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lunes, 25 de enero de 2016
La antigua mesa chuquisaqueña
Entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, las familias acaudaladas de Sucre podían darse el lujo de encargar la fabricación de una vajilla exclusiva, con su propio monograma, en París, conocida como la cuna de las porcelanas y las lozas más finas del mundo. Había progenies con menos recursos económicos que también solicitaban porcelana fina, pero sin iniciales.
La vajilla es un elemento imprescindible en la mesa. Los expertos dicen que las piezas finas o de marca son primordiales para vestir a una buena mesa, pues no solo hace a la utilidad sino que le agrega un toque de elegancia y distinción.
“Con el auge de la plata y la minería, el poder económico era muy grande en Bolivia. Esto permitió que algunos personajes se dieran gustos muy refinados y caros”, comenta a ECOS el experto en antigüedades Iván Gutiérrez Achá.
Algunas de estas piezas —consideradas únicas— hasta ahora se encuentran bien conservadas por familias que las guardan celosamente, ya que representan la historia y el patrimonio de sus antepasados.
En rigor, quedan pocas colecciones de porcelana, cristalería, cubertería y mantelería completas; hay más piezas sueltas que, aun así, son todo un símbolo.
La “Belle Époque”
En Historia se denomina la “Belle Époque “ (desde fines del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, acontecida entre 1914 y 1918) a un tiempo de optimismo y esplendor en todas las clases sociales, que se caracterizó por un transitorio bienestar económico, en los países industrializados de Europa, en Estados Unidos y en gran parte del mundo, producto de los avances tecnológicos y científicos.
Fue entonces que se dieron la conquista del descanso dominical, la reducción de la jornada laboral y la posterior incorporación del “sábado inglés” o media jornada, creándose un tiempo libre difícil de ocupar.
También surgió la práctica masiva del deporte, se expandió la educación y las artes se desarrollaron en forma formidable; los artistas tenían trabajo por doquier.
“La gente acaudalada económicamente daba mucho impulso al arte, tenía un gusto refinado y quería lo mejor de lo mejor”, explica Gutiérrez.
Después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, muchas mujeres se vieron forzadas a trabajar; cambiaron sus hábitos, incluso hasta su forma de vestir, para encarar una época de depresión y gran crisis. En Bolivia, entre otros hechos históricos, se produjo la Reforma Agraria.
Todos estos sucesos relegaron las actividades artísticas y de suntuosidad a un segundo plano, dándose de este modo importancia especialmente a las cuestiones primordiales.
Importancia de la vajilla
“Una vajilla no solo es un conjunto de utensilios que se usa para el servicio de la mesa, es decir, para contener, trasladar, servir y permitir ingerir la comida sólida o líquida; también son objetos decorativos que cuidan los más pequeños detalles y que se disfrutan con la vista, lo que hace que una comida sea una gratificante experiencia de alimentación, con el plus de la elegancia y el estilo que en el siglo XIX cobró gran protagonismo en las mesas chuquisaqueñas”, de acuerdo con Sonia López, experta en etiqueta y protocolo entrevistada por ECOS.
Una mesa elegante le da una mayor relevancia a cualquier tipo de celebración y a una fiesta privada o pública.
Una época de esplendor
Se cuenta que en Sucre había una personalidad pública que cuando invitaba a sus amistades a cenar o almorzar a su casa, solía esconder dentro de la servilleta que le correspondía a una dama una joya; cuando la mujer abría la tela, se encontraba con una alhaja como regalo… ¡Qué detalle!
Fue una época de esplendor, remarca Iván Gutiérrez, la que se vivió en Sucre a finales del siglo XIX y principios del XX, quizás más que en cualquier otra ciudad de Bolivia.
Así se explica la distinción de sus construcciones, la belleza de sus museos y el legado cultural que aún mantiene, para admiración del mundo.
“Con el auge de la plata y la minería, el poder económico era muy grande en Bolivia. Esto permitió que algunos personajes se dieran gustos muy refinados y caros… La gente acaudalada económicamente daba mucho impulso al arte y quería lo mejor de lo mejor… fue una época de esplendor la que se vivió en Sucre a finales del siglo XIX y principios del XX”, comenta a ECOS el experto en antigüedades Iván Gutiérrez Achá.
Colecciones privadas
•MIL COMENSALES.
El expresidente de Bolivia Aniceto Arce Ruiz era famoso por su refinado y exquisito gusto. Él poseía varias vajillas. Las más conocidas por los comensales son dos: una, blanca con bordes y monograma dorados. Las iniciales de Arce y el de su esposa, Amalia Argandoña, son idénticas: AA.
La otra vajilla que se utilizaba en el palacio de La Florida es de color blanco con borde azul y tiene una inscripción en la parte central que dice: “Florida” (que significa lugar lleno de colores, porque el palacio era exuberante en flora, paisaje y colorido).
Este juego de porcelana era para 1.000 comensales, por eso actualmente en Sucre algunas familias poseen pequeños lotes de dicha vajilla, como platos planos, hondos, paneros, tazas, azucareros, jarras, fuentes. En la más grande, cabe un lechón entero.
• DE LA FÁBRICA VIERZON
Otra vajilla, de propiedad de doña Carlota Arce de Ramírez, una de las descendientes del expresidente Arce, fue hecha con su monograma C de R en la fábrica Vierzon de París, marca ganadora de varios premios en exposiciones mundiales, entre ellos la medalla de oro otorgada en Francia en 1788.
• DISEÑO FEMENINO
Juana Alice de Aillón fue propietaria de una vajilla muy femenina, de color palo de rosa, pintada con pequeños y delicados detalles, que lleva su monograma. En otras ciudades de Bolivia hay vajillas similares, de la misma fábrica, en diferentes colores.
• FUE UN ENIGMA
Se sabe de la existencia de otros platos cuyo propietario fue Canuto Querejazu; en este caso, descifrar el monograma resultó difícil para los expertos debido a la complejidad de la letra Q.
• URRIOLAGOITIA Y ARGANDOÑA
También sobreviven vajillas del expresidente Mamerto Urriolagoitia; de los príncipes de La Glorieta, Francisco Argandoña y Clotilde Urioste; del palacete de El Guereo; de Félix Argandoña, hermano de Francisco, quien fue propietario de la hacienda El Recreo, situada al lado del castillo de La Glorieta, en cuya vajilla se puede leer: “El Recreo”.
• CRISTALERÍA
En las colecciones privadas también hay cristalería personalizada de Juan Manuel Sainz y Aniceto Arce.
En Sucre, la familia Gutiérrez importó cristal alemán San Luis de colores, como copas, botellones de vino, floreros y otros bellos objetos decorativos.
En esa época las mejores fábricas de porcelana se situaban en Francia, la cristalería en Alemania y la cubertería en Toledo, España.
• MANTELERÍA
La mejor mantelería se fabricaba en Brujas, Bélgica, conocida como la “Venecia del Norte”, donde hasta hoy se especializan en el costurado de manteles y en la fabricación de encajes, que los turistas compran como souvenir y a costos elevados por la complejidad del trabajo a mano.
Los manteles que se hacían en Sucre eran bordados por las huérfanas del Hogar Santa Clotilde y las hermanas de los conventos.
• CUBERTERÍA
Los cubiertos más finos se fabricaban de una aleación de plata con metales más fuertes, ya que la plata pura es un metal muy maleable y podría doblarse.
Los más elegantes tienen sello, mango de marfil y llevan el monograma de sus propietarios. En Sucre, se conservan varias piezas de cubertería.
• POSACUBIERTOS
Montar la mesa era un verdadero arte. Muchas veces se tenía que repetir los cubiertos para otros platos y, para evitar manchar el mantel con los utensilios sucios, se utilizaban los posacubiertos, trabajados en distintos materiales y formas, especialmente animales como anfibios, peces, zorritos y otros delicados detalles.
• LA HORA DEL TÉ
En Europa, la cena se servía después de las 22:00. A los miembros de la realeza les pareció que entre el almuerzo y la cena era muy larga la espera, entonces Anna Maria Stanhope Russell, duquesa de Bedford, instauró la costumbre inglesa de servir el té a las cinco de la tarde, acompañado con pastelillos y otras delicias de la repostería.
En Bolivia, durante los festejos del centenario del Primer Grito de Libertad del 25 de Mayo, como una de las actividades del programa se sirvió el té a las 17:00. Esto ocurrió en la casa de Cupertino Arteaga, casado con una de las hermanas de la Princesa de La Glorieta, ubicada en la calle España.
También se acostumbraba festejar a los niños en su cumpleaños con un té. La mayor parte de las vajillas de té provenían de la China. De igual forma, había vajillas de té inglesas, de café, de chocolate y tasas soperas.
“Una vajilla no solo es un conjunto de utensilios que se usa para el servicio de la mesa, es decir, para contener, trasladar, servir y permitir ingerir la comida sólida o líquida; también son objetos decorativos que cuidan los más pequeños detalles y que se disfrutan con la vista, lo que hace que una comida sea una gratificante experiencia de alimentación, con el plus de la elegancia y el estilo que en el siglo XIX cobró gran protagonismo en las mesas chuquisaqueñas”, explica Sonia López, experta en etiqueta y protocolo.
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