La primera verdadera batalla por la independencia del Alto Perú, se llevó a cabo en Cotagaita capital del partido de los chichas (27 de octubre de 1810).
Los penínsulas conocían bien que en esta misma población de Cotagaita, sus mayores experimentaron el primer amargo sabor de la derrota, frente a las fuerzas bravías de la nación de los chichas, cuando las autoridades de la Audiencia de Charcas y Potosí, ordenaron la conquista o sumisión de los Chichas en 1563, por cuanto este valeroso pueblo se mantenía libre y soberano, gobernado por sus propias autoridades; cuando habían ya trascurrido más de 30 años, que el gran imperio de los incas y toda América Latina soportaba los abusos y desmanes de los penínsulas en su condición de colonias, y conformado un formidable contingente de guerreros españoles muy bien equipados y cientos de aborígenes colaboradores, llegaron a Cotagaita comandados por el capitán Luis de Fuentes y Vargas muy seguros de su conquista, y muy tarde se dieron cuenta a las autoridades de la región estaban muy bien enterados de los propósitos españoles, por lo que estos nada pudieron hacer cuando vieron que estaban cercados y acorralados por las fuerzas de combate chicheños.
No pudiendo retroceder menos avanzar, porque el potencial bélico de los Chichas era solido contundente, en esta situación permanecieron más de un mes, acaso con la posibilidad de recibir alguna ayuda de Potosí o Charcas y siendo ya situación crítica posamos a expirar decidieron su rendición, firmado un compromiso para más volver con fines de conquista a territorio chicheño, en esta situación los españoles hicieron un convite a las autoridades chicheñas para celebrar el acuerdo arribado, y aprovechando esta reunión, el gallardo capitán Luis de Fuentes y Vargas decide desposarse con una vendadera chicheña llamada Cora, hija de uno de los principales caciques de los chichas, con ritos y costumbres de la región, ejemplo que siguieron muchos españoles y desde aquellos tiempos remotos que Cotagaita, se convierte en residencia y centro de españoles y nace el entendimiento entre chicheños y españoles sin sometimientos de ninguna naturaleza y aceptando por el pueblo de los chichas el nombramiento de su primer corregidor de esta nación el capitán Luis de Fuentes y Vargas y siendo el mayor y mejor resultado del acuerdo, que terminaron, las incursiones a territorio chicheño de los salvajes chiriguanos.
De todo lo declarado a 1810 trascurren más de 300 años y nuevamente chicheños y españoles se encuentran frente a frente ya sin ninguna posibilidad de entendimiento, fuerzas de la represión y patriotas de la libertad, pero son los mismos chicheños de hace centurias y con el mismo coraje de sus mayores y se encuentran en la misma población mil veces bendita llamada Santiago de Cotagaita.
En tantos años de dominio, abuso y prepotencia peninsulares para los chicheños no había otra alternativa que el exterminio total de los invasores.
Ante la inminencia de incursión de fuerzas revolucionarias argentinas a territorio Alto Peruano una vez constituido el gobierno libre de Buenos Aires, obliga a las autoridades de Charcas y Potosí a la urgencia de construir una fortaleza militar con capacidad de detener el paso de las fuerzas Rio Platenses y se decide esta construcción en Cotagaita, paso obligado para todo desplazamiento militar del sur hacia Potosí y Charcas, trabajaron mucho tiempo pero ahí estaba el fuerte militar inexpugnable en Cotagaita.
La batalla de Cotagaita no fue estrategia del ejército argentino, sino que fue propiciada y encabezado por los patriotas chicheños, cinteños y tarijeños, cuyas vidas estaban entregadas a la causa libertaria y solo ellos sabían y conocían de cerca el potencial bélico militar español y su ubicación de la fortaleza de Cotagaita; y vale recalcar que jamás pensaron siquiera en un triunfo a su favor, conociendo el equipo moderno militar de los penínsulas el contingente de soldados expertos en su carrera, el objetivo mayor de los chicheños era desalojar a los enemigos de sus regias y formidables trincheras y batirse cuerpo a cuerpo lo que ciertamente consiguieron a creces, pero con el sacrificio de muchas vidas patriotas y luego se acogieron a la retirada cual estaba planificado, y los engreídos y soberbios españoles cantaron victoria, lo que no fue así y el retroceso de los patriotas hacia el sur fue ordenada y sin apuros, aprovechando el gran contingente de la caballería Argentina, y los españoles no pudieron realizar un seguimiento inmediato por cuanto carecían de su caballería, cuyos semovientes habían sido desbandados día antes de esta singular batalla, por valientes y decididos chicheños; aquí es justo reconocer que la causa libertaria estaba latente en Cotagaita.
Con la retirada del Ejército Patriota de Cotagaita, los españoles aseguraron su triunfo ante las fuerzas combinadas del Alto Perú y Buenos Aires y decidieron su persecución; ni siquiera se enteraron que el ejército auxiliar argentino no intervino con todas sus fuerzas en Cotagaita, porque a los 10 días de esta gloriosa batalla se encontraban frente a frente, sin cobijos de ninguna clase en las planicies de Suipacha, patriotas y españoles; había llegado el venturoso día de medir fuerzas de igual a igual y saldar cuentas con los déspotas peninsulares, por lo que ardió Troya en las pampas de Suipacha y todo el dolor y rabia contenida por los patriotas durante centurias de desfogo y los llamados “Vencedores del Gran Bonaparte” paladearon el polvo de la derrota en estas tierras americanas (algo similar al de Cotagaita1563) para orgullo y honor de los potosinos y chicheños en particular, constituyendo el mismo el puntal de la guerra por la independencia del Alto Perú.
Pero tenían que pasar 15 largos años de continuos combates y el sacrificio de muchos héroes y mártires que no llegaron a gustar el placer de la libertad. Y caso increíble o excepcional para muchos que no conocen la historia patria, por obra y hechura de los llamados historiadores clásicos que solo escriben lo que les interesa y mucho sin relevancia pero de las grandes poblaciones y nunca de los sacrificios heroicos de los pueblos pequeños. Por ello es preciso manifestar que en esta misma tierra chicheña se lleva a cabo la última batalla por la independencia del Alto Perú (batalla de Tumusla del 1 de Abril de 1825) donde murió el ultimo virrey español de América, el General Pedro Antonio Olañeta, frente a los patriotas comandados por el coronel Carlos Medinaceli Lizarazu, un cotagaiteño, hijo primogénito del ingeniero español Agustín Medinaceli de la Cerna y Dña. Rosaura Lizarazu, vecinos de Cotagaita.
Por todo lo expuesto de la intervención Potosina en la guerra de la independencia del Alto Perú y consiguiente creación de la República Soberana de Bolivia, los potosinos nos preguntamos cual el beneficio que ha recibido esta región de los poderes del estado en más de dos siglos de vida republicana. Continuamos con la misma actividad minera de la época colonial, ingentes cantidades de minerales se extraen de las entrañas de nuestra cordillera de los más valiosos y en beneficio siempre de otras regiones de Bolivia, aquí en Potosí no queda nada que no sea socavones vacíos, mineros enfermos con silicosis, aguas de regadío contaminadas con desechos mineros y próximos a liquidar la agricultura en los valles.
Tantas vidas ofrendadas por Potosí por una nación libre y que somos hoy en día, la región más atrasada, marginada y olvidada por todos los gobiernos de turno, de nada nos ha favorecido que nuestro Departamento atesore los más valiosos minerales, ahí está el litio de Uyuni que por ley es declarada una riqueza estratégica y pasa a depender del gobierno central y como siempre igual recibimos migajas en nuestro beneficio.
La Villa Imperial, del gran Departamento potosino va entendiendo muy bien el verdadero significado de UNIDAD, ese entendimiento que debía haber reinado, de siempre, en los potosinos de corazón hacia horizontes de desarrollo y progreso de todo el departamento; que siendo el primer artífice de la creación de Bolivia es merecedor de lo mejor que puede aspirar, esta gran nación.
Cotagaita, 24 de octubre de 2015
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martes, 27 de octubre de 2015
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