Este núcleo urbano recibió el nombre de “Villa de
La Plata” debido a la cercanía del mineral que se
explotaba entonces en Porco, pues los españoles
todavía ignoraban la existencia de la mina de Potosí.
El territorio sobre el que se fundó La Plata
estaba dentro de la jurisdicción de la provincia
inca del señorío yampara. Esta ubicación era
ventajosa pues estaba a 25 leguas de la fortaleza
incaica de Incallajta que marcaba el límite entre
los territorios del Estado inca hacia las tierras
bajas; además, se hallaba en el divortio aquarum
es decir en la confluencia de las cuencas fluviales
amazónica y platense. Desde La Plata empezó a
organizarse administrativamente el territorio que
formaría la Audiencia de Charcas.
La parte española de la ciudad tenía forma
de damero de ocho cuadras de largo por seis de
ancho. Junto al núcleo urbano y separado del
mismo por un riachuelo se encontraban los barrios
indígenas de San Lázaro y San Sebastián.
En el primero vivían los indios yampara y los que venían de Pocona, mientras que en el segundo
estaban concentrados los indios pacchas y los
incas de Huata, así como indios de otras regiones
–como del lago Titicaca– que fueron ubicados
en la zona como mitimaes de los incas. Schramm
(2012) señala que el barrio donde habitaban los
trabajadores poconas encargados de la construcción
de la ciudad, se llamaba “Poconas”. En el
sector limítrofe, a ambos lados de un riachuelo
había casas y talleres de artesanos. Se considera
que en pleno centro de la ciudad y en contraste
con las leyes y ordenanzas emitidas al respecto,
el cacique yampara Aymoro ocupó una manzana
frente a la plaza principal (Mesa y Gisbert, 1982).
Recientemente, Máximo Pacheco (2012) ha refutado
esta idea sosteniendo que la residencia del
cacique se encontraba en la zona de la Recoleta.
A partir de 1545, el auge de la plata de Potosí
estimuló el desarrollo de la ciudad. Mineros
españoles enriquecidos y varias órdenes religiosas
optaron por residir en esta ciudad cuyo clima
alababan, contribuyendo a su desarrollo arquitectónico.
En 1555, Carlos V elevó la ciudad a la
categoría de “villa”. En 1559, el virrey marqués de
Cañete concedió a La Plata los títulos de “ciudad
insigne, muy noble y muy leal” y se le otorgó el
uso de un escudo de armas en señal de agradecimiento
por los servicios que prestó al sofocar
los alzamientos de Gonzalo Pizarro, Francisco
de Carvajal, Sebastián de Castilla y Francisco
Hernández Girón.
De la misma manera, el reconocimiento del
papel de La Plata en el hallazgo de los minerales de Potosí y Porco se reflejó en el cuartel superior
derecho, donde yacía el Cerro Rico y en otro
cuartel superior: el cerro de Porco. Un águila
imperial con corona recordaba la pertenencia de
La Plata al imperio español y un crucifijo añadido
posteriormente por Toledo, servía como recuerdo
de la defensa de fe por armas reales. La Plata fue
la ciudad donde residía el corregidor, cuyo cargo,
como afirma Barnadas (1973), había significado
mucho más que el de cualquier otro Corregimiento
en América, pues se trataba de un poder
que extendía sobre toda la zona sur de América.
Desde 1552 la Plata fue la sede episcopal, desde
1561 ahí se encontró la sede de la Real Audiencia
y desde 1609 también del Arzobispado.
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