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domingo, 21 de junio de 2015

Brevísima historia de la coca

He aquí un sumarísimo enfoque sobre la historia de la coca, cuyo contenido en alcaloides ha generado problemas sociales y levantamientos étnicos en defensa de la “hoja milenaria”.
El nombre científico de la coca es Erythroxylum Coca. Arbusto de 60 centímetros a 2 y medio metros de altura. Es oriunda de los contrafuertes de la Cordillera de Los Andes; zona de bosques húmedos subtropicales, ubicados entre los 500 y 2000 metros de altitud sobre el nivel del mar. Contiene 14 alcaloides de la serie tropanos (atropina, ecgonina, tropeina, etc.).
La coca silvestre, que se consumía originariamente, habría sido domesticada siglos antes de la llegada de los Incas, en Yungas de Chuquioma, cerca de Totora, departamento de Cochabamba.
Existen pruebas arqueológicas, en enterramientos precolombinos, que positivamente sugieren el consumo ritual de coca por curacas y sacerdotes. El área de Charazani, departamento de La Paz, fueron encontrados utensilios precolombinos de un médico herbolario (kallawaya), fechados entre 400 a 800 años antes de Cristo, con restos posibles de cocaína.
En la etapa precolombina, caracterizada por la hegemonía del Imperio de Tiwanaku, los kollas habrían iniciado la colonización de la “Ceja de Montaña” (Yungas), respetando a la etnia Yunkas, que ya cultivaba la hoja domesticada. Durante la invasión Inca, Yungas fue importante sólo por su coca. El Incario habría enviado a mitimaes (colonos quechuas, leales al Inca), hacia los Yungas. La producción era transportada por caminos del Takesi y otros construidos en los accidentados pasos de la Cordillera Real, hasta alcanzar los valles cusqueños del antiguo Perú.
En el Imperio de los Incas, la coca, sólo era mascada por el Inca y los orejones (Tupacoca). El Inca regalaba hojas de coca provenientes de Yungas, como un premio a la lealtad de los caciques sometidos. Rara vez el obsequio se extendía a los nativos de menor jerarquía.
En la Colonia, Yungas amplió su producción de coca. A partir del Siglo XVII y con mayor énfasis en el Siglo XVIII, el sistema de encomiendas, explotaba los grandes yacimientos de plata del Cerro de Potosí, en base al trabajo indígena. Miles de indios del entonces Altoperú (hoy Bolivia), fueron trasladados del altiplano y valles hacia las minas. La coca, fue parte importante de su subsistencia diaria.
El gobierno colonial español, popularizó el consumo de coca en la masa indígena. Los extirpadores de idolatrías intentaron por primera vez erradicar la coca, porque decían que en ella “sobrevivían los rituales andinos”. Los hacendados, se opusieron argumentando que la coca ayudaba a mantener el trabajo de los indios en provechos del sistema colonial.
En 1860, Niemann de Gotingen, logró extraer cocaína de las hojas de coca. El Dr. Karl Koller fue el primero en utilizar cocaína en una extracción de muelas en 1884. Desde aquellos años hasta 1905, la cocaína se vendía libremente en farmacias de Europa. Sigmund Freud, estudió sus efectos sobre el ser humano. Más tarde, se hizo adicto.
En 1909, surgieron medidas restrictivas contra el tráfico de opio y otras drogas en la Conferencia de Shangai. En 1912, la Segunda Convención de La Haya prosiguió en la misma línea. El 4 de junio de 1913, Bolivia se adscribió a Tratado de La Haya. A partir de 1925, se inició el combate legal al tráfico de coca y de cocaína en Europa y Estados Unidos. En 1932, fueron descubiertas algunas fábricas de cocaína en el Cuzco, Perú.
Hasta 1934, no se conocía la fabricación de cocaína en Bolivia. Existen indicios de que a partir de la década de los años 50 del Siglo Veinte, surgieron pequeñas y aisladas fábricas de pasta de cocaína, en las provincias yungueñas.
A manera de ilustración, el indígena casi nunca masca (acullico), coca estando solo. Lo hace siempre en compañía de su familia o en el marco social. Mascar coca, también es una expresión de la vida espiritual y religiosa de los habitantes andinos.
En el pasado como en la actualidad, el principal problema en Los Yungas de La Paz, es la escasez de mano de obra para el cultivo y cosecha de la coca. La agricultura yungueña es de azadón. Los empinados terrenos no permiten el uso del arado y por ello, son necesarios contingentes humanos.
El ciclo agrícola se inicia el 24 de junio, fiesta de San Juan. Los agricultores queman los “chumes” (monte bajo), limpian el terreno (challiri). La coca florece en septiembre; para octubre está cargada de semillas que impiden la cosecha y manchan las manos de los cosechadores (kichiris). Sin embargo esas hojas pequeñas, ya sirven para honrar a los muertos en la fiesta de Noviembre, Todosantos.
Las mujeres y niños recogen las flores de coca y las tienden en los pisos de barro de las casas. Luego que la semilla pierde su cáscara, es sembrada en tierra negra bien abonada y tapada con paja. A los quince días salen los primeros retoños que luego son transplantads a un almácigo bajo techo, permaneciendo de un año a dos, hasta que alcanzan unos 20 centímetros de alto.
Los yungueños realizan el “pillu” o poda de las plantas en los meses de junio, julio y agosto, cada cuatro a cinco años. Luego de la cosecha, el paso final es secar la coca. Se la guarda seca en los altos de la casa. Luego se embolsa y se la vende. Generalmente, las mujeres son las recolectoras. La coca se cosecha tres veces al año. Las plantas reducen su producción después de varios años de cosecha.
La coca, según especialistas, constituye un cultivo sumamente apto para el minifundio porque ocupa a toda la familia. “Es muy difícil erradicar también a los minifundistas, son demasiado numerosos para despojarlos de sus propiedades por la Ley o por la fuerza y tampoco se les puede ofrecer una recompensa monetaria, porque el dinero o acciones equivalentes a sus terrenos no bastarían para proveer rentas suficientes para mantenerlos. No es necesario que el narcotráfico provoque la resistencia campesina; los campesinos lo harán espontáneamente”(**).
La supuesta producción de cocaína en Los Yungas de La Paz, al igual que en el Chapare, utilizaría el sistema de piscinas. Cavan un pequeño pozo rectangular, en el que clavan estacas de palos del monte; luego extienden grandes hojas de plástico (“nylon”) en el piso, de manera que se forme un recipiente que debe contener las hojas de coca, los precursores y soportar el peso de los pisacocas que, en el área yunqueña son llamados “takipaya” (***).
En el proceso de producción de cocaína, los traficantes echan ácido sulfúrico diluido en agua sobre las hojas y las pisan durante tres horas. El líquido obtenido es transferido a otra piscina cavada al lado de la primera. Vierten cal y luego kerosene. Después de un tiempo, utilizando papel higiénico retiran el kerosene que flota y así se obtiene “agua rica”. En la segunda pisada, el “químico” (especialista), utiliza una solución de bicarbonato y cuaja el líquido y así surge la pasta base de cocaína o “merca”. Junto a las piscinas quedan como testigos los bagazos de coca macerada. Ese es más o menos el proceso utilizado por los yungueños. El proceso no dura más de seis horas. Los pisacocas, que trabajan sólo de noche, son los mismos jornaleros yungueños. Generalmente la mujer del “químico” negocia con el estupefaciente.
Con el boom de la cocaína en la década de los ochenta, el cultivo de la coca se hizo más extensivo en Los Yungas según entendidos. Otras tierras en las que no es tradicional el cultivo de la hoja, comenzaron a sembrar plantines.
La población de La Asunta (provincia Sur Yungas), en 1987, según denuncias públicas, rescataba semillas de coca, cambiando un quintal de arroz por un quintal de semillas.
Hoy, continuaría el trueque de semillas entre campesinos, utilizando la medida “peque” o sea el volumen aproximado de una cabeza de hombre o de mujer. (Clovis Diaz de Oropeza F.) (clovisdiazf@gmail.com)
(*)La coca liberal. María Luisa Soux; (**) Wachu wachu.(***) Investigación personal.

viernes, 19 de junio de 2015

Barrientos recupera la infame historia de “las almas milagrosas”



Un día de 2013, al pasear con el poeta Julio Barriga, llegaron al cementerio y se internaron por sus calles, entonces este le dijo: ¿Conoces a las almas milagrosas?, ante la muda repuesta que implicaba una afirmación, empezó a contarle la truculenta historia del asesinato de los esposos Majluf y el no menos terrible desenlace con la ejecución sin juicio previo de sus autores.

Así nació el trabajo que ocupó la primera mención de honor del concurso II Premio de Crónica Periodística Pedro Rivero Mercado 2014 organizado por la Fundación Pedro y Rosa y el Diario El Deber, escrito por el tarijeño Fernando Barrientos y titulado “El cielo por asalto”.

Los hechos
“El cielo por asalto” cuenta la historia de los asesinatos de los esposos Majluf el 10 de mayo de 1978 perpetrados por los asaltantes Jorge Fuentes y Antonio Cornejo, quienes fueron ejecutados sin juicio previo, en aplicación de la “ley de fuga”. Con el pasar de los años, las tumbas de los atracadores se convirtieron en un santuario al que la gente va a rezar y pedir favores y es ahora el lugar más visitado del Cementerio de Tarija.
El culto de las “almas milagrosas” (que es como se llama popularmente) ha sido reconocido por la Alcaldía de Tarija, que les ha otorgado una de las 33 placas como personajes célebres sepultados en este camposanto.
Impresionado por la historia, Barrientos se puso a indagar sobre los hechos, primero en el entorno familiar, su madre, abuela, cada quien le contaba un poco de su propia versión, luego a las amistades, alguna gente que sabía del suceso y lo había olvidado, pero la mayoría ignoraba sobre quién había construido el altar, algo que se propuso develar.
Sus pesquisas empezaron con la consulta del único periódico de esa época La Verdad y que informaba sobre el suceso, al sacerdote de San Roque Garvin Grech por sus visitas frecuentes al cementerio, al sociólogo Huáscar Rodríguez, experto en el estudio del bandolerismo social, a Ramiro Majluf, nieto de los esposos asesinados y Ana Zenteno, la mujer que construyó el altar de las almas milagrosas.
En el camino de elaboración, Barrientos conoció la tradición universal de los buenos bandidos, desde Robin Hood, hasta el Chiru Chiru, el ladrón benefactor de los pobres en la tradición orureña. “En la figura del buen bandido está expresada la forma primitiva de la rebelión social”, subrayó.
En su encuentro con Zenteno conoció que fue una obra de agradecimiento por los favores recibidos porque “la señora estaba convencida de los milagros obrados y que le habían concedido todos sus pedidos como trabajo y salud”.
Y, visitar a Ramiro Majluf fue conocer el impacto que puede causar un violento hecho de sangre en un niño de 12 años que vivía con sus abuelos y que le marcó la vida para siempre.
La gente que visita el altar de las almas milagrosas vive íntimamente su fe, cuenta Barrientos, impresionado por la cantidad de gente que frecuenta el lugar, rezan en silencio dejan flores y velas y son personas de todas las clases sociales.
El sitio es el más visitado, “todo parece dispuesto para acentuar la simetría de esa tumba doble: el collage de íconos católicos que rodea el par de retratos post mortem, velas consumiéndose en pares, hojas de coca y colillas de cigarrillos ofrendados, chapas de metal con inscripciones que agradecen favores y milagros recibidos, más de un centenar de floreros colmados en el piso”, inicia la crónica escogida.



Algunas de las obras de escritor tarijeño

Fernando Barrientos nació en Tarija en 1977. En 1998 se fue a La Paz a estudiar Sociología. En 2008 fundó Editorial El Cuervo (que hasta la fecha tiene 31 títulos publicados). Como escritor publicó textos en las antologías Memoria de lo que vendrá. Antología del cuento boliviano sub-40 (2000) y Conductas erráticas, Hasta acá llegamos: cuentos sobre el fin del mundo (2012), Estampas chapacas. Visiones y versiones sobre la ciudad de Tarija (2013) y, a punto de publicarse, Hora boliviana.

lunes, 15 de junio de 2015

Cochabamba Doce bravos excombatientes de la Guerra del Chaco ovacionados

Doce beneméritos de la Guerra del Chaco recibieron reconocimientos por parte de la Brigada de Asambleístas Plurinacionales de Cochabamba, durante el acto conmemorativo en la plazuela Colón.

Soldados de diferentes regimientos hicieron una escenificación del retorno de los combatientes, luego del cese de hostilidades. Los primeros en ingresar fueron los beneméritos en medio de los aplausos del público.

“Por su bravura y deber de soldado en defensa del territorio boliviano”, dice el certificado de reconocimiento que recibieron cada uno de ellos.

Posteriormente se realizó una exposición del armamento usado en la guerra y los atuendos de la época. Un grupo de soldados también recreó lo sucedido en Boquerón, en busca de la toma del fortín del mismo nombre.

FUERZAS ARMADAS Las Fuerzas Armadas de Cochabamba reafirmaron su compromiso de defender al Estado ante cualquier agresión.

El comandante de la Séptima División del Ejército, Omar Cordero, durante el acto de conmemoración por los 80 años del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco, afirmó que los soldados están preparados.

“Es misión de las Fuerzas Armadas entrar en un primer plano, aunque la guerra no es militar, sino política, pero tiene sus elementos militares para hacer su parte en la guerra. Para eso estamos preparados”, manifestó.

Dijo también que los militares están comprometidos a seguir el ejemplo de los soldados que participaron del conflicto bélico.

“Han transpirado y sangrado para defender el Estado. Agradecemos el esfuerzo. Honor y gloria a los caídos”, agregó.

A su vez, cuestionó la manipulación que sufrieron Bolivia y Paraguay para ir a la guerra. Acusó a dos empresas petroleras trasnacionales que intentaron dominar las riquezas, pero que el heroismo de los combatientes permitió que los recursos naturales se queden en el país.

“Las Fuerzas Armadas no existen para hacer la guerra, sino para mantener la paz y la seguridad”, dijo.

Protagonistas.

Félix Justiniano

Benemérito

He estado tres años y medio en la guerra, en Villamontes. Entré a mis 16 y caminé desde la frontera, en Villazón hasta Tarija. Llegué al fortín D’Orbigny en la frontera con Argentina. Estaba en la primera línea y hemos hecho pasar la gasolina. Allá dicen nafta. Todo el destacamento hizo pasar nafta por el río Pilcomayo.

Humberto Sánchez

Benemérito

Estaba en Asunción-Paraguay. Primero fui detenido durante unos, dos o tres meses. Estuve en las trincheras y caí prisionero con mis compañeros. Luego volví después de la guerra a verificar cómo estaba el resto de los prisioneros bolivianos. Eran unos 300 que fueron atrapados.

Augusto Becerra

Presidente Federación de Beneméritos

Son muchos recuerdos de lo que sucedió en la Guerra del Chaco hace 80 años. Hemos sufrido mucho, para mí fue una gran sorpresa tener que ir a luchar por mi Patria, pero lo hice. Y ahora voy a seguir acá hasta cuando Dios quiera. Agradezco el reconocimiento que nos hacen por lo que hicimos para defender el país.


Héroes del Chaco son reflejo de patriotismo, valor, entrega y sacrificio


A 80 años del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco, que se celebró a medio día del 14 de junio de 1935 con un abrazo de hermandad entre bolivianos y paraguayos, ayer por la mañana se conmemoró esta fecha con un acto cívico efectuado frente a la Gobernación y dedicado a los héroes de ese conflicto bélico, a quienes se los reconoce como el fiel reflejo del más alto patriotismo, valor, entrega, sacrificio y ejemplo indiscutible para las generaciones de bolivianas y bolivianos.

El comandante de la Segunda División de Ejército, general Víctor Hugo Canedo fue el responsable de rendir homenaje a quienes ofrendaron sus vidas en defensa de la heredad nacional, en las candentes arenas del Chaco.

Manifestó que en las páginas de la historia del Estado Plurinacional de Bolivia se estampa con letras de oro el 14 de junio como el día del cese de hostilidades, por ello es que ayer se concentraron para resaltar el legado histórico, la tradición y los momentos de gloria que con orgullo y tenacidad marcan las gestas de la Guerra del Chaco.

"Hace 80 años un día como hoy (ayer) el reloj marcaba las 12 horas, era el día 14 de junio de 1935, momento en que dos países hermanos, Bolivia y Paraguay, ponían fin a una contienda que los había enfrentado durante varios años y dejaba como saldo una cantidad importante de bajas en ambos frentes", expresó la autoridad militar.

La historia relata que bolivianos y paraguayos se abrazaron en una emotiva y feliz alegría, con expresión de júbilo y algarabía, porque los tres años de lucha quedaban atrás y se abría un nuevo horizonte de esperanza y hermandad.

El 21 de junio de 1938 se firmó el Tratado de Paz, Amistad y Límites entre los gobiernos de Bolivia y Paraguay, en la ciudad de Buenos Aires.

En octubre de ese mismo año, fue trazada la línea divisoria entre ambos países, todo esto se logró tras una serie de discusiones y acciones protocolares, como la verificación del cumplimiento al Protocolo del 12 de junio de 1935 que proclama que no se utilizará la guerra o la fuerza directa o indirectamente como medio de solución de cualquier diferencia presente y futura, al contrario, concertarán la paz definitiva entre estos estados.

"Ahora que han transcurrido 80 años desde aquel 14 de junio de 1935 cabe destacar la voluntad puesta entre ambos pueblos, de construir una relación de confianza y entendimiento mutuo, una prueba clara es el constante relacionamiento que se tiene ahora entre los ejércitos de Bolivia y Paraguay", manifestó el general.

Por ello, rindió su homenaje a los hijos de la patria, que mostraron en el campo del honor su valentía, superaron las adversidades y escribieron las páginas más ricas de la historia militar.

"Hoy, ocasión oportuna para rendir nuestro más alto honor a quienes con su sangre y vida defendieron nuestra heredad nacional, a estos héroes que sobreviven al tiempo y son el fiel reflejo del más alto patriotismo del valor, entrega, sacrificio y ejemplo indiscutible para nuestras generaciones de bolivianos y bolivianas", enfatizó Canedo.

Petroleras incitaron la Guerra del Chaco

El presidente Evo Morales dijo que las oligarquías de ambas naciones son las responsables del episodio negro en la historia de los pueblos.

En el desarrollo del acto conmemorativo por los 80 años del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco, el presidente Evo Morales atribuyó tal contienda a las petroleras Estándar Oil de Estados Unidos, afincada en Bolivia, y la Shell que representaba a Inglaterra y Holanda, en Paraguay, por el control del negocio de los hidrocarburos, y no a los pueblos hermanos.

"Si hacemos una profunda evaluación con seguridad no ha sido una guerra de los pueblos de Paraguay con Bolivia, la historia demuestra que el 31 de julio de 1932 entre el ejército de Paraguay y Bolivia comenzaron esa guerra pero a la cabeza y provocadas por las petroleras", señaló en un masivo acto cívico militar desarrollado en Villa Montes, en el departamento de Tarija.

El Jefe de Estado afirmó que más que una guerra entre dos "países hermanos fue una guerra entre dos petroleras" en la que murieron entre 90 a 150.000 soldados bolivianos y paraguayos.



GUERRA DE LAS OLIGARQUÍAS. "Quienes murieron en esta guerra, no eran empresarios ni bolivianos menos extranjeros, eran pueblo, soldados de Bolivia y Paraguay, que representaban al movimiento indígena campesina en los dos países", agregó Morales.

"Las guerras fueron de las oligarquías de ambos países y transnacionales petroleras. La disputa era quién roba más el petróleo, si Inglaterra o Estados Unidos y quién gana más plata. Los pueblos no hacen guerra, la guerra la hacen las transnacionales", dijo Evo Morales.



AUSENCIA DEL PRESIDENTE PARAGUAYO. El presidente de Paraguay, Horacio Cartes, canceló ayer por problemas climatológicos su visita al sur boliviano, donde debía participar junto al mandatario de Bolivia, Evo Morales, en un acto para recordar el 80 aniversario del cese al fuego en la guerra del Chaco, que enfrentó a ambos países entre 1932 y 1935.

Al evento, realizado en la localidad de Villa Montes, en la región de Tarija (sur), asistió en representación de Cartes el embajador de Paraguay en La Paz, Julio César Vera, acompañado por una delegación de la Academia Militar Mariscal Francisco Solano.

"Le traigo al señor presidente Evo Morales el fraternal saludo del presidente de Paraguay, Horacio Cartes Jara, pero al mismo tiempo un sentimiento de pesar por no poder haber asistido a este acto de tanta trascendencia por condiciones climatológicas adversas que impidieron su viaje", señaló Vera. Morales lamentó que Cartes no pudiera estar en el evento y expresó su deseo de reunirse próximamente con su homólogo paraguayo.





150 mil soldados, entre bolivianos y paraguayos, perdieron la vida en la confrontación bélica.



CONMEMORAN EN TRINIDAD LOS 80 AÑOS DEL FIN DE LA GUERRA ENTRE BOLIVIA Y PARAGUAY. Los 80 años del cese de hostilidades en la Guerra del Chaco que enfrentó a Bolivia y Paraguay entre 1932-1935 fueron conmemorados el domingo en Trinidad en un acto organizado por el Comando de la Sexta División de Ejército con asiento en la capital del Beni. En el acto cívico militar las autoridades de la Gobernación del Beni, el Gobierno Municipal de Trinidad, las Fuerzas Armadas y la Policía depositaron ofrendas en la plaza del ex Combatiente.

"Honor a todos aquellos héroes que sus cuerpos se quedaron en las candentes arenas del Chaco, asimismo mi más grande respeto, agradecimiento y admiración a todos nuestros valientes soldados que retornaron a sus hogares", dijo el comandante de la Sexta División de Ejército, Willams Kalimán.

domingo, 14 de junio de 2015

Tres historias que aún permiten revivir la Guerra del Chaco



En Tarija sobreviven tres Beneméritos de La Patria a 80 años del cese de hostilidades que se recuerda el 14 de junio de cada año y que puso fin a la Guerra del Chaco que enfrentó a Bolivia con Paraguay. Eusebio Muñoz Aparicio cumplió 98 años, es actualmente el presidente de la Federación de Beneméritos de Tarija y vive en la comunidad de San Agustín. Julio Gareca, también de 98 años y Benigno Garrado Peñaranda de 104 años, ambos viven en Villa Montes.

Eusebio Muñoz
Cada vez es más difícil escuchar sus historias de sus propias voces debido a que su avanzada edad y las enfermedades les dificultan continuar narrando las anécdotas de esa experiencia que marcó sus vidas. Sin embargo, sus recuerdos perviven a través de las personas que escucharon sus relatos.
De acuerdo a los relatos de don Eusebio, a través de la voz de su nieto Valdemar Muñoz, él fue a la guerra con apenas 16 años, no había hecho el servicio militar y aunque por ley debían ir después de los 18 años él fue reclutado debido a que era crecido para su edad y no podía certificar que aún no tenía la edad reglamentaria para ir a la guerra porque en esa época mucha gente, especialmente del área rural, no tenía certificados de nacimiento. “A él se lo llevaron y después le dieron un arma y le mostraron un poco cómo funcionaba y ya”.
Entre los recuerdos de don Eusebio está la obligatoriedad de matar al enemigo para poder preservar la vida. “Él recordaba cómo tenían que matar, no les quedaba otra y decía que luego de cada enfrentamiento quedaban regados por todos lados los cuerpos de los compañeros”, amigos a quienes ni siquiera podrían enterrar y cuyos cuerpos quedaban a expensas de los buitres. “Sólo cuando había un tiempito dice que los enterraban”.
Don Eusebio contaba cómo, el grupo con el que estuvo en la guerra fue de los primeros que tuvo la iniciativa e ideó la construcción de trampas que consistían en cavar fosas hondas de un diámetro de dos metros y cubrirlas con maleza y ramas para que los paraguayos cayeran en ellas. Se ocultaban en los matorrales, los paraguayos venían corriendo y caían en la trampa. De este modo tomaron muchos prisioneros.
Don Eusebio tuvo la suerte de no sufrir ninguna herida de bala, pero no se salvó de las enfermedades que aquejaban a la mayoría de los combatientes debido a que consumían agua de pozo, por lo que eran víctimas de vómitos y diarrea, males que no los eximían de continuar en el frente por lo que debían seguir en la zona de conflicto pese a esas dolencias. Solo eran evacuados cuando tenían heridas muy graves.
Actualmente don Eusebio vive solo con su nieto quien lo llama papá, luego de que cinco de los 10 hijos que tuvo murieron y los cinco restantes se marcharon, cuatro a Argentina y una hija a Santa Cruz.

Julio Gareca
El benemérito Julio Gareca también tiene 98 años y se le hace muy difícil caminar, utiliza un “burrito” que le permite desplazarse con dificultad. Sus rodillas sufren las secuelas de su participación en la Guerra del Chaco en la que él se desempeñó aprovisionando a las tropas. Él contaba que no podían llevar los alimentos por medio del monte sino que debían ir por el río, caminar dentro del agua por largas horas y eso es lo que le ha provocado la enfermedad de las articulaciones que ha sufrido desde hace muchos.
Benigno Garrado Peñaranda tiene 104 años. Después de la guerra se quedó a vivir en Villa Montes y durante muchos años no supo que como Benemérito de la Patria tenía derecho a recibir ciertos beneficios del Estado. Lo descubrió recién el año pasado cuando la Federación de Beneméritos de Tarija lo localizó. “Él es reconocido por el Estado Mayor y tiene documentos y diplomas que le han conferido, pero nunca recibió la renta del Estado. Hemos tratado de que se le dé, pero no han querido, es un tema burocrático”, explica Gladys Choque, administradora de la Federación de Beneméritos, para quien es una pena que no se pueda eludir la burocracia y darle una retribución económica a este benemérito de la Patria que es una persona de escasos recursos.
Germán Zambrana y el parte que anunció el cese de hostilidades
En enero de este año dejó de existir Germán Zambrana, quien guardaba los recuerdos de ese día glorioso para los miles de hombres bolivianos que combatían en la Guerra del Chaco. Don Germán contó en numerosas oportunidades cómo tuvo la posibilidad de recibir el parte de cese de hostilidades. A través de sus relatos era fácil imaginar la emoción y alegría vivida por los soldados enfermos, cansados y hambrientos que no se rendían pero anhelaban el fin de esa guerra “absurda” como la calificaba Zambrana.
La noticia corrió como reguero de pólvora y de un lado y otro del frente se oyeron los vivas en honor a las naciones enfrentadas. “La gente se abrazaba, reían, lloraban de alegría”, relataba don Germán reviviendo ese momento en el que la Guerra del Chaco llegaba a su fin.
Don Germán estuvo en diferentes enfrentamientos, en diferentes lugares del Chaco y nunca fue herido. Esto lo atribuía sin dudar a la gracia de Dios. “El espíritu de Dios me salvó”, solía decir. Su paso por la guerra fue voluntario, se enlistó en 1928 interrumpiendo sus estudios. Los retomó cuando pareció volver la calma, pero volvió a abandonarlos cuando comenzó la guerra en 1932 y estuvo en diferentes puntos donde se desarrolló, siempre a salvo de la muerte que rondaba los campos de batalla.
Una ocasión en la que estuvo muy cerca de morir fue cuando se encontraba en una tropa encargada de hacer el reconocimiento del terreno, en la que había un importante grupo de chilenos que vinieron a luchar por la causa boliviana. En una ocasión en que debían hacer un reconocimiento del área, Zambrana recibió la orden de ir a buscar leña y la tropa partió sin él. Al ver que no volvían luego de tres días fueron a buscarlos y los encontraron muertos a todos. “Me quedé porque el espíritu de Dios me ayudó a que no fuera. Son momentos en los que no hay nada exacto, sino que es cuestión de destino. Me salvé esa vez”.
Para cada uno de los soldados que participaron en esta guerra y tuvieron la oportunidad de retornar a sus hogares y volver a ver a sus familias, ese día, el 14 de junio de 1935 fue el día en que supieron que podrían retomar su vida luego de haber soportado el hambre y la sed, el frío y el calor, el miedo a la muerte y el coraje para enfrentar al enemigo. Ese día supieron que la vida continuaba para ellos.



La herencia de los
beneméritos para Bolivia

La Federación de Beneméritos de la Guerra del Chaco es una institución que existió y existe por y para los beneméritos por lo que al ir quedando tan pocos es necesario prever que pasará cuando ellos ya no estén.
De acuerdo a la información proporcionada por Gladys Choque, administradora de la Federación en Tarija, existe una norma que indica que cuando fallezca el último benemérito la Federación pasará a manos de la Alcaldía Municipal y también establece que la infraestructura donde funciona actualmente se convertirá en un museo.
Los 80 años sin guerra han transcurrido con historias diversas de los ex combatientes que quedaron con secuelas de su participación en la guerra, unos murieron jóvenes, otros pasaron los cien años y siempre ha pendido sobre ellos la sombra del olvido y la ingratitud del país por el que lucharon. Con rentas insuficientes, a veces olvidados y abandonados por las instituciones del Estado y hasta por sus propios hijos.
En ese sentido Gladys Choque considera que es importante rendir un homenaje a estos hombres en vida, y la implementación del museo de los Beneméritos de la Guerra del Chaco sería uno de ellos.
“Ojalá esto pudiera agilizarse y el último benemérito por lo menos pudiera inaugurar este museo”.



El valor del soldado boliviano

Soldados niños agarraron las armas

Muchos jóvenes que aún no habían alcanzado los 18 años fueron reclutados para ir a la Guerra del Chaco, en su mayoría eran hijos de campesinos quienes no los habían registrado y por lo tanto no podían demostrar la verdadera edad que tenían. Fueron casi niños y tuvieron que aprender a matar antes de aprender a vivir. Muchos murieron y muchos retornaron ilesos, son ellos los que serán conocidos como los últimos beneméritos.

La hazaña de aprovisionar a las tropas

La guerra se luchó de muchas maneras y en ella jugaron un papel importante aquellas personas que tuvieron la obligación de aprovisionar a las tropas bolivianas recorriendo grandes extensiones a pie arreando los animales de carga. Para llegar a su objetivo debían hacer largas caminatas por el río para evitar dejar huellas, sacrificando su salud para poder llegar con el alimento que escaseaba en todo momento en el frente.

La guerra mostró el temple de los soldados

Una guerra injusta motivada por intereses foráneos y en un país pobre fueron ingredientes necesarios para sacar a relucir el temple de los soldados bolivianos que se vieron obligados a encontrar medios de sobrevivencia en un territorio en el que escaseaba el agua y la comida. Tuvieron que diseñar sus propias estrategias de lucha cavando trampas porque también las armas escaseaban.

El conflicto bélico del Chaco, pasaje de la memoria boliviana



Han pasado 80 años desde que el histórico conflicto bélico entre Bolivia y Paraguay cesó. Por estos días, los recordatorios de este conflicto bélico han sido desempolvados para convertirse en algo más que una simple fecha histórica que a veces relega al olvido la memoria de los pueblos.

La agencia EFE informa que los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Paraguay, Horacio Cartes, se reunirán hoy, domingo, en el pueblo boliviano de Villa Montes para recordar los 80 años del cese de hostilidades en la guerra del Chaco.

Esto sucede al nivel más alto de las representaciones estatales, pero en ambos países, a nivel local, la memoria de la Guerra del Chaco se celebra de diversos modos, llamativamente de formas más vivenciales, menos protocolares y profundamente más emotivas a través de actos de contenidos culturales más que políticos.
En Paraguay se vuelve a recordar la música de los '30 que fue compuesta por los propios combatientes para alegrar sus jornadas cargadas de tristeza. Un ejemplo notable es la canción “Che reyna” del soldado paraguayo y músico Emiliano R. Fernández, pieza que aún forma parte del acervo popular de ese país.

Del mismo modo sucede en Bolivia; cabe recordar la cueca del Chuquisaqueño Miguel Angel Valda “Infierno Verde”, que es uno de tantos otros ejemplos.
En lo referido a la literatura pasa algo similar, no son pocas las obras literarias cuyas tramas se encuentran atravesadas por los sucesos del Chaco; basta citar la obra de Claudio Cortez u Oscar Cerruto.

Pero estos son sólo algunas figuras emblemáticas que nutrieron el imaginario nacional sobre la Guerra del Chaco a lo largo de los años. Lo más destacado es que esta necesidad de reactualizar este imaginario siga vigente, como lo evidencia la muestra de Cine sobre la Guerra del Chaco que recorrerá Bolivia y Paraguay; evento seleccionó diez filmes que abordan el Conflicto de 1932. Dentro de esta muestra se encuentran trabajos de la boliviana Adriana Montenegro, el paraguayo Paz Encina o el argentino-español Lucas Demare, entre otros.

En La Paz un colectivo de artistas hará una intervención en la estación central de la línea roja del teleférico que busca crear una reminiscencia sobre las estaciones de trenes que se fueron atestados de jóvenes soldados que se dirigían al Chaco.

En Sucre, la Casa de la Libertad abrió una muestra fotográfica que recupera un rico material archivístico, que permite conocer las razones del conflicto, las condiciones en las que vivieron los soldados y los canales diplomáticos por los que finalmente la guerra terminó, informó Mario Linares, custodio de la Casa de la Libertad.

Por su parte, en la Casa de la cultura Universitaria, los familiares de los excombatientes organizaron una muestra colectiva donde se exhiben fotografías, cartas y objetos personales de los beneméritos. Actos de este tipo se han desarrollado en todo el país, como recuerda Mario Soria Flores, presidente de la Federación Departamental de Hijos(as) de Excombatientes y Beneméritos de la Guerra del Chaco, quien señaló que este recordatorio es importante ya que el conflicto bélico marcó la vida de toda una generación de bolivianos. “Los efectos de esta guerra fueron que nos quedamos sin padres, o en otros casos, ellos volvieron enfermos, los hijos mayores como yo, tuvimos que hacernos cargo, fuimos obreros, no pudimos estudiar” recordó Soria.

Quizás a diferencia de otros hechos históricos esta relación directa con la experiencia vivencial que guardan los bolivianos en su memoria próxima es una de las cuestiones que dotan de gran dinámica al imaginario de la Guerra del Chaco. Zavaleta Mercado escribió sobre el profundo sentido que tuvo la Guerra para la conformación de la conciencia nacional. Como asevera Soria, la guerra es recordada como algo difícil para su propia historia personal, pero al mismo tiempo realiza este homenaje a los excombatientes, porque se siente orgulloso de ser hijo de uno de ellos.

LA HISTORIA SE ACTUALIZA
Recientemente se han alzado diversas voces que problematizan la forma en que la historia oficial recupera los hechos que formaron parte de la Guerra del Chaco. Esto no es extraño, la historia siempre se encuentra en un proceso de autorevisión, más aún, en la historia de una Guerra donde no hay claros vencedores o perdedores.

Este fenómeno explica la apropiación de la memoria colectiva sobre la Guerra del Chaco, evidentemente no fue una victoria, pero de algún modo, en la memoria queda una percepción que reclama orgullo. Rodolfo Huallpa hace un resumen de algunos temas polémicos sobre la historia.
Primer mito: La guerra no fue por el petróleo. La herida por la pérdida del océano Pacífico con Chile generó en el país la necesidad de buscar una salida alternativa al mar.

Segundo mito: No fueron 50.000 los muertos bolivianos. Los historiadores militares Juan Lechín Suárez y Luis Fernando Sánchez develan que el número de muertos ronda los 32.000 y los heridos estuvieron en el orden de los 11.000, junto a aproximadamente 2.000 desaparecidos y cerca a 20.000 prisioneros.

Tercer mito: ¿Quién ganó y quién perdió? "Lo que queda claro es que antes de la guerra, el Chaco estaba dividido en dos, pero distintos eran los trazos limítrofes", señala Julio Irahola. En ese entendido es que luego de la firma del Tratado de Paz, Amistad y Límites del 21 de julio de 1938, que dicho sea de paso declara que la guerra terminó "sin vencedores ni vencidos", Bolivia se queda con el 25 por ciento del territorio en litigio y el Paraguay con el 75 por ciento. ANF