La explotación de la plata en el asiento de Porco,
denominado por Presta (2010) como “la primera
joya de la Corona” se produjo desde la época
prehispánica. El proyecto Porco-Potosí en el sitio
arqueológico llamado por la población local como
Huyaurachina Alta mostró la presencia de asentamientos
incas que también fueron explotados
durante el período colonial temprano (Cohen,
Rehren, Van Buren, 2010). Los historiadores
también sostienen que las minas de Porco fueron
explotadas por los incas y por los mallkus locales
debido a que las minas estaban en el territorio
del grupo étnico visisa que formaba parte de la
Confederación caracara-charcas.
Por esta razón, la entrega de las minas de
plata de Porco a los españoles fue realizada por
el señor de los indios charcas, Coysara, tras la derrotaderrota
que sufrieron las fuerzas aliadas indias frente
a los españoles en la batalla de Cochabamba
(1538). Se sostiene que Tata Purcu fue el patrón
sagrado de la minería, la guerra, la fecundidad y
la salud, la huaca consagrada al rayo de los de las
siete naciones de Charcas y un importante centro
ceremonial. Esto explica que el sumo sacerdote
Villac Uma también participó en el acto de la
entrega de las minas. Según relatan los documentos,
Hernando Pizarro fue llevado por los indios
a Porco donde se le adjudicó varias minas; entre
ellas, la que se creía que era del Inca Huayna
Capac fue destinada a Carlos V. La entrega de
las minas antes ocultas, significó una transferencia
simbólica y material de poderes, porque
Porco tenía un alto valor simbólico como un
bien preciado que se entregó al Rey, como antes
había sido ofrecido al Inka, en señal de sumisión
y de lealtad, reconocimiento simbólico-religioso
de la soberanía del Rey de Castilla a la vez que
le comprometían a un “pacto de reciprocidad”
(Platt et al., 2006).
Los mallkus entregaron los primeros mitayos
a los españoles que empezaron a trabajar las minas
de plata. Mientras Hernando Pizarro se fue
a España, sus minas fueran administradas por su
mayordomo Pedro de Soria y otros veinte españoles.
Como Hernando nunca volvió a Charcas,
se considera que fue Gonzalo Pizarro el que inició
la explotación minera en Porco. A raíz de los repartimientos
realizados por Francisco Pizarro, los
hermanos Pizarro recibieron tierras pobladas por
aproximadamente 30.000 indígenas que rodeaban
el yacimiento de Porco y el futuro asiento de
Potosí. Tomando en cuenta los recursos mineros y humanos, los Pizarro tuvieron acceso a la parte
más rica de Charcas, pero se cuenta con pocos
datos acerca de los primeros años de explotación.
Este yacimiento albergó a una gran población
conformada por mineros, indígenas, españoles,
negros, yanaconas e indios de encomienda y su
producción fue destinada a solventar cuatro años
de guerra, entre 1544 y 1548 (Presta, 2008).
Después de las guerras civiles, las posesiones
de los Pizarro fueron confiscadas y hubo
nuevos repartos de las minas y de los indios a
encomenderos como Polo de Ondegardo y Juan
Ortíz de Zárate. Pero algunos de los antiguos
encomenderos como Álvarez y Lope de Mendieta
supieron cambiar a tiempo de bando y, por ello,
aumentaron sus riquezas. Sus encomendados fueron
los indios carangas, los más experimentados
en la minería de Porco: disponían de ganado, un
insumo indispensable para el trabajo minero, y
empezaron explotar simultáneamente las minas
de Porco y de Potosí. Ante el mayor potencial y
a la riqueza creciente de Potosí por un lado, la
inundación crónica de las minas y la falta de la
mano de obra, Porco fue perdiendo importancia.
Sin embargo, aunque opacado por la grandeza de
Potosí, este asiento minero siguió siendo explotado
a lo largo de la época colonial.
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