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martes, 12 de septiembre de 2017

Historia de unas bandoleras 12 de septiembre de 1879

En 1879 el ejército boliviano se hallaba en Tacna, en campaña contra Chile, con el capitán general Hilarión Daza a la cabeza. Para solemnizar del aniversario del 6 de agosto, el general Daza obsequió 200 bolivianos a cada uno de los cuerpos de la “Legión Boliviana”. Por disposición del general Juan José Pérez, el regimiento “Murillo” sólo empleó en los festejos 80 bolivianos y aplicó el resto a la adquisición de bandoleras de las que tanto carecía el cuerpo.

Esta combinación la hizo el general Pérez con el asentimiento del general Daza, quien se comprometió a abonar el saldo que resultare. Termi-nada la confección de bandoleras, el general Pérez pidió el reintegro de la diferencia, que era de 200 bolivianos. El jefe de Estado Mayor General, general Manuel Otton Jofré, que debía decretar el pago, se negó a hacerlo, alegando que no se había presentado el presupuesto. Mientras tanto, el talabartero, cansado de no co-brar, demandó al general Pérez. Ante el mismo jefe del Estado Mayor General Jofré se negó por segunda vez el pago. Contrariado Pérez, pagó de su peculio la suma exigida, expresando que Daza “Cicateaba un pago tan pequeño y tan justo, mientras se derrochaba por miles los fondos de la nación”.

DAZA ORDENA QUE PÉREZ MARCHE A CAU-POLICÁN

Informado el general Daza sobre estas frases, montó en cólera, y dictó en el acto una orden escrita para que el general Pérez marchase sin demora a la inhóspita región de Caupolicán a organizar fuerzas de reserva. Como es de suponer, Pérez se negó a cumplir la orden, y mandó decir al capitán general que él había venido a ofrendar los últimos días de su vida a la patria y haciendo renuncia de su clase y empleo en el ejército del Perú, donde servía en la condición que se le destinase. Ante este mensaje, Daza mandó que Pérez compareciera; pero éste, conociendo el carácter irascible del capitán general y temiendo, con sobrada razón, un ultraje, se negó a comparecer y desapareció de Tacna. Al tener noticia sobre esta evasión, el general Daza ordenó a sus edecanes que unos a pie y otros a caballo fuesen en busca del fugitivo. Calculando que éste hubiese tomado el camino de Arica, ordenó al coronel Ángel Zarco seguir esa ruta y apresarlo o matarlo en caso de resistencia. Pero, el general Pérez había desaparecido como “comido por la tierra”, y nadie pudo hallarlo.

DAZA RECORRE LOS CUARTELES

Temeroso el general Daza de que Pérez produjera algún movimiento militar en contra suya, reunió a sus edecanes y acompañado de ellos salió a la calle, dirigiéndose a algunos cuarteles. Mandó distribuir a los sargentos varios cajones de municiones, hablándoles de una gran conspiración, basada en el asesinato de su persona y cuyo núcleo principal estaba en la “Legión Boli-viana”, acaudillada por el general Pérez y el coronel Camacho.

Los soldados “Colorados” creyendo que efectivamente se trataba de una conspiración, se enardecieron, vitoreando al capitán general, y pidiendo las cabezas de Pérez y Camacho. Daza concluyó encargándoles que el primer tiro que oyesen o cualquier noticia que les comunicasen, salieran haciendo fuego y no dejaran a uno solo de los “karas huaira levas”, o sea los “jóvenes de levitas raídas”. La población de Tacna pasó la noche en medio de la mayor ansiedad y zozobra y los batallones sobre las armas.

GENERAL PÉREZ BORRADO DEL ESCALAFÓN MILITAR

El 12 de septiembre se dictó una orden general, suscrita por el general Jofré, que decía que el general de brigada don Juan J. Pérez es un disociador conspirador que “ha contaminado la atmósfera de sus cuarteles con el impuro hálito del soldado insubordinado algunas veces, déspota otras y revoltoso en todas ocasiones”. Por tanto, el capitán general y en jefe del ejército ORDENA que el general Juan J. Pérez sea dado de baja y borrado del escalfón militar.

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