este rubro; sin embargo, su gerente propietario Filemón Díaz asegura que los consumidores responden a su oferta y que cada año le es grato ver que continuamente aumentan su cantidad de pedidos.

Su producción es todavía artesanal y quizás es ese uno de sus principales atributos para quienes buscan un sabor distinto.

“Nosotros mayormente producimos productos artesanales y eso es por lo que parece la gente consume más. Consumen grajeas, chocolates, con las tabletas lo propio y también las trufas”, comenta Díaz, quien regenta esta iniciativa familiar.

Para Díaz, lo que más le fortalece es que sus clientes suman cada año y que la proporción de sus pedidos incluso se duplica en algunos casos. Mi Bombón tiene alcance a distintos puntos del país, gracias a la fidelidad de clientes que disfrutan de su sabor y rellenos; sin embargo, uno de sus retos es llegar a distintos puntos del Departamento y otras regiones.

“La gente consume nuestros productos desde que tenía una pequeña empresa que funcionaba artesanalmente, seguimos funcionando ahora todavía de una manera semiartesanal. Luego de que vimos los pedidos que nos hacen los colegios, tiendas de barrios y otros lugares del interior tuvimos que aumentar nuestras máquinas para producir un poco más y diversificar nuestra oferta. Todo lo logramos sin publicidad ni nada, sólo haciendo degustar nuestros productos”, comparte Díaz.

Mi Bombón ofrece grajeas de varios cereales o de uva pasas o macarrones, además de los bombones que serían su producto estrella y que es el que llega al interior.

“Hay gente que vende nuestros productos para llevar el pan a sus hijos y los consumidores van aumentando y nos llevan distintas cantidades, incluso en Santa Cruz, pese al calor”, afirma.

Para el Gerente de Mi Bombón, es destacado el crecimiento de las pequeñas empresas de chocolate como la suya que se enfrentan a algunas de una trayectoria mucho más larga y con mayor cantidad de producción, pero logran ocupar un espacio reconocido entre la población gracias a su calidad y esfuerzo.

Su preocupación se centra en que los productos del exterior logran llegar a más lugares y les afecta. “Uno quisiera tener un producto chuquisaqueño en Sopachuy nomás o Monteagudo y que cualquier tienda tenga, pero no se ve, más bien hay productos extranjeros que nos bajan nuestras ventas y productos chuquisaqueños ni como muestra tenemos”, reclama.

El sueño de Díaz es sin duda llegar al exterior y recuerda que Sucre es una ciudad chocolatera y que “deberíamos apoyarnos entre empresarios que queremos superarnos y mejorar nuestros productos”.

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