El control español sobre la población indígena
se realizaba a través de las visitas que eran
investigaciones administrativas ordenadas por
las autoridades coloniales para inspeccionar la
cantidad de población indígena y sus recursos
en el área rural, la tasación de tributos, así como
la fiscalización y la imposición del control real
sobre las autoridades étnicas y los funcionarios
locales. Las visitas fueron instruidas por el
rey, el virrey o los funcionarios reales o eclesiásticos,
ya que muchas veces se efectuaban
conjuntamente las visitas laicas y eclesiásticas.
Las visitas de las autoridades reales podían ser
ordenadas por el virrey: en este caso tenían
carácter de generales: comprendían todo el
territorio del virreinato o bien eran específicas
en una audiencia, un corregimiento, un repartimiento
de indios o una encomienda. La primera
visita general fue ordenada por el presidente
de la Audiencia de Lima, Pedro de la Gasca,
en 1549. Las visitas específicas se realizaban
cada cierto tiempo: podía ser cada cuatro años
como la conocida visita de Chuchito efectuada
por Garcí Diez de San Miguel en 1567, o la de
León de Huánuco, hecha por Iñigo Ortiz de
Zúñiga en 1562.
Algunas visitas se realizaban casa por casa,
cuando la comitiva llegaba a los lugares donde
residía la población indígena, o pueblo por
pueblo, cuando las autoridades étnicas estaban
encargadas de reunir la población en un lugar
determinado según un orden específico por
parcialidades, mitades o ayllus. Con el tiempo,
esta última modalidad se convirtió en una formalidad,
cuando los visitadores se reunían con las
autoridades indígenas y verificaban los registros
realizadas previamente por las autoridades étnicas
además de otra documentación como los libros
parroquiales.
Algunos investigadores (Guevara Gil y Salomón,
1994) interpretan las visitas como rituales
estatales a través de los cuales el Estado llegaba
hasta los rincones más remotos, imponiendo un
modelo social y disciplinando a sus súbditos.
Zagalsky (2009) sostiene que esta función disciplinadora
del Estado se reflejaba por medio
del uso de la fuerza, tomando como ejemplo la
revisita efectuada al pueblo de Caiza, cerca de
Potosí. En este caso, la inspección se iniciaba con
la instalación de una horca en la plaza del pueblo
“para hazer justicia a los rebeldes e inobedientes”,
a pocos metros del establecimiento de la
comisión visitadora. Dicha comisión constaba de un juez visitador, un escribano, un intérprete, acompañados por el encomendero o un oficial real, los caciques, el protector de naturales y un alguacil como oficial encargado del uso de la fuerza.
comisión visitadora. Dicha comisión constaba de un juez visitador, un escribano, un intérprete, acompañados por el encomendero o un oficial real, los caciques, el protector de naturales y un alguacil como oficial encargado del uso de la fuerza.
Era frecuente que los propios jefes étnicos
solicitaran las revisitas para cambiar la situación
a su favor y solicitar las retasas. Así, durante la
administración del virrey Andrés Hurtado de
Mendoza, marqués de Cañete (1556-1561),
cumpliendo las órdenes del Consejo de Indias,
se inició la tarea de las retasas suspendidas por
el alzamiento de Hernández Girón. Aunque se
permitía a los encomenderos gozar de rentas altas,
los indios obtuvieron el derecho de demandar a
sus encomenderos para recuperar los excesos de
los tributos cobrados. En esta época, los señores
de Chayanta intentaron frenar las exigencias de
su encomendero, Martín de Robles, pero recién
presentaron su demanda ante la Corte en 1567,
es decir más de diez años después de la muerte
del culpable. Con la llegada de Toledo, los mallkus
de Sacaca iniciaron un juicio contra los herederos
del encomendero Alonso de Montemayor; años
antes, a petición de ellos, los sacerdotes de Sacaca
ya habían preparado probanzas que atestiguaban
que el repartimiento “había venido a menos”
(Platt et al., 2006).
Asimismo, en la década de 1550, los caciques
de la encomienda de los Alvarado, en los Yungas de La Paz, reclamaron y obtuvieron la retasa,
logrando reducir la variedad de las prestaciones
y el tributo en coca. Cuando se llevaron a cabo
las visitas al repartimiento de Songo, Challana
y Chacapa, en 1568 y 1569-70, un grupo de
caciques solicitó la retasa para logar una rebaja,
arguyendo la disminución del número de indios.
Las autoridades étnicas lograron reducir el monto
del tributo en 30%, pero los encomenderos
también solicitaron una segunda visita. Durante
aquella, se visibilizó la existencia de chacras de
comunidad que las autoridades principales habían
ocultado a las autoridades españolas. El pleito
duró varios años, logrando los indígenas la retasa
más favorable que sin, embargo, fue modificada
por el virrey Toledo (Percovich, 2010).
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